REINHART
Solo han pasado unos treinta minutos desde que Agatha me rescató de la multitud desesperada, los guardias al ver lo que hacía avisaron al personal del orfanato y en menos de un minuto me estaban sacando a la fuerza del lugar. De todas formas ya no podía más, después de haber sanado quizás a unos quince individuos estaba al borde del colapso físico por agotamiento
La marmota me había recluido en una de las habitaciones del personal que no había sido ocupada, el orfanato estaba colapsado, por lo que entendí los menores estaban recluidos en sus habitaciones mientras nuestro patio de juegos y diversos salones fueron convertidos en enfermerías de emergencia improvisadas.
- ¡Argoitz!
La voz inconfundible de Vicent me hizo girar mi cabeza en la almohada hacia la puerta que se abría violentamente, su mirada denotaba preocupación al igual que un cansancio extremo, se notaba que desde que comenzó todo este caos ha estado sanando sin parar. Apenas llego a mi reviso mi cuerpo para asegurarse que no tuviera una herida, acto seguido levantó su muñeca enseñando una pequeña pulsera que bien reconocía para retirársela y colocarla en mi propia muñeca izquierda.
Era una pulsera simple metálica cromada, lo que la hacía diferente era que en un cuarto de su circunferencia había pequeños cuadrados que titilaban con luz, en total eran diez y cada uno representaba diez por ciento de la magia total del individuo que lo usaba, era un medidor. Los cuadros se iluminaron todos y luego se fueron apagando uno por uno hasta solo quedar encendido el primero a duras penas.
- ¡Argoitz! -exclamó el hurón- ¿Como es posible que hayas agotado de esta forma casi toda tu magia? No tienes sello ni báculo
- ¿Quiere la versión resumida? -trague un poco de saliva nervioso antes de continuar- aprendí a usar mis barreras como armas y mate como a siete Esbirros del Vacío, además de salvar a un militar león usuario de luz y luego sellar la fisura del Vacío que se creó tras romperse el árbol sagrado de la plaza, luego me vine al orfanato pero no pude pasar y empecé a curar a todo el que podía, respecto al sello aprendí a recrear el suyo solo con luz y funciono, respecto al báculo pude usar el del león unos instantes para salvarlo antes de dejarlo en un lugar seguro, aún sin báculo puedo hacer muchas cosas -le sonreí nervioso-
La expresión del hurón paso varias fases, primero asombro, luego incredulidad y por último furia, con esta última me empezó a dar un fuerte sermón por haber corrido todos los riesgos, no quiero imaginar si le hubiese dicho los detalles. Luego de cinco minutos de represión me abrazo fuertemente para empezar a lamer mi cabeza, más allá de enojo era preocupación lo que sentía, le devolví el abrazo de igual forma disculpándome por mi forma de actuar.
- Debo volver a la sala de curación, hay muchos heridos aún -se levanto- quédate aquí y no salgas por ahora
- ¡Pero Padre! -me senté en la cama- ¡Puedo ayudarte!
Vicent tomo mi muñeca y la hizo girar dejando a la vista de ambos el único cuadro que titilaban aun, sabiendo lo que significaba no respondí.
- No puedes ayudarme, no en este momento -me miro- si tu magia hubiese llegado a cero en este momento estarías inconsciente afuera, gracias al Creador se dieron cuenta de tu presencia y Agatha te sacó de allí -soltó mi mano con cuidado- cuando tu magia esté al menos al treinta por ciento podrás ayudarme sin riesgos, le diré a Agatha que te traiga algo de comida, cuando hayas repuesto magia dirígete al cuarto de curación para ayudarme -me sonrió-
Abrí mi hocico sorprendido, no me reprendió más o me quiso confinar en la habitación, en lugar de eso me quiso preparar mejor para poder ayudarlo, sin dudar ni un poco sonreí y asentí con fuerza. Vicent salió de la habitación apresurado, mientras tanto yo me volví a recostarse esperando que mi magia se recuperará rápido, a los pocos minutos Agatha volvió con algo de comida que dejó en un pequeño velador para acto seguido irse ya que había mucho caos afuera aun.
Me senté en la cama, y empecé a comer con tranquilidad, un poco de ave horneada y papas con mantequilla, seguro era lo que estaban preparando de almuerzo justo cuando todo comenzó. A los pocos minutos había terminado de comer, la manzana de postre no pasó desapercibida e igual cayó ante mis dientes, revise la pulsera y descubrí que apenas el segundo cuadro empezó a titilar.
Esperar en aquella habitación fueron quizás los momentos más aburridos y a la vez tortuosos de mi vida, no podía ayudar aún y los gritos de afuera llegaban a la habitación estresándome aún más. Tuve que reprimir mis ganas de salir varias veces, Agatha volvió a visitarme un rato después verificando que aún siguiera allí, satisfecha volvió a las emergencias no sin antes avisarme que había escuchado que un Mago de Luz de la fuerza militar estaba ayudando en el lado opuesto del pueblo.
Por dentro me alegré mucho al saber que el león se encontraba bien y aun más sabiendo que estaba ayudando a la población aliviando la carga del orfanato, entonces recordé que rompí su báculo al sobrecargarlo con mi magia. Un sudor frío corrió por mi espalda ya que robar un arma a un oficial militar era un delito, yo no solo se la robe, se la rompí en sus narices, solo espero que me perdone y no vayan tras de mí, deberé contarle a Vicent después de que acabe esta locura.
Volví a mirar mi muñeca y el tercer cuadrado brillaba completo indicándome que al menos ya contaba con el treinta por ciento de mi magia, me puse de pie y corrí a la salida, atravesé el patio central que estaba llenos de camillas con heridos y seguí a la sala de curación que estaba custodiada por dos soldados. Al verme estos me dejaron pasar, seguro Vicent les aviso de mi futura llegada, al dirigirme al centro pude ver al Hurón haciendo lo que mejor saber hacer, salvar vidas a toda costa.
Vicent cuando me vio señaló con su frente algo frente a él, cuando gire mi vista una camilla improvisada paralela a la donde él trabajaba, había ordenado poner una adicional donde yo pudiera atender. Sin esperar ni un minuto me posicione en mi lugar de trabajo para inspeccionar lo rápidamente, viendo que estaba al menos decente levante mi vista hacia los guardias y hablé firmemente.
- ¡Traigan al siguiente herido!
En menos de lo que pensaba en mi camilla yacía un joven perro de unos trece años quizás, con perforaciones en sus brazos, ni siquiera tenía preguntar qué había pasado, solo me limitaré a reparar el daño de la forma más eficiente posible. Estire mi mano derecha y usando magia residual recree el sello de Vicent, el mismo sello que estaba girando alrededor del hurón que me miraba con una sonrisa que demostraba orgullo mientras asentía.
Las horas empezaron a pasar al igual que los pacientes del hurón y los míos, apenas tratábamos a uno inmediatamente traían a otro agonizante, todos los casos igual de críticos pero ninguno igual, las heridas variaban de cuerpo en cuerpo. De vez en cuando Agatha llegaba con algo de agua o alguna fruta ligera para intentar mantenernos hidratados y tener algo en el estomago, buen gesto de su parte por que a la tercera hora ya mi estómago volvía a rugir con furia.
En un punto de la tarde casi noche pusieron en mi camilla una pequeña gata de siete años, su cola esa cercenada por la mitad, vendada de mala forma para detener la hemorragia, adicional su rostro estaba todo ensangrentado, no podía distinguir siquiera la forma de su hocico y la cuenta de su ojo derecho.
- ¡¿Qué pasó?!
No pude evitar preguntarle al soldado que la había traído, con cierta ira y desesperación en mi voz, esta clase de herida no tenía sentido alguno. Mire fijamente los ojos de aquel oso, que aunque era alguien mucho más grande que yo y aparte soldado se sintió intimidado de alguna forma por mi reacción.
- Un Esbirro -respondió- fue alcanzada por el zarpazo de un Esbirro mientras huía con su madre que no tuvo la misma suerte
El oso parecía querer estallar en llanto, es raro ver a alguien tan imponente derrumbarse tan rápido, supongo que por dentro todos somos frágiles, incluso yo que recién se me había formado un nudo en la garganta. Observe a la niña, su espíritu se apagaba, si se terminaba de extinguir su alma abandonaría su cuerpo, estaba muriendo en mi camilla, levante mi vista para mirar a Vicent atendiendo una joven nutria cuyo brazo había desaparecido de su cuerpo, su rostro reflejaba la misma desesperación que yo estaba sintiendo.
Observe rápidamente mi pulsera, solo el primer cuadro titilaban dándome a entender que me quedaba menos del diez por ciento de mi magia ¿Por que esta cosa no puede ser más precisa? Supongo que tendré que en el futuro deberé crear una mejor. Vicent me dijo que si llegaba al punto en que me encontraba dejará de sanar y descansara, si no mi cuerpo colapsara de cansancio.
- Escúchame bien soldado -mire al oso- si me desmayo y Agatha la marmota viene a llevarme a una habitación le dices que yo dije que apenas tenga treinta por ciento de magia me vuelva a despertar así sea a golpes para seguir sanando ¿Quedo claro?
El oso me miró entre sorprendido y aterrado pero hizo un ligero asentimiento, gire mi vista a la niña y genere nuevamente el sello mientras identificaba los puntos críticos, no tenía uno o dos, tenía cinco, tratar a esta niña sería como tratar cinco pacientes anteriores a la vez. Estire mis manos sobre ella y verifique cada cosa que debía hacer, Vicent tenía razón, debía aprender a hacer varias cosas de forma simultáneamente si quería salvarla, el problema era mi falta de magia, solo espero sea la suficiente.
Puse mi mano derecha suavemente en su rostro y la otra en la cola, cree múltiples micro barreras en todo su cuerpo para contener los sangramientos, fue difícil pero lo logre, sature la cola rápidamente para seguir con su abdomen que tenía una perforación que había pasado por alto. La repare incluyendo las costillas, dirigí mi mano izquierda ahora libre a su rostro junto a la otra que había contenido el sangrado.
Mi conciencia empezó a fallar advirtiendo que estaba llegando al límite pero no me importo, cerré los ojos y escanee la zona con mi magia creándome una imagen en mi mente del daño, su hocico estaba desfigurado, perdió su ojo derecho y parte de la oreja del mismo lado.
- Creador dame fuerza por favor -susurré-
Cree una fina línea de luz a un costado de su rostro y la hice deslizarse por todo su rostro levantando la sangre acumulada, apenas se levantaba la envolvía en una barrera fina y la tiraba a un lado, ahora con el rostro limpio podía ver mejor el panorama. Cure el hocico lo mejor que pude deteniendo la hemorragia de la zona, intenté usar mini barreras para llevar la piel y cartílago a sus formas originales y curar, de esta forma al menos la deformación de su hocico no sería tan grave.
Seguí a su ojo, el daño más grande, no sabría decir qué tan profundo era el daño pero algo era seguro, el ojo estaba destruido, con mucho dolor cubrí la zona con una fina barrera y la hice penetrar poco a poco como si la luz fuese un líquido, logre identificar los restos del ojo destruido y envolverlos también. Comencé a sacarlo con mucho cuidado, la gata emitió un lastimero sonido de dolor que me hizo soltar unas lágrimas.
- ¡Lo siento pero no podré salvar tu ojo!
La verdad era que no es que no podía, simplemente no sabía cómo repararlo, si hubiese estudiado más sobre la estructura interna del ojo felino posiblemente pudiera haberlo reconstruido con mi barrera y curarlo de alguna forma, pero no era el caso. No tenía tiempo para probar suerte con ella muriendo, mucho menos energía, con sumo dolor retire todos los restos de su ojo dejando el lugar completamente vacío.
Canalicé mi energía en aquel agujero acelerando la cicatrización interna, no había más hemorragia ocular pero tampoco habría más un ojo, conteniendo el llanto y manteniendo la conciencia seguí a su oreja. Delinee suavemente su contorno con mi magia para intentar recuperar la mayor cantidad de tejido y luego sanar, pude recuperar dos tercios de su oreja al menos, verifique su oído interno y afortunadamente no perdería la audición.
Enfoque mi borrosa vista en su cuerpo usando mi visión, no veía heridas graves, el espíritu parecía haberse estabilizado y con ello aseguraba el alma en su lugar, quise seguir revisando su cuerpo antes de despacharla y pedir otro herido pero mi visión terminó de fallar al igual que mi equilibrio.
- ¡Argoitz!
Escuché mi nombre en un grito y sentí unas manos sujetar me antes de caer al suelo, justo antes de cerrar los ojos solo pude ver la pulsera en mi mano sin ninguna luz.
Fue como pestañear, en un momento estaba cerrando los ojos mientras caía, los terminó de cerrar y los abro nuevamente para encontrarme un techo conocido, me levanto algo sobresaltado de la cama en la que me encuentro acostado. Efectivamente estaba en la habitación de Agatha, seguramente me trajeron aquí después de desmayarme, alarmado miro mi muñeca y descubro que seis de diez bloques están completos.
Busco en la pared rápidamente hasta toparme con un reloj bastante corriente del orfanato, son las nueve y media de la noche, había dormido alrededor de dos horas, sin mucho en que pensar me dirigí a la puerta para abrirla y salir. Camino por los pasillos iluminados por lagunas lámparas de aceite hasta llegar al patio que sigue saturado de refugiados, pero a diferencia de hace rato parece que el ambiente estaba un poco más tranquilo.
Corro rápidamente a la sala de curación y descubro que está completamente vacía, me dirijo a uno de los soldados para informarme de que había ocurrido, este solo se limita a decirme que el padre Vicent casi se desmaya a la hora de haberme desmayado yo y fue forzado a irse a recostar a su recámara para descansar. Le informo al soldado que tomaré su lugar y este solo emboza una sonrisa con un suave asentimiento, en menos de un minuto ya estaba ocupando el lugar de Vicent sanando más heridos.
Los heridos que ahora pasaban a la camilla tenían heridas menores y requerían menos energía y esfuerzo de mi parte, aunque vi el báculo de Vicent a un costado de la sala descarte la idea de usarlo, era más cómodo para mi trabajar con las manos por alguna extraña razón. Pasó una hora antes de que el padre Vicent se me uniera no sin antes reprenderme por no parar de sanar hasta desmayarme.
- ¿La gata está bien?
- Sí, increíblemente está bien -Vicent- físicamente esta bien, pero emocionalmente cuando despierte estará destruida -suspiro-
- ¿Padre Vicent?
Agatha llegó trotando hasta donde nos encontrábamos, la nutria tenía una expresión más nerviosa de lo habitual como si algo malo hubiese ocurrido.
- Lo buscan afuera con carácter de urgencia -Agatha-
- ¿No puede esperar? -Vicent- estamos atendiendo heridos aún
- Padre -se acercó lentamente al hurón- es un militar, y uno de alto rango por lo que pude apreciar -giro su rostro hacia mí y luego hacia el hurón- quiere hablar con usted, dice que es muy importante
Pude ver como Vicent trago saliva pesadamente casi temiéndose lo peor, me miro a mi dedicándome una sonrisa en la que pude identificar cierto miedo, me avisó que volvería pronto y que no me detuviera en seguir atendiendo heridos. Acto seguido salió de la sala con rumbo desconocido para mí, me volví a sumir en mi labor de sanar sin darle mayor importancia al asunto, aunque dentro de mi algo resonaba con cierto temor.
Unos diez minutos después mientras atendía un viejo cuervo con un ala rota sentí una leve fluctuación de la luz a mi alrededor, casi imperceptible pero que de alguna forma me resultó familiar. Me giré rápidamente hacia la entrada solo para apreciar una ligera ausencia de luz en el marco de la puerta que se repuso casi instantáneamente, con eso confirme que alguien allí había estado parado y el guardia que allí estaba ni cuenta se había dado cuenta por lo visto.
Otra hora pasó, cuando el soldado de la entrada me aviso que ya no quedaban heridos por tratar, di un suspiro de alivio llevándome la mano al pecho, mire mi pulsera y note que aun quedaba una buena porción de magia. El padre Vicent no volvió a la sala de curación, me sentí tentado a buscarlo pero la mano de Agatha truncó mis planes.
- Usted ya ha hecho mucho por hoy jovencito -me acarició la cabeza- por orden del padre Vicent dormirás en una habitación de invitados para ti solo, así que ve a la segunda habitación del primer piso a mano derecha y espérame allí, te llevaré comida en un minuto
Quise protestar pero la horrible mirada que me puso me hizo correr a la dirección indicada, apenas llegue a la habitación encontré una muda de ropa en la cama, era ropa de mi propiedad que Agatha seguro sacó de la habitación comunal. Fui a la puerta del baño a un costado y sin mucho pensarlo me introduje a la ducha, afortunadamente el agua salía caliente relajándome un poco.
Mire el agua correr un momento y pude notar algo que por un momento me congelo, sangre, el agua que corría tenía sangre, me revise rápidamente el cuerpo solo par descubrir que muchas zonas de este tenía sangre. Deslice la cortina para ver la camisa blanca que había tirado al piso y efectivamente antes blanca ahora tenía más carmesí que otro color ¿Tan poca atención preste a mi persona?.
Paso otro par de minutos en los cuales me dedique a restregar bien mi pelaje y lavarlo con un poco de jabón líquido, otro minuto enjuagándome y por último otro más secándome duramente con la toalla. Salí rápidamente del baño a la habitación y me coloque la muda de ropa, justo en ese instante Agatha entró con una bandeja llena de alimentos especialmente para mi.
- Agatha ¿Te puedo preguntar algo?
- Claro que sí hijo -puso la bandeja en un pequeño velador-
- Ese asunto importante que quería hablar el militar con el padre Vicent soy yo ¿No es así?
La marmota parecía estar preparada para cualquier tipo de pregunta menos esa, su cara de sorpresa con un toque de nerviosismo la delató.
- Fue mi culpa -baje la cabeza- llame demasiado la atención hoy, es más que obvio que algún soldado me vio y se lo reportó a algún superior ¡Ahora me llevarán de aquí!
Levante mi rostro hacia Agatha ya al borde del llanto, no quería irme, pero las cosas que hice no pasarían desapercibidas y debía asumir las consecuencias. Agatha dio unos pasos rápidamente hasta mi posición agachados a mi altura y dándome un fuerte abrazo reconfortándome, las lágrimas no se hicieron esperar y en menos de un segundo ya estaba descargando todo el llanto.
- Tranquilo hijo mío, el padre Vicent no dejará que eso pase, al menos no de la forma que tu crees, la única forma que salgas de este orfanato es con un buena familia ¿Si?
- No quiero irme -me hundí más en su pecho- ustedes son mi familia, me gusta estar aquí
Fueron las últimas palabras que dije antes de volver a retomar mi llanto, tenía más miedo de dejar el orfanato que enfrentarme a Esbirros del Vacío ¿Insólito no?, aún así Agatha se las arregló para después de unos minutos calmarme y animarme a comer. Ya aseado y comido la marmota me hizo acosar en la cama para arroparme y desearme las buenas noches, no sin antes darme un beso en la frente para acto seguido apagar la lámpara de la habitación y salir de esta, bastaron unos pocos minutos para que el cansancio y el sueño me reclamaran.
Extrañamente desperté por mi cuenta, usualmente siempre me levanta el ruido de mis compañeros de habitación o algunas de las empleadas por quedarnos dormidos más de la cuenta, hoy no fue ni lo uno ni lo otro. La luz de la ventana pasa a la habitación dejándola bien iluminada, veo un reloj en la pared que marca cerca del mediodía, dormí casi unas doce horas.
- Supongo que sobre exigirle al cuerpo pasa factura -pensé- seguro me quisieron dejar descansar un poco más
Me levanté y fui al baño para hacer mis necesidades matutinas, afortunadamente Agatha dejó un cepillo de dientes con un poco de pasta dental, ella siempre dice que no se debe descuidar la higiene bucal por nada del mundo. Me cepillo y salgo del baño con dirección a la salida, pasó la puerta y me asomo por el baranda para observar el patio principal, muchas de las camillas con heridos han sido retiradas, posiblemente la crisis ya pasó, pude lograr ver alguno de mis compañeros jugando por los alrededores.
Bajó rápidamente y en el camino me topo con algunos de mis compañeros de habitación, algunos me abrazan preguntándome dónde estuve todo el tiempo, doy cortas explicaciones sin entrar en detalles, se alegran al verme sano y yo a ellos igualmente. Sigo mi camino a la cocina con la esperanza de llevar algo a mi estómago, afortunadamente algunas hembras ya están haciendo el almuerzo y apenas me ven me pasan un desayuno que Agatha había dejado reservado para mi.
Mientras ingiero el pedazo de pan con queso y algo de jamón la marmota llega por detrás tocando suavemente mi hombro con un saludo, se sienta unos minutos conmigo preguntándome cosas triviales como mi estado físico y de ánimo. Sospecho que por las horribles cosas que tuve que ver durante la pequeña crisis, ciertamente vi cosas horribles pero si no lo hacía no podía haber salvado a las personas.
Casi antes de terminar me indico que fuera al estudio del padre Vicent, me estaba esperando para conversar unas cosas, no pude evitar tragar fuertemente a lo que ella se dio cuenta diciéndome que todo estaba bien. Unos minutos más tardes había acabado, ayude a lavar los platos que ensucie y salí de la cocina, el estudio estaba relativamente cerca, camine unos metros y al girar en una esquina vi una figura parada en la puerta que me hizo congelarme.
Recostada contra la pared a un costado de la puerta del estudio de Vicent se hallaba aquella guepardo guerrera de la velocidad que ayude el día de ayer, ahora teniéndola tan cerca pude detallar su uniforme mejor. Su cuerpo entero estaba cubierto por una tela ajustada color negro con líneas doradas dando a entender su rol en la milicia, en su cintura una correa de cuero donde descansaban sus dos dagas que previamente había usando para acabar con varios Esbirros.
Lo único que aquel traje no cubría era de los talones hacia abajo y las manos, justo allí pequeños y finos brazaletes plateados marcaban el principio y fin de su traje. Levanté la vista a su rostro, sus ojos estaban cerrados pero por alguna razón sabía que me miraban, su cabello extremadamente corto le restaba feminidad y sumaba ferocidad.
- Te esperan dentro joven
Su seca voz me sacó de mis pensamientos, sus ojos seguían cerrados como si no valiera la pena verme, sin muchas ganas de responderle y con una fuerte ansiedad en mi pecho me acerque a la puerta para girar el pomo y entrar al estudio. Lo primero que divisé fue al viejo hurón sentado en su sitio como de costumbre, lo segundo que divisé fue una corpulenta figura dándome la espalda pues estaba sentado de frente a Vicent separados por el escritorio.
- Argoitz muy buenos días -saludo Vicent con una sonrisa- acércate hijo, debemos hablar unas cosas importantes -tiro su vista hacia su invitado-
Apenas comencé a avanzar hacia el escritorio aquel extraño cuerpo comenzó a moverse, se estaba levantando, fue cuando me di cuenta que vestía una gabardina negra de bordes dorados, su larga melena roja me hizo reconocer al instante el individuo frente a mi.
- Un placer conocerte como es debido Argoitz -dijo- mi nombre es Lowen Reinhart
Era el mismo león que había salvado el día de ayer en aquella carroza destruida a manos de los Esbirros, ahora de pie ante mi sin ninguna herida y hablando con una sonrisa calmada daba un aire entre superioridad con un toque de tranquilidad. Mire su rostro analizándolo, su melena de atrás podía estar suelta creciendo infinitamente por su espalda pero por delante era otra historia, a cada lado de su rostro dos grandes trenzas de cabello de tres hileras se hacían notar, casi al final de cada una unos gruesos anillos dorados decorativos que descansaban un poco más abajo de sus hombros.
- Me alegro que esté bien señor Reinhart -hice una pequeña reverencia- mi nombre es Argoitz , sin apellido por los momentos ya que soy huérfano
- Si no hubiese sido por ti estaría muerto jovencito -sonrió un poco más amplio- si no hubiese sido por ti muchos más habrían muerto, y no me refiero por tu esfuerzo sanando a los heridos si no a lo acontecido en la plaza del árbol Gaztainondoera
Mi respiración se cortó, casi presa del pánico gire mi vista hacia el hurón que pareció notar mi reacción, inmediatamente el se levanto de su asiento haciendo un gesto de que me calmara.
- Tranquilo Argo, el señor Lowen está al tanto de todo lo ocurrido y está de acuerdo conmigo en que es mejor mantenerlo en secreto, puedes confiar en él, lo conozco desde hace muchos años además, no tienes nada que temer hijo
Pude calmarme un poco tras unos segundos respirando profundamente, mire de reojo al león que pareció haberse preocupado por mi reacción, este se acerco a mi lentamente y se agacho hasta mi altura para tomarme de las manos.
- Vicent me ha contado todo acerca de ti y la posición que tomo para mantenerte lejos de la vista pública y en especial la militar, si yo hubiese estado en su posición hubiese hecho exactamente lo mismo, tu secreto está a salvo conmigo y Duma ¿Si?
- ¿Duma? -apenas pude preguntar-
- Es mi Edecán personal, la guepardo que viste afuera con cara de pocos amigos, ella logró reconocerte en la plaza cuando saliste corriendo, es una buena amiga y muy confiable
- Después de algunas conversaciones con el señor Lowen surgió una idea bastante buena a decir verdad -Vicent-
El león soltó mis manos con cuidado para luego ponerla con delicadeza en mi hombro, pude sentir aún así su peso, mi corazón por alguna extraña razón empezó a latir rápido temiendo alguna noticia que me afectaría profundamente.
- Quiero que seas mi hijo a partir del día de hoy, dejarás de ser huérfano y mi apellido acompañará tu nombre, Argoitz Reinhart
Y, por un instante mi corazón se detuvo literalmente para retomar su función con un fuerte latido que hizo vibrar todo mi pecho ¿Yo siendo adoptado por el alto militar que había salvado?. Me perdí completamente en mi mente, tanto así que no escuchaba más voces, no se cuanto tiempo paso hasta que dos delicadas manos en mis hombros me sacudieron con algo de fuerza para traerme de regreso.
- Argo, Argo -Vicent- ¿Estas bien?
- ¡¿Que si estoy bien?! -lo mire furioso- ¡Me va a adoptar! ¡Un militar me quiere adoptar! ¡Dijiste que me protegerías y no dejarías que me llevaran! ¡No quiero irme de aquí, este es mi hogar!
Mire a todos lados buscando señales del león pero este había desaparecido, aparentemente en mi trance provocado por la fuerte impresión había salido dejándome a solas con el padre Vicent, una vez más estaba al borde del llanto presa del pánico, no quería irme.
- ¡Argo cálmate!
- ¡¿Él te obligó verdad?! ¡No hay forma que dejarás que me llevasen así de fácil!
El hurón me abrazo fuertemente contra su túnica mientras yo estallaba en llanto, un ataque de furia me invadió e intente patalear para liberarme de su agarre, me sentí tentado a usar la luz para liberarme pero me prometí a mi mismo hace tiempo nunca hacerle daño al padre que tanto me cuido. Después de unos minutos comencé a tranquilizarme, mi mente nublada por la ira se calmó y me di cuenta que mi furia hacia él estaba injustificada, si es un militar de alto rango posiblemente Vicent no podría hacer nada, estaba acorralado.
- No Argo el no me obligó -me susurro- yo se lo propuse
La declaración del viejo hurón me tomo por sorpresa, nos separamos lentamente lo mire con mucha confusión esperando que se explicara, el solo me sonrió mientras limpiaba mis lágrimas con su dedos.
- Antes que militar Lowen es un mago, un mago muy reconocido, su posición política le da poder sobre toda la milicia, por eso se le reconoce como un militar de alto rango, pero en realidad no es un guerrero, es un erudito como tu o yo, más como tú -rió un poco- el caso es que el no tiene hijos, parece que la vida no quiso que tuviese descendencia de sangre, no se si es por su pareja o él, además de que tiene muchos recursos a su disposición para ayudarte a crecer, te dará un buen hogar, familia, educación, recursos, cosas que yo nunca podría darte
- ¡Usted y este orfanato son mi familia! Nunca me ha faltado nada, me han criado con mucho cariño, usted me ha enseñado todo lo que se y mas, aquí estoy bien
- Argo, hace mucho que realmente no te enseño nada nuevo, en realidad eres tu quien me enseña a mi, negarte la oportunidad de que sigas creciendo sería un crimen imperdonable para mi, esto que paso, esta crisis en la que por cosas del Creador terminaste cruzándote con Lowen es una clara señal de que hay que cambiar, el cambiará tu vida para mejor, y estoy seguro que tu con el tiempo cambiaras la suya, y luego más adelante cambiaras el mundo
Baje la cabeza repasando las palabras del hurón, el cambio me daba miedo, abandonar todo lo que conozco por algo desconocido.
- No es que nunca nos volvamos a ver Argo, estaremos en contacto telefónico, y podrás visitarme siempre que quieras, aunque la capital está algo lejos -rió nervioso-
- ¿Capital?
- Lowen trabaja en la capital, de vez en cuando viaja a ciudades para tratar diversos asuntos, como dije fue una coincidencia curiosa que viniera a nuestra ciudad sólo para encontrarte a ti
El hurón se lavando con algo de esfuerzo del suelo, empezó a caminar hasta su escritorio y dio la vuelta hasta quedar tras este, me miro y me hizo una seña para que me acercara. Escuché el sonido de una gaveta deslizarse, unos segundos después vi como puso algo grande en medio de la obscura madera, estaba cubierto por una tela marrón.
- Este era tu regalo, te lo íbamos a dar en un mes cuando cumplieras los once años, ahora creo que es más que apropiado, ábrelo
Sin esperar lleve mis manos al paquete envuelto y lo abrí delicadamente, cuanto termine de abrirlo dejando la tela a un lado los ojos casi se me salen del rostro al ver la tapa dura de aquel libro.
- Un regalo de despedida apropiado, con el comenzarás un nuevo viaje, espero te sea útil, esto no viene solo de mi parte, Agatha y el resto del personal aportaron para poder conseguirlo, no fue fácil pero por ti lo vale
- E--- Esto -tartamudee-
- Si, es tuyo, lo mande a hacer exclusivamente para ti
Pose mis manos en su cubierta, era tal cual la imaginaba, su cubierta estaba hecha por piezas negras lisas de forma hexagonal de quizás dos centímetro de diámetro, encajando unas con otras de forma perfecta, las formas estaban finamente delineadas por una línea dorada. Suponía que el lado contrario igualmente contaba con una tapa similar. No tenía lomo a la izquierda, en lugar de lomo tenía cinco anillos dorados que mantenía todo unido, hice fluir un poco de mi magia en el y este reaccionó inmediatamente abriendo un grueso cerrojo del lado derecho.
- Actualmente tiene cien páginas en blanco, lo mande a fabricar con anillos para que sea desmontable y puedas agregar más hojas en caso de requerir mas, estoy casi seguro que en unos pocos años lo harás engrosar
- No debieron -sonreí intentando contener unas lágrimas de felicidad- enserio no debieron, les debió costar mucho
- Ya está hecho
Vicent colocó su mano sobre la mía guiándola al borde del libro recién abierto, entendí perfectamente lo que quería que hiciera, con mis dedos suavemente gire la tapa depositándola con cuidado en la mesa viendo su reverso en blanco. Se suponía que debía escribir en esta mi nombre con una mezcla especial de tinta, mi sangre y un poco de mi magia, a los segundos Vicent me paso con cuidado un pequeño tintero y una pluma fuente antigua.
Sin dudarlo mucho con la punta de la pluma hice un pequeño corte en un dedo de mi mano izquierda, dejé caer al menos unas diez gotas en el tintero, acto seguido la cure rápidamente para luego tapar la boca del tintero con un pequeño corcho de madera. Lo tomé con ambas manos e hice fluir la energía a través de el, luego lo deposite cerca del libro y abrí nuevamente el frasco, introduje la pluma fuente y delicadamente jale su mecanismo para que absorbiera la tinta hasta quedar lleno.
Vicent me paso un pequeño pañuelo blanco para limpiar el exceso y luego una hoja blanca, en ella hice un trazo verificando que a tinta salía correctamente , no sólo eso, apenas hice el trazo pasó de ser color negro a dorado y luego nuevamente a negro, dando a entender que la infusión estaba correcta.
- Escribe tu nombre -dijo Vicent en tono bajo- y tu apellido
Levante mi rostro haciendo contacto con la mirada del hurón, hizo una pequeño asentimiento con una sonrisa y yo, sin mucho más que pensar lo hice. Me sitúe en el medio del reverso de la portada, posicione el plumón y comencé a escribir sin ninguna clase de duda.
Argoitz Reinhart
Apenas finalice de escribir mi nombre junto al nuevo apellido este brillo levemente para luego volver a su clásico tono negro, ahora yo era su propietario, nada más yo o alguien quien yo autorizará podría abrir y leer este libro.
- Suena bien sea por donde sea que se mire -Vicent- El Grimorio de Argoitz Reinhart
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