Capítulo 8
ZEE
El caso de Saint se ha convertido en un circo mediático, cada vez se descubren más abusadores y más víctimas. Pero lo que han descubierto hoy gracias en parte a Kao y Kan Security es algo que hará de este caso el caso del año. El primer ministro del país está implicado en la red de abusadores. En principio parecía que era un usuario asiduo a paginas vinculadas con el caso, pero Sammy ha encontrado evidencias de que además de usuario se beneficiaba económicamente de ello.
Saint me ha llamado esta mañana para decirme que hoy tiene que capear con esta nueva información y llegará tarde a casa. Me lo esperaba dado que el gobierno tiende a cerrarse en banda cuando afecta a alguno de los suyos.
Sigo preocupado por Saint, aunque veo que desde nuestra última conversación ha relajado el ritmo y se ha dado el lujo de delegar varias tareas en sus colegas. Me digo a mi mismo que debo confiar en él y en su capacidad para afrontar los retos difíciles, lleva haciéndolo toda la vida sin prácticamente apoyo de nadie.
Kao me ha llamado a su despacho para hablarme de algo importante, parecía serio así que no le hago esperar y llamo a su puerta.
-Buenos días, ¿querías verme? - le pregunto sentándome frente a su mesa.
-Buenos días Zee, quería hablar contigo de un proyecto que tengo en mente para la empresa- me dice.
-Muy bien, ¿qué se te ha ocurrido ahora?
-He estado pensando en abrir una sucursal de Kan Security en Japón, como sabes tenemos muchos clientes en ese país. Hace poco nos han ofrecido un contrato para llevar la ciberseguridad de un importante conglomerado japonés. No es factible, económicamente hablando, llevarlo desde aquí.
-Me parece buena idea, ¿pero eso que tiene que ver conmigo? - le pregunto sin saber muy bien dónde quiere ir.
- ¿Cuándo tiempo llevamos trabajando juntos, Zee? - me pregunta.
-Desde que abriste la empresa, ¿hace 6 años? - le respondo.
-Más o menos, has estado conmigo desde que solo teníamos una oficina cochambrosa y tres clientes, creo que ya es hora de que tengas tu recompensa- me dice tan tranquilo.
-Kao, me pagas un buen sueldo y mi encanta mi trabajo, tengo libertad para llevarlo a mi manera y estoy feliz con ello, no me debes nada- le respondo.
-No es cuestión de deberes Zee, para mí es cuestión de justicia, sin ti sé que nunca esta empresa hubiese llegado donde está ahora- me dice.
-No entiendo dónde quieres llegar- le digo.
-Quiero que seamos socios, que hagas esto conmigo y me ayudes en la expansión de la empresa- me suelta de sopetón.
- ¿Cómo?, espera Kao, sabes que las cuestiones administrativas y de lameculos políticamente correcto son cosa tuya. Todavía me acuerdo de la semana que te sustituí mientras Earth se mudaba y tengo pesadillas desde entonces- le respondo.
-No quiero eso, quiero que hagas lo mejor sabes hacer, entrenarás a las nuevas incorporaciones y coordinarás con el CEO que se hará cargo en Japón la forma en la que queremos que trabajen. Eres el más indicado para eso y lo sabes- me explica.
-Pero eso me mantendría en Japón, ¿Cuánto? ¿tres meses? - le pregunto.
-Seis en realidad- me dice tan fresco.
-No puedo estar seis meses en Japón, Saint está inmerso en un caso enorme que le llevará mucho tiempo y no quiero estar separado de él tanto tiempo- le contesto.
-Sé que es algo repentino, pero no sería de inmediato, ¿puedes al menos hablarlo con Saint y pensarlo?, sin presiones- me dice.
-Bien, lo hablaré con él y lo pensaré seriamente, gracias por confiar en mí para ese trabajo- le digo sinceramente.
-Hacemos buen equipo, tenemos el mismo punto de vista de casi todo. Además creo que no te he agradecido adecuadamente tu ayuda cuando atacaron a Earth, te necesitaba y no me fallaste y eso es algo que tengo que decirte, de verdad gracias hermano- me dice.
-Bueno eso es lo que hacen los amigos Kao, tú me ayudaste con Saint, te repito que no me debes nada- le contesto.
-Ya está todo dicho entonces, vuelve al trabajo y hazme rico – se mofa de mí.
-Sí jefe- le digo haciendo el saludo militar mientras salgo de su despacho.
Esta oferta de Kao me ha pillado totalmente por sorpresa, no sé si soy el hombre indicado para el trabajo, pero en el fondo me encantan los retos y este trabajo lo es. Por otro lado solo pensar en estar seis meses separado de Saint hace que mi estómago se contraiga, tengo que pensarlo detenidamente y hablar con mi marido sobre ello. De repente nuestras vidas toman un ritmo frenético y tengo miedo que nos perdamos por el camino, tengo que hacer que funcione porque yo tengo muy claras mis prioridades.
SAINT
Son casi las doce de la noche cuando llego a casa, estoy totalmente rendido y todavía me quedan varias miles de páginas que repasar. Entro con cuidado procurando no hacer ruido para no despertar a Zee y entro en el despacho para terminar atar algunos flecos para la vista de mañana.
Este caso me está llevando mucho tiempo, pero creo que podremos terminar con ellos, arrancar de raíz el origen de esa organización y espero que tengan un castigo ejemplar acorde con el daño que han causado.
Me siento en mi despacho y empiezo a ojear el último expediente que he recibido del equipo de investigación. En él están los nombres de los implicados y acusados formalmente después del registro del gimnasio en el barrio de Dusit. Este gimnasio ofrecía servicios de entrenamiento personal y atletismo avanzado para niños y adolescentes. Hay al menos 6 víctimas y tres de los cuatro monitores han sido arrestados. Repaso cada evidencia encontrada y cada declaración de las víctimas. El modus operandi de los abusadores en todos los casos es el mismo, clases intensivas en algún lugar remoto, los drogan y abusan de ellos. Después los amenazan con matarlos o matar a sus familias para que no se atrevan a denunciar. Se me revuelve el estómago y algo que no pensé que todavía podría estar aferrado a mi mente me asalta de repente. La cara de Mild cuando lo encontré después de aquella fatídica noche, viene a mi cabeza como un fogonazo dejándome sin respiración.
-Joder, no puede ser, no puede ser, por favor- susurro rezando para que lo que sospecho no sea verdad.
Cojo el expediente de los abusadores y repaso sus nombres y entre ellos lo encuentro, a él, a ese demonio que arruinó mi infancia e hizo que Mild odiara tanto la vida que se suicidó. Mi entrador del instituto ha vuelto para recordarme la etapa más oscura de mi vida.
Noto como una presión en el pecho me impide respirar, tengo sudores fríos y creo que me voy a desmayar. Intento llamar a Zee, pero mi voz no sale de mi garganta cerrada. Creo que tengo un ataque de ansiedad, mi mente se nubla y caigo de rodillas al suelo intentando respirar. Tiro el teléfono que tengo encima de la mesa al suelo que se estrella contra él con un fuerte estruendo.
No sé cuánto tiempo pasa cuando oigo a Zee llamándome, aterriza de rodillas a mi lado y deshace el nudo de mi corbata e intenta hacer que respire con más calma. Me susurra al oído que todo va a estar bien, que estoy hiperventilando que necesito respirar más despacio. Oigo como me habla, siento su presencia junto a mí y yo me agarro a su cuerpo como a un salvavidas. Intento hacer lo que me dice, respiro al ritmo que mi marido me marca y parece que mi cuerpo responde. Poco a poco recupero el ritmo normal de mi corazón, respiro despacio y miro a mi marido que está pálido por el susto. Acaricio su cara con mi mano y lo acerco a mí para hundir la cara en su cuello, respiro su aroma y ese gesto tan normal entre nosotros logra calmar el torbellino de sentimientos de mi interior. Zee está conmigo, no me dejará caer, él es mi roca y le doy gracias a Dios por ello.
ZEE
Un fuerte estruendo me despierta sobre medianoche, me levanto de un salto y saco mi arma del estuche debajo de la cómoda de la habitación. Salgo con cuidado de mi dormitorio y veo luz proveniente del despacho de Saint. Me acerco a la puerta y puedo ver a mi marido en el suelo intentando respirar. Guardo mi arma y corro hasta él, sus pulmones no consiguen el oxígeno que necesitan y Saint está muy pálido. Su pulso es rápido y respira demasiado rápido, está hiperventilando, intento que se relaje y respire más despacio. Tiene todos los síntomas de un ataque de ansiedad, le susurro al oído y le marco el ritmo adecuado con respiraciones más lentas.
-Inspira por la nariz, expira por la boca, más despacio, eso es mi ángel- le digo con toda la calma que puedo.
Poco a poco Saint vuelve a un ritmo normal, abraza su cuerpo al mío enterrando su cara en mi cuello aspirando fuertemente. Este gesto lo acaba de tranquilizar, no sé qué habrá pasado, pero no será nada bueno para ponerlo en este estado. Era lo que estaba temiendo, este caso ha removido algo en él, en ese pasado que no ha contado a nadie excepto a mí, en esa herida que no ha curado del todo. El puñetero pasado ha vuelto para darnos un toque de atención y maldita sea por eso.
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