Capítulo 5
ZEE
-Saint, por favor date prisa, vamos a llegar tarde y mi madre se pone de los nervios con los retrasos, es una militar acuérdate de eso- le grito desde el salón donde llevo media hora esperando que decida lo que va a ponerse.
-Zee amor mío-me dice entre dientes- quiero causar buena impresión, no me metas prisa.
Desisto de decirle que con cualquier cosa estará genial y espero pacientemente a que termine. Está claro que mi ángel hace que entrene mi paciencia casi a diario.
Momentos después sale del dormitorio con un traje azul marino y camisa blanca sin corbata, tengo que reconocer que está espectacular.
-Dios, Saint estás hermoso- le digo dándole un suave beso.
-¿Seguro?, ¿crees que les gustaré?¿quizás es demasiado formal?- me pregunta sin respirar.
-Cariño respira- le digo poniendo mis manos en su cara para que se tranquilice un poco- mis padres son gente normal y les vas a encantar, eres un ángel.
Anoche hablamos de cuanto íbamos a contarles a sus padres en este primer encuentro. Decidimos no contarles lo del trabajo de Saint ni lo del secuestro, por lo menos de momento. Más adelante tendríamos que sincerarnos con ellos, el juicio será en unos meses y podrían salir a la luz ciertos aspectos de la vida anterior de Saint, que es mejor que conozcan por ellos y no por la prensa.
Después de todo el drama salimos de casa y nos dirigimos a casa de mis padres. Ellos viven en Chiang Rai, al norte del país. Para este viaje decidimos coger un avión para poder quedarnos un par de días con ellos y así presentarle a Gulf que llegará un día después que nosotros.
El viaje fue bastante relajado y al llegar al aeropuerto teníamos un coche de alquiler que contratamos desde Bangkok.
Realmente no me había dado cuenta cuanto echaba de menos la ciudad donde nací. Es ruidosa y vibrante, sus templos son hermosos y la gente muy amable. Voy contándole a Saint anécdotas de mi adolescencia mientras recorremos las calles hasta llegar a la casa donde me crie. Él no para de reírse y se le ve mucho más relajado y yo me siento tan feliz que no sé cómo lo soportaré.
Al final veo aparecer al fondo de la calle una casa blanca de dos pisos con mucha vegetación alrededor y me da un ataque de nostalgia.
Aparco en la entrada, le doy la mano a mi ángel y entramos a conocer a mis padres.
SAINT
Me tiemblan tanto las manos que Zee tiene que sostenerlas para que no se note. Entramos en casa de sus padres con los dedos entrelazados y yo me muero de los nervios.
El hogar de la infancia de Zee es acogedor, se respira tranquilidad y sosiego. Nos abre la puerta una mujer de pelo largo y de un color negro intenso, sus ojos son como los de mi amor y lo mira con mucho cariño. He supuesto que es su madre y él le da un abrazo enorme, así que creo que he acertado.
Nos dice que pasemos y así lo hacemos. El espacio interior es igual de perfecto que el exterior, en el salón que da al jardín hay un sofá enorme y una mesa preparada para la cena.
-Hola papá- saludo Zee al hombre que estaba acabando de colocar aperitivos en la enorme mesa.
-Hola hijo, me alegro de verte- dijo mientras se acercaba a abrazar a su hijo.
-Mamá, papá- dijo Zee- este es Saint.
-Hola Saint encantada de conocerte- me dice su madre con una sonrisa y me sorprende con un abrazo.
-Encantado de conocerla también –le digo con una reverencia.
El padre de Zee me ofrece la mano y yo se la acepto con un apretón suave pero firme.
-Vamos a cenar ¿tienen hambre chicos?- nos pregunta alegremente su madre.
-Sí, muchas gracias señora-le contesto.
-Llámame madre, por favor, Zee nunca ha traído a nadie a casa, así que tienes que ser muy importante para él- me dice con cariño.
Dejo a Zee con su padre y ayudo a su madre a terminar de servir la cena.
-¿Tienes familia Saint?- me pregunta mientras me pasa la cesta con el pan pita que va a servir.
-Mi madre murió hace unos años y tengo una hermana menor que estudia en EEUU- le contesto.
- ¿Y tu padre?
- No lo veo desde que cumplí 18 años, no acepta mi condición y yo no quiero llevar su empresa, así que no hablamos- le contesto con sinceridad.
-Ya veo, lo siento mucho cariño- me dice dándome un pequeño apretón en el hombro.
Regresamos al comedor y nos sentamos los cuatro a cenar. Mantenemos una conversación amena y la madre de Zee saca las vergüenzas de la infancia de su hijo y yo no paro de reír.
-Bueno, basta ya de hablar del pasado, queremos saber cómo se conocieron y qué planes tienen a corto plazo- nos interroga su padre.
Se me seca la garganta y dejo que Zee hable por los dos, le cuenta que nos conocimos a través de Kao (que es una verdad a medias) y que nos mudaremos a vivir a su casa.
-Zee me ha dicho que estudias derecho y que vas a hacer prácticas la próxima semana en Panam y Asociados- me dice su padre.
-Así es señor, empezaré mi periodo de prácticas el lunes durante dos meses. Después de eso espero ganarme un puesto en la empresa. Sé que necesitan a alguien en derecho familiar y esa es mi especialidad. Quiero ayudar a la gente, sobre todo a los niños y jóvenes que tienen que huir de casa.
-Es un objetivo muy loable Saint, te honra querer ayudar a las personas- me dice su madre.
Pasamos una velada muy amena y ya entrada la noche nos levantamos para ir a dormir, nos han preparado una habitación en el piso superior. Nos despedimos y agradezco a los dos por su hospitalidad.
Una vez dentro del dormitorio de invitados dejo salir un suspiro de alivio y me siento en la cama a relajar un poco los nervios.
-Ha ido muy bien mi ángel sabía que les ibas a encantar- me dice Zee mientras me abraza con fuerza.
-Tus padres son estupendos y han hecho que la velada sea muy amena, pero he muerto de los nervios- le digo con mi cara perdida en su cuello.
-Tranquilo amor, eres la persona más maravillosa del mundo, así que te adoraran como yo lo hago- me dice mientras mete sus manos en mi pantalón.
-Zee, por favor tus padres están abajo, no podemos hacer esto aquí- le digo con un hilo de voz que no hace mis palabras muy creíbles.
-Sólo quiero sentirte un poco, estás tan adorablemente sexy con ese traje que no puedo evitarlo- me responde besando mi cuello.
-No podemos, amor no me tortures más-le digo apartándolo un poco.
-Está bien, tú ganas pero que sepas que ahora mismo no me caes demasiado bien- me dice y se mete en el baño.
Pasa un rato y Zee no sale del baño, toco la puerta y no me responde. Intento abrir la puerta y veo que está abierta. El espectáculo que me espera cuando entro en el baño es lo más erótico que he visto en mi vida.
Zee está completamente desnudo en la ducha, mientras el agua recorre su musculosa espalda él tiene su preciosa polla en la mano y se acaricia sin parar. Le oigo gemir mi nombre y yo no puedo más. Cierro la puerta y me quito la ropa, él está tan concentrado que ni siquiera me ha visto.
-Amor no quería rechazarte antes, sólo me siento un poco cohibido en tu casa- le digo pasando mi mano por su pierna hasta posarla sobre la suya que sigue encima de su polla.
Le beso el cuello, la espalda y esos brazos que son mi perdición. Él se gira, no dice nada solo me besa como si quisiera comerme y a mí se me escapa un gemido sordo.
-Te necesito mi ángel, tanto que a veces me duele, no quiero que nadie te toque, no soporto pensar que pueda perderte, estoy tan enamorado de ti que creo que enloqueceré. Soy patético e irracional , ya lo sé, pero así es como me siento.
-Si eres irracional yo también lo soy, porque me siento igual que tú. Desde que entraste en mi vida nadie más me ha tocado y he deseado que nadie lo hubiese hecho antes, pero eso no puedo cambiarlo, lo siento mucho- le respondo sinceramente.
-No quiero que sientas nada de tu pasado, todo lo que hemos hecho antes nos ha llevado a encontrarnos y eso es lo único que importa ahora mismo. Te tengo aquí conmigo y soy tan feliz que a veces no sé como gestionarlo, perdóname cariño- me dice.
Yo solo quiero que él se sienta seguro con lo que tenemos así que le beso, le toco, le abrazo y le masturbo hasta que se corre en mi mano. Él hace lo mismo por mí y una vez secos y en la cama le digo lo mucho que lo amo y que eso no cambiará jamás pase lo que pase.
-Promételo- me pide.
-Jamás cambiará, lo prometo- le digo y con esa promesa nos dormimos abrazados.
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