Capítulo 31

MEW

Ha pasado una semana desde que Saint volvió, ha venido todos los días a ver a Gulf, se siente culpable de lo que le pasó, pero yo sé quién es el verdadero culpable de todo. Ese malnacido de Snake, ese tipo que se atrevió a tocarlo, a hacerle mucho daño.

En dos días será su juicio, Kao me ha mantenido al corriente de todo el proceso, lo trasladarán a la prisión estatal en un camión blindado especial. Han intentado convencerme de que es mejor que la justicia se encargue de su castigo, pero sé muy bien cómo funciona la justicia, hará un trato y se librará, y Gulf todavía estará en esta cama, no voy a consentirlo.

Hoy le han quitado el tubo de respiración a Gulf, su cuerpo está respondiendo bien al tratamiento y solo hay que esperar que despierte pronto. Mientras el doctor retiraba el tubo y cosía la incisión me he prometido una cosa, el hombre que le hizo esto a Gulf va a pagarlo con su vida. He esperado interminables segundos para saber si sus pulmones volvían a funcionar por su cuenta y cuando lo han hecho he soltado un suspiro que no sabía que estaba reteniendo. Me he dado cuenta de que no soy tan fuerte como me creía, o quizá nunca tuve algo que pudiese perder, algo tan esencial para mi vida que me destruiría si lo perdía.

De momento mi amor aguanta, está luchando por su vida y en dos días yo voy a hacer pagar a ese bastardo su osadía.

ZEE

Una semana, eso ha tardado Kao en dar con el padre de Saint, ese maldito tiene muy buenos contactos, pero Kao también los tiene, así que al final, como todo en este mundo, la información tiene un precio y si se encuentra a la persona indicada todo es posible. Y por eso estoy aquí detrás de esta puerta blindada esperando que mi equipo la derribe y ponerle las manos encima a ese sujeto que dice ser padre de mi marido.

Un, dos, tres y cuatro explosiones y entramos en tropel, voy delante abriendo camino y puedo decir que no encuentro mucha resistencia. Dos tiradores en el fondo norte que abato sin problemas, Max se encarga de la retaguardia donde dos tipos caen también. Cien metros más y tengo al señor Suppapong de rodillas pidiendo clemencia, pero puede suplicar lo que quiera no va a obtenerla de mi parte.

-Arriba – le grito apuntando a su cabeza.

-Eres el marido de mi hijo, somos familia – me dice temblando.

-Ni siquiera lo intente, usted y yo no somos nada – le espeto.

-Saint no puede hacerme esto – me responde.

-Mi marido no sabe que he venido, ni siquiera sabe que le seguíamos la pista y va a seguir sin saberlo. Lleva una semana teniendo pesadillas y ha tenido que volver al psicólogo por lo que usted le hizo. Lo dejó allí para que muriera, lo dejó encerrado esperando deshacerse de él como si fuera basura – le escupo mi rencor a la cara.

-Y créeme que lo preferiría muerto a viviendo su vida como un puto cualquiera – me dice y yo lo veo todo rojo, mi brazo apunta a su rodilla y acaricio el gatillo.

Un grito desgarrador hace eco en esta nave abandonada, y sangre espesa brota de su rodilla destrozada.

-Si desea la muerte solo tiene que pedirlo, estoy dispuesto a concedérsela, suegro – le susurro al oído taponándole la boca con la mano, odio los gritos.

-No puedes hacer esto, lo denunciaré a la policía – me amenaza entre sollozos.

-Adelante, esta pistola la he tomado prestada a un gran amigo suyo, Snake ha tenido la amabilidad de cedérmela por un día – le explico.

-Maldito bastardo desviado – me grita.

-Nada de lo que diga me ofende querido suegro, ahora le voy a decir lo que va a pasar a partir de ahora. Usted va ir a la cárcel por secuestro, extorsión e intento de asesinato. Tanto Snake como John han accedido a delatarlo para acortar sus respectivas condenas. El primer ministro tiene los días contados también, me encargaré que acaben en el mismo penal, así se harán mutua compañía. Aunque sinceramente suegro yo que usted me buscaba otras amistades, porque en cuanto los reclusos se enteren a que se dedicaba el ministro, que se van a enterar muy pronto, lo va a pasar realmente mal – le explico suavemente.

-Podemos llegar a un trato, tengo mucho dinero, dime lo que vales y lo pagaré – intenta sobornarme el muy cretino.

Lo miro con todo el desprecio que siento por él y con la culata del revolver lo dejo inconsciente, ya he escuchado suficiente basura por hoy.

La policía llega y se lo llevan, le cuento que ha intentado escapar y no he tenido más remedio que dejarlo K.O. El jefe me pide que redacte una declaración y deja que me vaya, tengo ganas de llegar a casa con Saint y olvidar todo este asunto. Ahora solo queda que Gulf se despierte para poder respirar en paz.

Mientras conduzco hasta casa pienso en Mew, sé muy bien lo que tiene en su cabeza. Tengo que hacer algo para disuadirlo de su plan, la venganza es algo que al final solo lo empeora todo. Conozco muy bien a mi hermano, él no quisiera de ninguna manera que Mew se ensuciara las manos con el tipo que le hizo daño, va contra su naturaleza, esa que le dice que toda vida es merecedora de ser salvada.

Tengo miedo de que si Mew acaba matando a Snake la relación con Gulf se deteriore hasta el punto que puedan perderse el uno al otro y eso sería una victoria para todos aquellos que han querido hacernos daño. De momento lo mantengo vigilado hasta el traslado de Snake a la prisión estatal, y rezo para que no haga ninguna tontería.

MEW

En dos horas el furgón de Snake saldrá rumbo a la prisión estatal, rodará diez kilómetros por la autopista hacia el norte, tengo exactamente quince minutos para detener el furgón, dejar fuera de juego a los dos guardias y llevarme a Snake a un lugar más privado. Lo de los guardias es lo más sencillo, pero ese bastardo no se irá conmigo sin oponer resistencia, así que he robado un paralizante inyectable del hospital que servirá para reducirlo rápidamente.

Le he pedido a la madre de Gulf que se quede con él hasta que yo vuelva, me ha mirado detenidamente y sé muy bien que sabe lo que voy a hacer. Es la primera vez que salgo de esta habitación desde que Gulf está en ella, mi suegra es militar, así que no pretendo engañarla dándole alguna excusa que no va a creer.

-Tengo que hacerlo – le digo sin más.

-Lo sé, no voy a detenerte, sé que no puedo, pero piensa una cosa antes de tomar una drástica decisión. ¿Qué pensará Gulf cuando despierte y sepa lo que has hecho? Conoces muy bien a mi hijo, y yo sé que te ha costado mucho dejar atrás a ese otro tú, al Mew lleno de ira y resentimiento – me dice con tranquilidad.

-¿Cómo...? - le pregunto en shock.

-No creerás que dejaría a mi hijo con cualquier persona. Mi esposo no estaba seguro de tu relación con Gulf, pero yo tampoco lo estaba hasta que averigüé de qué madera estás hecho Mew. Sé que has sufrido, sé quién es tu padre y como acabaste con su legado de terror. También sé que la ira y la rabia pueden acabar con la vida de una persona, pero tú no dejaste que te venciera y te hiciste un hombre de bien, uno merecedor de un ser de luz como Gulf. Por eso te aconsejo que lo pienses bien antes de volver a ser ese hombre violento y enfadado con el mundo – me dice sentándose con Gulf y cogiendo sus manos fuertemente.

Salgo por la puerta del hospital sin mirar atrás, tengo un plan en mente y voy a cumplirlo, nadie hace daño a mi pequeño y sale indemne.

La autopista se bifurca a la altura del aeropuerto internacional, estoy en mi todoterreno esperando a que el furgón se desvíe hacía la salida sur y en cuento lo haga le cortaré el camino y pondré en marcha mi plan. Según mis cálculos pasará en cinco minutos, me concentro en repasar los pasos de mi plan cuando el teléfono suena dentro de mi chaqueta. Miro la pantalla y es el teléfono de Gulf, no puede ser, debe haberlo cogido su madre para intentar detenerme. Estoy tentado de no contestar, pero finalmente me decido a hacerlo.

-¿Sí? – contesto.

-¿Mew? – la voz de Gulf llega a mis oídos, creo que estoy alucinando, no puede ser Gulf está inconsciente en el hospital.

-¿Gulf, eres tú? – pregunto sin creerlo del todo.

-Soy yo cariño – suena cansado.

-No puede ser, ¿te has despertado? – le pregunto.

-¿Dónde estás amor?

-Estoy haciendo lo que tengo que hacer Gulf – le respondo, nunca le he mentido, no voy a empezar ahora.

-Mew, vuelve conmigo, te necesito – me pide entre sollozos.

-Mi pequeño, yo... - balbuceo.

-Vuelve a casa Mew, por favor no me abandones ahora – me suplica y mi corazón se rompe en mil pedazos, el viejo Mew lucha por salir, pero ese ya no soy yo, no puedo serlo si quiero a Gulf en mi vida, si aspiro a merecerlo alguna vez.

-Estoy en camino, enseguida estaré contigo, por favor no llores – le pido, pisando el acelerador. Vuelvo a casa, vuelvo con mi única razón para vivir.

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