Capítulo 10
ZEE
Earth me ha llamado para decirme que tengo que recoger a Saint en su casa. Por lo visto ha hecho lo que me prometió el otro día. Si mi marido se entera querrá matarme, pero Earth es la única baza que me quedaba para hacerlo entrar en razón. Sé que ellos se entienden a un nivel que nunca he acabado de entender, son como hermanos, nunca se traicionan o se mienten, si alguien puede ayudarme es él. O eso es lo que espero, porque en cuanto llego la mirada de Saint es asesina, no sé si Earth me ha delatado o simplemente ya le cabrea mi sola presencia, esto va de mal en peor.
Saint se sube al coche en silencio, yo me despido de Earth y me subo para dirigirnos a casa. No hablamos durante el trayecto, mi marido se dedica a mirar por la ventana sin mirarme.
En cuanto aparco el coche en el garaje Saint se gira hacia mí y me mira de forma extraña.
-¿Cuándo me ibas a contar lo de Japón?- me pregunta en un tono gélido que nunca he oído en él.
-Cuando tu caso te dejara tiempo para hablar conmigo- le suelto de golpe, no lo puedo evitar.
Él me mira como si le hubiese dado una bofetada y sale a mil por hora hacia el interior. Oigo la puerta de su despacho cerrarse de golpe. Yo solo me quedo dentro del coche, maldiciendo por dentro el haberle dicho eso.
Siempre me he considerado un hombre fuerte, que podría ser el muro de contención de Saint, para protegerlo, para amarlo, para que nade malo le pase. Pero esta situación me ha demostrado que no sé hacerlo, nunca pensé que nuestra relación tuviese un solo resquicio por donde podría escaparse el cariño, las palabras de ánimo o amor que siempre nos hemos dado. Solo quiero correr hasta él y abrazarlo, tener el poder de borrar de sus ojos la desconfianza que últimamente veo. Soy totalmente consciente de que no me cuenta nada de lo que le pasa, porque yo me he dedicado a sermonearle por cada cosa que ha intentado decirme.
Estoy totalmente perdido, pero no tengo más opción que hablar con él, aquí y ahora. Si lo dejo enquistarse quizá después no haya remedio. Me obligo a bajarme del coche y camino hasta su despacho, dentro oigo su llanto sordo, su dolor saliendo y yo no estoy con él, no me llama para que alivie su pena y es totalmente culpa mía.
Abro lentamente la puerta y lo veo sentado en el sofá con su cara entre sus manos temblorosas. Me acerco con cautela y me siento a su lado, espero en silencio a ver qué hace mi marido y como siempre pasa su cuerpo y el mío se buscan sin remedio. Su cabeza se apoya en mi hombro y yo lo rodeo con mis brazos abrazando su cuerpo.
-Lo siento, mi amor, no quise decir eso. No quería poner más preocupaciones sobre ti, por eso no te lo comenté- le explico.
-Lo siento Zee, no quería reclamarte nada, es solo que siento que nos estamos alejando tanto. He tenido que enterarme por Earth de algo muy importante y sé que es culpa mía- me dice sin dejar de llorar.
-No llores también es culpa mía, mi preocupación por ti solo me ha dejado más lejos de poder ayudarte, así que a partir de ahora dejaré de intentar que dejes el caso y solo voy a apoyarte hasta que todo esto termine- le digo, si no me rindo ahora lo perderé y eso no quiero ni pensarlo.
Saint me mira sorprendido por mis palabras, se limpia las lágrimas de su cara y se acerca a besar mis labios con suavidad. Yo pongo mi mano en su pelo y lo acerco más a mí, joder lo he echado de menos. Sus manos vuelan hasta los botones de mi camisa y cómo puede con sus temblorosas manos me la quita y la tira al suelo.
No puedo evitar un suspiro cuando me acaricia los hombros, sus suaves manos rozando mis pectorales y después pasan a mi espalda y se agarran a mí como a un salvavidas.
-Te necesito mi amor, me volveré loco sin ti, por favor entiéndeme, ayúdame- me suplica, por fin Saint ha vuelto a confiar en mí y yo no pienso perder esta oportunidad.
-Perdóname mi ángel, estoy aquí y no me iré a ningún sitio. Dejaré de ser tu guardián y seré tu compañero y tu apoyo incondicional, lo prometo- le digo.
Agarro su antebrazo con el mío y él me sujeta fuertemente. Con su frente unida a la mía le prometo:
-Juntos somos invencibles.
-Juntos somos impenetrables.
-Juntos podremos con el mundo.
Después dejo salir toda la frustración, y la pasión que siento por él y aplasto mi boca contra la suya en un beso salvaje. Saint me responde de igual manera tumbándome en el sofá y posicionando su cuerpo sobre el mío. Puedo sentir su erección apretando mi muslo y es algo que me hace volar hasta el cielo. Mi marido se levanta para quitarse la camisa y los pantalones, después arrastra los míos junto a mi ropa interior hasta el suelo. En cuanto su piel toca la mía una descarga eléctrica me recorre de arriba abajo, me hace recordar por qué nos amamos en primer lugar, por qué el mundo desaparece cuando estamos juntos.
Sin dejar su boca le doy la vuelta y me posiciono entre sus piernas que él abre para mí. Mi erección roza la de Saint y un fuerte gruñido sale de su garganta, un sonido animal que hace a mi cuerpo temblar.
-En el cajón del escritorio – me dice.
-¿Qué?
-El lubricante, en el cajón – me responde jadeando cuando mi mano aprieta su bonita polla.
Me levanto y cojo el bote de lubricante, cuando llego hasta mi marido de nuevo me deleito con la vista desde arriba que tengo. Su cuerpo está más delgado, pero sigue siendo lo más bello que he visto jamás, y sus enormes ojos castaños vuelven a mirarme como si solo fuésemos nosotros dos, unidos contra todo y mi corazón salta de alegría.
Vuelvo a ponerme encima de su cuerpo, beso su cuello y muerdo sus pezones en mi viaje hasta su ombligo. Necesito probar su sabor, quiero tenerlo en mi garganta, poseer todo de él. Mi lengua recorre toda su longitud y oigo como gime en compensación, poco a poco mis labios están alrededor de su polla y con un movimiento fluido me la trago hasta la raíz. El grito desgarrador de Saint casi acaba con mi control. Me niego a que esto termine antes de estar en su interior, reconectando conmigo. Nunca he tenido la necesidad tan urgente de ser parte de alguien, que su cuerpo y el mío sean uno, y no puedo esperar. Pongo un poco de lubricante en mis dedos y lo preparo para lo que va a pasar. No puedo parar y esto será rápido y caliente, duro y excitante como lo es mi ángel. Dulce y cariñoso pero duro y fuerte a la vez así es mi marido.
-Mi ángel necesito entrar en ti, te amo tanto, por favor no me dejes nunca- le pido.
Saint me mira con lágrimas en los ojos, abre sus piernas para mí y me dice:
-Vamos cariño, hazlo, hazme tuyo y recuérdame porque somos tan perfectos el uno para el otro, nunca dejaré de amarte – me contesta llevando mi erección hasta su entrada y poniendo sus manos en mi culo para empujar mis caderas hacia delante. En cuanto el cuerpo de Saint rodea el mío, nada más importa. Salgo y entro de su cuerpo con fuerza, profundizo tanto que no sé cómo no lo he partido por la mitad. Saint gime y me pide más, que le haga olvidar todo y eso hago, le hago el amor hasta que ninguno de los dos puede respirar con normalidad. Saint se tensa debajo de mí y con mi última estocada exploto en su interior justo a tiempo para oírlo maldecir con un grito ahogado mientras se corre entre nosotros.
A partir de aquí no hay nada que pueda impedir que esté con Saint a cada paso del largo y doloroso camino que le queda por delante, jamás permitiré que nada nos separe.
SAINT
No me había dado cuenta que lo que realmente me hacía daño de este caso es que me alejaba cada vez de mi marido. Que Zee me comprenda y me apoye es tan maravilloso que todavía no me lo creo. Puedo contarle cada paso que doy y apoyarme en su pecho si se vuelve demasiado. Siempre he sido una persona independiente, he luchado con uñas y dientes para llegar donde estoy casi sin ayuda, pero no tener la comprensión de Zee me ardía por dentro, en realidad se ha convertido en un pilar para mí, en esa roca sólida que te hace sentir en casa, a salvo y más fuerte para afrontar lo que me pueda deparar la vida.
Tengo que encontrar el tiempo para agradecer a Earth por habernos "obligado" a hablar, no sé cómo carajo voy a pagarle por todo lo que hace por mí.
Estoy en la cama con Zee después de que me hiciera el amor de una manera brutal y excitante, lo había echado tremendamente de menos.
-Zee, háblame sobre lo de Japón- le pido tumbado de lado para poder ver su preciosa cara.
-Kao quiere expandir la empresa, me pidió que fuéramos socios y que le ayudara con la formación de los nuevos empleados- me explica.
-Eso es algo grande- le digo.
-Es un reto interesante, pero le he dicho que no aceptaré su oferta- me dice.
-Zee, no quiero que mis decisiones arruinen tus oportunidades, tampoco será para siempre, en poco tiempo estarás aquí de nuevo- le digo intentando que se lo piense un poco mejor.
-Son seis meses Saint, tu caso está en su punto álgido, pero va para largo. En realidad no es algo que me duela rechazar, necesito estar contigo en este trance. Este caso pondrá punto final a un episodio muy doloroso de tu vida, no es un capricho ni un berrinche, es algo vital para ti. Perdóname por no darme cuenta antes mi ángel, no quería hacerte sufrir y conseguí todo lo contrario- me dice muy convencido.
-Que me apoyes y me comprendas es algo que no tienes ni idea de lo feliz que me hace. Me da fuerzas para enfrentarme a esta lucha que me tiene agotado.
-Entonces todo aclarado, estoy aquí para ti, prometo no juzgar, prometo no intentar convencerte de que lo dejes, pero tienes que contarme cómo te sientes. Si tienes miedo o rabia o alegría, cualquier cosa estoy aquí para ti- me dice mientras me abraza contra su magnífico cuerpo. Me relajo al instante, toda la presión y todo el estrés se desvanecen por completo. Mis ojos no pueden mantenerse abiertos, estoy agotado, así que me dejo arrullar por el sonido de su corazón y me sumerjo en un profundo sueño.
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