Capítulo 2

SAINT

Un avión destino España, eso es lo que me encontré cuando salimos de la celebración de nuestra boda. El regalo de Kao y Earth es un viaje de luna de miel a España. Joder eso está al otro lado del mundo. Siempre me ha encantado la idea de viajar a Europa. Barcelona es un destino que Earth y yo barajamos varias veces cuando planeábamos nuestras supuestas vacaciones soñadas. Y ahora estoy en un avión rumbo a esa cuidad en mi luna de miel con el esposo más hermoso de este planeta. Seguramente la diosa fortuna me ha tocado con su gracia porque en este momento me siento el puñetero ser más afortunado del mundo.

Zee dormita en su asiento, han sido las 24 horas más agotadoras de mi vida, retiro el pelo que ha caído sobre su frente y me deleito con sus facciones perfectas. Amo a este hombre de una manera que jamás pensé que podría amar, y estas dos semanas serán para demostrarle este amor arrollador que siento por él. Zee coge mi mano que descansa en su mejilla y la besa suavemente, esos gestos son los que hacen que me derrita por dentro.

-¿Estás bien mi ángel?- me pregunta en un susurro.

-Estoy bien, solo admiraba la belleza de mi marido- le respondo. Mi marido, esas dos palabras hacen a mi corazón rebotar en mi pecho.

-Lo conseguimos, Saint, nos casamos y hemos sobrevivido- me dice con esa sonrisa suya que podría parar un tren.

-Eso parece, porque ahora estamos a dos horas de aterrizar en la ciudad más bella del mundo, donde pasaremos dos semanas enteras, no puedo esperar para empezar esta nueva etapa de nuestras vidas- le respondo.

-Yo no puedo esperar a que estemos en ese hotel, necesito quitarte toda esa ropa y follarte hasta desmayarme- me susurra en el oído.

Le golpeo suavemente el hombro y miro alrededor para ver si alguien ha oído eso. Afortunadamente el área de primera clase está bastante despejada y no creo que nadie haya oído nada.

-Ten paciencia y te daré tu recompensa- le susurro intentando recolocar la creciente erección que tengo en mis pantalones gracias a mi precioso esposo.

Decidimos ver una película mientras esperamos para aterrizar. Cuando la azafata nos dice que estamos a punto de llegar al aeropuerto no puedo ocultar la excitación que eso me produce.

Barcelona es una ciudad espectacular. Todo en ella es colorido y vibrante, elegimos instalarnos en el hotel y después salir a cenar. Ya es de noche cuando el taxi nos deja frente a nuestro magnifico hotel, Kao y Earth han sido muy generosos con su regalo, cuando volvamos tengo que agradecérselo debidamente.

Entramos al amplio vestíbulo, el piso es de mármol tan pulido que casi puedes verte reflejado en él. Una majestuosa escalera doble se abre hasta el piso superior, su barandilla dorada y enmoquetada en color rojo te deja sin aliento.

En la recepción una chica rubia muy bonita nos recibe con una gran sonrisa.

-Señores Pruk y Suppapong, tienen reservada la suite nupcial- nos dice entregándonos sendas llaves electrónicas- la suite se encuentra en la última planta, Carlos les acompañará y se hará cargo de su equipaje, les deseo mucha felicidad en su matrimonio.

-Muchas gracias, es usted muy amable- le respondo.

Me encanta la naturalidad con la que nos tratan a pesar de ser una pareja homosexual, este país tiene fama de ser muy abierto y en estos momentos puedo comprobar que lo que he oído es totalmente cierto.

Subimos en el ascensor hasta nuestra habitación y cuando el botones abre la puerta mi boca se abre sin remedio. Es la suite más espectacular que he visto jamás, el centro de la habitación está presidido por una enorme cama blanca, como si quisieran decir que esta es la suite nupcial gritando a todo pulmón. En un lateral una puerta corredera da acceso a un baño esplendido, bañera y una ducha extra grande donde se me ocurren un par de cosas que hacer. Además tenemos una salita con un enorme sofá y un balcón del cual se puede ver toda la ciudad, es totalmente irreal.

Zee le da una generosa propina a Carlos y el chico le sonríe como si fuera el hombre más guapo de la tierra, que lo es, pero no me gusta que otros hombres lo miren de esa manera.

-Parece que tienes al personal del hotel comiendo de tu mano- le digo con un tono posesivo que me extraña oír en mi voz. Normalmente no soy tan celoso, no sé qué me pasa.

-Lo único que quiero comer ahora mismo es a ti, ven aquí Saint- me dice con esa profunda voz autoritaria que me hace estremecer por dentro. Obedezco inmediatamente, hoy no quiero pensar, solo quiero que mi marido lleve las riendas y me diga que quiere y como lo quiere.

-Durante todo el vuelo he estado pensando en la última vez que hicimos el amor y me ha costado recordarlo, los preparativos de la boda, tu trabajo, el mío, todo eso nos ha distraído de lo primordial- me dice.

-¿Y eso es?- le digo acercándome un poco más a su perfecto cuerpo.

-Tú y yo- me responde acercando su boca a la mía.

-Hagamos un trato, no dejemos que la rutina de la vida nos haga olvidarnos de lo más importante, busquemos la forma de estar conectados a pesar de todo- le pido.

-Trato hecho, lo prometo. De momento quiero que te quites toda esa ropa que llevas- me dice sentándose en el sofá de la salita, mirándome como si solo yo existiera en el mundo, con sus piernas abiertas como un rey que está acostumbrado a que los demás hagan lo que él diga sin rechistar. Y esta noche así será, haré lo que quiera que haga.

Me quito la chaqueta lentamente y dejo que caiga al suelo. Los ojos negros de Zee se clavan en mí y esa mirada parece acariciar mi piel que arde por él. Mis zapatos y calcetines son lo siguiente que acaba al otro lado de la sala. Saco mi camisa de la cintura de mis vaqueros y la desabrocho lentamente sin dejar que mis ojos dejen a mi marido que ya respira con dificultad. Puedo ver el deseo en su rostro, esa emoción por lo que ha de venir que conozco tan bien. Esa mirada hambrienta hace a mi polla saltar y a mis pelotas apretarse por la anticipación. Muerdo mi labio inferior mientras dejo caer la camisa por mis hombros y un gruñido bajo sale de Zee haciendo estallar la lujuria en mi interior.

Después de respirar para intentar recuperar el ritmo normal de mi corazón me desabrocho el botón de los vaqueros y bajo la cremallera, dejo que me eche un vistazo y paso mi mano por mí ya dura erección con suavidad mientras un gemido escapa de mis labios sin poder evitarlo. Realmente ha pasado tiempo desde la última vez y no me había dado cuenta de cuanto lo he echado de menos.

-Ven aquí Saint- me ordena y yo obedezco acercándome a él.

En cuanto estoy a su alcance y su boca se posa sobre mi estómago mi mano vuela hacia su pelo y un gemido, que más parece un lloriqueo, sale de mí. Parezco necesitado y no me importa parecerlo porque lo necesito, mucho, y hasta ahora no sabía cuánto.

-Eres delicioso mi ángel, me había olvidado de cuanto, y eso es algo que no se puede tolerar- me dice pasando sus dedos por la cintura de mis vaqueros deslizándolos por mis piernas llevándose mi ropa interior por el camino.

Ahora estoy totalmente desnudo y abierto para él, sus manos acarician mis muslos mientras su lengua juega con mi ombligo. Mi cuerpo reacciona al suyo como siempre lo ha hecho, temblando por su toque. Su boca sigue su camino hacia lo que realmente quiere tener dentro de ella, sus labios rozan la punta de mi polla, un quejido sale de mí y revierte directamente en Zee, que la hunde hasta la garganta. Nunca me acostumbraré a esto, el destello de placer me recorre el cuerpo como una descarga eléctrica, tiro de su pelo para tener un ancla que me impida volar lejos de aquí, un pequeño contacto con la realidad para no salir definitivamente de mi mente.

Cuando se ha cansado de torturarme con su boca mi marido se levanta de su asiento y se quita la chaqueta de cuero que lleva puesta dejándola sobre el sofá. Eso me da una panorámica de su pecho escultural destacado por su estrecha camiseta blanca. Sus brazos se flexionan para acercarme a su cuerpo todavía vestido y frotarme contra él, la sensación es totalmente erótica.

Se deshace de sus botas y calcetines pateándolos a un lado.

-Quítame la ropa Saint- me ordena y no sé por qué pero su voz profunda mencionando mi nombre me tiene al borde del orgasmo.

Sin pensarlo demasiado saco su camiseta de la ecuación y su impresionante torso aparece ante mí. No puedo evitar pasar mi lengua por su esternón y de paso por sus pezones que muerdo con suavidad. Me encanta cuando sus brazos se flexionan dejándome ver sus poderosos músculos y sus manos se posan en mi pelo enredando sus dedos entre los mechones de mi nuca, Zee es sexo puro hecho hombre, mi hombre y ese hecho hace latir mi corazón fuertemente contra mi pecho.

-Jesús Saint, he echado esto mucho de menos, no sabes cuánto- me susurra al oído.

Doy un paso atrás para admirar la belleza de mi marido en todo su esplendor. Su cuerpo está tan bien construido que se me hace la boca agua, desde sus pectorales perfectos hasta sus poderosos abdominales mi hombre es malditamente sexy. Sus vaqueros apoyados en la V perfecta de sus caderas solo acentúan lo hermoso que es.

Esto tiene que avanzar porque si no me correré antes de que realmente empiece la acción. Estampo mi boca con la suya y mi lengua se enreda con la suya en un beso voraz que me quema las entrañas. Sus vaqueros salen de mi vista tan rápido como una bala y cuando mi mano se enrosca alrededor de la dura erección de Zee deja escapar un suspiro que me calienta el alma.

-Dios, eres perfecto mi amor, ahora necesito que te hagas cargo de mí, por favor no me hagas suplicarte- le digo pegando mi boca a su cuello y mordiendo un camino hasta su barbilla.

-Aunque me encantaría oírte suplicar mi ángel, hoy no tengo paciencia para eso, te deseo tanto que me duele y ahora mismo solo pienso en hundirme en ti y follarte en esa preciosa cama blanca- me dice cogiendo mi trasero con sus poderosas manos y levantándome del suelo como si no pesara ni un gramo.

Me deja al lado de la cama y saca de uno de sus bolsos una botella de lubricante que deja en la cama junto mí.

-Sobre tu estómago Saint y levanta ese precioso culito para mí- me pide y su voz se quiebra un poco al ver que obedezco sin chistar.

-¿Así está bien?- le pregunto mientras alzo mis caderas para que pueda hundir sus dedos en mi culo con facilidad.

-Así es perfecto, todo tú eres perfecto- me dice pasando sus manos por mi cuerpo, como adorando cada parte de él.

Después de eso todo se precipita, sus dedos lubricados entrando y saliendo de mí, después su lengua jugando con mi entrada haciéndome gritar de placer. Le ruego que me folle y él ni siquiera me hace repetirlo, se entierra en mí con un gruñido animal que me atraviesa por completo. Con sus caderas al encuentro de mi trasero me llena por completo con estocadas profundas que tocan todos los puntos correctos, manteniéndome en el borde del abismo.

Yo solo puedo dejar que mis gemidos salgan de mí para hacerle saber que me está matando con sus movimientos, su polla llenándome, sus manos acariciando mi piel y su boca besando mi espalda, es tan intenso que me derrito por momentos.

Cuando sale de mí un quejido sale de mi boca por la pérdida, pero antes de darme cuenta Zee me da la vuelta, engancha mi rodilla en su brazo y se entierra en mi con un gemido bajo. Su mano libre sobre mi polla que gotea de expectación, sus estocas llevándome al cielo, es demasiado no puedo aguantar más.

-Saint mi ángel, mírame- me pide y yo abro mis ojos dejando que su mirada de total abandono me atraviese, su boca se posa en la mía y yo gimo contra ella cuando mi orgasmo me arrolla con toda su fuerza, no puedo evitar gritar su nombre mientras colapso contra la cama sin respiración. Mi marido está al borde también, me muerdo el labio inferior y veo sus ojos oscurecerse y con un último empujón salvaje siento su orgasmo estrellarse contra mi cuerpo con tanta fuerza como un ciclón, demoledor y malditamente gratificante.

-Te amo Saint, muchísimo- me dice mientras se deja caer a mi lado en la enorme cama.

-Y yo a ti amor, tanto como el primer día- le confieso.

Zee me atrapa en sus poderosos brazos en los que jamás me cansaré de estar, por ahora la cena tendrá que esperar, mi cuerpo se ha rendido y necesito un descanso urgentemente. Me aprieto contra el cuerpo de mi esposo y dejo que el sueño me venza.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top