𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗳𝗼𝘂𝗿𝘁𝗲𝗲𝗻. anti-hero

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𝐄𝐋𝐄𝐂𝐓𝐑𝐈𝐂 𝐋𝐎𝐕𝐄 ━━ volumen dos
capítulo catorce
❝ antihero ❞

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Los últimos tres días me había quedado en cama todo el día y noche, tanto Terra como Musa habían insistido en que me levantase pero me negué constantemente.

Solo quería quedarme en cama y, debido a mis faltas, tenía un ultimátum por parte de Rosalind, si no llegaba a mis prácticas, me expulsaría de Alfea y era algo que a las demás les importaba, pero a mi ya no.

—Bien, levántate de ahí— escuche una voz adentrarse.

Le ignore, manteniendo la mirada en la ventana —Ya dije que no.

Mi cobija fue arrebatada, haciéndome mirar confundida a un Riven enfurecido.

—Basta de estúpideces, te vas a levantar de ahí e irás a tus clases y a nuestros entrenamientos, no te quedarás ahí solo por un montón de mierda familiar y noviazgo, muévete— subió a la cama con todo y zapatos —¡Ya! Muévete.

Fruncí el ceño y me levante rápidamente mientras me pateaba fuera de la cama y me empujaba lejos de la habitación.

—Báñate, ya, ya— siguió empujándome hasta los baños donde me encerró.

—¡Riven! ¿Qué carajos te sucede?— golpee la puerta.

—¡Si no te bañas en diez minutos entraré y lo haré yo mismo!— exclamó desde el otro lado.

Forme una mueca mientras obedecía, me recargue sobre la puerta mientras escuchaba a las otras.

—Les dije que él nos serviría— escuche la voz de Flora.

—Te juzgue mal— admitió Bloom.

Suspire cerrando mis ojos, cruzándome de brazos y sin moverme, hasta que la puerta fue golpeada levemente.

—¡Te quedan nueve minutos!— grito Riven para que lo escuchase.

—¡Ya entendí!

Abrí la regadera, luego de aproximadamente nueve minutos salí, colocando rápidamente la blusa cuando escuché la puerta abrirse.

—Ya te pasaste de los diez minutos— regaño Riven.

Rodé los ojos —Vale, ya, ¿Quién te dio el permiso de venir y darme órdenes?

—Tus amigas, las cuales, por cierto, se preocupan por ti— señaló a fuera —Tanto que tuvieron que traerme hasta aquí para obligarte a salir de esa cama.

—Estaba bien ahí— murmullé de mala manera mientras tomaba mi ropa sucia y la colocaba sobre el cesto.

—No, no lo estabas.

—¿Si sabes que si Rosalind se entera de que estás aquí estarás frito, no?— inquirí saliendo de los baños.

—¿Si sabes que me importa un carajo lo que piense Rosalind?

Mire a mi alrededor al no ver a ninguna de las chicas —¿Dónde están las demás?

—En clase, la cuales debiste haber asistido, pero en lugar de eso encerrada en esa basura— señaló mi habitación.

Le mire mal —¿No tienes entrenamiento?

Asintió —Sky me cubre.

Rodé los ojos —¿Y bien?— me deje caer sobre el sillón —¿Ahora qué? ¿Qué novedades tienes para mi?

—Beatrix desapareció— soltó, haciéndome mirarle rápidamente.

—¿Qué?— murmure —¿Desde cuando?

—Desde la fiesta, nadie la ha visto pero Rosalind no quiere que nadie se entere.

—Eso es horrible— dije, mientras Riven se sentaba frente a mi —¿Tu cómo estás?

Frunció el ceño, encogiendo sus hombros —Rompimos, ya no debería importarme.

—Pero te importa— señale y no contestó como respuesta —¿Por qué rompieron?

—Fue de soplona con Rosalind— dijo y fruncí el ceño —Cuando rescataron a Silva, vi algo...-

—Nosotras no...-

—Todo el mundo lo sabe, no tienes que ocultarlo— interrumpió —Se lo que hicieron y Beatrix le dijo.

Arquee ambas cejas —Eso... explica demasiado.

Asintió desanimado, para después mirar el reloj y levantarse de golpe hasta mi y jalar mi brazo junto con mi mochila que lleva arrumbada media semana.

—¿A donde vamos?— pregunte con miedo a que me secuestrara o algo así.

—A tu siguiente clase— abrió la puerta de la habitación y salió conmigo tomada del brazo como una niña pequeña.

DESPUÉS DE TRES LARGAS horas en clase, con Sky cuidándome en lugar de Riven, finalmente salí de aquella clase de biología mágica para ir al almuerzo.

Sky salió del rincón y se encaminó junto a mi —Ire al almuerzo.

Asintió —Lo se, por eso estoy aquí.

Me adentre a la cocina —No tienes que hacer esto— admití tomando una charola para servir mi almuerzo —Se que tienes cosas que hacer como entrenar o pasar tiempo con Bloom y créeme que no quiero que empiecen con los chismes si nos ven juntos, tú y Bloom son lo más hermoso que he visto.

Frunció sus labios —Deprimente, como sea te ayudaré.

—Si me dejas sola te dejare mi habitación una semana— le mire y negó riendo —Vamos, Riven no se enterará.

—No lo hago por él— tomó su charola y se encaminó hacia atrás para esperarme.

—¿Gracias? Supongo.

—De nada, supongo.

Reí ligeramente, girándome hacia toda esa gente frente a mi, paralizando al instante en cuanto los vi.

Me había arrepentido de levantarme de la cama esta mañana, algunos me miraban y otros simplemente se concentraban en lo suyo y es lo que más pánico me daba.

—Carajo...— murmullé sin lograr moverme.

—¿Estas bien?— inquirió Sky, quien aún esperaba por mi con el ceño fruncido.

Asentí —Si, si, estoy... bien.

—Vamos— extendió su brazo y avance junto a él, dejándole con el brazo así.

—Recuerda los chismes— murmuré.

—Cierto, al carajo los chismes.

SKY TERMINO DE CONTAR toda su experiencia del dia de ayer, en resumen Andreas quemo la casa donde vivía con Silva y luego Rosalind lo invito a la zona vip para acompañar a Bloom.

—Wow— mastique —Tu vida es más interesante que la mía.

Se mantuvo en silencio mientras bebía jugo de alguna clase de planta con nombre extraño.

—¿Sabes qué hice ayer?— inquirió y contestó con un asentimiento —Dormir.

Rió, mientras revolvía mi ensalada.

—Y cuando me refiero a dormir es porque dormí sola como un chicle pegado a una banca, sin nadie más que mis lágrimas y yo— mastiqué la verdura —Fue increíble.

—No tienes que abrumarte así, Leigh— pidio el.

—No tienes porque tenerme lastima— fruncí el ceño —Podrías estar compartiendo babas con Bloom pero mírate aquí, feliz con la hada deprimida.

—¿Hada?

Asentí —Si, eso sonó raro.

Su reloj sonó, haciéndolo poner toda su atención en el y en el timbre que anunciaba que el almuerzo había terminado.

—Toque de queda— tomé mi mochila y plato —Puedo volver sola.

—¿Segura?— inquirió —No tienes que correrme.

Sonreí —Estaré bien, y... gracias por hacerme compañía.

—Cuando lo necesites— tomó mi brazo en forma de despedida y se marchó.

ABRÍ LA PUERTA DE LA habitación, encontrándome con Terra, quien me sonreía de oreja a oreja.

—¡Leigh! ¿Cómo te ha ido?— inquirió.

Intente sonreír —De maravilla.

—Que bueno, ¿Te has puesto al corriente?

Asentí mientras me seguía hasta nuestra habitación —Con casi todas las materias, pero si.

—Bueno, si necesitas que te pase algún apunte o trabajo solo dime.

Me giré —No tienes que hacer esto, ¿Si?— forme una mueca —Se que intentas ser amable y que te gusta ayudar a los otros y créeme que eso es lindo pero no conmigo, personas como yo, Terra, solo queremos paz y obscuridad, estoy bien, sigo en mi propia burbuja.

Asintió —Si, claro, lamento si te sofoque de más, nada me sale bien últimamente.

—Eso es raro, Terra Harvey, a ti nada te sale mal.

Ella rió —Si...— jugó con sus manos sobre su regazo —¿Tu crees que... pueda contarte algo?

—Claro, sabes que si— asentí.

—Es que yo...— justo cuando estuvo por completar su oración, el sonidito de mi celular interrumpió.

—Uhh, carajo— forme una mueca —Es Andreas.

—¿Qué hay del toque de queda?

—Cierto, espero no sea por mi ausencia o... por otra cosa, ¿Esta bien si me cuentas luego?

Ella asintió rápidamente —Por supuesto, adiós.

Me despedí con un ademán, cerrando la puerta de la habitación y dirigiéndome hacia el pasillo.

SI O SI DEBÍA RECUPERAR todas las clases y tareas que me perdí los últimos días, sin embargo, me sorprendí cuando Andreas me llamó para tener una conversación con té, aunque se sabía que de ese hombre la conversación era lo último que se le veía hacer.

—Señorita Shaw, justo la hada que buscaba.

—Espero que esto no tenga nada que ver con con Sky— admití al ver a Andreas.

—Leigh, no, no, al contrario— sonrió por alguna extraña razón —Necesito tu ayuda... para algo.

Entonces supe lo que tramaba, haciendo que mi expresión se cambiara a miedo, teniendo que mover cada músculo de mi cuerpo para intentar huir.

Pero fue muy tarde.

Aquel hombre me tomó por el cuello para acorralarme mientras me ahogaba con su brazo hasta hacerme dormir.

—De verdad lo siento— escuché que susurro antes de cerrar los ojos por completo.

LA VIDA SOLO SE TRATA de flashes de recuerdos de millones de momentos que pasábamos durante nuestros setenta, ochenta o noventa, incluso cien años.

Hasta ahora lo había entendido, después de que mi cuerpo se mantuviera quieto todo el tiempo, mi mente se encontraba despierta pero ya no estaba aquí, al menos así lo sentía. Como si después de todo lo sucedido, las mordidas que recibí en casa parte de mi cuerpo aun dolieran y palpitaran en el fondo de la obscura habitación en la que me encontraba.

Estaba asustada al inicio, entonces el dolor vino a mi y olvidé todo. El cómo había llegado hasta aquí era un completo misterio.

Los ruidos provenientes de las otras habitaciones me hicieron abrir levemente los ojos, forme una mueca intentando moverme lo más que podía.

Sin embargo, mis movimientos se detuvieron al reconocer la voz —¿M... Musa?

Nadie contestó, era evidente, pero aún así corrí hasta los ruidos, tomando la primera roca que vi y matando a la cosa que había mordido a Musa.

—¡Leigh! Oh, Dios santo estas herida— dijo ella con sus ojos rosas.

Negué —Estoy bien... estoy... ¡Ah!— grite cuando otra de esas cosas me mordió en la entrepierna.

Notando cómo succionaba nada parte de mi magia, curiosamente apenas y salía aquel líquido azul que traspasaba por su garganta.

Entonces con las pocas fuerzas que tenía lo electrocuté quemándolo y salí huyendo con Musa tomándome del brazo.

—Encontré a Leigh— dijo Musa por el teléfono que vi a duras penas —Esta herida y apunto de desmayarse, tenias razón, era una trampa.

—¿Qué heridas tiene?— inquirió la voz de Terra.

—Mordidas, por todo su cuerpo— ella me miró —Sangra demasiado.

—Estaré...-

—No, no vas a estar bien— interrumpió.

—Si solo la mordió una vez será temporal— dijo flora —Las raspadoras deben drenarte para que el efecto sea permanente.

—¿Volverá a la normalidad?

—Si, aunque... espera, ¿Dices que tiene varias mordeduras?

Ella asintió —Si, pero su magia aún funciona, la vi quemar una de esas cosas.

—Podría ser positivo o negativo— dijo Terra nuevamente.

La puerta se golpeaba una y otra vez por más de esas cosas, haciéndome despertar a cada golpe.

Deje de escuchar la voz de Musa, perdiéndome unos segundos en el vacío.

En busca de mi mejor amiga, me arrastre por los suelos hasta la salida de la cueva en la que me había dejado metida, visualizando a más raspadoras arrastrándose en similitud conmigo.

Les mire, subiendo y bajando mi pecho en una respiración muy alterada, ni siquiera podía moverme para evitar que llegaran a mi, todas ellas mordían las partes de mi cuerpo que aún no lo estaban.

Mi pecho, antebrazos y cada jodida parte de mi. No entendía cuanto tiempo exactamente había pasado entre gritos y dolor pero cuando menos lo esperé todo había terminado.

No tenía esperanzas de irme de aquí, ni de que alguien viniese a rescatarme para después ver el rostro de quien menos lo esperaba. Riven.

—¿Q... qué haces?— susurre a duras penas.

Pasó sus brazos sobre mi cuerpo, no teniendo la suficiente fuerza para manotear y negarme, pero no fue así, solo caí inconsciente por milésima vez consecutiva.

ABRÍ MIS OJOS ALTERADA, levantándome de golpe hasta buscar un rostro conocido, unos brazos tomaron de mi.

—Hey, está bien, esta bien— la voz de Riv me tranquilizo.

—¿Qué pasó?— cuestione —¿Dónde está Musa?

—Están bien— acaricio mi cabello —Todo esta bien.

Fruncí el ceño de un momento a otro, haciéndome mirar mis manos ensangrentadas con miedo a lo que pudiese pasar.

Me sentía diferente, algo no andaba bien conmigo y lo sabía, tenía miedo de todo, de haber muerto.

Con mis pocas fuerzas intenté invocarla, provocar algo que pudiese sostener en mis manos pero nada, no había nada.

—Leigh... las raspadoras te drenaron— escuché lo menos que quería oír ahora mismo —Lo... siento.

—¿Dónde está mi magia, Riven?— cuestioné con mis ojos cristalizados —¿Dónde...? ¿Dónde está?

—Se fue, de ha ido.

Finalmente solloce, cerrando muy fuerte mis ojos mientras él pasaba su brazo sobre mis hombros y me acurrucaba sobre su pecho.

Sin burlarse, sin decir algún comentario estúpido, ni un solo momento se rió de mi estado, al contrario, solo me abrazo y dejó que llorara sobre él y sobre su traje tan presiado que tanto presume.

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