12. Una suerte muy jodida
Zaek
Gritos, son los que se escuchan cuando Jehiel y yo salimos del ascensor.
Mi amigo y yo nos miramos, corremos tirando absolutamente todo lo que traemos en las manos por el corredor. Humo sale por la ranura de nuestra puerta y la alarma de incendios comienza a pitar desde adentro.
—¡¿Acaso quieren matarme?! —es Joshua el que grita, así que sin más pateo la puerta con tanta fuerza que esta cae al suelo.
Las chicas vuelven a gritar, todo el lugar tiene cortinas de humo y me enojo al notar la razón.
—¡Ariadne! —llamo a mi hermana mientras intento dispersar el humo con mis manos y acercarme a la cocina—. ¿Qué mierda estás haciendo?
Giselle toma una escoba y comienza a intentar disipar el humo mientras Joshua abre los ventanales del lugar, el intercomunicador ubicado en la pared comienza a sonar y Jehiel lo contesta poniéndolo en altavoz.
—La alarma de incendios está activada, ¿qué tan grave es el asunto? —cuestiona la recepcionista.
—¡Ariadne! —gritamos Jehiel y yo a la misma vez. Mi hermana abre el horno con las manos cubiertas con guantes de cocina y de este saca una bandeja totalmente carbonizada con un pollo muy quemado.
—¡Sorpresa! —dice ella colocando la bandeja sobre la isla y ruedo los ojos.
—Mi novia intentó cocinar, eso es lo que pasó —responde Jehiel.
—¿Está todo controlado? —pregunta la recepcionista.
—Tenemos humo por todas partes, comida tirada en el corredor de afuera, ¡Ah! También una puerta rota, pero no hay incendio —dice cerrando los ojos con fuerza y yo miro a mi hermana y luego a Giselle de forma seria.
—Alarma desactivada —murmura la recepcionista y el molesto ruido para por completo—. Un minuto más y los bomberos llegaban, enviaré a alguien del personal de mantenimiento para que revise la puerta y los posibles daños.
—Gracias —responde Jehiel cerrando la llamada.
—Podemos explicarlo —dicen ambas a la misma vez.
—Por como yo lo veo, esto no necesita explicación —frunzo el ceño—. Casi explotan el departamento, que parte de: nosotros traemos la comida, ¿no entendieron?
—Debo señalar que esta situación fue en contra de mi voluntad, ellas me obligaron a pasar por el supermercado a comprar todo —comenta Joshua.
—¿Y dónde está la comida? —Giselle sonríe de forma angelical tratando de desviar el tema y yo ruedo los ojos consiguiendo que se ponga seria otra vez—. Está bien, perdón.
—¡Pero miren nada más! La palabra desastre y Giselle Mattwes sí que deberían ir juntas en un diccionario, ¿no creen?
Todos volteamos hacia la puerta para ver como Cristina está parada bajo el umbral con los brazos cruzados y una mirada despectiva escaneando todo el lugar. Detrás de ella permanece su hermano de la misma manera, pero con el rostro más relajado, simplemente observando de manera curiosa.
—Cristina, ahora no es un buen momento —digo caminando hasta ella.
—¡Dímelo a mí! —se señala—. Estaba al teléfono hablando con los organizadores de mi fiesta cuando la alarma de incendios se activó. Tuve que cerrar pensando que mi vida corría peligro, pero resultó que no era así porque al parecer es el día en que Giselle Mattwes y compañía se pusieron a descubrir las funciones de una estufa —gruñe.
—Una disculpa por eso, no volverá a pasar —le dice Jehiel tratando de tranquilizarla y luego mira a Ariadne quien solo rueda los ojos con fastidio.
—Ahórrense sus disculpas y mejor piensen con como limpiar el pasillo —señala en dirección a dónde Jehiel y yo tiramos la comida—. Si la supervisora del edificio llega a ver eso no quiero imaginar cómo se pondrá, porque de algo estoy segura, ustedes no le agradan ni un poquito.
Cristina nos da una última mirada y se gira para irse muy digna. Su hermano se queda unos segundos más, observa el pollo quemado y luego a Ariadne.
—Mi madre llega en menos de veinte minutos, deberían empezar a limpiar —posa su mirada en la puerta y la señala—. Y también arreglar eso, tengan buenas tardes —es lo último que dice y se marcha.
Lo que faltaba, la madre de cosa uno y cosa dos es la supervisora del lugar.
No me sorprenderá si a final del mes nos llegan cartas de quejas por nuestros desastres en este sitio.
Nos quedamos en silencio unos segundos y paso mis manos por mi rostro tratando de controlar mi enojo.
—Juro que no volveré a intentar cocinar nunca más en lo que resta de mi existencia —dice Ariadne de repente ante el silencio del lugar y no puedo evitar reírme.
Todos ríen porque al final de cuentas fue algo gracioso lo que pasó.
❁❁❁
—¿Giselle llegó bien a su casa? —pregunta Ariadne una vez que entro al departamento.
Ya casi anochece, los colores azules y violetas adornan el cielo de la ciudad.
—Pues sí, la lleve yo, así que no hay problema —respondo algo irónico a lo que ella rueda los ojos. Dejo las llaves del auto sobre la isla de la cocina y me siento sobre una de las sillas altas.
—Joshua acaba de textearme diciendo que llegó a su casa sin ningún inconveniente, no creo que debamos preocuparnos mucho por las amenazas de Tess.
Asiento a lo que dice.
El lugar está limpio, aunque con un leve olor a pollo quemado que no ha podido esfumarse por completo, la puerta está reparada, ya que cuando me fui a dejar a Giselle el equipo de mantenimiento estaba trabajando en eso.
Y no mencionemos el hecho de que Andrea Andersson nos encontró en pleno pasillo limpiando el kétchup y la mostaza de la alfombra. No nos dijo nada, pero su cara lo decía todo, ya nos tiene en la mira.
—¿Sigues molesto? —Ariadne camina hasta mí y se sienta en el puesto de al lado.
—No estoy molesto.
—Estás molesto —insiste.
—No estoy molesto —repito juntando las cejas, pero sin mirarla.
—Estás muy molesto.
—No estoy moles-
—¿Sigue molesto? —pregunta Jehiel a mi hermana mientras viene saliendo del pasillo que da a las habitaciones.
—Sí, aún está molesto.
—El próximo que diga la palabra molesto deberá hacer mi reporte de historia musical —gruño golpeando la mesa y luego los señalo.
—Vaya... pero que genio —dice mi hermana alzando las manos—. Solo nos preocupamos por ti.
—Bueno, para su satisfacción emocional, no estoy molesto, estoy muy bien.
—Ya lo notamos —Jehiel niega—. No estás molesto —lo miro ladeando la cabeza—. ¡No haré tu tarea!
Estaba a punto de contestarle cuando el sonido de un disparo a la distancia hizo a mi hermana y a mí ponernos de pie.
Un inconcluso está a punto de morir.
¿Cómo lo sabemos? Sencillo, primero se escucha un disparo a la distancia que solo mi hermana y yo podemos oír. Segundo, un hilo de luz roja sale de un punto en el cielo, como si fuera una especie láser, señalando el lugar donde está a punto de morir la persona.
Así que Ariadne y yo corremos hasta los ventanales de la casa, en busca del hilo, miramos en todas las direcciones hasta que logro verlo más allá del horizonte, casi en el borde del atardecer, más bien anochecer, lo que significa que la persona que está por morir no es de este continente.
—Probablemente sea de Europa o África —dice mi hermana como si leyera mi mente, luego sigue entrecerrando los ojos sin dejar de ver el hilo.
—¿Qué se supone estamos viendo? ¿Quién es de Europa? —pregunta Jehiel acercándose a la ventana y mirando.
—Un Inconcluso está por morir y no se encuentra muy cerca de nosotros que digamos —respondo seriamente y me alejo de la ventana.
—El primero de este año... ¿Justo hoy? ¿El día que aparece Tessabeth? —dice algo sorprendido—. Eso sí que es una suerte muy jodida.
—Debo cambiarme, es mi turno de buscarlo o buscarla —mi hermana se aleja de nosotros y corre a la habitación.
—No vas a dejarla ir sola, ¿verdad? Ya escuchaste a Tessabeth, los están cazando, no dudo que justo ahora se encuentren demonios esperando un mínimo cambio que les indique que ustedes ya saben que murió un Inconcluso.
—Yo fui la última vez, ¿lo olvidas? Es su turno, son las reglas. No puedo ir a menos que ella me lo pida.
—Debes estar jodiéndome, Zaek.
—Oye, yo no inventé las reglas —me defiendo—. Yo busqué a Giselle la última vez, ahora le toca a mi hermana.
—¡Pero no puedes dejarla ir sola! ¿Y a dónde llevará al Inconcluso una vez que lo encuentre? ¿Al castillo? ¿Aquí?
—Eso depende de ella.
—La lista de asignaciones de este Inconcluso ya la debe poseer nuestro padre, necesito que la busques —pide mi hermana saliendo del cuarto vestida totalmente de negro y asiento.
—¿Ariadne, qué vas a hacer? —Jehiel camina hasta ella y la toma de la mano.
—Buscaré al Inconcluso y lo traeré aquí, el castillo debe estar vigilado por lo que me contaste que dijo Tessabeth, así que no queda de otra —sube los hombros—. Zaek debe volver al castillo y buscar la lista.
—¿Y yo qué haré?
—Tú te quedarás aquí y nos esperas, si de verdad nos están vigilando y ven que salimos los tres sospecharán.
—Ugh, odio todo este enredo, cuando vea a ese Inconcluso le diré un par de cosas —gruñe—. ¿Por qué no pudo morir dentro de unas semanas más?
—No controlamos eso, cariño —mi hermana le da un beso en los labios—. Zaek, hora de irnos.
Entonces el segundo disparo a lo lejos se escucha, lo que indica que faltan menos de treinta minutos para que muera el Inconcluso.
—Tú ve primero, una vez que entres al ascensor vuélvete invisible y cruza el portal, yo iré en cinco minutos, hay que ser precavidos —digo cuando las puertas del elevador se abren y no hay nadie dentro, mi hermana asiente y sube. Las puertas se cierran y me quedo mirando las mismas un rato.
Escucho una puerta cerrarse a lo lejos y luego un par de pasos que se acercan en mi dirección. No me sorprende ver a Kenneth a mi lado, el chico presiona el botón que indica recepción y se queda allí esperando.
Ninguno dice nada. Luego de unos segundos las puertas se abren y él se adentra. Yo aun no puedo subir, no han pasado ni tres minutos desde que Ariadne se fue.
—¿Vienes? —pregunta mientras dirige una mano a los botones para cerrar las puertas y bajar.
—No, espero a que venga Jehiel, sigue aún en el departamento —miento con lo primero que se me ocurre y él asiente.
—Bueno —dice oprimiendo el botón de la recepción—. Yo creo que si un Inconcluso está a punto de morir no demoraría tanto en ir solo por esperar a un demonio. ¿No crees, Zaek?
Abro mis ojos sorprendido y las puertas comienzan a cerrarse, con mis manos las detengo rápidamente y él sonríe de lado.
—Kenneth Andersson ¡¿Qué diablos acabas de decir?!
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