Capítulo 7

Lion trazaba sobre el papel cada aspecto del rostro que hacía mucho se mantenía en sus recuerdos. Dos trazos más habían finalizado con aquello que lo había estado molestando, la mirada, los delgados labios, sus pómulos pequeños, la nariz recta. Se preguntaba cómo sería ese rostro luego de largos ocho años. Seguramente había cambiado tanto o más de lo que podía imaginar, pero él debía conformarse con el recuerdo de la niña. Uno que si no dibujaba, empezaba a desaparecer.

Escuchó varios pasos acercarse y tan pronto como eso, la silueta de un hombre apoyarse de la pared. Cavany examinó el dibujo en las manos del joven indiferente, seguro que ese rostro juvenil era el motor de Lion. Echó un silbido escudriñándolo.

—Muy bonita. —Lion hizo una mueca asintiendo—. ¿Tú hermana?

—No. —Han despegó el pedazo de papel y lo dobló. Se levantó del suelo donde había pasado las últimas dos horas; colocando el trozo de papel en su bolsillo se levantó—. Marian Mirova no es precisamente mi hermana, señor.

Cavany bufó conmocionado.

—¡Marian Mirova! ¿La hija perdida de Velikoj Mirov? —inquirió acercándose hasta él—. ¿Acaso tienes que ver con su desaparición? —Lion frunció el ceño bajando la mirada—. Bueno, no tiene caso de todas formas. Vamos, te mostraré nuestro destino.

Espirale era un navío de varios años en pie. Su tripulación era cambiante, pocos llegaban a pasar tanto tiempo pisando el suelo metálico de la nave y los que quedaban caminaban de un lado a otro con sus trabajos preestablecidos. De vez en cuando Han se codeaba con alguno de ellos, más no llegaba a entablar cercanías. Ni quería saber de la vida de otros ni tenía tiempo para armar familiaridad con sibilantes.

Sibilantes.

En el pasado había sentido una mezcla de encanto y odio por lo que esa palabra representaba, ahora en cambio estaba allí caminando al lado de uno y dispuesto a atravesar las puertas para encontrarse con Prato Rowane.

El hombre se entornó a ellos con una mueca en sus labios, si Han había llegado hasta ellos era por cuestiones de pura suerte, misma que les llevó a visitar La Ilada. Prato no quería volver a pisar ese lugar, mucho menos ir nuevamente hasta Tremura a terminar lo empezado. Un rápido análisis le advirtió de la presencia de varios navíos de La Avanza con lo que Rowane no deseaba lidiar, pero...

—No han dado su brazo a torcer ¿ah? —espetó Cavany una vez a su lado.

Prato negó observando sigilosamente al chico al lado de su compañero.

—Tendremos que volver a Tremura. —escupió.

—¿Tan importante es lo que hay en ese lugar? —indagó Han.

—Para nuestra suerte, sí. —Emblat fijó la mirada en el chico con los brazos cruzados—. La tecnología es lo que nos mueve y en Tremura hay una aldea que tiene lo que necesitamos. Ello nos dará un avance por sobre La Avanza —Han bufó.

—¿Qué más avances desean? La Avanza está un poco atrasada. —Prato sonrió irónico.

—Es exactamente eso lo que queremos, "Joga", que se queden atrás —comentó—. Lanzaremos un darack hacia ellos mientras Espirale se dirigirá a Tremura. —Prato se ahincó en un barandal de metal. El grupo de controladores observaba al capitán, expectantes—. Beryl, acércanos. —Una alienígena de piel marmórea y cabellos rosa asintió—. Lion, te quiero en esa nave —exclamó el hombre.

Han asintió con la cabeza.

—¿Algún mensaje? —burló. Emblat carcajeó negando, pero aquello no causaba ningún tipo de gracia en Rowane—. En ese caso me retiro.

Lion dejó la sala con un rostro serio y las manos picándole. Conocía el posicionamiento de las naves de La Avanza, sabía más de ellos que cualquiera en ese lugar e iba a enfrentarse a un órgano al cual alguna vez juró lealtad y al que, a pesar de todo, seguía teniendo una chispa de ello en él. La Avanza te marca de formas que no puedes volver a nacer.

—¿Sigues dudando? —preguntó Cavany acomodándose en uno de los asientos disponibles.

Prato bufó ladeando la cabeza.

—Los soldados de La Avanza son leales a sus creencias, lo sabes. Es imposible que ese chico haya olvidado su juramento.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? Es demasiado. Lo que lo trajo a nosotros es lo que nos debe importar y sí, hay que vigilarlo, pero por alguna razón el chico no puede volver y es allí donde nosotros debemos afincarnos —murmuró en tono conciliador—. Alguna vez fui general, mi buen amigo, y heme aquí. A tu lado robando y engañando. —Prato carcajeó por debajo cruzado de brazos—. Lo mismo sucederá con el chico —lanzó por último tocando su sien y observándolo.

Lion se arreglaba para tomar el primer darack. El navío era bastante rápido y lo suficientemente maniobrable como para evitar los disparos de La Avanza, había visto la capacidad que tenían aquellas naves, un nivel por encima de las propias del reino. Maldijo el momento en que estuvo frente a frente con uno de ellos. Observó parte de la tripulación que iría a bordo con él y el otro grupo en un segundo navío. Ora Yetre era una mujer de cabellera corta casi rapada, ojos blanquecinos y piel morena con una personalidad desafiante, misma razón por la que no dudó en fijar la vista en él y luego en la nave.

—"Joga".

Hizo un pequeño ademán entrando en la nave.

—Yetre.

—Cuéntame, que tal la estadía en La Ilada —murmuró la mujer sin curiosidad alguna—. He escuchado que tuvieron una salida un poco estrepitosa.

—Es verdad.

Lion terminó de ajustar la nave y entró en ella comprobando en el tablero el resto del funcionamiento.

—A duras penas has podido regresar —comentó.

—También es verdad.

—¿Nada más?

—Nada más, Yetre.

Los pasos de Cavany se sintieron en el hangar. El segundo grupo alzó la vista viendo al planeador de vuelo entrar con los brazos en jarra y una sonrisa digna de aquel hombre. Se acercó al grupo palmeando sus hombros. Cuando constató que todo estaba en orden se acercó al darack de Lion viendo al dueto en sus posiciones como si nunca hubieran sabido de su presencia en el lugar.

—Ustedes parecen llevarse muy bien —comentó burlón.

—Lo normal para un par de personas, señor —afirmó la mujer acomodándose en el asiento del copiloto. Cavany rio por debajo viendo al chico.

—Tengan cuidado y regresen luego de que hayamos pasado el cerco.

—¿Se preocupa por nosotros, señor? —Inquirió irónica.

—Siempre, Ora. Igual lo hace Prato. El hombre será una tumba y un bastardo, pero es un buen sujeto y cada uno de los tripulantes de esta nave no debe olvidarlo.

—Gracias por el memorándum, Emblat —lanzó Lion fijando la mirada en él. A pesar de que Cavany era más alto y corpulento que él, el chico no se inmutaba y le agradaba—. Tenemos algo que hacer por aquí.

—Ten cuidado, chico.

Cavany lanzó una última mirada a él para luego observar a la mujer quien asentía levemente.

La última palabra que quería escuchar Lion de Cavany o Prato o cualquiera que formara parte de aquella tripulación era lo que tenía que hacer. Lion era la clase de hombres que con escuchar una sola vez las órdenes las acataba sin contemplaciones. Aún mantenía esa extraña característica en él deseando poder deshacerse de ella de alguna manera. Había escuchado de la misma mujer que llevaba a su lado una forma de hacerlo y, según ella, era haciendo lo que Han Lion jamás haría. Han carcajeó cuando escuchó el consejo en la boca de Yetre sin que le causara la mínima gracia a ella.

Cuando la nave estuvo lista para partir, las puertas se abrieron y las órdenes no dejaron de cesar. Lion había hecho todo tal cual había sido ordenado por los mandos del "Espirale", sentía su estómago revolverse con cada disparo que era lanzado desde las manos de Ora Yetre.

—Debes dejar de lamentarte.

La voz de Ora era fría, baja y segura.

—Ora... —negó—. Déjame en paz.

—Como desees, solo te doy un consejo. Hazme caso.

El gran navío a manos de La Avanza atacó sin piedad alguna a ambos darack. El momento propicio sobrevino con una nube de estelas y un dispositivo que permitía volverse invisibles ante ellos. Ora había hecho uso de lo necesario para evitar que la nave los alcanzara.

—Acércate a ellos —ordenó ella levantándose del asiento.

Han, curioso, giró buscándola en el resto de la nave.

—¿Qué rayos haces?

—Tú tienes tus ordenes, "Joga", yo tengo las mías —exclamó preparada con un traje especial adaptado.

Lion hizo lo que le pidió luego de haber visto con malos ojos lo ocurrido. A Han le gustaba saber cada aspecto de una misión en la que formaría parte. Nada de secretos, ni hechos fuera de lo común; lo que sea que tuviera que hacerse tenía que ser debidamente informado. No sucedía así con los sibilantes. En el tiempo que había viajado al lado de ellos y conocido a un puñado más, había visto la mentira y la desconfianza pasearse como camarera frente a sus ojos. La camaradería era algo oculto, pocas veces podía verla como en el caso de Cavany y Rowane.

Con el darack cerca, Yetre se impulsó viéndose en el espacio con un jet que le llevó a acercarse aún más a la nave de La Avanza. Para Han tal cercanía no era buena, quizá estaban algo obsoletos en materia de protección, pero ellos sabían muy bien cómo defenderse y su acercamiento era muy estrecha. Aun así, ella se posicionó sobre el casco y procedió a trabajar.

Han se mantuvo al margen, siendo su escudo. Había mucho de Ora que le hacía recordar, pero había otras cosas que también lo hacían palidecer. Toda la tripulación admiraba a Rowane, todos eran capaces de dar su vida por él y como ella, serían capaces de hacer hasta lo impensable.

Un eco oculto tras el bullicio de la comunicación lo sobresaltó a pesar de que el mensaje resultaba bastante claro para él. Era un código muy usado por los soldados de La Avanza. Estableció comunicación con Ora quien, aún cerca de la nave con varios instrumentos en manos, hacía su labor.

—¡Eh, Ora! ¡Atiende, maldita sea! —escupió.

—No tienes que maldecir, te puedo escuchar —susurró luego de varios segundos de silencio.

—Se han dado cuenta, date prisa. O de lo contrario te freirás como a una maldita ave.

—Bien, ya casi termino. Dame una mano quieres.

Han rodó los ojos negando.

Con un movimiento coordinado, Han disparó a varios darack que se acercaban rápidamente a ellos, mientras que Ora sellaba el tablero con el cual había estado trabajando. Varias compuertas, muy pequeñas se abrían paso dejando oleadas de miedo en ella. Corrió rápidamente al darack cuando escuchó el silbido de ignición de las armas. Han se movió con agilidad siendo un escudo para la chica, aun así en el proceso había sido víctima del ataque al casco central y Ora entraba con un brazo lastimado.

Han se movió con rapidez una vez que vio a la mujer a su lado. La idea era pasar el cerco que había creado La Avanza; "Espirale" había pasado con algunos contratiempos, pero dejando una cantidad numerosa de naves destruidas a su paso. El antiguo soldado sobrevoló el lugar hasta verse lejos de lo que quedaba de La Avanza.

—¿Estas bien? —preguntó sin apartar la vista.

La mueca de dolor se pintaba en el rostro de Ora luego de que buscase lo necesario para auto curarse.

—Sí, no es nada —esbozó—. Debemos ir con Espirale lo antes posible.

—¿Qué hacías? —indagó. La joven fijó su mirada por varios segundos en él analizándolo.

—La Avanza suele tener un sistema que da asco.

—No lo dudo —bufó.

—He puesto un virus. Uno muy letal, silencioso.

Lion se relajó en el asiento cuando vio el navío a varios metros cerca de ellos.

—Les resulta muy fácil.

—Más de lo que imaginas. Eres una buena herramienta para Prato, "Joga", pero antes de ti, nosotros contábamos con nuestros propios métodos. —Espetó sentándose a su lado—. Y seguimos haciendo uso de ellos.

Pasar por la muralla de naves que habían creado era uno de los problemas más grandes que tenía Rowane, no quería ni tenía tiempo para un batalla con alguno de ellos, además, estaban por debajo en cuestión de números. Precisamente sería Ora quien cambiaría tal situación. Justo cuando la fémina envió la señal, varios darack de La Alianza cambiaron posiciones volviéndose a los suyos, las pequeñas naves de batalla, tan rápidas como ninguna, empezaba a estrellarse contra el navío que tomó posición en medio de la nada.

Beryl obtuvo los datos necesarios e hizo de ellas sus aliadas sacando una sonrisa victoriosa en el hombre. Emblat le daba palmadas en el hombro, pero aquello resultaba una pequeña victoria de las muchas a las que se enfrentaban la mayoría del tiempo. Los Sibilantes luchaban constantemente contra La Avanza, podían ganar o perder, para nadie era un secreto; sin embargo esos pequeños momentos eran disfrutados.

Cavany observó la pantalla a su lado contemplando el ángulo que trazaba el darack de Lion hasta aproximarse.

—Yetre es una buena chica —musitó Prato sacando a su compañero de las pantallas.

—Ya sabes, tenemos muy buenos tripulantes y Ora Yetre no es la excepción.

Los nudillos de Prato chocaron varias veces contra la puerta metálica. El sonido que provocaba lograba irritar a Lion aunque debía acostumbrarse a ello. Los Sibilantes contaban con las más avanzadas armas y sistemas, pero en otras cuestiones "Espirale" bajaba su rendimiento como aquellas. "Joga" tecleó la pantalla haciendo que la puerta se abriera dando paso al capitán. Él observó el lugar al que habían asignado al joven. Pequeño, con una cama lo suficientemente grande para una persona, un baño y un armario donde guardar sus pertenencias. Han carecía de alguna, por lo que yacía vacío.

Los dedos de Han se cruzaban y su talón chocaba contra el suelo esperando a que Prato Rowane tuviera algo que decir. El hombre se limitó a ver hacia una ventanilla temporizada que tan solo mostraba la negrura del espacio.

—Bien hecho, chico —comentó viéndolo de frente con los brazos cruzados y una mirada que inspiraba respeto.

—Gracias —resopló encogido de hombros—. ¿Siempre vas a los compartimientos de tu tripulación para felicitarles?

Prato ensanchó una sonrisa irónica.

—Solo cuando son unos novatos, como tú —exclamó tomando una silla. Se posicionó frente a él afincándose del regazo del asiento—. Emblat tiene muchas esperanzas en ti, chico, más de las que imaginas.

—No veo por qué —bufó.

—Se ve reflejado en ti —sonrió cabizbajo—. Yo no tengo tantas. Alguna vez fuiste un soldado de La Avanza y a mis ojos sigues siéndolo, así que necesito saber una razón por la cual no debería encerrarte en una celda en este preciso instante

Han carcajeó.

—Te hice salir de La Ilada —escupió—, les he ayudado en ¡Toda mierda que han querido! ¡¿Qué más quieres saber?!

—¿Qué hiciste? —Preguntó sin moverse un ápice ni cambiar la templanza en su rostro—. Eso quiero saber, qué hiciste para que fueras expulsado.

Han terció el gesto. Tan solo rememorar aquello causaba un vago dolor en su cuerpo. Miró al hombre quien seguía inmutable ladeando la cabeza.

—Los traicioné —resopló negando con la cabeza. Prato arrugó el ceño curioso—. El diecisiete de marzo sería el ascenso de ella; si hubiera hecho mi trabajo en estos momentos seguiría en Riporld junto a Mirov.

—Velikoj Mirov —murmuró el capitán—. La hija de Mirova murió en un desastre del que poco se sabe ¿Qué tienes que ver en eso?

—Marian no murió —espetó—. Desapareció. Yo debía protegerla...

Prato se levantó dejando la silla a un lado. La historia de Velikoj Mirov era tan conocida como él mismo. El general Mirov se había hecho de un nombre entre Sibilantes y La Avanza; cuando la historia de su hija se regó por el sistema muchos sintieron pena por él. Conocieron al hombre detrás de la etiqueta. Otros quizá no tanto.

—Y ahora te culpas —resopló con los brazos en jarra—. Eso no te servirá aquí, chico. Si quieres seguir entre nosotros debes empezar a pórtate como uno de nosotros —espetó sin contemplaciones—. A mí no me molesta, pero deberás ganarte el respeto de los otros tripulantes.

Rowane salió del lugar tan pronto como Han se planteaba sus palabras. Había socializado poco con el resto de los tripulantes, a lo sumo, Ora Yetre era una de las pocas personas con las que tuvo una conversación de más de dos palabras.

El comedor era un lugar amplio donde las mesas circulares y los asientos —igual de circulares—, se encontraban llenos. Lion tanteó el terreno observando a cada uno de los presentes. Tomó una bandeja en la cual se sirvió y procedió a buscar un puesto. Un hombre no mayor de treinta, de tez morena y cicatrices que vestían sus brazos, se encontraba en uno de los lugares solo. La cabellera azabache le caía en la frente ocultando parte de una cicatriz que cortaba pómulo y sien. Lion se acomodó enfrente del hombre sin decir palabra alguna, más que el ruido al chocar la bandeja contra el frio metal de la mesa.

El hombre levantó la mirada comiendo tan lento observándolo. Han levantó levemente la quijada.

—Sé quién eres.

—¿Si?

—El novato —lanzó otro sujeto sentándose a su lado. Un hombre que lo doblaba en estatura y anchura. La cabeza rapada y los tatuajes en su cráneo y rostro ocultaban cicatrices en él—. Val.

—¿Qué tal? —lanzó en un saludo.

—"Joga", seguramente no estas familiarizado con nuestras costumbres.

—Sí, deja que Terrence te ponga al tanto y te haga la cama también —carcajeó recibiendo una risa sarcástica del nombrado.

—Lo mismo me dijo tu hermana, grandulón —replicó.

—¿Cuáles son sus costumbres? —cortó antes de que el par siguiera.

Terrence ladeó la cabeza con una sonrisa morbosa en sus labios.

Han esquivó el quinto movimiento que Val hacía. El hombre era lento con las piernas, pero rápido con los brazos a pesar de los músculos. Han tenía de su lado ser más pequeño y, aunque formado, era delgado en comparación a su contrincante. Aun así llevaba varias heridas y un visible hematoma empezaba a notarse en sus costillas derechas. Por el contrario, Val parecía inquebrantable. Lion se movió con astucia, detuvo dos golpes del hombre y procedió a golpear su abdomen y rostro, sin embargo Val lo detuvo. Tomó su brazo asestando varios golpes rompiendo su nariz. Han hizo un movimiento leve deteniendo el próximo puñetazo que recibiría, se propulsó y golpeo con todas sus fuerzas a la cara. El sujeto lo soltó visiblemente mareado, hecho que Lion aprovechó para taclearlo llevándolo al suelo y asestando un nuevo golpe.

Se levantó como pudo sintiendo la habitación moverse, pero centrándose en su contraparte. Escuchando los alaridos del resto de la tripulación, aullando el nombre de Val como el victorioso. No era nadie en aquel lugar, solo un "novato" así que los gritos poco le importaban.

Val se removió del suelo a duras penas. Se irguió ante Han mostrándose imponente. Lion se colocó en posición listo para defenderse. Val no tenía intenciones de seguir luchando, en cambio, extendió su mano, él dudaba aun cuando veía los ojos de aquel hombretón los cuales mostraban respeto. Acercó su mano y rápidamente Val apretó su antebrazo.

—Bienvenido "Joga" Lion —exclamó el sujeto, seguidamente de una dolorosa herida urente que se propagó por su hombro.

—Con eso puedes darte como miembro de Espirale —lanzó Terrence.

La herida consistía en un círculo donde las lianas lo arraigaban y en el centro el bosquejo de una perla. Han contempló la cicatriz abstraído.

—No volverá a ser un soldado de La Avanza —murmuró afincada del barandal que llevaba a los pasillos fuera del comedor.

—Nunca volvería en todo caso —Emblat ensanchó una sonrisa—. Ahora es uno de los nuestros. Trátalo bien, Ora, no queremos que se marche —comentó haciendo que la chica lo viese dubitativa—. ¡Vamos! Te gusta —exclamó señalándolo en un leve cabeceo.

—Que me guste no significa que me rendiré a su cama —espetó la mujer marchándose. Cavany carcajeó complacido.

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