Capítulo 23

ZEE

-¿Mew, por qué me preguntas por Saint? – le pregunto, su voz suena muy rara.

-Ha pasado algo Zee, alguien ha entrado en nuestro apartamento y le ha dado una paliza a Gulf, y él me ha dicho que estaban buscando a Saint – me dice con la voz ronca.

-¿Pero qué dices?, ¿dónde está mi hermano? – le pregunto con la ansiedad corriendo por mi cuerpo.

-Estoy en la ambulancia camino del hospital – me dice.

-¿Qué hospital? – le pregunto.

-¿Eh? – balbucea.

-¿En qué hospital Mew? – le grito.

-El universitario – me responde.

-Está bien ahora te mando a mis padres, yo intentaré encontrar a Saint y después iré al hospital. Mew aguanta, y llámame cuando llegues – le digo colgando el teléfono.

Miro hacia mi madre que está esperando ansiosa que le cuente qué demonios está pasando.

-Mamá, era Mew. Alguien ha entrado en su apartamento buscando a Saint y le han dado una paliza a Gulf, lo están llevando al hospital universitario.

-Dios mío, mi pequeño – me dice con un gemido lastimero.

Mi padre entra en la habitación en ese momento y le cuento lo que ha pasado. Coge a mi madre y se mete en el coche rumbo al hospital. Yo por mi parte llamo a Kao desde mi coche, Saint no coge mis llamadas ni mis mensajes. Tengo que encontrarlo a como dé lugar, estoy seguro que esto tiene que ver con el caso, están intentando destruirlo por completo.

-Hola Zee, ¿aburrido en sábado? – contesta a mi llamada.

-Kao, necesito que mandes a alguien a mi casa y que rastrees el teléfono móvil de Saint, ha pasado algo – le informo.

-Ahora mismo lo hago, pero cuéntame que está pasando – me pide mientras se pone en marcha con lo que le he pedido.

-Alguien ha entrado en el ático y ha atacado a Gulf, está en el hospital. Por lo que me ha podido decir Mew estaban buscando a Saint y ahora no puedo localizar a mi marido – le resumo.

-Vale, he mandado a Max a tu casa y le diré a Preecha que rastree el teléfono de Saint – me dice.

-Que rastree el teléfono de Fiat también, esta mañana se supone que tenía que pasar a recoger a Saint, pero tampoco contesta a su maldito teléfono, me huelo que ha tenido algo que ver en todo esto – le digo.

-Bien, lo haré. ¿Has intentado hablar con su otro compañero? ¿O con Ty? – me pregunta.

-No, solo he cogido el coche y ahora estoy volando hacia mi casa – le digo totalmente en pánico, si algo le pasa a mi precioso ángel no sé qué será de mí.

-Bueno tranquilo, tú concéntrate en conducir que yo me encargo de todo aquí. Por favor Zee ten cuidado, muerto no le sirves a Saint – me pide y sé que tiene razón.

-Iré con cuidado, por favor llámame cuando averigües algo y gracias – le pido.

-Lo que sea por mi familia, lo encontraremos sano y salvo – intenta animarme.

La carretera se me hace increíblemente larga, no puedo pensar en lo peor, tengo que centrarme e intentar encontrar a Saint, y después juro que machacaré a quién esté detrás de todo esto.

SAINT

Grito con todas mis fuerzas, pero ningún sonido sale de mi boca. Veo a Lhong inmovilizándome contra la cama e inyectándome ese líquido paralizante, y me ahogo, intento respirar y mis pulmones se niegan. Oigo voces, dos hombres hablan, pero no entiendo lo que dicen, agudizo mi oído e intento abrir los ojos entre la niebla en la que estoy sumergido. Lhong no está aquí, y de repente recuerdo, el desconocido del coche me ha drogado y me ha producido una pesadilla. Hace frío y la humedad me hace temblar. Intento levantarme pero mi cuerpo pesa toneladas. Enfoco mi vista y recorro la estancia, estamos en una habitación que parece un sótano. Una puerta de seguridad y un ventanuco en la parte superior de unas de las paredes, demasiado alto como para intentar salir por ahí. Estoy midiendo mis posibilidades y pensando quién es tan estúpido como para secuestrarme a plena luz del día, cuando Zee me encuentre se van a arrepentir de haber nacido, cuando oigo un quejido suave que viene de un rincón. Dirijo mi mirada hacia el ruido y puedo ver a alguien acurrucado contra la esquina de la habitación. Se mueve un poco y lo reconozco enseguida, es Fiat.

-Fiat – le susurro.

Él permanece en posición fetal, no sé si está inconsciente o que quizá no me haya oído.

-Fiat – vuelvo a llamarlo un poco más fuerte.

Entonces él levanta su vista y veo que tiene la cara totalmente destrozada, su ojo izquierdo es un bulto rojo y violeta lleno de sangre. Me impulso como puedo y llego arrastrándome hasta él.

-Fiat, ¿qué ha pasado? – le pregunto ayudándole a sentarse. Veo que tiene el labio partido y sujeta su brazo derecho con dolor.

-No lo sé Saint, estaba esperando en el coche por ti y de repente alguien se mete en él y me da un puñetazo que me deja noqueado. Me desperté en el maletero y empecé a patear y a gritar. Eso no le gustó mucho, paró el coche, me saco a rastras, y bueno ya ves mi cara y mi brazo. Me volvió a meter en el maletero, un rato después me trajo hasta aquí y me dijo que estuviera callado, si no iba a matarme – me resume.

- ¿Cuánto llevamos aquí? – le pregunto.

-Yo llevo varias horas creo, he perdido un poco la noción del tiempo, a ti te trajeron hace poco – me dice.

- ¿Qué está pasando Saint? ¿Es por el caso? – me pregunta angustiado.

- No lo sé, pero es lo más probable, parece que alguien está cabreado porque estamos consiguiendo que los testigos volvieran a declarar.

-Entonces está claro que alguien del equipo está dándoles información, ¿cómo sabían dónde vivías? – me dice totalmente aturdido.

-Lo de la filtración estaba claro, estaban amenazando a los testigos y su información es confidencial, así que ya lo sospechaba – le digo.

-Bueno, es que no quería creerlo, me cuesta pensar que algún compañero pudiera hacer eso – me explica.

Fiat parece un hombre decidido cuando trabaja, pero es muy inocente en el fondo. Todavía es joven y cree en la lealtad y esas cosas. Ahora me siento mal por haber sospechado de él, pero la verdad ya no sé de quién fiarme.

-¿Quién crees que sea? – me pregunta.

- No tengo ni idea, pero lo importante es salir de aquí. ¿Viste algo cuando veníamos? – le pregunto.

-Iba en el maletero, pero hemos estado en la carretera al menos tres horas, o sea pongamos que hemos recorrido 300 kilómetros. Pero no sé en qué dirección y tampoco vi mucho cuando me trajeron a rastras hasta este sótano, pero esta casa está rodeada de bosque por todos lados – me resume.

-Me han quitado el móvil y supongo que a ti también – le digo mirando alrededor con mis sentidos un poco más claros.

-¿Podrías subir hasta esa ventana si te apoyas en mi cuerpo? – le pregunto.

-Mi brazo me duele muchísimo y no sé si podré alcanzar – me dice temblando.

-Fiat, yo soy demasiado grande para que puedas conmigo y estás muy magullado, así que tendrás que hacer el esfuerzo – le digo, no tenemos otra opción.

Estamos planeando la mejor manera de que pueda alzarlo hasta el ventanuco cuando la puerta se abre y aparece el tipo que me inyectó el sedante. Fiat ahoga un grito, su cuerpo se tensa y noto el miedo emanando de él. Lo protejo con mi cuerpo y miro desafiante al hombre que está de pie con una sonrisa macabra en su cara.

-Bueno bombón, parece que has despertado del coma – me dice dando dos pasos dentro de la habitación.

-¿Quién coño eres y qué quieres de nosotros? – le pregunto con mi voz más dura. No sé por qué, pero me niego a darle la satisfacción de verme débil, eso no me pasará esta vez, si voy a morir aquí me iré dando guerra con uñas y dientes.

-Mira que valiente el abogado, a ti no puedo hacerte nada, pero a ese perrito que tienes detrás de ti es prescindible, además de que tiene un buen culo que podría aprovechar – me dice sonriendo de lado, es un puto psicópata. Puedo oír gemir a Fiat detrás de mí.

- Ni se te ocurra acercarte, chiflado de mierda – le advierto levantándome del suelo.

Seguramente será un asesino entrenado, pero por ahora tiene órdenes de no tocarme y tengo que aprovecharme de eso. Lo miro desafiante y él está intentando saber de qué coño voy. Se mueve hacia un lado y yo le bloqueo el paso, no lo tocará si puedo evitarlo. Zee me enseñó defensa personal después del episodio de Lhong, no soy partidario de la violencia, pero igualmente di mis clases para que mi marido se sintiera mejor. Lo que nunca esperé es verme de nuevo entre la espada y la pared.

-A ver, esto todavía no se ha ido de madres, así que déjanos ir ahora cuando todavía no es tarde para ti – le aconsejo.

-¿En serio? ¿Lo dices por tu novio el guardaespaldas? Yo no lo veo por ninguna parte, además estamos en el culo del mundo, jamás podrá encontrarte aquí – me dice muy seguro.

-Eso ya lo he oído antes y ese tipo estuvo diez días en cuidado intensivos y ahora está en la cárcel por un largo tiempo, yo que tú le daba otra vuelta – le resumo sin bajar la guardia.

-Saint, ese tipo del que hablas era un aficionado, no me subestimes será mejor para ti y sobre todo para tu amiguito – me dice señalando a Fiat, tiene una fijación con él.

Da otro paso hacia nosotros y yo me preparo para defenderme cuando suena el teléfono que tiene en el bolsillo. Hace un gesto de contrariedad y me señala con el dedo.

-Salvado por la campana abogado, no tientes tu suerte. Y tú – dice dirigiéndose a Fiat- antes o después tendré ese culito a mi disposición.

Después de soltar su amenaza y que Fiat perdiera todo el color, sale por la puerta cerrándola tras él.

-Fiat, tenemos que salir de aquí, ese tío es un psicópata y no podremos convencerlo de que nos libere – le digo ayudándolo a levantarse.

Fiat me mira con el terror fundiéndose en su cara, tengo que sacarlo de aquí o acabaran violándolo o matándolo.

-A ver, yo te alzo por las piernas, intenta sujetarte al borde de la ventana y después coloca tus pies en mis hombros, ¿vale? – le digo.

-Está bien, lo intentaré – me dice y se quita la chaqueta enredándola en su brazo derecho.

Coloco mis manos juntas y lo impulso hacia arriba con todas mis fuerzas, doy gracias de que sea un hombre pequeño porque aun así me cuesta alzarlo. Fiat ha logrado apoyarse en el alfeizar del ventanuco, suelta un lamento cuando intenta apoyarse en su brazo herido, pero no se desequilibra y puede ponerse de pie sobre mis hombros.

-¿Qué ves? – le pregunto.

-Bosque espeso por todos lados, esta ventana es pequeña no sé si cabré por ella – me dice.

- Intenta romper el cristal – le pido.

- No hace falta, la ventana se abre desde este lado – me informa.

-Entonces sal fuera, después corre todo lo que puedas, no mires atrás y busca ayuda – le digo.

-Pero Saint, no quiero dejarte aquí solo, te matarán – me dice casi histérico.

-Ya lo has oído tiene orden de no hacerme daño, pero tú no estás seguro aquí, ese tío tiene una fijación por ti, no aguantaré mucho más, sal y corre como un loco y encuentra a mi marido – le pido, estoy agotado.

-Volveré Saint, lo prometo, traeré a Zee, aguanta por favor – me dice y acto seguido tiene medio cuerpo fuera de la ventana. Duda un segundo y después veo cómo sale al exterior. Me dejo caer de rodillas, ahora solo me queda rezar para que pueda llegar hasta Zee.

ZEE

Estoy a menos de diez minutos de mi casa cuando Max me llama a móvil.

-Zee, Saint no está aquí, pero tengo algo, una vecina me dijo que esta mañana lo voy meterse en un coche rojo tipo ranchera y que el tipo le pareció algo raro, tenía un tatuaje en el brazo de una serpiente – me cuenta.

-Seguramente es el coche de Fiat, pero que yo sepa no tiene ningún tatuaje en el brazo, necesitamos las cámaras de tráfico y de seguridad de las inmediaciones – le digo.

-Vale, se lo comunico a Kao, nos vemos en la oficina, tenemos que montar el dispositivo de búsqueda – me dice colgando el teléfono.

Tomo el siguiente desvío y me dirijo a Kan Security, pero tengo que hablar con Mew, necesito saber cómo está Gulf. Marco el número de mi cuñado que suena varias veces hasta que lo coge.

-Zee, hola – me dice con voz ronca.

-Mew, ¿cómo está mi hermano? – le pregunto.

-Está en quirófano, le rompieron varias costillas y una le ha perforado el pulmón, estamos esperando a que acaben de operarlo, tus padres llegaron hace un rato. ¿Sabes algo de Saint? – me pregunta.

-Todavía no, estoy en ello. Mew, ¿puedo pedirte algo? – le pregunto.

-Claro – me responde sin saber qué le voy a pedir.

-Encárgate de Gulf y de mis padres, tengo que tener la mente libre para poder dar con mi marido, necesito que seas fuerte por mi hermano, ¿lo harás? – le pido, tengo que darle algo que hacer, si no colapsará y lo necesito fuerte.

-Lo haré, los cuidaré y tú encárgate de traer a Saint a casa y Zee – me dice.

-¿Sí?

-Cuando atrapes al que ha hecho esto, lo quiero para mí, promételo – me exige.

- Lo prometo – no puedo decirle otra cosa, yo pediría lo mismo.

-Bien, te informaré de cómo ha ido la operación en cuanto Gulf salga del quirófano – me dice y cuelga la llamada, ahora tiene un objetivo y eso es mejor que desmoronarse.

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