⚘ Seis

Culpabilidad.

Infidelidad.

Confusión.

Lujuria.

Sanha estaba jodidamente harto de todo eso, apenas cursaba los veinte años y su vida era un completo caos. Tenía que haber escuchado a su padre cuando le dio ese consejo; "No tengas ninguna relación seria antes de los veinticinco, créeme son lo peor, te joden la maldita existencia."

Pero un hijo nunca escucha a sus
padres, deben aprender por sus propias experiencias.

Qué porquería.

Vale, nadie escarmienta en cabeza ajena. Sanha lo sabía, ahora se tomaría más a pecho los consejos de su padre.

Bueno, ahora estaba Moonbin, tal vez debería evitarlo toda la noche, eso pensó cuando Kihyun le arrastró hasta la mesa que compartían con Bin y Sua. Sua le sonrió, Sanha se incomodó aún más al sentarse al lado de Moonbin y al lado de ella, Sua pegada a su costado. Tensión en el aire. Tal vez, Kihyun y su padre lo sentían a lo que le sonrieron un poco confundidos.

- Por fin apareces, Sanha - dijo Shownu bebiendo de su copa de vino. Oh, Sanha quería emborracharse tan mal esa noche - ¿No vas a felicitar a Moonbin por su nuevo encargó en Estados Unidos? - preguntó.

Sanha estiró de sus comisuras en una sonrisa nerviosa, matando a su padre silenciosamente con la mirada.

- Claro - contestó.

Girándose, se detuvo delante de Moonbin, él se mantuvo al margen de la conversación, Moonbin también le miró. Sanha se derritió al ver esos ojos chocolates observarle, en ellos vio un brillo inusual. Joder.

- Felicidades, espero que te vaya muy bien allí - dijo, tragó saliva y Moonbin le sonrió.

- Gracias - él respondió.

Moonbin apartó los ojos y Sanha gimió internamente. Mírame, quería decirle pero las palabras no salían, el nudo en su garganta se ató con fuerza. De alguna forma, Moonbin le rechazó sutilmente.

- ¡Qué lindo! - exclamó una suave voz.

Viendo más allá de Moonbin, bloqueó sus ojos en Sua. Ella extendió su delicada mano, provocando que el rojo de sus largas y bien cuidadas uñas hicieran un ruido.

- Mi nombre es Sua. Ya nos hemos visto antes ¿Lo recuerdas?

¿Cómo olvidarte? - Sí.

Cortó la conversación al volver su atención al plato delante de él. No quería intercambiar palabras con alguien que era el centro de Moonbin. Quizá, por celos. Shownu intercambió miradas con Kihyun que luego de un momento habló a Sua. Shownu logró darse cuenta de la manera distante en la que Sanha se comportaba o como fruncía el ceño cada vez que Sua se unía a la conversación.

- ¿Cuándo se van? - preguntó Kihyun.

Su corazón se aceleró esperando por la respuesta.

- ¿Te vas con Bin, Sua? - Shownu compartió su duda.

Sua sonrió enseñando sus perlados dientes, echó una rápida mirada a Moonbin y asintió alegremente. Sanha apretó los cubiertos en sus manos, marcando sus palmas.

- Nos marchamos el viernes, por la noche. Bin se empeñó en llevarme con él - más sal caía en las heridas de Sanha - Y siempre me gusta complacerlo - ella se encogió de hombros.

Kihyun asintió.

- Eso es muy apreciado de tu parte, Moonbin - no lo apoyes Kihyun. Sanha rodó los ojos y deseó que un jodido agujero apareciera y lo tragara - También quisiera que Shownu me llevara a algún lado.

Sanha no miró a ninguno. Él apenas estaba escuchando lo que decían. Sólo deseaba que la noche terminara y él pueda desaparecer. Tener a Moonbin tan cerca de él le ponía mal.

Shownu besó la mejilla de Kihyun -Tus deseos son órdenes. Pero Moonbin no suele hacer estas cosas, Sua lo acompaña porque es su hermana pequeña y él es muy celoso.

Sanha comenzó a tomar de su copa de vino cuando oyó a su padre decir la palabra hermana. Vergonzosamente escupió todo el contenido. Tosió con fuerza, tratando de respirar. Shownu y Kihyun se levantaron de inmediato a ayudarle, encontrándose con la mirada de Moonbin vio una enorme sonrisa en su rostro.

¡Hijo de puta!

- ¿Te encuentras bien? - preguntó Sua acariciándole el rostro.

Ahora que logró mirarla detenidamente, era más que obvio que Sua fuera su hermana. Mismos ojos oscuros, misma pálida piel, misma nariz respingada.

Ella se inclinó y solo le susurró - Caíste, Sanha - Sua le dio unas suaves palmaditas en la espalda y vio a su hermano mayor -¿Moonbin por qué no lo sacas a bailar?

Moonbin no le respondió, él se levantó con su característica elegancia, abotonó el botón de su traje y extendió su mano a Sanha.

Sanha le frunció el ceño, se levantó y retrocedió unos pasos enojado por haber sido engañado pero Moonbin insistió, fue hasta Sanha y le tomó de la mano comenzando a tirar de él hacia la pista.

Y estaba completamente seguro que la vida estaba en contra suya.

Una suave balada comenzó a sonar. Moonbin los llevó en medio de la pista, estrechándolo contra su cuerpo, se deslizaron quedando apretados. Algunas mujeres comenzaron a comentar por verlos juntos tan cerca. Moonbin pudo ser egoísta al engañar a Sanha de esa manera pero necesitaba que entendiera sus sentimientos.

- Imbécil - eso fue lo más sincero que Sanha pudo llegar a decirle, su corazón se suavizó al darse por enterado que Sua no era un peligro.

- Tenías que tener una lección ¿No crees? - escuchó a Moonbin decir.

Sanha gimió indignado.

- ¿Más de las que me dabas? - dijo
molestó mientras se movían suavemente por la pista.

Moonbin le mintió, jugó con sus sentimientos, todo el tiempo haciéndole creer algo que no era cierto y saber qué Moonbin estaba con alguien lo atormentó bastante. Resoplando miró hacia un lado, no quería hacer frente a los sentimientos que sentía, como alivio, placer, despreocupación y la terrible felicidad por sobre todo.

- ¿Estás enojado? - Moonbin le preguntó.

- Claro que lo estoy - afirmó.

- Yo también - él le contestó con una sonrisa.

Sanha volvió su mirada a él - ¿Por qué? Fuiste tú quien me mintió, debería ser yo el único furioso - Moonbin rió y eso sólo le enfureció aún más. Pegándole en el pecho cesó la risa.

- Tú rompiste mi corazón primero.

Sanha se detuvo. Procesando las palabras. Ladeó la cabeza tratando de razonar consigo mismo.

- ¿Yo hice qué?

- Cuando te dije te amo, tres veces - aclaró - Me rechazaste, dijiste que no sentías nada, que amabas a Mingyu. Entonces, ¿Por qué no está él aquí a tu lado? - aclaró la garganta - ¿O, por qué estabas celoso de mi hermana? - Sanha vio directo al suelo, con las mejillas, mordiéndose el labio, tratando de calmarse.

- Mingyu y yo terminamos. Lo discutimos y llegamos a un acuerdo de que esto no funcionaría - Moonbin parecía un poco sorprendido. Sanha le dio una mala mirada - Y yo no estaba celoso de ella.

- ¿No lo estabas? - sonrió con ironía - Aquella noche cuando fuiste a mi departamento, lloraste. ¿Por qué no aceptas simplemente el hecho de que me quieres o al menos que te gusto?

Sanha se sentía extremadamente confundido.

- No siento nada por ti - susurró. Si lo hacía - No te quiero - si lo quería - No te necesito - más que nada - No, yo no te amo - como nunca antes.

- Es por eso que me voy, pequeño - Sanha saboreó de aquel pequeño apodo cariñoso salir de Moonbin otra vez. Recostó su cabeza contra el hombro de Moonbin, disfrutando la cercanía por un fragmento de tiempo.

Moonbin besó su cabeza y dijo en su oído - No puedo esperarte toda mi vida, te amo pero tengo mis límites. Si tú no aceptas que me amas o siquiera te gusto no voy a obligarte.

La balada terminó y Moonbin los
separó lentamente. Los dedos de Sanha hormigueaban por volver a tocarlo y él estaba parado allí, tan cerca. Sólo necesitaba extender la mano y lo sentiría de nuevo. Ambos se observaban hasta que Moonbin rompió el tenso silencio.

- Adiós, Sanha.

Sanha se quedó paralizado en medio de la pista, otra canción comenzó a sonar. Y todos volvieron a tomar a sus parejas.

Sanha sentía como sus ojos ardían. Un lío dibujándose en su mente, disparando ideas, situaciones y decisiones por todas partes. Con ojos temblorosos, se giró. Logró ver a Sua sentada en la mesa mirándoles, ella torció los labios.

Sanha buscó a Moonbin, encontrándolo un poco más allá. Él parecía estar despidiéndose de Shownu y Kihyun.

¿Qué debía hacer?

¿Correr tras el mejor hombre que le hacía sentir tan temeroso o dejarlo ir para siempre?

Haz algo, se gritó. Despertando, fue tras Moonbin. No, él no permitiría que lo mejor de su vida se marchara, debía afrontar sus miedos. Tenía que aceptar el hecho de que se había enamorado de él.

Cuando algo no tiene solución es mejor
afrontar la situación con la frente en alto.

Eso decía su madre.

Ahora Sanha estaba afrontando la
situación.

Moonbin estaba bajando por las escaleras de la puerta trasera. ¿Por qué elige lugares inhabilitados? Se preguntó Sanha jadeando por la carrera, se quedó pensando más de la cuenta, quizás ese era su problema, pensaba demasiado.

Cuando divisó la espalda de Moombin bajar las escaleras del pasillo, gritó su nombre.

Él se volteó mirándole con un rostro impenetrable, no se echaría para atrás, era ahora o nunca. Amar es hermoso. Ama y déjate amar. Kihyun le dijo esa noche.

Jadeando, bajó las escaleras saltando de a dos los escalones sin tratar de tropezar. Moonbin estaba parado allí, Sanha tomó valentía de donde no había, con paso decidido se plantó frente a él.

- ¿Qué quieres? - su tono frío como el acero clavó un puñal en Sanha pero trató de no darle importancia.

- Te quiero - dijo apretando los ojos.

Moonbin se inclinó hacia adelante, ladeó la cabeza - ¿Qué?

Sanha abrió los ojos y vio directo a Moonbin. Extendió sus manos abrazando el rostro de Moonbin.

- Dije que te quiero - repitió pausadamente.

Moonbin parpadeó. Un minuto después, él estaba estirando sus comisuras en una enorme sonrisa. Su corazón se aceleró cuando Moonbin lo empujó contra la pared del pasillo deshabitado. La mano en su cintura y en su cuello lo estaban calentando, mordiéndose los labios vio a Moonbin con nerviosismo.

- Repítelo - pidió Bin.

Sanha gimió desesperado.

Con lo que le costó admitirlo, cabrón.

-Moonbin - dijo, avergonzado.

Sus mejillas se tiñeron de un rosa oscuro. Moonbin disfrutó verlo de esa manera y saber que era él quien le ponía así.

- Te quiero, Moonbin.

Dios, como le costaba decirlo sin
avergonzarse o sentir sus mejillas calentarse. Admitir que Moonbin le gustaba era impresionantemente difícil, tenía un torbellino de emociones dentro de su cabeza. Estar tan cerca de él estaba matándolo.

- Me gusta como suena de tus labios - alagó Moonbin acariciando su nariz contra la de Sanha.

- Bésame - pidió urgido. Su voz sonaba temblorosa por la excitación del momento.

Moonbin era mayor por diez años, pero nadie en su corta vida le obligó a desarrollar estas fuertes emociones como lo había hecho Moonbin con él. Despertando una necesidad que desconocía, nunca se sintió tan dependiente de alguien hasta que llegó Bin a su ser.

Moonbin le enseño un excitante mundo, su consejero, de alguna manera, le abrió los ojos, lo enamoró y lo hizo perder totalmente la cabeza.

Gimió placenteramente al sentir los labios de Moonbin contra los suyos. La aterciopelada lengua empujando dentro de su boca provocando estremecimiento por todo el cuerpo.

Estaba consumido por Moonbin. Por un hombre mayor, con experiencia y cualidades únicas. Sanha obtuvo lo que
todos ambicionaban sin quererlo pero no pudiendo vivir sin él.

Moonbin era suyo.

Jadeó al sentir la boca de Moonbin bajar por su cuello, las manos tirando del chaleco, oyendo como la tela se desgarraba.

Sanha abrió los ojos al sentir como Moonbin tiraba de él hacia su camioneta. Abriendo la puerta, fue empujado en los asientos traseros.

Le excitaba la manera brusca en la que Moonbin le quitaba la ropa. Moonbin le besó su abdomen, subiendo lentamente hasta que él cerró su boca en uno de los botones rosas.

No le importaba que en el edificio de al lado se esté celebrando una fiesta, ni que cualquiera pudiera bajar y ver lo que estaban haciendo. Todo razonamiento se perdió cuando Moonbin se arrodilló delante de él y abrió sus pantalones, metiendo sus pulgares en la cinturilla ayudó a Moonbin a deshacerse de ellos.

Cuando su pantalón salió fuera, Moonbin besó sus muslos, mordisqueó la tierna carne y dejó una marca violácea marcándolo como suyo.

Sanha apretó la cabeza contra los asientos al sentir la boca de Moonbin cerrarse en su erección. En todo ese tiempo era la primera vez que Moonbin chupaba su polla.

Y era excitante tenerlo haciendo eso sólo para él.

Saber que Moonbin era quien le estaba dando el mejor sexo oral de su vida le ponía tanto, pronto llegaría al orgasmo y no quería terminar tan pronto.

Sanha inhaló con urgencia, necesitaba contenerse, sus caderas se movían contra los movimientos de cabeza de Moonbin, sus fosas nasales se dilataron al sentir como su duro pene desaparecía dentro de la boca de Moonbin.

Sanha apretó los ojos y sujetó la cabeza de Bin en su lugar, folló la caliente boca de Bin, Gotas de sudor corriendo por su sien y tratando con todas sus fuerzas de no correrse, pero al sentir dos dedos deslizarse en su interior le hizo tropezar, su mente colapsando.

Sanha era joven e inexperto pero jamás precoz.

Gritó cuando los dedos rozaron su punto dulce. Moonbin sonrió con la polla de Sanha en su boca, tragó saliva y Sanha rodó los ojos al sentir su orgasmo golpearle. Los músculos de la garganta de Moonbin le comprimieron con éxtasis. Terminó corriéndose dentro de la cálida boca.

Moonbin tragó, degustando a Sanha con una mirada depredadora.

Subiendo por Sanha, besó su boca y movió los dedos con más velocidad, estirándolo rápidamente. Quería tener a Moonbin clavado profundamente en su culo. Besando a Moonbin, se apartó - Te quiero dentro.

Y en menos de unos segundos, Moonbin tenía su camisa y pantalones abiertos, listo para él. Ojos oscuros y dilatados.

Moonbin le alzó, sentándolo sobre sus muslos. La polla se alineó.

Sanha mordió sus labios. Sentir la goteante cabeza del pene chocar contra su agujero le hizo gemir desesperado, quería sentir a Moonbin pero él sólo estaba torturándolo por un poco más.

- Moonbin... Por favor - rogó. La tela de los pantalones de Moonbin frotando y rozándose contra la piel desnuda.

- La puerta al cielo... Mi cielo - susurró Moonbin en su oído mientras sondeaba al ansioso agujero.

Su piel se erizó. Sólo la polla estaba fuera de su prenda no había tiempo para desvestirse y hacer todo el protocolo o los juegos previos. La necesidad era tanta que dolía.

- Voy a hacerlo rápido y sucio, Sanha y tú te correrás conmigo - Sanha enfocó sus ojos en él asintiendo. Él tampoco soportaría demasiado tiempo. No cuando la boca de Moonbin trabajó en su polla minutos atrás.

Estaba en el clímax.

Moonbin empujó, adentrándose lentamente en el estrecho canal. Sanha tiró su cabeza hacia atrás, jadeando con fuerza, sintiendo deliciosamente el ser estirado por la polla de Moonbin.

Se sentía tan bien tenerlo en su interior. Aferró sus manos en el cuello de Moonbin, bajó y beso el cuello mientras Moonbin empujaba hacia arriba, contra su culo.

Sanha gemía suavemente, subiendo y bajando sobre la polla. Sanha miró a Moonbin, Dios, como adoraba al hombre. Chocó sus bocas y enredó su lengua contra la de Moonbin. Amaba con locura la manera en la que Moonbin conocía perfectamente su cuerpo, dónde darle placer, en qué momento aumentar la fuerza y cuando dejarlo respirar.

Su boca dejaba escapar gemidos, jadeos, sollozos y súplicas. Su mente es un borrón. Sus sentidos agudizados, su cuerpo sensible. Las manos que apretaban sus caderas impulsándolo hacia abajo contra el pene. Su lengua deslizándose por el cuello y sus manos aferrándose a Moonbin.

Sanha sollozó en el momento en el que Moonbin cambió su ángulo y comenzó a golpear su próstata provocando que pierda la locura. Moonbin lo empujó hacia abajo y tomó una de sus piernas envolviéndola en su cintura. Aumentó los empujes a un ritmo enloquecedor.

Moonbin jadeando contra su oído, le excitaba. Sanha chupó y dejó marcas en el cuello, la camisa abierta estaba pegándose contra su espalda.

Las estocadas se hicieron más brutales y todas y cada una de ellas daban contra su próstata. Los dedos de Moonbin enterrados en su cadera y la otra en su polla, tirando de ella. Su mente sobrecargada de estimulación y los engranajes trabajando.

No soportaba tanta excitación. Los ojos vidriosos de Moonbin se bloquearon contra los suyos. Moonbin besó sus labios suavemente, tomándose su tiempo. Pegó sus frentes y sonrió.

- Te quiero, Sanha.

El menor parpadeó, sonrió y lo abrazó - Te quiero, Moonbin.

Moonbin aumentó el ritmo. Incoherencias brotaron de la dulce boca de Sanha. Llegando hasta su oído deslizó su lengua dentro. Masajeó y apretó la polla con fugas.

- Córrete - ordenó.

Sanha explotó, esparcido por
hormigueantes sensaciones de éxtasis. Moonbin se liberó en el momento
preciso siguiendo a Sanha en ese mar de sensaciones, llenando su interior de una cremosa sustancia.

Sanha disfrutó el calor en su interior.

Moonbin descansó su cabeza contra el pecho de Sanha. Él acarició los cabellos rubios perezosamente, una sonrisa cansada pero satisfecha en su rostro.

- ¿Mío? - preguntó.

Sanha río - Tuyo. Siempre.

- Repíteme lo de antes - molestó a Sanha.

- Idiota - rodó los ojos - Llévame a casa Moonbin, aún tenemos rondas pendientes. Siempre dicen que el sexo de reconciliación es bueno.

Moonbin arqueó una ceja.

Él ayudó a Sanha a vestirse. Lo besó e hizo que Sanha volviera a sonrojarse. Se acomodó su ropa y arrancó la camioneta poniéndolo en marcha en dirección de su departamento donde Sanha no saldría al menos por unas pocas semanas.

Se pondrían al día con las lecciones y luego hablarían de una relación seria.

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