Capítulo 8
1 semana después...
Con orden estricta de no poder levantarme, mi tía aprovechó esa instancia y se tomó mi chocolatería, pero afortunadamente mi bebe estaba fuera de peligro, de modo que yo debía guardar reposo un par de días, lo que me deprimió mucho.
Con mis ojos llenos de lágrimas, me miré el vientre y me lo acaricié solo pensando en Joey.
_ Todo sea para que tú estés bien hijo mío. Mi querido y amado hijo.
Miró la carta en sus manos y pensó en su amigo Joey y recordó el nombre de aquella joven mujer para quien iba dirigida la carta.
_ Margarita. Se llama igual que ella...
Sin remordimiento rompió el sobre y comenzó a leer la carta.
Al comprobar que era para una mujer que Joey, al parecer, había conocido antes de marcharse, tal como se lo había contado por celular, Vicente sonrió con ironía y volvió a guardar aquella carta en el sobre.
_ Ay amigo. Eres un ridículo soñador. Como si realmente tuvieras alguna oportunidad con disque mujer...
Llegó hasta la chocolatería, por las indicaciones que le había dicho Joey y miró el lugar.
Se acercó hasta la puerta y buscó por el vidrio con curiosidad a la mujer de quien su amigo estaba enamorado, pero solo vio a una mujer adulta en el mesón.
Le pareció extraño, y sin más, entró.
Eliana lo miró y Vicente la saludó.
_ Hola, muy buenas tardes señora – ella frunció el ceño.
_ Soy señorita
_ Oh, mis disculpas
_ ¿Qué lo trae por aquí? ¿Quiere comprarme unos deliciosos chocolates?
_ Oh no, vengo a entregarle esta carta a Margarita ¿Ella se encontrará? Eliana pensó rápidamente...
_ Sí, soy yo – él se extrañó.
_ ¿Usted es Margarita?
_ Si ¿Tiene algún problema con ello?
_ No, claro que no – pensó en Joey – Esta carta es para usted, de alguien quien la ama con todo su ser
Mi madrina sonrió y se la recibió con gozo e ironía.
_ Vaya, muchas gracias
_ Bien, ahora debo irme. Que tenga buen día
_ Igual para usted...
Vicente se marchó y ella sonrió de malicia. Pensó que esa carta era para mí y no tardó en abrirla. Empezó a leerla...
_ Así que tienes un enamorado vil mosca muerta
Abrió los ojos más que anonadada al ver el pie de firma de la carta. No lo pudo creer y estalló de envidia.
_ ¡No es posible! ¡Ese hombre es quien está enamorado de ti!
Arrugó con celos y rabia la carta.
_ Y te lo tenías bien guardado eh sobrinita, pero ese hombre jamás lo sabrá y tú tampoco. No volverán a estar juntos. Yo me encargaré de eso y con respecto a ese bebe que esperas de él, no cuentes que lo tendrás. Ese bastardo es un estorbo para mis planes...
Volvió a sonreír y rompió en mil pedazos la carta...
Días después...
Ya más repuesta, decidí volver a mi chocolatería, pero esta vez no lo hice sola, días antes, gracias a una amiga, pude contactar a un abogado, el que me ayudaría a recuperar la chocolatería y así sacar a mi detestable y despiadada tía.
Entré a la chocolatería y Eliana clavó los ojos en mí y luego miró a mi abogado.
_ ¿Y tú qué rayos haces aquí en mi chocolatería?
_ Mi chocolatería querrás decir – sonrió con ironía.
_ Y veo que trajiste compañía
Mi abogado se le acercó y le mostró un documento legal y avalado, que acreditaba que solo yo era la única dueña de aquella chocolatería.
Eliana me miró en seco y luego miró a mi abogado.
_ Esto tiene que ser una broma ¿Cuánto le pagó mi sobrina? para que usted redactara todas esas mentiras – mi abogado frunció el ceño.
_ Señora, yo soy insobornable y este es un documento legal, que acredita aquí a mi representante como la única dueña de este sitio, así que le ordeno que salga por las buenas de este lugar, si no quiere que la ley venga a sacarla
Miré valiente a Eliana y ella sin poder hacer nada o articular palabra, apretó los puños viendo por un instante todo perdido.
_ Bien, me iré, pero no porque usted me lo dicte por un estúpido papel legal...
Salió más que indignada del mesón, pero digna y con la mirada en alto, pasó por mi lado y me dijo al oído:
_ No creas que has ganado sobrinita. Quieras o no, me quedaré con tu chocolatería, ya lo verás...
La vi irse al fin de mi chocolatería y di un gran suspiro.
Le di las mil gracias al abogado y el contento de haberme podido ayudar, pude al fin volver a mi lugar, a mi querida chocolatería.
Triste y pensativo, Vicente le había dicho que ya había entregado la carta a aquella mujer hacía un par de días. Solo pensó en eso; miró serió y quebrantado por la ventana y se convenció así mismo que aquella carta solo había sido un error.
_ Es obvio, ella no quiere nada conmigo y lo entiendo. Entiendo que fui solo yo el que se involucró en esto...
Dio un suspiro y decidió seguir adelante con su vida y dejar aquello atrás.
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