⚘ Uno
Sanha parpadeó centenares de veces antes de que Mingyu, cansado de él, lo empuje por el hombro. Aún no creía lo que oía, le había dolido, sí y mucho.
Mingyu envolvió una sábana por su cadera dirigiéndose al baño, dejando a Sanha desnudo y sudado en la cama.
Sanha llevó su palma a la boca, trató de acallar sus sollozos para que el chico de quién estaba enamorado, no lo escuchara. Parándose con las rodillas temblorosas, tomó sus prendas del suelo, poniéndoselas a continuación. Cuanto antes se marche de ahí, mejor.
Suspira temblorosamente, agarra el pomo de la puerta de la habitación donde su pesadilla comenzó. Huyendo de ese lugar, mientras bajaba por las escaleras sentía las paredes vibrando, por sus ojos lágrimas agrias corrían sin parar, su corazón sentía una tras otra puñalada. ¿Tan inútil era?
No lo sabía, hasta ese momento, Mingyu le despreció como nadie lo habría hecho. El dolor creciente en el pecho estaba asfixiandolo.
La estruendosa música dubstep resonaba por los amplificadores de la fiesta en aquella odiosa casa. Dongmin lo vio bajar, él le sonrió pero esa sonrisa se esfumó cuando vio sus lágrimas. Dongmin corrió hasta él a través de la espesa gente y lo tomó por los hombros pero Sanha aún escuchaba esas dolorosas palabras repetirse y proyectarse en su cabeza como una mella.
- Me aburres.
- ¿Qué?
- Ya no me excitas Sanha... me aburre estar contigo, siempre soy yo el que inicia, él que se mueve, él que hace todo el trabajo y cuando tú lo haces eres torpe y descoordinado. Me matas las ganas, aprende, no me importa si le pides consejos a tus amigos o a cualquiera, pero no vuelvas hasta que sepas hacerlo.
El era asquerosamente tímido ¿A quién pediría tremendos consejos? Además de ser sexuales, claro.
- ¡Sanha! ¡¿Qué ha pasado?! - preguntó Dongmin, alarmado. Su mejor amigo lo estaba sacudiéndolo por los hombros. Pero él estaba perdido en sus pensamientos.
- No pasa nada - murmuró con los ojos en cualquier punto en el piso.
- ¿Cómo que nada? ¡Joder, estás llorando! - Dongmin exclamó pero Sanha empujó a su amigo apartándolo de su camino, quería ir a casa, no se sentía para nada bien.
Necesitaba dormir y olvidar las frías y desagradables palabras de Mingyu.
Al bajarse del taxi divisó el gran portón de su casa, sabiendo que el Sr. Foei lo vio por las cámaras, esperó hasta que estás se abrieran. Un pitido sonó y los grandes portones se abrieron para recibirlo. Caminó desanimado hasta la entrada, sus zapatos arrastraban consigo las piedrecillas que conformaban el largo camino.
Abriendo las puertas doble de su casa, vio a un hombre parado en el lobby, él volteó para mirarlo. Como siempre con su infaltable traje negro a rayas horizontales gris, él le sonreía como cada vez que se veían, pero Sanha no le correspondió esta vez.
- Hola Sanha ¿Qué sucede? - preguntó él con voz suave.
¿Es qué acaso todos necesitaban saber sobre su humillación? No había una puta necesidad de hacerlo.
- Nada Bin. Sólo estoy cansado - comentó estirando su cuello de una lado a otro, masajeando la zona - ¿Estás esperando a mi papá? - echó un rápido vistazo a su reloj, pasaba de medianoche.
- No, ya me iba - Moonbin le dijo. Él le sonrió mientras se rascaba la nuca. Moonbin, el gran empresario de Corea, el más rico y apuesto joven de treinta años, mejor amigo de su padre y más cotizado por todas las jóvenes que tengan oportunidad de siquiera respirar el mismo aire.
No aparentaba treinta si no veinticinco o quizá menos, bueno, eso pensaba Sanha. Desviándose de su camino, pasó al lado de Moonbin que juntó sus cejas interrogante por la actitud del pequeño chico que siempre que lo veía lo abrazaba o algo por estilo. Estaba comportándose raro y Moonbin lo sabía.
Sanha subió las escaleras con paso pesado, sus pies se sentían como sacos de plomo. No esperó a que Moonbin se despida, sólo quería dormir o bien desaparecer de la faz, pero lo primero si podía, lo segundo era imposible.
Moonbin sólo calló al verlo deprimido, viéndolo irse. Llegando por fin a su habitación se esparció a la cama pensativo. ¿Qué podía hacer? ¿Ver vídeos porno? ¿Usar su imaginación? ¿Preguntarle a su hermano mayor? No, eso estaba totalmente descartado, si Jinwoo lo supiera mataría a Mingyu. Siguió pensando. ¿Debería pedir consejos a Dongmin? ¿O tal vez a Prim?
Ninguno era buena idea. Dongmin aún era virgen según sabía. Prim era muy tímida al igual que él. Estaba magníficamente jodido.
No tiene ni una sola persona en quien confiar sin que fuera una humillación histórica.
- ¿Pequeño? - preguntó Moonbin. Sanha abrió los ojos lentamente.
- Estoy aquí.
Su habitación estaba totalmente a oscuras necesitaba dormir pero Moonbin le había quitado el sueño con la interrupción. El mayor entró a la habitación buscando a oscuras su cama, cuando la encontró, se sentó en ella, cerca de él. Sanha se acurrucó más a un costado.
- ¿Qué pasa? Dime... - Moonbin pedía. La pierna de Sanha estaba a su lado por lo que la atrajo hacía sí, subiéndola
en sus muslos, acarició su pierna tranquilizándolo. Sanha se lo agradeció silenciosamente.
Entonces comenzó a dudar seriamente si sería bueno confiarle a Moonbin sus atormentados pensamientos. Sólo que no sabía si decirle a Moonbin la verdad, confiaba en él, pero quizá no lo suficiente.
- Yo... - Sanha tragó saliva pensando en si hacerlo o no, necesitaba contarle a alguien, quería llenar ese agujero que Mingyu abrió en su pecho. Necesitaba desesperadamente desahogarse.
- Sólo dilo, prometo no juzgarte ni reprocharte, soy tu amigo - Sanha miró la sombra del hombre, preocupado - ¿Confías en mí, pequeño? - pregunto. Sanha se aclaró la garganta un poco incómodo.
- Sí - suspiró hondo para continuar - Mingyu... Mi novio ¿Lo recuerdas?
- comenzó.
- Uh-huh - sonó un poco tosco pero Sanha lo dejó pasar.
- Él me... Umm, no sé cómo decirlo.
- ¿Te hizo daño? - interrogó, apretando sus dedos en su pantorrilla. Sanha negó hasta que se dio cuenta que Moonbin no podía verlo.
- No. Claro que no, Bin cálmate - pidió al verlo exaltado. Moonbin exhaló aire, tranquilizandose.
- ¿Entonces, qué te pasa?
- Él, y por favor no te enfades con él... Estoy demasiado avergonzado con sólo decírtelo - Moonbin río - Mingyu me dijo que no soy bueno - confesó. Moonbin echó una risa que provocó que su pecho musculoso bajo la camisa vibrara.
- ¿Es por eso qué estás enojado? Es mentira bebé, no eres malo, eres un buen chico - respondió Moonbin.
- No, no comprendes - Sanha gimió desesperado, no sabía cómo decirle - Mingyu no se refería a mi actitud.
- ¿Ah, no?
- Um, Mingyu se refería a... A qué... Le aburro sex... Sexualmente - Sanha apenas pudo decirlo en un murmuro. A Moonbin le costó oír y cuando lo hizo, apretó los labios dejándolos blancos. Sanha ahogó la almohada en su rostro totalmente sonrojado, los dedos de Moonbin dejaron de apretar para sólo quedarse sobre su piel - ¿Moonbin?
- ¿Sexualmente? - la voz de Moonbin sonó rara antes sus oídos.
- Sí... Por favor, por favor no se lo cuentes a papá, me asesinará si se entera de esto - le rogó, entonces sintió la mano de Moonbin sobre su cabello, acariciándolo.
- Tranquilo, no se enterará, pequeño - Sanha volvió a drenar sus pulmones del aire que no sabía que estaba retenido - Sigue - le animó - ¿Te ha dicho algo más? - medio gruño y Sanha río.
- Algo, algo así de qué busque ayuda o pida consejos a mis amigos.
- ¿Consejos sexuales? Oh, bueno, nadie te lo contaría naturalmente. Hablar de sexo con un chico de veinte años es un poco... Raro.
- Sí, no sé a quién pedírselo, no quiero que mis amigos se enteren de esto, me da mucha vergüenza - Moonbin apenas lo divisó abrazarse a sus piernas al pecho con la poca luz que había. Eso le pareció tierno, cuando una fugaz respuesta se le apareció. Idea retorcida, pensó antes de dictárselo a Sanha.
- Y... ¿Qué tal si soy yo quién te lo aconseje? - la pregunta flotó suavemente, teniendo cuidado de la reacción de Sanha.
Sanha sintió sus ojos iluminarse al escuchar eso de Moonbin, automáticamente saltó a los brazos de Moonbin que le recibió gustoso.
Moonbin era perfecto para ser su consejero, Sanha deducía que Moonbin tenía pretendientes por doquier además de ser un hombre sumamente experimentado.
- ¿Es en serio Bin? ¿Lo harías por mí? - preguntó con su mejilla pegada al de Moonbin. Sintió una sonrisa extenderse en el rostro del hombre.
- Claro pequeño, por ti lo haría... Con una condición- sus labios contra la suave piel. Sanha se apartó mirándole a través de la oscuridad.
Cuidado con lo que dices.
- Todo lo que te enseñé deberás ponerlo en práctica conmigo ¿Lo entiendes? - Sanha vio un brillo repentino en los ojos cafés de Moonbin, él lo sostuvo por su fina cintura, la diferencia de estaturas se hacía notar y fue ahí donde Sanha tomó en cuenta que estaba sentado sobre Moonbin - ¿Sanha? - lo llamó, de nuevo.
- Acepto - dijo antes de pensárselo siquiera. No sabe si es la necesidad de aprender a lo que le impulsó a aceptar la peligrosa propuesta.
- ¿Seguro? - tragó saliva.
- Muy seguro, confío en ti - confesó. Moonbin le sonrío contra su propia voluntad. Sanha posó sus palmas sobre sus hombros, un tanto dudoso - ¿Cuándo comenzamos? - interrogó.
- ¿Ansioso, pequeño?
- Quiero aprender cuanto antes.
Moonbin le acarició el costado de su rostro, un poco enojado por su ansiedad de practicar ¿Tanto amaba a Mingyu? A él no le gustaba ese chico para su pequeño niño mimado, aunque Sanha ya no era tan pequeño, ya tenía veinte años. Moonbin lo vio crecer y lo amaba como a nadie. Que un niño terco, engreído y estúpido como Mingyu le haga sentir mal, le hace hervir la sangre.
- Entonces empecemos ahora ¿Está bien? - Sanha asintió rápidamente - Siéntate en la cama Sanha - él obedeció sumisamente - Mi primer consejo serán los besos.
- ¿Besos? - su tono confundido hizo reír a Moonbin. Así que asintió.
- Los besos son importantes, todo empieza con ellos... Son el impulso a querer más - explicó - Bien encenderé las luces ¿De acuerdo bebé? - Sanha negó.
- No, prefiero hacerlo de este modo.
- ¿Por qué? - Moonbin quería verlo, no quería enseñarle a tientas. Le gustaba este experimento y necesitaba urgentemente mirar al chico.
- Me gusta así. Es más... Íntimo.
Moonbin suspiró.
- Bien, continuemos - se subió a la cama quedando frente al expresivo rostro, él se entumeció a la cercanía - Con los besos puedes controlar a la persona que quieras, claro si besas bien - Sanha se preguntó cómo besaba él, ¿Bien o mal? No lo sabía, quizás también besaba mal. Torció los labios escuchando atentamente al amigo de su padre - Para excitar a una persona, bésalo con suavidad, degusta su sabor ¿Me comprendes?
- Sí, Bin - respondió centrado en la baja aterciopelada voz.
- Acércate lentamente - Moonbin siguió sus propias palabras acercándose a Sanha - Empieza como te dije, ¿Puedo? - preguntó tomándole de cada lado de su rostro. Sanha inhaló con nerviosismo.
- Sí - susurró.
Moonbin pegó sus labios a los de Sanha, sintiendo la suavidad de esos labios, su aliento olía a menta. Sanha logró sentir la lengua de Moonbin acariciar sus labios y cuando los abrió, los de Moonbin le capturaron, envolviendo cada labio lentamente. Su mente se cerró y se concentró en el hombre que estaba robándole suspiros, su respiración se volvió un poco dificultosa pero era verdad, Moonbin besaba malditamente bien. Las manos de Sanha se apretaron contra las manos más grandes de Moonbin, él sonrió en medio del beso.
- Ahora iré más lejos Sanha, meteré mi lengua y deberás jugar con ella - decía sobre sus húmedos labios. Sanha se sentía totalmente hipnotizado por la espesa voz de Moonbin, asintiendo aún dentro de las manos que envolvían su rostro, el hombre atacó sus labios.
Moonbin deslizó su lengua encontrando a la tímida de Sanha. Sentir a un inexperimentado era tan excitante para él, lo sabe por la forma en la que su pene se llena por el calor del momento.
Sanha apretó los ojos jadeando, se sentía deliciosamente bien. Moonbin sólo tocó su lengua, era su turno, poniéndose tenso lamió la lengua de Moonbin. Él abrió los ojos un poco sorprendido, Sanha lo tomó como un impulso para seguir adelante.
Abriendo aún más su boca, buscó la lengua de Moonbin, los engranajes en su cabeza rotaban, mecanizaban su mente, debía excitar a Moonbin. Esa era su meta, pero Dios, no puede dejar de pensar que está besando al mejor amigo de su padre. Diez años mayor que él, el más codiciado de Corea, esa era mucha carga para sus pequeños hombros. Si su papá los viera, mataría lentamente a Moonbin y luego seguiría él.
- Lo estás haciendo tan bien, pequeño - animó Moonbin al verlo paralizado. Los dedos de Moonbin abrazaban su cuerpo, las yemas se paseaban por su espalda, podía sentir como calentaban su piel. Jadeó dentro de la caliente boca. Sanha entreabrió lo ojos observando las facciones del hombre, su lengua se enrolló con la de Moonbin. Su pecho iba pegándose al contrario. Sus lenguas jugaban una con la otra. El calor los envolvía cada vez más, la temperatura de la habitación ascendió dejándolos sofocados y jadeantes. En el momento en que se separó de Sanha, sólo podía sentirse necesitado de más y un pequeño y transparente hilo de saliva los mantenía unidos.
A Moonbin le gustaba Sanha y mucho.
- ¿Cómo estuve? - excitante, pensó Moonbin siendo consciente de su erección presionando contra sus pantalones.
- Genial - jadeó, tomando aire - Seguiremos mañana Sanha - prácticamente Moonbin había saltado de su lugar. Sus piernas estaban hormigueando, tenía una ganas tremendas de tirarse al chico, pero no podía, no aún al menos - Nos vemos mañana. Estuviste excelente, pequeño - dijo antes de cerrar la puerta.
Sanha se estiró en la cama, con los dedos tocando sus labios, sonrió. Le gustaba como besaba Moonbin.
¿En qué jodida mierda se metió? Dios, es el mejor amigo de su padre y lo había besado. Y lo peor... No se arrepentía de haberlo echo.
Una nueva adaptación!
Espero que les guste y le den mucho apoyo.
Créditos a mishansey
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