Capítulo 32

Pasado varias semanas de vuelo Mirov empezaba a sentir la falta de comunicación con Trent la cual se había vuelto continua. Estaban en etapas cumbres en las que era necesario mantenerse en contacto aunque sabía que eso podía costarle todo el trabajo a Trent.

Se relajó en el asiento luego de largas horas de observar y estudiar Defaures. Entrar en el sistema suponía un problema mucho menor luego de que Sarasay hiciera todas las modificaciones que le había expuesto días antes de la partida. El verdadero problema se encontraba dentro. El planeta había sido modificado con avances tecnológicos que Lord Ebsarta y quien fuera el gobernante de Ebsarta en aquel entonces implementaron. Cómo habían logrado hacerlo era un verdadero misterio que ni los mismos ingenieros resolvían. Ellos, muertos, se llevaron ese secreto a la tumba.

Escuchaba leyendas que albergaban la posibilidad de entrar gracias a dos opciones: una de ellas era Anaquil, algo lógico en cierto sentido y el por qué Teber se movió en buscarlo; la otra opción incluía a la hija perdida de Lord Ebsarta aunque nunca la habían encontrado. Ella, tal como se esperaría de un bebe, podía haber muerto en los últimos días agónicos de Ebsarta cuando La Avanza decidió acabar con cada ciudadano del planeta.

Respiró hondo y enlazó una terminal de comunicación a Riporld. Antes de partir había dejado claro que informaría de los detalles siempre que le fuera posible. En esos días en que el viaje resultaba ser placentero y propio para prepararse eran, los mejores días para comunicarse con Kalisa. Luego de esos meses dudaba que pudiera hablar con ella tan seguido. Una vez visto la imagen holográfica de Kalisa frente a él sonrió brevemente.

—¿Algo que informar? —preguntó.

Kalissa se cruzó de brazos enojada. Odiaba cuando Mirova la trataba como otro de sus hombres, como si ella no fuese nadie.

—Velikoj Smog Mirov, ten cuidado con tu tono —regañó. Él sonrió, le encantaba verla enojarse por nimiedades como esas y, más que todo, porque necesitaba descansar un poco—. No has podido dormir ¿no es así? Tienes bolsitas bajo tus ojos. Debes ser fuerte, Mirov. Ella necesita verte fuerte —comentó dando justo en esa herida que portaba desde hacía ya mucho tiempo.

—Lo sé —confirmó sin ánimos.

—Sabes, lo he estado pensando mucho. Sobre todo en estos días en que esta casa ha estado vacía sin tu presencia ni la de Emeral ni la de mi niña ¿Cómo será? ¿Habrá cambiado tanto? Mi niña era una chica fuerte con ideales aún más valerosos que la de cualquier crío que entró en la corte después de que desapareciera.

Mirov sonrió y negó ante el comentario. Sí, era posible creer que Marian hubiera puesto de cabeza la corte y él estaría ahí para apoyarla.

—No lo sé. No es algo que deseara preguntarle a Trent —resopló recostándose—. Solo sé lo que alguna vez mencionó: es fuerte y orgullosa.

—Mira qué cualidades ha heredado —Sonsacó la anciana mujer nostálgica por tal confesión.

—Debo terminar, Kalisa, informame cualquier acontecimiento más si se trata de Strager y Girón.

La mujer masculló.

—Girón esta mejor, mañana le darán de alta.

Eso complació a Velikoj. El guardia había resultado muy bueno en sus facultades, le gustaba la idea de llevarlo con ellos, pero después de lo sucedido le esperaba largos meses de reposo. Se lo merecía en tal caso.

Sarasay veía el manto negro con especial emoción. Estar ahí, frente a frente, con ese universo lleno de constelaciones la hacían vibrar de asombrosa manera. En el pasado había sido a bordo de El Marqués; adoraba esa nave que les llevó a los lugares más recónditos del universo, en esta ocasión no dudaba de que Septum nox sería capaz de mucho más. Después de todo, con el orgullo plasmado en sus ojos, ella lo había construido al lado de los mejores hombres que pudiera tener.

Aquellos eran días tranquilos, igual que los que vivía en ese instante. Careen se acercó a su mujer, se cruzó de brazos y contempló la gran cúpula de vidrio reforzado que habían construido. Una de las cosas que quería tener en El Marqués y no pudo hacer, ahora estaba reflejada en ese ominoso techado. La miró por breves segundos en que notaba el brillo en sus ojos y suspiró. Ambos esperaban con ansias el instante en que todo sucediera. Le recordaba mucho a los días en que la impetuosa de Sarasay daba primero los pasos antes que su hermano mayor y él, sin enfrentarla, le seguía de cerca siempre apoyándola aunque se les hubiera ido todo de las manos y es que en más de una ocasión la tripulación se vio envuelta en un sinfín de problemas que parecían no terminar nunca. Días gloriosos. Así lo llamaba y lo eran.

Abel se retiraba de vez en cuando con el camino trazado en el sistema de la nave. Buscaba comer, relajarse, entrenar y hablar de tonterías con Maxiliam a quien la ligereza del viaje empezaba a aflojarle. Se le cruzó por la mente haberse llevado a la morena con la que su madre le había descubierto y aun así sabía que era imposible. Aunque solo pensarlo le causaba gracia. Su madre corretearía a la chica por toda la nave para luego lanzarla en la primera Central que vieran.

—Será cuestión de varios parces para estar cerca del Sistema Dtar —comentó Emeral.

Era tan solo cuestión de días para que se vieran del otro lado, explorando otros horizontes a los que, realmente, Mirov nunca había sentido el deseo de llegar. Conocía aquellas zonas tan bien que no le era imperioso ir tan lejos.

—¿Lo recuerdas? Alguna vez te escuché decir que habías pasado de este sistema —dijo ella en tono conciliador.

—Lo hice. —Respondió y calló.

Emeral observaba al hombre con el gesto torcido.

—Señor, está ingresando una comunicación —comentó Abel.

—Enlazala y trata de fijar el curso de la llamada —Ordenó.

Mirov se encontraba de pie a la imagen holográfica, cruzado de brazos y con el rostro severo, imponente ante la mujer quien a pesar de todo dudó.

—No traigo buenas noticias, señor —Comenzó—. En nuestra inspección por... —calló por segundos—. La he perdido, señor. Creemos en la posibilidad de que este con Prato Rowane —Mirov se ahincó al escritorio frente a él—. Si está en Espirale...

—¿Qué te hace pensarlo? —interrumpió.

—Uno de mis hombres cree haber visto a Han Lion con ella. Si es así, no dudo que Lion vaya a donde esté más seguro y eso es Espirale.

Trent conocía bien a Gonk como para saber que pocas veces se había equivocado. Además, estaba bastante convencido de ello.

—Rowane es un hombre de palabras, Trent. A menos que hayas hecho algo indebido —Ella frunció el ceño. Quiso defenderse pero la sola mirada de Mirova bastaba para saber que debía callar.

—Entablaré una comuni-...

—Olvídalo —La detuvo—. Yo lo haré. —comentó—. ¿Qué planes tiene Teber?

Trent bufó.

—Nada relacionado a ella. Parece absorbido por Anaquil, tan solo quiere llegar a Defaures, además... tiene plena confianza en que ella volverá por sus propios pies a El Marqués. —Emeral palideció sintiendo tristeza con solo escucharla—. Señor, yo pienso igual.

Mirov asintió con la mirada en el suelo.

—Gracias, Trent.

—Señor, a partir de ahora no puedo entablar más comunicación. Temor que Teber me haya descubierto —Mirov alzó la mirada para contemplarla por breves segundos en los que el silencio imperó—. Intentaré ganarme su confianza de nuevo.

—No te arriesgues, Trent, al menor vestigio de que algo va mal, sal de ahí. ¿Has entendido? —preguntó

—Sí, señor.

—Ten cuidado.

Antes de que la comunicación terminara Emeral y paseaba por el lugar con la mirada en Mirov, creía hacer un hoyo en el suelo si tan solo no fuera de metal. Se detuvo por un instante y resopló. Tenía dudas, muchas.

—Prato Rowane puede usar a Marian como escudo si le conviene —lanzó ella.

—No, para él no debe significar mucho. Solo podría verla como un objeto de recompensa si Teber está de por medio.

—Si no se entera de que es tu hija —murmuró Emeral.

—Hermano ¿realmente hablarás con Rowane? —intevino Sarasay

Sarasay hizo la pregunta que la mayoría dudaba en preguntar.

—Lo haré.

Abel observaba a su amigo frente a la pantalla intentando una conexión segura con quien fuera Prato Rowane. Había escuchado de boca de Maxiliam qué clase de hombre era y, para él, no distaba mucho de Mirov, un sujeto de palabras, noble, orgulloso y de decisión impuesta e incapaz de dar a torcer su brazo. Sarasay le había quitado esa imagen valerosa de su hermano.Si bien no había vuelto al espacio en mucho tiempo y su vida era mucho más llevadera en Riporld, Mirov tenía muy poco de noble a menos que fueras su familia y claro, en su familia entraba quien le acompañase y quien lo traicionase veía el infierno. Además, su brazo podía torcerse según qué persona lo haga cambiar. Sarasay recordaba con gracia las veces en que Amara hizo de Velikoj un chiquillo de grandes proporciones.

El piloto notaba con agrado la familiaridad y cercanía con la que ambos hermanos se llevaban. Mirov era un hombre poco demostrativo aunque su mirada hablara por él. Luego del tiempo que le había tomado a Maxiliam establecer las conexiones, creía estar listo para el próximo paso.

Smog, conocedor de quienes fueran Rowane y Emblat sabía que no sería tan sencillo, que lo callarían apenas intentase hablar e incluso cortarían la comunicación. Nunca había sentido interés por Espirale ni antes ni en ese momento. Desconocía sus objetivos aun cuando no podía distar mucho de la que tiene todo sibilante. Esperó paciente a que Maxiliam terminase y, al concluir, inició.

La primera imagen que el grupo logró ver era la de Rowane compungido por tan extraño llamado. Se sentía inquieto, sorprendido y curioso, demasiado curioso como para no permitir aquella conversación que temía no sería nada grata. Aun así, tanto él como Emblat caían en cuenta que esa clase de hechos no sucedía todo el tiempo.

Mirov notó la presencia de Emblat a su lado. Su segundo, compañero y amigo; el mismo hombre que alguna vez le apuntó con el filo de su espada representativa de ser comandante de La Avanza.

—Rowane, Emblat —Les llamó—. He sabido de la presencia de hombres de su tripulación al lado de Erna Teber.

Rowane se cruzó de brazos dubitativo. Velikoj seguía siendo como el hombre que alguna vez conoció. Directo y conciso.

—Así es —afirmó—. ¿Acaso tienes alguna idea de en qué estado se encuentren mis hombres? Teber no suele tener rehenes por tanto tiempo —espetó. Mirova observó por un segundo a sus hombres dudoso.

—Tenía la idea de que habían llegado a ti —musitó severo.

Prato resopló sentándose. Ni estaban con ellos ni habían podido hablar con ninguno de los dos. Para Rowane tanto Ora como Lion desaparecieron desde el momento en que fueron capturados. Cavany miró consternado a Smog y negó, sentía lo mismo que su capitán.

—Desconocemos el paradero de nuestros hombres, Smog —aclaró Emblat finalmente.

Mirova suspiró. Ya lo temía, tan solo ver la actitud del capitán le demostraba cuan poco sabían de ellos.

—Tus hombres llegaran a ti, Rowane y llevan consigo algo valioso para mí. —Capturó la atención de Prato—. Puedo inferir en qué parte del sistema estarán, pero necesito que me des tu palabra.

—Mi palabra... —sopesó—. ¿Cómo puedes saberlo, Mirov? Eres un general de La Avanza. Pudieras tener las malas mañas de sus generales.

—Ya las tenía desde antes, Rowane, no somos precisamente un par de idiotas —espetó. En toda su conversación se había mantenido sereno, sin razón a sonrisas sarcásticas como la que ahora llevaba.

—Quiero saber dónde están mis hombres. Lo que sean que ellos hayan tomado de ti poco me interesa —Mirov asintió. Si algo sabía Velikoj de Prato Rowane era de su lealtad hacia su tripulación. Era, si se quiere, de los pocos sibilantes que sentía un real aprecio por ellos—. ¿Hablarás?

—Cerca de Aki-266 hay una central, un poco obsoleta, pero funcional. Tu hombre es inteligente, llegará ahí y luego volará al planeta más cercano —Emblat ladeó la cabeza torciendo el gesto.

—Sabes de quiénes estamos hablando —afirmó convencido.

—Han Lion es un hombre como pocos, Cavany. Siempre he tenido presente sus movimientos.

Emblat no podía estar más de acuerdo con ello.

Convencido, Prato había hecho un pacto que los acercaría a cada uno de sus objetivos. Septum nox, sin embargo, se encontraba mucho más cerca de su destino que Espirale y Mirov no dudaría en dar inicio a la búsqueda sin Rowane con tal de encontrar a Marian.

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