Capítulo 7
SAINT
Tres semanas, eso es lo que llevo trabajando en este caso y cada vez se hace más grande. ¿Quién lo hubiese pensado?, una denuncia de una madre al entrenador de su hijo acaba destapando una red organizada de abuso a menores en establecimientos deportivos del todo el país. Lo hubiese podido manejar, pero se ha hecho una bola de nieve desde que se enteró la prensa. Un caso mediático es algo muy difícil de manejar y necesito a Tay urgentemente. Y como si alguien allá arriba me leyese la mente mi puerta se abre y la cabeza de mi compañero aparece por ella.
-Hola Saint, ¿me has echado de menos?- me pregunta con una sonrisa de oreja a oreja.
-Joder Tay, aunque si me preguntan lo negaré todo, te diré que sí, enormemente- le digo destacando esa última palabra.
-Lo sé, soy imprescindible para tu vida, pero ni se te ocurra decírselo a Zee porque voy a ser padre y me gustaría darle un hermanito a mi hija dentro de un tiempo y sin pelotas va a ser un poco difícil.
-¿Cómo está Sammy? Espero que te esté haciendo la vida imposible durante el embarazo- le digo guiñándole un ojo.
-Sammy es una mujer extraordinaria, está disfrutando del embarazo y yo también, solo pensar que en dos meses la tendré entre mis manos me hace sentir algo entre el terror y la felicidad, es tan nuevo y excitante- me lo dice con un amor infinito en la mirada.
-Te tengo que confesar que tuve mis dudas cuando empezaste a salir con Sammy, y Zee no te digo, pero sois perfectos juntos y me alegro de verdad por los dos- le digo.
-Gracias, yo también lo creo. Pero cambiando de tema, cuéntame que pasa con ese caso que tenemos entre manos.
-Es un puñetero infierno Ty, la prensa se ha enterado del caso y tenemos las líneas colapsadas de tantas llamadas. Lo único positivo es que con ello en las noticias han aparecido más víctimas y las denuncias han aumentado. Los vamos a enterrar Ty, esos cerdos pagarán por todo lo que han hecho- le resumo.
-Bien, entonces dile a tu secretaria que me mande los archivos de los últimos casos aparecidos para ponerme al día, empieza la guerra Saint- me responde.
Ty se despide de mí por el momento y le digo a Mary que le mande toda la documentación. Toda ayuda es poca, Fiat ha cerrado el caso pro bono que tenía entre manos y le he pedido que colabore con nosotros. Ha demostrado ser bastante bueno y digno de confianza, así que le he pedido a Nim que le ofrezca un contrato indefinido dentro de familiar.
Paso la tarde inmerso en este caso, Zee piensa que me está afectando demasiado, que tenga cuidado con obsesionarme. Sé que solo se preocupa por mí, pero me duele que no confíe en mí y en mi capacidad como abogado y esta mañana hemos vuelto a discutir. Odio que estemos enfadados, esta noche tengo que hablar con él y arreglarlo no pienso dejar que mi trabajo sea un problema en nuestro matrimonio.
Son las diez cuando decido dejarlo por hoy, quiero llegar a casa y ver a mi marido.
Mary hace rato que se ha ido y las oficinas están desiertas a estas horas, pero es en estos momentos cuando me puedo concentrar para trabajar, sin llamadas, sin ruidos, sin interrupciones. De camino al ascensor me encuentro con Fiat esperando para bajar.
-Buenas noches Fiat- le saludo.
-Saint, pensé que te habías ido, quería darte las gracias por hablar con Nim con respecto a mi trabajo. Me encantará trabajar contigo más mano a mano- me dice con una sonrisa.
-Eres un buen abogado, trabajador y meticuloso, solo he hecho algo egoísta queriéndote para mi equipo- le respondo.
-De igual forma, muchas gracias- me contesta.
-De nada- le digo mientras se abre la puerta del ascensor.
Cuando llegamos al vestíbulo Fiat me invita a tomar algo para celebrar su nuevo puesto, ha quedado con algunos colegas del bufete y amigos de la universidad.
-Lo siento, pero tengo que llegar a casa, mi marido me espera- le contesto.
-Claro, otro día entonces- me responde un poco decepcionado.
-Otro día- le digo y me subo a mi coche rumbo a casa.
El tráfico es indulgente conmigo y no me retrasa más de lo normal, y cuarenta minutos después estoy aparcando en el garaje delantero. Oigo ruido en el gimnasio y me asomo por la puerta entreabierta a admirar a mi precioso marido.
No puedo acostumbrarme a la belleza de Zee, es algo arraigado en mi interior, un sobresalto en las tripas y mi corazón a mil con solo verlo en ese banco de abdominales. El sudor le recorre la cara y su amplio pecho que me grita para que vaya tocarlo. Me permito un minuto más de contemplación, es demasiado sexy para no hacerlo.
Mi marido termina su sesión de abdominales y se levanta a coger una toalla con que secarse el sudor de su escultural cuerpo.
-No lo hagas- le pido desde la puerta.
-Saint, me has asustado- me dice dando un respingo.
-Pues vaya James Bond que estás hecho, deberías sentir mi presencia como buen espía- me burlo un poquito.
-No soy un espía y si lo fuera no podría decírtelo- me responde con esa sonrisa malvada suya.
Me acerco a su cuerpo semidesnudo y poso mi mano en su pecho a la altura de su corazón.
-Lo siento mucho amor- le digo sin dejar de mirar sus preciosos ojos negros.
-Yo también lo siento Saint, sé que eres un gran abogado, pero tengo miedo que puedas sufrir con todo este caso, te toca muy de cerca- me explica.
-Estoy bien, mi vida ya no es lo que era, tengo un hogar, un marido y una familia. Todo eso me ha hecho fuerte, pero te prometo que si se hace demasiado te lo diré, ¿vale?- le concedo.
-Vale, ¿entonces no quieres que use la toalla?- me pregunta posando sus dedos en mis labios. Joder ya me tiene jadeando con ese simple gesto, hace conmigo lo que quiere.
-No, me gusta cómo estás, ahora solo tengo que ponerme a tu altura. Necesito algo de ejercicio, llevo muchas horas sentado y eso no puede ser. ¿Me ayudarías con eso?
-Claro, tengo mucha experiencia en entrenamiento personal- me dice antes de pegar su boca sobre la mía en un beso salvaje. Es tan fantástico volver a reconectar, prometí que mi trabajo no me desviaría de lo importante y me temo que no lo estoy haciendo bien. Pero ahora lo pienso remediar.
Me quito la camisa que llevo puesta y mis zapatos y pantalones acaban por todo el gimnasio. Zee solo lleva un pequeño pantalón corto de gimnasia y se lo arranco llevándome su ropa interior por el camino. Su cuerpo se merece adoración y eso mismo voy a hacer, adorarlo por completo.
-Saint, debería darme una ducha primero- me dice entre jadeos.
-Ni de coña, me gusta así, sucio y sensual, algo animal- le susurro al oído.
-Bien entonces hagámoslo sucio y sensual mi ángel- me responde arrancándome la ropa interior.
Me pego a su sudoroso cuerpo y lo aprieto contra mí. El calor que emana de mi marido me calienta el corazón y hace a mi polla saltar de emoción. Solo quiero sentir que esto que tenemos es más fuerte que cualquier pelea, que cualquier problema que pueda surgir.
Mi lengua recorre su cuello y el sabor salado de su piel penetra mis papilas gustativas encendiéndome por completo. Sus manos vuelan por mi cuerpo, apretándome, pellizcándome, dominándome por completo y ahora mismo es lo que necesito para dejar salir todo el estrés de estas semanas.
Zee me arrastra hasta el banco de abdominales que estaba usando cuando llegué, me da la vuelta y me estampa contra el duro cuero del aparato. Mi culo levantado hacia arriba, mis manos en la espalda con su enorme mano agarrando mis muñecas. Joder como me pone cuando se suelta y me demuestra quien manda en esta casa.
-Lo quieres sucio y sensual mi precioso ángel, así que te daré lo que me pides- me dice soltando mis manos y posando las suyas sobre mi culo me abre para él. Su lengua juega por mi trasero arrancándome un grito de puro placer, lame sin parar todo lo que encuentra por su camino y cuando se detiene en mi entrada y me penetra con ella tengo que apretar mi polla para no correrme en ese momento.
-Dios Zee, eres fantástico, pero llevamos un poco de tiempo sin hacer esto, no quiero correrme todavía- le digo intentando hacer que pare.
-Sucio y sensual precioso, dámelo vamos córrete para mí- me dice mientras con su mano empieza a masturbarme sin control y su lengua vuelve a lamer mis bolas y de vuelta a mi culo me taladra sin parar.
-Joder, sí- grito cuando mi orgasmo me arrasa como un tren de mercancías manchando el banco de cuero negro.
-Te amo Saint, eres lo más importante para mí- me susurra dándome besos a lo largo de mi espalda.
Me doy la vuelta volviendo mi mirada a sus ojos negros, con sus pupilas dilatadas por el deseo y su polla a punto de reventar. Solo quiero sentirlo en mi interior, esa necesidad me quema por dentro es algo que nunca he podido controlar estando con él.
-Te necesito amor, ahora- le digo agarrando su preciosa erección acariciándola suavemente. Zee cierra los ojos, pero yo no quiero perder esa conexión.
-Mírame cariño- le pido en un susurro roto por mis ganas de llorar de felicidad.
Él abre sus ojos y me atraviesa con esa mirada suya que me dice que aunque se acabe el mundo nunca me dejará, siempre estará aquí y no lo dudo ni por un momento.
Dejo que me acorrale contra la pared y sus manos se posen a cada lado de mi cara, su mirada salvaje y su determinación a hacerme suyo me excita hasta el infinito. Sus manos me agarran por la cintura y su cuerpo se restriega contra el mío, puedo sentir cada fibra de su ser contra mi piel desnuda. Su boca se hace dueña de la mía y su amor se entierra un poco más en mi alma y mi corazón, jamás nadie podrá arrancarlo de ahí no importa qué pase, esto es para siempre.
Zee me da la vuelta y alinea su polla contra mi entrada, juega conmigo entrando solo un poco para luego retroceder. La cabeza de su gruesa polla me abre poco a poco y me hace rogarle por algo más.
-Zeee, por favor- le ruego al límite de mis fuerzas.
-Me encanta oírte suplicar, todavía no me puedo creer que este ángel que tengo delante de mi cuerpo sea realmente mío, necesito que me lo pidas, quiero oírte gritarlo para que no quepa duda a quién perteneces, hazlo mi ángel ruégamelo y te lo daré- me dice con esa voz ronca suya que acaba con todas mis defensas.
-Zee, por favor hazlo ya, fóllame, demuéstrame a quién pertenezco- le ruego, siempre me rindo a él, sé que jamás me dejará caer.
Mi marido no me hace suplicar más, entierra su polla en mi cuerpo suavemente, mi cuerpo se abre a él como si supiera que es de esta manera como debe ser, Zee es mi hogar y yo el suyo simple y llanamente.
El ritmo sensual al que me somete es extasiante, siento que mis rodillas se hacen agua y si no fuera porque me sostiene contra la pared con sus poderosos brazos hace rato que hubiese besado el suelo.
Su cuerpo me posee, cada poro de mi piel absorbe el poder que emana de él. Cuando sus estocadas se vuelven salvajes y su pelvis rebota sobre mi trasero creo que moriré de placer. Su polla toca todos los lugares correctos y no puedo hacer nada para parar el orgasmo arrollador que me atraviesa para llevarme al cielo. Segundos después mi marido se corre gritando mi nombre como si fuese una oración y su voz llamándome hace a mi corazón arder de pasión.
Nos quedamos un rato intentando respirar y calmar nuestros pulsos acelerados sin romper el abrazo que hace sentir que nada podrá con nosotros.
-Ahora voy a aceptar esa ducha que hablamos antes- le digo besando la mano que tiene sobre mi pecho.
-Me apunto a esa ducha, te quiero mi ángel- me dice saliendo de mí.
-Y yo a ti Zee, muchísimo, ni te imaginas cuanto- le digo.
Cuando me abraza con fuerza y me lleva a la ducha solo puedo pensar que mi amor por él y el suyo por mí es algo que hay que cuidar, pocas personas pueden tener esto que nosotros tenemos, así que me obligo a recordar cada día la suerte que tengo de compartir mi vida con Zee.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top