Prefacio

De todas las cosas que le gustaban hacer a Christian, escalar era una de ellas. Desde que tenía solo siete años le gustaba ir a los centros de juegos y escalar la pared más alta. Su madre no le quitaba los ojos de encima y estaba sorprendida porque su niño no tuviera miedo a las alturas.

Ella las odiaba y las evitaba a toda costa.

A su madre no le era raro que escalara arboles o que se las ingeniara para hacer su propia pared de escalar en casa, ya que siempre había mostrado mucho interés en practicara cualquier deporte que necesitara de fuerza y destreza. Y no ayudaba el hecho de que su padre lo animara.

Con diez años Christian tenía clases de esgrima y pertenecía al equipo de basquetbol de la escuela. Su padre decía que seguir así podría aspirar a ser un profesionista. Aunque el niño solo lo hacía con la intención de divertirse. 

Seguía siendo fan de escalar e iba cada cierto tiempo para no perder la costumbre. 

Su madre le decía que aunque el deporte era bueno tenía que dejar tiempo para otras actividades, unas que no pusieran en riesgo su condición física. Así que para mantenerla feliz, Christian comenzó a tocar el piano y pintar. El piano no fue tan complicado, pero la pintura le sacaba canas verdes.

—Esto es imposible mamá. —Exclamó el chico apretando los dientes.

Estaba intentando hacer el retrato de un frutero. 

—Lo has hecho bien cariño, el dibujo me gusta. Ahora pinta como si estuvieras dibujando. 

Dibujar era más fácil, al menos para él. Descubrir técnicas de dibujo en internet le facilitó la vida, pero lo referente a pintar, era como si su cerebro y sus manos no estuvieran conectadas.

—Lo lograras y veras que será como bailar tango.

—Tengo dos pies izquierdos, no podre hacerlo.

—Sigue intentando.

Al paso del tiempo se dio cuenta que la dedicación era la clave para mejorar en lo que hacía. No nació siendo un buen escalador, ni sabiendo que tecla tocar en el piano, pero cuando se esforzaba y prestaba atención, todo era más fácil. Con ello en mente le tomo cariño a la pintura y a todo lo relacionado con el arte, entre ellos los libros.

—Mis padres me harán una casa en el árbol. —Había dicho su mejor amigo mientras entrenaban en la escuela.

En dos días tendrían un partido amistoso con una escuela vecina y estaba ansioso por ganarles.

—¿En serio? —Cuestionó Christian.

—Sí, el árbol que hay en casa es perfecto. 

—Enhorabuena George.  

Christian no podía tener una casa del árbol aunque quisiera. Su patio era demasiado pequeño y no tenían ni un solo árbol.

—¿Paso algo en la escuela tesoro? —Preguntó su madre en la cena.

—Nada, es solo que a George le construirán una casa en el árbol. —Dijo picando la carne con su cubierto.

Sus padres se miraron entre sí y después de que intercambiaran miradas cómplices, regresaron su mirada al niño que parecía haber perdido el apetito. 

—Christian. —Lo llamo su padre—No tenemos arboles aquí pero en la casa del campo, sí. —Dijo el mayor con una sonrisa—Cuando sea temporada de vacaciones podremos ir y hacer una del tamaño que quieras. ¿Te parece?

La casa del campo era la residencia donde solían vivir sus abuelos. Antes iban con frecuencia, cuando él era más pequeño, pero todo cambio cuando ambos fallecieron y la casa quedo deshabitada. Su padre la visitaba cada cierto tiempo para darle el mantenimiento requerido y no fue hasta dos años atrás cuando decidieron regresar. 

Sus padres anhelaban un aire distinto y el de la ciudad comenzaba agobiarlos. Así que decidieron que era hora de regresar al pueblo donde habían nacido. Se quedaban al menos dos meses, lo que duraba las vacaciones de verano de su hijo.

—Sí. Sí quiero.

—Entonces come todos los vegetales o reconsiderare la oferta. —Dijo su madre.

Cuando las vacaciones llegaron Christian estaba más que emocionado. El primer día no hicieron nada ya que habían Llegado casi al anochecer.

Su padre prometió que lo ayudaría al día siguiente.

Cuando despertó lo primero que menciono era la casa del árbol. Todo lo demás pasó a segundo término, la escalada, el piano, la pintura, incluso la esgrima. Se dedico a hacer todo lo necesario para que la casa del árbol tuviera éxito. Fueron al patio trasero donde se encontró con el árbol elegido. Era enorme y tenía las ramas más grandes que él hubiera visto, por lo que dedujo que serian lo suficientemente resistentes.

Después de hacer un plano y elegir el lado en el que harían la construcción, dieron manos a la obra. Tardaron tres días en construirlo. Su madre los observaba entre insegura y divertida. Ambos, padre e hijo nunca se habían visto tan unidos y eso le emocionaba. Así que saco su cámara y tomo una foto para inmortalizar el momento. 

—Dejen eso un rato, les traje limonada. —Indicó la mujer acercándose a ellos.

Su esposo se encontraba terminando los escalones de arriba, Christian cerciorándose que todo estuviera perfecto en el interior. Al oír a su madre decidió que era justo y necesario el descanso. Su padre bajo con rapidez mientras él decidió probar los escalones.

—Baja cariño —Gritó su madre.

Ocurrió tan rápido.

—Voy mami.

Cuando Christian intento poner un pie en el primer escalón, no se dio cuenta de que lo había puesto muy cerca de la orilla. Fue un solo segundo o quizás dos, cuando se percato que no podría sostenerse. Escuchó un grito, quizá fue suyo. Lo último que vio fue a su madre soltar la bandeja y a su padre correr en su dirección. Hubo otro grito y vidrios rotos.

El golpe y después nada.

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