「 ❝ Prólogo ❝ 」

—Soldados míos —la voz que dominaba a cientos de guerreros alados se hizo paso por el silencio antes acumulado en la sala—, escuchad las órdenes que los creadores nos dieron hoy...

Un guerrero de cinta azul, de entre todos los demás, miró a pies, con la desesperanza de escapar pronto. ¿A dónde iría si quisiera no pelear? Porque claramente allí nadie saldría sin luchar. Para eso existen, para eso morirán.

—Nos iremos a la guerra, para erradicar a nuestros no-hermanos en nombre de la paz —continuó el líder de las tropas, mostrando con orgullo sus alas de águila—. Como Hijos del cielo, somos la esperanza de la vida en el paraíso...

Era curioso, el de bandana azul se jactaba de que jamás daría un paso atrás si se trataba de luchar. ¡Huir debía ser ilegal! Gritaba, sosteniendo la espada que le fue correspondida.

Edem lo necesitaba, más bien, necesitaba a los valientes guerreros que yacían ahí, escuchando las palabras del comandante. Edem era su hogar, su único sitio de estar en realidad, era la casa de sus hermanos y padres. Ningún otro dudaría regalar su vida para salvar aquello, como lo estaba haciendo él.

Estaba asustado ¿pero cómo podría ser eso? ¡Un luchador de su clase NUNCA debería temer! Bueno, en primer lugar... Ni siquiera de debería estar sintiendo algo. Su especie no está hecha para sentir, y entonces ¿por qué él quería escapar?

Si su amo se diese cuenta de que tenía ese defecto, lo mataría. No sabía qué hacían con los Sky-Gios rotos, antes podrían desterrarlos por lastima a verlos morir... Sin embargo, en los nuevos tiempos lo más probable sería eliminarlo.

Los Sky-Gios no temen. No dudan. No replican. No niegan en BATALLAR.

—Así que, hermanos, levantad sus espadas y escudos... —los otros captaron el mandato y alzaron sus armas, gritando devotos sus ganas de perecer en guerra como los buenos hijos que son.

El de pelo rojo fingió la misma energía de los de su al rededor, esperando que sus deseos por terminar todo fuesen llevados pronto por la brisa del combate. Una nueva emoción salió; la culpa.

Amo, perdóneme por no querer cumplir sus anhelos —pensó, viéndose obligado a sostener fuertemente su arma, ya que iba a soltar caer las ganas de continuar.

—¡A la carga! ¡Por nuestros creadores! ¡Por nuestros hermanos! ¡Y por Edem!

Sonaría imperdonable que lo expresara pero él quería realizar por primera vez su anhelo de dejar cada cosa de su actual vida atrás.

Una vez se dio la orden de volar, mil alas se desplegaron para tomar rumbo directo a la guerra. Con la diferencia de que uno no se dirigía al mismo sitio.

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