Capítulo 27

SAINT

Corro por el pasillo hasta la habitación de Zee, está conectado a un monitor de emergencia y su madre está con él.

-¿Qué ha pasado?- le pregunto con un tono de voz más alto de lo que pretendía.

-Los médicos dicen que la tensión le ha bajado repentinamente y su corazón se ha parado por un momento, pero han logrado estabilizarlo- me dice con los ojos rojos de tanto llorar.

Nos abrazamos para darnos apoyo mutuo y le pido que me deje a solas con él un momento. Ella asiente y sale de la habitación. Yo cierro la puerta con cerrojo y me acerco a Zee.

Coloco mi mano en su antebrazo y hago que su mano se apoye en el mío.

-Está bien Zee Pruk, esto es un ultimátum.

-Juntos somos invencibles- le digo.

-Juntos somos impenetrables- le recuerdo.

-Juntos podremos con el mundo- le grito.

Pero solo funciona si estamos juntos, y eso puede ser solo de dos formas o vuelves a la luz conmigo o yo tendré que ir a la oscuridad contigo, tienes que elegir- le digo poniendo el revolver en la cama.

ZEE

Otra vez me han traído de vuelta al dolor, ya me había rendido a la cómoda oscuridad y ahora de nuevo esa voz que me reclama que vuelva.

Siento que toca mi cuerpo, su tacto es muy agradable y tan familiar, mi cuerpo necesita sentir su piel. Oigo su voz, me dice que juntos somos invencibles, que podemos con el mundo. Su voz suena extraña como se si despidiera. No. No quiero que me deje, por favor Saint.

Saint mi ángel, como he podido olvidarlo, su voz es la que me saca de la oscuridad, pero hoy suena como si se rindiera. Tengo que salir de aquí, tengo que llegar a él, ahora. Me cuesta salir de la oscuridad, duele demasiado. Pero no lo abandonaré, tengo que decírselo, que no me he ido, que me espere.

-Saint- le digo pero mi voz sale extrañamente ronca.

Está de pie delante de mí, muy delgado y demacrado, pero es mi ángel con sus ojos color chocolate y su rebelde pelo castaño. Abre esa boquita suya que he echado muchísimo de menos, para decir algo pero nada sale de ella. Saint solo llora y me llama por mi nombre como si no se creyera que he regresado.

SAINT

Creo que he enloquecido del todo, oigo la voz de Zee llamándome, me doy la vuelta y sus ojos me miran extrañados. ¿Esto es un sueño?, porque si lo es no quiero despertarme. Mis lágrimas caen sin remedio e intento decir algo pero no puedo.

-Zee, has tardado mucho mi amor, te he echado de menos- le digo cogiendo su mano.

-Saint, odio los ultimátum- logro articular, me duele todo.

-Lo sé, pero era mi última opción- le digo.

-¿Eso qué es?- me pregunta señalando el revolver encima de la cama.

-Sólo era para darle dramatismo a mi petición- le miento descaradamente y él no me cree en ningún momento.

-Voy a llamar al médico, y a tu madre, por favor no te vuelvas a ir- le digo y salgo como un rayo a avisarlos.

Le hacen mil pruebas y Zee aguanta estoicamente cada una de ellas. Su musculatura está debilitada lleva mucho tiempo sin moverse de esa cama. Yo le he masajeado y movido sus piernas como me enseñaron los terapeutas, pero aun así necesitará mucha rehabilitación.

No importa lo que tarde estaré con él cada día, ha vuelto a mí, ha regresado y yo todavía creo que es un sueño, uno maravilloso.

ZEE

Me hacen un millón de pruebas, creo que los médicos adoran torturarme. Yo solo quiero salir de aquí e irme a casa con Saint. Tengo que andar en la maldita silla de ruedas y Saint me ayuda a ducharme y vestirme. Está muy delgado y su cara está muy demacrada, le obligo a irse a casa pero no quiere ni oír hablar de ello.

-Saint amor, estaré bien Gulf se quedará conmigo- le digo.

-La última vez que te dejé tu corazón se paró, no pienso irme de este hospital si no es contigo y se acabó- responde y se pone de pie para enfatizar sus palabras.

Mi ángel es muy testarudo, así que dejo de intentar que se vaya y disfruto de tenerlo a mi lado. Me cuenta lo que me he perdido estos dos últimos meses.

Kao le disparó a Joss varias veces y ha muerto. A Lhong le han caído 25 años sin libertad condicional y están pensando imputarle cargos como cómplice de Joss en el intento de asesinato de Saint en el que yo resulté herido.

Verdaderamente no me importa nada de eso, está fuera de nuestras vidas y yo solo quiero olvidar e irme a casa.

SAINT

Tres semanas después de que Zee despertara le dan el alta y puedo llevarlo a casa. Él no quiere usar la silla de ruedas pero sus piernas todavía no le sostienen bien. Tiene mucho dolor y tengo que obligarle a que me deje llevarlo al coche.

Hoy he traído el monstruo de Zee, es más grande y cómodo que el Mustang. Se ríe al verlo, sabe que odio este coche tan ostentoso y enorme, pero ahora mismo es nuestra mejor opción.

Conduzco a casa mientras suena Metallica en el reproductor de música y Zee sonríe de nuevo y yo me siento renacer. Nunca en mi vida he estado tan asustado, no sé qué hubiese sido de mí si no regresa.

Aparco el Hammer en la puerta de entrada, bajo la silla de ruedas y llevo a Zee a casa. A casa, que bien suena, ahora sí es nuestra casa de nuevo con los dos juntos en ella.

En cuanto entro por la puerta unos gritos de sorpresa nos dan la bienvenida. Todos nuestros amigos y familia están aquí para recibir a Zee. Miro a mi querido novio y veo que se le escapa una lagrimita, hemos pasado por mucho y todavía queda camino que recorrer, pero mientras estemos juntos estaremos bien.

Comemos, bebemos y reímos, la vida ha vuelto a nuestro hogar, es maravilloso y no puedo estar más agradecido a la vida por habérmelo devuelto.

Max se levanta y ofrece un brindis por Zee y porque todo haya salido bien. Además nos informa que tiene una sorpresa para el convaleciente. Realmente es de parte de todos.

Zee me mira y yo encojo los hombros en señal de que no tengo ni idea de lo que han tramado estos chicos.

Nos llevan al garaje delantero, abren la puerta lateral y Zee abre los ojos como platos. Han montado un gimnasio completo, el sueño de cualquier adicto al ejercicio del mundo.

-Para que te pongas pronto en forma y dejes esa silla, no querrás quedarte en ella como yo- le dice Sammy con un guiño.

-Gracias a todos, sois los mejores amigos del mundo- les digo con mis lágrimas a punto de salir. Últimamente he llorado demasiado, a partir de hoy solo quiero ser feliz.

Poco a poco los invitados se van retirando y al final los padres de Zee se despiden de nosotros, mañana volverán a casa, llevan mucho tiempo fuera y tienen asuntos que resolver. Gulf me ayudará con la rehabilitación de Zee, también tengo a Earth y a Kao que se han ofrecido a echarnos una mano.

Por fin estamos solos y ayudo a Zee a llegar al baño para una ducha antes de irnos a la cama.

Lo meto en la ducha, sus piernas cada vez están más fuertes y ya puede sostenerse solo. Lo lavo con cuidado y el besa mis manos y mi cara. Me lavo yo y nos seco a los dos.

Una vez en la cama nos arropo y me acurruco al lado de Zee, llevo más de dos meses sin sentir esta sensación de paz y sosiego, es realmente fabuloso volver a tenerlo conmigo.

Un gemido me saca de mi sueño en mitad de la noche, Zee tiene calambres continuamente que lo dejan sin aliento. Enciendo la luz de la mesita de noche y veo que el sudor corre por su cara congestionada por el dolor.

Me levanto de la cama y voy al baño, cojo 2 analgésicos y el aceite de romero y vuelvo a la habitación.

-Zee amor incorpórate y tómate la medicina- le pido.

Él obedece sin chistar y yo le paso las pastillas y el agua.

-Cariño si te duele debes decírmelo, no sufras en silencio no es necesario- le pido suavemente.

-No quiero privarte de más horas de sueño mi ángel- me responde.

-He pasado 2 meses sin ti Zee, no pienso perder más tiempo durmiendo, además me doy cuenta enseguida, así que es inútil que fingas- le espeto.

Retiro las sábanas que lo cubren y empiezo a masajear sus piernas con el aceite de romero para aliviar el dolor muscular. Soy todo un experto después de dos meses de prácticas.

Zee gime de alivio y mi corazón late más rápido.

-¿Mejor?- le pregunto.

-Muchísimo mejor- me dice y atrapa mi mano y la lleva a su entrepierna que está despertando.

-Zee amor, todavía estás convaleciente- le digo retirando la mano.

-Saint, por favor te necesito, sólo quiero tocarte, casi muero y no quiero perder un segundo sin tocar tu piel- me ruega.

Yo no quiero negarle nada, pero no se sí está bien que hagamos esto. Decido concederle una pequeña sesión de alivio, suave y relajada.

Retiro con cuidado su ropa interior y sigo con el masaje por sus piernas, subo por su abdomen y acabo en su pecho. Le beso tiernamente y el gime en mi boca, es la mejor sensación del mundo.

Mi mano se pierde en su dura erección y empiezo a masturbarlo lentamente, mientras sigo besando sus labios.

Zee se retuerce y gime más fuerte, joder cuanto lo he echado de menos. Bajo mi boca hasta su preciosa polla y la lamo entera, deleitándome con su textura y su sabor.

Él acelera el ritmo de sus caderas, necesita más y yo se lo doy. Me la meto profundamente en mi boca, subo y bajo mi cabeza sobre ella, es embriagador. Con una mano ayudo a mi boca a tragarse toda su polla y con la otra agarro la mía y me masturbo fuertemente.

Zee está cerca y yo también, sigo dándonos placer a los dos hasta que Zee mueve sus caderas bruscamente y se corre en mi boca con un grito ahogado. Segundos después también me corro con su polla todavía metida en mi boca.

-Joder Saint como te echaba de menos, no pienso dar nada por sentado nunca más.

-Yo también te echado de menos, pero tienes que recuperarte primero para tener más sesiones como esta- el digo guiñándole un ojo.

-Mañana mismo empezaré en el gimnasio, quiero hacerte el amor como es debido. Y cuando llegue ese día te voy a destrozar Saint- me promete.

-Eso es una promesa Zee Pruk- le digo.

-Lo es- me responde y los dos nos reímos sin parar hasta que se me saltan las lágrimas.

Hoy hemos vuelto a empezar, a partir de ahora viviremos nuestra vida sin condiciones, sin miedo, todos los días como si fuera el último.

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