Capítulo 32
GULF
Un pitido constante me despierta sin piedad, mi cabeza quiere estallar en mil pedazos y me cuesta respirar. Mi boca está seca, mis ojos se adaptan poco a poco a la luz tenue de la habitación. Estoy en un hospital, los cables, el olor a desinfectante y a algo más me son muy familiares. Mi madre está mirándome como si fuese un fantasma y creo que está diciéndome algo, pero estoy aturdido, seguramente por los medicamentos que me han dado.
-Mamá, ¿dónde está Mew? – le pregunto.
-Cariño, Mew ha salido un momento, no se ha movido en todo este tiempo, pero hoy... - me dice, pero hay algo que no me está contando.
-Mamá, dime que está pasando – le pido.
-Mew ha ido a buscar a quién te hizo esto – acaba confesándome.
-Dame mi teléfono, por favor.
-Gulf, debes tranquilizarte, voy a llamar al médico – me dice.
-Mamá, mi teléfono, ahora – le exijo.
Ella asiente con la cabeza y me tiende mi móvil. Busco el número de Mew y lo marco, suena varias veces y empiezo a creer que no lo cogerá cuando escucho su voz a través de la línea.
-¿Mew? – le digo.
-¿Dónde estás amor? – le sigo preguntando.
Mew no me ha engañado nunca, me dice que está haciendo lo que debe hacer, no quiero que condene su alma por vengarme, debe regresar, tengo que convencerlo.
-Mew, vuelve conmigo, te lo suplico – le pido entre sollozos.
-Vuelve a casa Mew, no me abandones – sigo rogándole hasta que me dice que está regresando, me pide que no llore y yo suspiro de alivio, pronto lo tendré conmigo y eso es lo único que importa.
SAINT
He mandado a Zee a dormir al sofá, le dije que no fuera a por mi padre, que dejara a los chicos ocuparse de él, pero no ha sido capaz y ha ido directo a la boca del lobo.
Tengo miedo, cada día, cada hora, tengo mucho miedo. Solo quiero que esto se termine, no puedo perder a mi marido, mis pesadillas han vuelto más fuertes que nunca y me aterra quedarme solo.
No quiero sentirme así, cobarde y asustado, quiero volver a ser yo mismo y dejar atrás todos los malos momentos. Doy mil vueltas en la cama, es enorme sin Zee en ella, sin sus brazos rodeándome me siento fuera de lugar. Me levanto y a hurtadillas me deslizo en el sofá al lado de mi marido. Inmediatamente me atrapa con su cuerpo y mi soledad se esfuma como humo en el viento.
-Lo siento mucho Saint, solo quería cerciorarme que tu padre no volviera a hacerte daño – me dice.
-Me da igual mi padre, mi entrenador y el caso, me da igual Snake y me da igual todo, menos tú y nuestra familia. Ahora que Gulf está despierto esperaremos un poco a que se recupere y después nos iremos unos días fuera, lejos de todo, de verdad que lo necesito – le pido.
-Lo estoy deseando, una excursión a las montañas sería perfecto, Mew tiene una cabaña que puede dejarnos, tú, yo y la naturaleza – me dice.
-Eso suena genial, no puedo esperar – le digo besando sus labios suavemente.
-Deberías volver a la cama, no has dormido bien y este sofá es pequeño para los dos.
-La cama está muy vacía sin ti, tengo frío – le respondo pegándome más a su piel.
-Entonces iré contigo si quieres – me contesta.
-Por favor – le respondo.
Zee se levanta del sofá y me tiende la mano para acompañarme a nuestro dormitorio, siempre sabe que hacer o que decir para hacerme sentir más tranquilo y equilibrado. Hace de nuestro hogar mi lugar seguro, y esa tranquilidad es lo único que permite que no enloquezca del todo, mi amor, mi faro en las noches oscuras, mi razón para despertarme cada día.
MEW
Después de dos semanas en el hospital, hoy por fin volvemos a casa. He tirado la mesa del salón y la alfombra la he cambiado por una diferente. Cuando Gulf entra en casa siento su cuerpo ponerse rígido. Necesitará terapia y algo de tiempo para recuperarse del todo. Físicamente está mejor, sus heridas apenas son visibles y sus pulmones respiran con normalidad. Dejo que deambule por el ático y voy a preparar un baño caliente para que se relaje antes de cenar algo de lo que su madre nos ha dejado en la nevera.
Cuando tengo el baño listo salgo a buscar a Gulf y lo veo frente a la puerta del cuarto de juegos. Entonces abre la puerta y enciende la luz.
-Mew – me llama.
-Sí Gulf – le respondo.
-¿Qué ha pasado en este cuarto? – me pregunta.
-Me he desecho de todo – le digo con tranquilidad.
-¿Por qué? – me mira con una mirada extraña.
-No quiero traer más violencia a tu vida, sé que lo hacías por mí y te adoro por ello. Pero puedo vivir sin todo esto, solo quiero que tengas la paz que necesitas para curarte del todo – le explico.
-Solo necesito una cosa para ponerme bien Mew – me dice.
-Dime que cosa y te la daré – le contesto.
-Que todo vuelva a ser como antes, que tú me trates como antes, que mi familia me trate como antes, que este incidente no condicione el resto de mi vida – me dice inflexible en su tono.
-He muerto de miedo Gulf, casi te pierdo y ahora estoy tan perdido, no sé cómo ayudarte para que vuelvas a ser feliz, quiero darte seguridad y todo lo hago mal – me siento tan inútil, quiero que lo sepa.
-Mew, vuelve a poner todo como estaba, esta es mi jodida casa y nadie va echarme de ella, nadie hará que no me sienta seguro en mi hogar, no voy a permitirlo, ¿está claro? – me exige.
Lo abrazo con fuerza y él hunde su cara en mi cuello, quiero darle esa tranquilidad, esa seguridad que le hace falta, así que asiento y le digo que todo volverá a ser como antes, que haré lo posible para que así sea.
Después lo llevo hasta el baño, lo desvisto lentamente y lo ayudo a entrar en el agua templada.
-Ven – me dice.
Me desvisto y me sitúo detrás de su cuerpo dejando que descanse su cabeza contra mi pecho. Es algo que siempre que podemos hacemos para quitarnos el estrés y el cansancio del día a día. Este gesto íntimo y tan nuestro me devuelve algo de la normalidad que ese bastardo nos arrebató cuando casi mata a mi pequeño.
-Te amo Gulf, tanto que no puedo expresarlo con palabras – le digo besando su frente.
-Lo sé, tanto como yo a ti. Muchas gracias Mew – me responde.
-¿Gracias? – no sé a qué se refiere.
-Por volver a mí, todo tú, mi Mew, mi amor, mi vida – me dice dejando derramar sus lágrimas de alivio, de dolor, de miedo.
-Gracias por no darme por perdido, por hacerme ver lo realmente importante – le respondo y dejo que sus lágrimas se lleven todo el dolor de su corazón.
GULF
Un mes fuera del hospital y la rutina poco a poco vuelve a mi vida. Mew me trata como a algo valioso que debe cuidarse muy bien, pero aún se niega a tocarme. Estoy a punto de atarlo a la cama y ser yo quién me lo coma vivo. Hoy me ha citado en una cafetería nueva en el barrio más bohemio de la ciudad, ha querido pasar a recogerme después de hacer algunas gestiones que tenía pendientes con su banco, pero me he negado. He cogido un taxi y ahora estoy esperando en una mesa dentro de esta cafetería tan exótica. No sé cómo definirla, mesas pequeñas con plantas por todas partes y un ambiente tranquilo y chic, me encanta.
La mesa que he elegido me permite ver a todo aquel que entra al local, me encanta ver a Mew caminar hacia mí cuando quedamos en algún lugar. Su magnetismo es tal que siempre deja a la gente boquiabierta, hoy no es una excepción. Con su traje negro ajustado a su tonificado cuerpo, su pelo peinado hacia un lado y esos enormes ojos felinos es todo un espectáculo digno de ver. El camarero que está detrás de la barra lo mira fijamente como si fuese su comida favorita y corre a coger su pedido en cuanto se sienta a mi lado.
-¿En qué puedo servirle señor? – le dice.
Mew lo mira extrañado y el camarero empieza a balbucear, pobre chico, entiendo muy bien cómo se siente, yo estaba igual el primer día que hablé con mi Mew.
-Quiero decir, que quiere que le sirva, señor – se corrige.
-Lo mismo que está tomando él – dice cogiendo mi mano y llevándola a sus labios.
-Enseguida, señor – le dice y se marcha a preparar la bebida que le han pedido.
-Has puesto nervioso a nuestro camarero – me río un poco.
-Estás precioso mi pequeño – me dice mirándome como si solo existiéramos los dos en el mundo.
-Tú tampoco estás mal señor Suppasit – le contesto besando sus labios con suavidad, Mew gime bajito y a mí me suena a gloria.
-Tengo una sorpresa para ti – me dice tomando la bebida que ha traído el camarero.
-¿Y qué es? – le pregunto, ya me ha entrado la curiosidad.
-No puedo decírtelo, acábate tu bebida y te enseñaré que es – me dice misteriosamente.
Me acabo mi bebida y me pongo de pie, no quiero esperar para mi sorpresa, no soy famoso por saber esperar, y menos cuando está siendo tan misterioso.
Mew se ríe de mi impaciencia y deja unos billetes en la mesa para pagar nuestras bebidas. Pone una mano en mi espalda baja y me guía hasta la salida, después camina unos cien metros y se para enfrente de un local de una planta que tiene vistas al río.
-¿Qué es este sitio? – le pregunto.
-Tú nueva clínica – me suelta sin más.
-¿Qué? – le digo sin creérmelo del todo.
-El día del incidente estaba aquí viendo este lugar, me pareció tan especial, te veía aquí atendiendo a todos los niños del barrio, siendo realmente feliz – me cuenta.
Luego saca un juego de llaves de su bolsillo y abre la puerta principal, la luz entra a raudales por las grandes ventanas que dan al río. Mew me enseña el local y me cuenta sus planes para él, me dice que su amigo arquitecto ya tiene una idea para el proyecto y solo espera mi visto bueno.
Me quedo un rato embobado con todo lo que me cuenta y con la grandiosidad del local. Es totalmente perfecto, la ubicación, la luz y la energía que emana de este sitio es fantástica.
-Es maravilloso Mew, tan... no sé cómo explicarlo – le digo.
-Tan Gulf Kanawut – me responde. Y da en el clavo, es indiscutiblemente mi estilo.
- ¿El precio es razonable? – le pregunto.
-Más que razonable, el dueño cuando ha sabido a lo que queremos dedicar el local que ha añadido algo más a la oferta – me dice.
-¿Algo más? – no sé qué podría ser.
-Acompáñame – me pide y acto seguido me guía hasta el fondo del pasillo donde una puerta nos adentra a un pequeño apartamento totalmente equipado.
-Esto es increíble, ¿y está dentro del precio? – es algo irreal.
-El dueño cree conveniente cuidar del médico que tendrá que hacer alguna guardia de 24 horas y por eso lo ha añadido – me explica.
Entro en el apartamento, es pequeño y acogedor. Una cocina equipada da paso a un pequeño salón y encima de este una troja a la que se accede por una escalera lateral, aloja el dormitorio con una cama de matrimonio que parece muy cómoda.
-Parece que el dueño ha creído conveniente poner una cama para dos, supongo que también quiere cuidar del novio del médico – le digo apretando su cuerpo contra el mío.
Mew gime besando mi cuello y yo me derrito por dentro. Sin decir nada más cojo su mano y lo guio hasta la cama.
-Te deseo Mew, te he echado mucho de menos – le digo deshaciéndome de su chaqueta.
-No quería forzar las cosas mi vida – me responde.
Asiento con mi cabeza, me pongo de rodillas y beso su entrepierna cubierta aún por su pantalón de algodón. Desato sus zapatos y los aparto junto con sus calcetines.
Me levanto de nuevo besando mi camino de vuelta. Su camisa es lo siguiente en desaparecer, beso cada parte de él que queda a la vista. Paso mi mano por su erección, es caliente, larga y palpita bajo mi palma. Sus pantalones y su bóxer impiden que saboree su preciosa polla, así que los quito del medio. Sus gemidos de placer hacen mella en mi cordura, no ha dicho nada, no ha impedido que me deleite con su cuerpo y se lo agradezco, porque lo necesitaba.
Vuelvo a estar de rodillas ante mi hermoso novio, mi boca se estrella con ansia sobre su preciosa polla y un pequeño gruñido animal sale de Mew, sé que se está conteniendo, pero volverlo loco es mi misión. Subo y bajo por su erección a un buen ritmo, acompaso mis movimientos a los de sus caderas y es tan excitante que el que gime ahora soy yo.
En un momento dado Mew saca su polla de mi boca y una protesta baja sale de mis labios, lo estaba disfrutando.
-Ven aquí – me pide y en menos de un minuto estoy tan desnudo como él. Mew se deleita con mi cuerpo, sus ojos vagan por mi anatomía y su ardiente mirada me acaricia como si fuesen sus cálidas manos. Saca de su cartera un sobre de lubricante y le felicito mentalmente por estar siempre preparado. Sus manos lubricadas me abren deliciosamente, preparándome para sentirlo en mi interior. Hoy quiero mantener el mando todo lo que pueda, por lo que le digo que se siente en la cama apoyándose en el cabecero.
Cuando lo hace me siento en su regazo y poco a poco me empalo con su enorme polla llenándome por completo, es la sensación más excitante del mundo. Mew me abraza atrapando mi erección entre nosotros, esa deliciosa fricción mientras subo y bajo sobre su polla es delirante.
Su boca en mi cuello, su polla en lo más profundo de mí y mis manos en su pelo es todo lo que necesito para volver a la vida. La sangre en mis venas corre bombeada por mi acelerado corazón haciéndome gritar de placer.
Las manos de mi novio me hacen estremecer, su amor me llena por completo y no deja resquicios para el miedo o el dolor, y con esta declaración nos decimos que no importa lo que pase, siempre que estemos juntos lo superaremos.
Mi orgasmo que pugna por liberarse hace que aumente el ritmo de mis caderas, persiguiendo la ansiada liberación. Entonces siento el cuerpo de Mew ponerse tenso, sus dedos se clavan en mis caderas y de su garganta brota un gruñido animal, una última estocada y estallo en mil pedazos mientras él se derrama en mi interior calentando mi cuerpo y mi alma.
Esto somos nosotros y lo que sentimos, lo que hemos logrado juntos nadie podrá arrebatárnoslo.
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