Sinopsis
—No te lo voy a repetir, Gregorio ¿Dónde esta la niña? —gritaba el hombre hecho una furia.
—No lo sé, Luck nos ordenó retirarnos, él nos iba a llamar si algo se ponía mal —respondió el hombre temblando al observar cómo el sujeto le colocaba las extremidades en la silla eléctrica, sin rendirse de sus deseos de escapar.
—¡Maldita sea Gregorio, se supone que son un equipo, por eso los mandé a todos! ¡Son una bola de inútiles! Luck no era el jefe de nadie maldita sea —Daba vueltas de un lado a otro. Si seguía así posiblemente explotaría de enojo —¿Cómo puede ser posible que Luck esté muerto?
El sudor comenzaba a descender de su frente, estaba nervioso. Era imposible que hubieran fallado, su paciencia había llegado al límite al encontrarse en tal desafortunada situación en el que sus cómplices lo habían metido. El que se hacía llamar Gregorio suplicaba con vos entrecortada que le perdonara, el miedo junto con la desesperación se mezclaban con las palabras que salían de sus labios. Imploraba por su vida mientras que el causante de su terror pensaba únicamente en arrancarle el pellejo.
—¿Había alguien más en el caso? ¿Otra persona a parte de los Black? —cuestionó el tipo lanzándole una mirada asesina a su empleado.
—No, no señor. Solo eran los Black los que se encontraban en la casa, a menos que, si había una niña, la hija ella presenció todo según lo que mis hombres han averiguado — respondió el hombre pensativo
— ¿Qué tú estás loco verdad? ¿Como diablos se te puede ocurrir decir que una indefensa niña de cinco años pudo haber matado al mejor de mis hombres? — pregunto el hombre alejándose de la mesa.
— Yo solo decía que ... — trato de explicar el sujeto aún temeroso
—Cállate imbécil, eres un inútil y a mí los inútiles no me sirven para nada — le gritó tomándolo del cabello y tirando hacia atrás mientras le sonreía — Adiós Gregorio, Pedro — hablo a su mano derecha — encárgate de el y has que sufra un poco — ordenó saliendo de la sala y cerrando tras de sí mientras escuchaba los gritos de Gregorio.
— Te encontraré Livi, tú serás mi pase de oro, lo juro — prometió enfadado y saliendo de la bodega.
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