⚘ Tres

Sentía la mano de Mingyu en la parte baja de su espalda, tragando saliva, se removió en su asiento, su mente vagaba de un lado a otro.

¡Dios!. Pedía al cielo que alguien lo ayudara.

Bueno, él se había metido solo en ese problema, por una lado Mingyu que le tomaba de la muñeca mientras lo empujaba a su habitación. Apresuradamente se despidió de su padre y Kihyun, cuando sus ojos llegaron a Moonbin supo que al mayor no le gustaba nada que Mingyu le tenga apretado a su costado como enseñando a quién pertenecía.

Moonbin no dijo nada, sólo subió y se encerró en su cuarto.

- Es hora de irnos a dormir, amor - susurró Mingyu contra su oído. Un rubor embargo su rostro, pero igualmente asintió. Dejándose guiar por la brusca mano de su novio, llegaron a su oscura habitación y tragó saliva.

Mingyu se desprendió de su camisa para seguidamente tirarse en la cama, doblar sus manos y colocarlas bajo su cabeza cerrando los ojos, el menor arqueó una ceja.

- ¿Mingyu? - preguntó con voz cautelosa, el pelinegro abrió uno de sus ojos.

- ¿Qué? - Sanha casi juró escucharlo pronunciar esas palabras con un gruñido - ¿Pediste los consejos que te dije? - cuestionó volviendo a cerrar los ojos, Sanha se sentó en su cama observándole. ¿Le podía contar a Mingyu que lo hizo? Sí, pero no que los había puesto en práctica, Mingyu le ahogaría en su bañera de seguro.

- No - pronunció en un murmuro, el pelinegro resopló.

- Sabía que no lo harías - rodó por su costado dando la espalda a Sanha. Jadeó al sentir un dolor en su corazón, Mingyu era tan distante y frío con él.

- ¿Sabes? Es difícil pedir consejos sexuales - reprochó pero él le ignoró, enfureciéndole - Tú sólo me ordenas, ni siquiera me estás escuchando - Mingyu ondeó su mano en su dirección, Sanha le tomó del hombro bruscamente, Mingyu no podía tratarle así y mucho menos en su propia casa. Mingyu gruñó al ser bruscamente volteado.

- ¿Qué coño te pasa, Sanha? - le gritó. Sanha apretó los labios. Conteniéndose.

- Me tienes jodidamente harto, deja de ignorarme o... - Mingyu le interrumpió.

- ¿O qué? - desafió. Sanha gritó internamente.

- O terminamos.

Mingyu se echó a reír sin gracia.

- No te atreverías - dijo muy seguro - Ni siquiera puedes estar sin mí veinticuatro horas, deja de ser inmaduro y perder tu tiempo. Sin experiencias no me sirves, si me quieres ¡Busca experiencia! y déjame dormir en paz - escupió hiriendo aún más al corazón de Sanha.

Tomando sus palabras se paró y salió de la habitación dando un azote a la puerta. Recostándose en ella, suspiró y exhaló, sus ojos estaban completamente vidriosos.

¿Tan inútil era? Bueno, su propio novio, el chico que juró amarle se lo aclaró. Qué otra prueba quería.

Escuchando música en el fondo del pasillo volvió su cabeza hacia aquella dirección. Era el cuarto de Moonbin. Acercándose aún más, su juicio se iba nublando por una niebla roja, estaba tan enojado con Mingyu que le daría una lección.

Sanha solo seguía sus órdenes después de todo.

Se quedó parado delante de la puerta de Moonbin que hasta donde sabía era su consejero sentimental y sexual, subiendo los nudillos golpeó la puerta impaciente, unos pasos se escucharon y la hermosa voz de la banda Cigarettes After Sex sólo parecía susurrar la canción.

Moonbin abrió lentamente la puerta no esperando ver allí a Sanha. Alzó los ojos hasta encontrarse con los suyos, no necesitó más cuando Sanha saltó contra su cuerpo haciéndole dar un paso atrás, sorprendido.

La boca de Sanha se movía sobre la suya con voracidad y rigidez, era un beso fuerte y demandante.

Moonbin no se quedó atrás enredando sus manos por la fina cintura de Sanha pateó la puerta, metiéndole consigo. La espalda de Sanha golpeó con fuerza la puerta y gimió.

Jadeando, abrió los ojos y pasó los dedos por la sedosa piel de Moonbin, él llevaba sus pantalones de pijamas, su rostro y labios se hinchaban.

- ¿Qué haces aquí, no deberías estar con tu novio? - cabeceó hacia la dirección de su cuarto. Sanha rodó los ojos para enredar sus manos en el cuello de Moonbin.

- Estoy contigo ¿No? - sonó un poco chocante y agrió pero no le importó. Moonbin arqueó una ceja pero no objetó - Quiero una lección - pidió suavemente. Él le sonrió – Completa.

Moonbin contuvo el aliento y lo miró intensamente.

- ¿Completa? - cuestionó.

Sanha asintió apretando su cuerpo contra él, acentuando su deseo. En verdad deseaba a Moonbin tanto como su siguiente respiro. La niebla cegaba sus sentidos y pensamientos coherentes.

- Quiero que me folles - ordenó, volviéndolo a besar.

Sabía que estaba mal.

No le importaba.

Sanha estaba sentado sobre las caderas de Moonbin, su camisa arrugada bajo sus brazos, mientras él paseaba su lengua por sus areolas, chupándoselas, lamiendolas y desgastándolas.

Le encantaba saborear a Sanha.

Sanha tenía echada la cabeza sobre uno de sus hombros, Moonbin paseó sus manos por los lados del menor, sus yemas ardían sobre la piel de Sanha, oyendo de fondo la suave voz de Cigarettes After Sex con su canción Sweet.

Moonbin pegó sus pechos mientras subía hasta su mandíbula y la mordisqueaba. Sanha gemía tan fuerte que Moonbin cubrió su boca con una de sus manos mientras llegaba a su lóbulo.

- Deja de gemir tan alto, van a escucharnos - dijo seductoramente. Adentró su lengua en el oído de Sanha, él se retorció escuchando el músculo húmedo de Moonbin. Gimió aún más fuerte.

- Espera.

Abrió los ojos de golpe levantándose de las caderas de Moonbin. Moonbin torció los labios. De seguro se arrepintió, pensó.

Una sonrisa surcó en sus labios cuando Sanha llegó a su mini componente y giró el volumen aumentando, volteó y sonrió con burla - Así no nos escucharan.

Él caminó lenta y sensualmente hasta la cama donde Moonbin se recostó contra la cabecera arqueando una de sus cejas. Sanha bajó sus ojos hasta el dobladillo de su camisa, cruzando sus manos tomó cada lado para deslizar la prenda por su torso, tiró la camisa al suelo para ahora meter sus pulgares en la cinturilla de su pantalón y deslizarlo quedando sólo en bóxers.

Moonbin se acomodó mejor, abrió las piernas invitándolo, Sanha gateó hasta Moonbin y se arrodilló delante suyo. Una mierda Mingyu, una mierda su relación y sus consejos.

Los ojos de Moonbin pasaron de ser chocolates a negras esferas, Sanha supuso que estaba totalmente excitado. Tirando de sus camisuras bajó sus dedos hasta el pijama de Moonbin, podía divisar el miembro palpitando, empujándola metió su mano dentro de ellos.

Sanha se sorprendió de descubrir a Moonbin ir de comando.

Eso le excitó aún más, gimiendo por lo bajo sacó el pene de Moonbin y comenzó a masturbarlo, Moonbin tenía un brazo doblado y su palma bajo su cabeza sosteniéndose para así mirar abajo.

Sentía la dura carne en sus manos, eso le ponía, pasándose la lengua por los labios rodeó el glande de Moonbin que jadeó audiblemente, chupando absorbió un poco del líquido pre-seminal, el sabor era explosivo, magro y dulce a la vez.

Le gusta el sabor de Moonbin.

Moonbin acariciaba su mejilla dando círculos con su pulgar, le encantaban las caricias de Moonbin sobre él, no podía evitar. Moonbin tenía algo magnético que le atraía y no podía decir un puto no. Volviendo en sí, con ayuda de su lengua se deslizó por toda su polla ensalivándola para facilitar el vaivén.

Una vena palpitaba en su boca, quitando la boca de Moonbin de su miembro, con la punta de su lengua delineó la vena gruesa.

Oh, se sorprendía de cómo Moonbin enterraba su cabeza en la almohada y suspiraba repetidas veces, su pene ya dolía por la excitación del momento, la neblina aumentaba y él sólo veía rojo.

Engullendo una vez más el pene de Moonbin, se masturbó un poco, él nunca fue extrovertido en la cama, era todo lo contrario. Era tímido. Tanto que se sonrojaba por cada movimiento o acto que debía hacer, ahora estaba sonrojado, sí, pero no tímido, es más quería enseñarle a Moonbin lo lanzado que podría ser. Moonbin gimió con fuerza al tomar cada lado de su rostro y avasallar contra su boca, le gustaba, Moonbin follaba su boca mientras contraía su rostro.

Sanha ahuecó las mejillas enroscando su lengua. Concentrándose únicamente en el eje bajo el glande, esa era la parte más erógena de Moonbin.

La última vez que estuvieron juntos, lo descubrió. Moonbin jadeaba perdido en su propia niebla, la boca de Sanha era perfecta, abriendo los ojos bajó hasta encontrarse al pequeño chico chupar su polla con devoción, como si fuera el mejor dulce del mundo. Apretando los dientes observaba los labios hinchados y rosados del menor succionarlo, su respiración era errática.

Estaba cerca de su clímax.

- Sanha, aléjate si no quieres que me corra - Sanha sonrió mientras chupaba con más fuerza.

Su orgasmo venía con fuerza, no podía
detenerse, el castaño tampoco se apartaba, gimiendo se liberó dentro de la boca de Sanha, este tragó la cremosa esencia, su nuez se movía rápidamente, Sanha observó como unos finos hilos se deslizaban por las comisuras de Sanha, sentándose atrajo a Sanha encima, su palmas sobre sus bóxers.

Abriendo su boca lamió y devoró los labios, él lo abrazó por el cuello, nunca creyó que Sanha sería tan... Efusivo en la cama. El beso ascendió a uno más apasionado, sus manos entraron por debajo del bóxer blanco haciendo contacto con la caliente piel de Sanha y sus glúteos, apretándolos absorbió un gemido de Sanha, en su vientre sentía la dura polla. Sonriendo lo apartó y volteó a Sanha sobre su estómago.

- En manos y rodillas - ordenó. Sanha mareado por la excitación, con manos temblorosas acató la orden de Moonbin, él se arrodilló detrás suyo, deslizó una mano por uno de sus gemelos, su dígito se quedó sobre su entrada y lo estremeció - Pásame aquella botella - pidió - también mi billetera.

Un poco desorbitado le pasó los objetos, Moonbin sacó de su billetera un preservativo, sonrió interiormente.

Moonbin le joderia.

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