⚘ Epílogo
Cuatro años después...
Sanha se apretó al cuerpo de Bin. Cuatro largos años habían pasado desde aquella noche en la que decidió dar la oportunidad a Moonbin. Y lo amaba.
Sanha descubrió su pasión por el arte muy rápido. Le encanta coleccionar arte. Le apasiona las hermosas pinturas sobre óleo, la forma en la que capturaban su atención y esencia. Tenía la retorcida idea de pintar a Moonbin desnudo.
Sonrió ladinamente. Tal vez, muy pronto.
Bin es hermoso, desde los dedos de sus pies hasta la raíz de su cabello castaño claro. Un hombre realmente hermoso.
Ahora residían en París, se mudaron luego de que Sanha decidiera estudiar Historia del Arte en Francia.
Donde el arte se apreciaba y explayaba gratamente. Su vida dio un giro impresionante, ahora estaba allí al lado de aquel hombre que amaba y adoraba. No importa cuántos años pasaran, parecía que nunca dejaría de amarlo. Sí, pelean, se hieren, se aman, se necesitan. Es parte de la relación.
Sanha observó a Moonbin con amor, él dormía pacíficamente. Podía escuchar su respiración calmada. Besó el pecho de Moonbin y acarició su rostro. Amplió su sonrisa cuando los brazos de Moonbin le apretaron más fuerte.
- Buenos días - susurró.
- Buenos días, pequeño - Moonbin besó su coronilla, parpadeó repetidas veces adaptándose al sol que se asomaba por el ventanal de aquel departamento en el onceavo piso que decidieron adquirir - ¿Cómo amaneciste? - preguntó en voz baja.
- Con ganas... - Sanha dijo levantando el rostro hacia él sin romper su abrazo.
Moonbin arqueó una ceja.
En su mente tejiendo la indirecta de Sanha. Sanha se mordió los labios y Moonbin echó la cabeza hacia atrás riendo.
Moonbin miró a Sanha y extendió su mano para acariciar debajo de sus ojos. Él ama los ojos cafés de Sanha, desde hacía diez años que los admiraba en silencio.
- ¿Ganas de? - dijo.
Su risa llenó la habitación cuando un chico desnudo de veinticuatro años subió a horcajadas en sus caderas. La cintura de Sanha fue envuelta por las manos de Moonbin, acariciaba la tibia piel pálida con su pulgar, sintiendo la suavidad.
- Ganas de que me jodas - contestó
enterrando su rostro en el hueco entre la unión de su hombro y cuello.
Moonbin torció los labios.
- Sanha - se quejó. Sintió a Sanha sonreír.
- Ganas de faire l'amour.
Besó la mandíbula de Sanha y rió. Moonbin es completa y jodidamente feliz, tenía todo lo que siempre quiso. Shownu apoyaba la relación al cien por ciento. Él y Kihyun vivían en Corea, se casaron ya hace dos años, estaban felices tanto como él lo estaba en ese momento. Es decir, Sanha en sus brazos y viviendo en París, el amor, pensó.
El amor te vuelve jodidamente idiota.
A Moonbin le gustaba ser un idiota. Tanta era su felicidad que quizás su corazón explotaría en cualquier momento, suspirando apartó a Sanha de su regazo.
Sanha le miró interrogante y casi indignado de que haya matado su
decidida estrategia de animarlo. Sonrió y se paró dejando ver su desnudo cuerpo.
Sanha se pasó la lengua por los labios, deseaba ese cuerpo arriba suyo, preferentemente entrando y saliendo de su culo. Negó con la cabeza cuando Moonbin desapareció por el pasillo de la habitación.
Mata pasiones.
Tirándose de vuelta en la cama, su cabeza se enterró en la almohada. Cerró los ojos, disfrutando de la fragancia de Moonbin impregnada en su almohada, tomándola, la abrazó.
¿Una persona podría morir de felicidad?
Su respuesta llegó rápida y conclusa cuando Moonbin estaba al final de la cama arrodillado, mirándole con timidez. Sanha tuvo que aceptar que estaba un poco asustado, Moonbin se veía más pálido de lo normal.
- ¿Qué sucede? - preguntó.
Moonbin seguía serio sin decir nada, eso le puso nervioso. Sentándose sobre sus rodillas miró a Moonbin, antes de siquiera seguir hablando Moonbin le enseñó la palma, pidiendo que cerrara la boca. Torció los labios.
- Nunca pensé que este día llegaría - él respiró hondo - Tampoco sabía que terminaría aquí contigo, en París. Joder Sanha, estoy tan nervioso - dijo riendo un росо.
- ¿Moonbin?
Él le volvió a enseñar la palma y Sanha solo quería doblar su maldita mano. ¿Por qué Moonbin se pondría tan nervioso? Eso no tenía sentido.
- Nunca hice esto, entiende si no lo estoy haciendo correctamente, Sanha. Te amo. Te amo tanto que... - pasó una mano temblorosa por el rostro.
- ¡Sólo dilo! - gritó Sanha, impaciente.
Moonbin rió y extendió una mano agarrando sus dedos. A Sanha se le formó un nudo en la garganta al observar cómo una pequeña caja de terciopelo relucía en la mano que él extendía. Los ojos negros de Moonbin le observaban con recelo.
Es un idiota, un hermoso idiota. Pensó emocionado.
- Yoon Sanha, niño mimado y egocéntrico - bromeó. Tal vez, tratando de aligerar el ambiente tenso que creó.
Sanha miró emocionado como abría la pequeña caja, su labio siendo encerrado por sus dientes estaba ansioso y excitado.
- ¿Aceptas ser mi esposo?
- ¡Sí! - gritó Sanha. Llegó hasta Moonbin y estranguló su cuello en un abrazo necesitado. Por fin sus pulmones se llenaron de aire cuando escuchó el ansiado Sí que tanto anhelaba. Noches de tortura y ansiedad para poder decirlo sin sonar como un total idiota.
Sanha apenas tenía veinticuatro, él casi por los treinta y cinco. La diferencia era mucha y había días que se preguntaba por qué alguien tan lindo y hermoso como Sanha se quedaba a su lado. Cada vez que las dudas emergían en su fea cabeza, Sanha se encargaba de hacerle comprender que lo amaba.
Las inseguridades eran parte del ser humano. Moonbin odiaba sentirlas cuando Sanha le demostraba su lealtad y amor siempre. Entonces, pensó que era hora de dar este paso. Moonbin quedó hipnotizado por el brillo que adquirió Sanha mientras veía su alianza alrededor de su dedo.
- ¿Cuándo será la boda? - cuestionó rebotando en la cama. Moonbin estiró sus comisuras.
- Cuando quieras... - respondió. Tomó el rostro de Sanha y lo besó lentamente.
- Entonces, serás mi esposo en una semana - Moonbin asintió, su mente colapsando de tanta felicidad.
Desde que vio a Sanha hace trece años atrás, cuando apenas era un niño sintió un gran cariño por él. Desde ese día Sanha robó su corazón. Bueno, nunca imaginó terminar siendo pareja del hijo de su mejor amigo, pero no lo cambiaría por nada en el mundo.
Moonbin se prometió a sí mismo en silencio que enamoraría a Sanha cada día del resto de su vida. Ambos cayeron sobre la cama. Sanha rodó sus cuerpos encerrando su boca en un hambriento beso, ahora tendría muchos planes que hacer. En una semana la boda del año se realizaría.
Y sí, tanto Sanha como Moonbin morían de felicidad.
- ¿Mío?
Sanha sonrió ampliamente.
- Tuyo. Siempre.
Fin♡
Llegamos al final de otra historia.
Gracias por el apoyo que le dan♡
Nos leemos pronto 😘
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