Capítulo 6

Éste es el último capítulo que he encontrado hasta ahora. ¡Esperemos que pronto se publiquen los últimos 2!

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La noche la había tomado de imprevisto. Aún si continuaba conduciendo, tenía la mente en otro lado. ¿Dónde debería comenzar a buscar?

Desde luego que no en Royal Woods, puesto que allí había empezado el brote. Era claro que no estarían ahí, no eran estúpidos. Quizás sepan sobre éste lugar y no estén demasiado lejos. Tenía la esperanza de encontrarlos con vida, sea como sea.

Continuó conduciendo durante al menos una hora más, hasta que llegó a un pequeño pueblo en medio del campo.

-Podrían estar aquí-. Pensó y se dirigió al lugar. Había un silencio sepulcral. Incluso podía escuchar su propia respiración. Era inquietante.

Estacionó el auto en la puerta de una farmacia y entró. Abrió la puerta lentamente, con su pistola en mano. Dentro estaba completamente oscuro. Encendió una linterna y miles de puntos rojos se encendieron en el techo. En bandada, cientos de murciélagos volaron hacia ella, que asustada, cerró la puerta de un portazo.

Al parecer no, eso había sido horrible, pero no iba a rendirse tan fácilmente.

Sin alejarse demasiado del auto, caminó unas calles, revisando cada lugar que veía, sin tener suerte en ninguno. Ni un sólo zombie, era extraño. El lugar estaba devastado, como si hubiera habido una guerra en aquél lugar.

Habían casas y locales en malas condiciones, y con agujeros de balas por todas partes. Incluso había una casa rodante muy bonita, incrustada en la recepción de un hotel.

Leni estaba muy cansada, podía dormir en aquel hotel, después de todo había lugar por donde pasar, y la idea de una cama caliente sonaba muy bien. Habían demasiados escombros alrededor de la casa rodante como para poder entrar, pero no iba a resignarse a dormir en el auto.

Moviendo algunos, logró trepar y entrar. Allí, además de estar oscuro, estaba muy callado. No había ni un sólo cuerpo ni mucho menos algún murciélago.

Pasó a la recepción y tomó las únicas llaves que habían allí. Subió al primer piso y trató de abrir las puertas, lo cual fue en vano ya que estaban trabadas. Debía haber alguna forma de poder entrar.

A su alrededor no había nada, salvo un matafuego colgado de la pared. Sólo eso necesitaba.

Tiró las llaves y con el matafuego golpeó la cerradura de la puerta, quebrándola. Pero la puerta no abrió.

-¡Oh mierda!, ¡¿Por qué?! ¡Maldita puerta!-. Dio una patada a la madera de la puerta, que ante ésto se abrió de golpe.

-Oops. Bueno, ¿Que importa?-.

La habitación estaba muy limpia y ordenada, como si nadie la hubiera usado en semanas.
Bueno, de hecho, nadie la había usado en semanas, así que era sólo para ella.

Empujó un armario a donde debería estar la puerta, y se aseguró que nadie pudiera entrar allí. Luego encendió una vela que dejó en la mesa de noche y se acostó a dormir.

-No importa dónde estén... Los encontraré-. Abrazada a la almohada, se quedó profundamente dormida.




Por la mañana.

Luego de desayunar algunas cosas, retomó la búsqueda. Al salir, escuchó el característico sonido de una botella de vidrio al romperse. Rápidamente corrió al lugar de donde provenía aquél sonido. Era un callejón sin salida.

Miró a su alrededor, pero no encontró nada más que basura y la botella rota, claro. Pero eso era una señal de que habían personas en el lugar y tendría que encontrarlas.

Continuó buscando hasta el medio día, parando sólo para comer algo. No había vuelto a escuchar nada más desde hace horas. Si alguien la había estado espiando, ahora estaba muy lejos.

Desanimada, se levantó del auto, puesto que había estado sentada descansando, y continuó investigando hasta el anochecer. Ya sin esperanza y decidida a abandonar el pueblo, encaminó hacia el auto.

Al subir, vio como 2 hombres salían de una casa y corrían hacia ella. Un tercero, subido a un edificio con un rifle, disparó contra ella. Del susto, encendió el motor y trató de escapar, pero aquél francotirador dio a los neumáticos, haciendo que la rubia diera una maniobra forzosa, y acabara chocando contra una pared.

Mareada por el impacto, bajó por la puerta del acompañante y se cubrió detrás del auto. Sacó su pistola y trató de devolver el ataque, pero los 2 la estaban rodeando y comenzaron a dispararle. No le quedó más remedio que cubrirse y buscar una manera de escapar.

Lo primero que vio fue un callejón, por el que, sin pensarlo, corrió para encontrarse con una pared del otro lado. Se había encerrado sola, era su fin. Asustada, se cubrió detrás de un contenedor de basura y esperó con su arma en mano.

Uno de sus atacantes asomó la cabeza, y al acercarse caminando, Leni le disparó 3 veces. El cuerpo cayó al suelo y dejó un gran charco de sangre.

-Uno menos, quedan 2-. Murmuró confiada.

Pero no se percató de que por detrás de ella, un cuarto hombre salió de una puerta, quien la tomó por la fuerza. Leni intentó soltarse y contraatacar, pero le era imposible. Su oponente era mucho más fuerte que ella.

La tomó por el cuello y la empujó contra la pared. El impacto la mareó un poco, y aquel tipo aprovechó para desarmarla. Uno de sus compañeros se asomó a ver, y aquel gordo que la había acabado hizo una seña de que todo estaba bien.

Luego bajó la mirada hacia su victima. Ésta débilmente abrió los ojos. El hombre se quedó unos instantes contemplando su cuerpo para luego acercarse a ella y tocar su pecho. La joven, sorprendida, intentó resistirse, pero aquel golpe había sido muy fuerte, y seguía aturdida por el mismo.

El gordo continuó con ambas manos, acariciando su forma redonda, apretándolos y dando pequeños pellizcos. Luego metió una mano bajo su blusa, y ésta vez Leni dejó escapar un quejido. Estaba asustada. Si no hacía algo rápido, podría acabar peor.

Justo al lado del gordo estaba su pistola, sólo necesitaba alcanzarla y todo terminaría. Pero aquel degenerado seguía entretenido en ella y no le sacaría un ojo de encima.

Fuera del callejón vio pasar a varios hombres más, corriendo en dirección a la salida del pueblo. Luego escuchó disparos y gritos que alertaron a ambos. El abusador se distrajo con ésto.

Era ahora o nunca, sólo tenía una oportunidad. Estiró su pie y tomó el arma. El hombre volteó, y al verla armada, gruñó y acerco su cara a la suya, dándole una lamida en la mejilla.

-Eso es asqueroso. Te mataré-. Fue lo que pensó en ese momento, pero con la otra mano libre intentó arrancarle la ropa.

Leni no dudó ni un segundo. Apretó el gatillo. No una, ni dos, ni tres; 6 veces.

El tipo cayó de espaldas cual tortuga y sangró por todo el suelo. La muchacha se incorporó y vio el cuerpo de su atacante para luego caminar fuera del callejón con el arma en mano.

Al salir se topó con una gran sorpresa: Sus agresores, junto a otros más, estaban muertos en las calles y habían autos a su alrededor. Otros supervivientes la habían ayudado.

Pero había un auto que se detuvo frente a ella. De su interior bajaron 2 personas.

Leni no podía creer lo que veía.




Mientras tanto, con Lynn y Lincoln.

En la noche, la pequeña pareja había escapado del campamento e iniciado su viaje en busca de su hermana. Tenían la esperanza de poder encontrarla y con ella a sus padres.

Desgraciadamente sólo disponían de sus bicicletas, por lo que les llevaría mucho tiempo llegar al primer pueblo que esté de camino. Pero estaban decididos a hacerlo cueste lo que cueste.

Las primeras horas pedalearon sin problemas, y aunque no avanzaban mucho, tenían el ánimo necesario para seguir. A pesar de todo, a Lincoln le preocupaba algo; ¿Qué dirían los demás acerca de su nueva pareja?

No era una chica que haya conocido en la nueva comunidad, ni alguien de su escuela, mucho menos Ronnie Anne como muchos suponían. Era su hermana. Sabía que eso estaba mal y que nadie lo aceptaría.

Los dejarían de lado y acabarían como personas rechazadas por la sociedad. No quería eso ni mucho menos separarse de Lynn, era lo mejor que le había pasado en la vida.

Quizás las demás chicas sean más comprensivas, al final Leni y Lisa sabían sobre ellos y no les habían dicho nada. Probablemente porque tenían cosas más serias de las que ocuparse. ¿Y sus padres?. Nunca se lo perdonarían. No quería ver a Lynn sufrir, pero tampoco quería dejarla. Podrían... ¿Escapar juntos?. No. Definitivamente no. Era una idea absurda, no había a dónde ir, cualquier lugar era peligroso.

Días atrás había visto a su hermana mayor protegerlos con su vida, teniendo que matar a otras personas, además de los infectados. Tenía tantas dudas. Por primera vez se sentía inseguro e indeciso. Cuando tuviera la oportunidad debería hablar con ella. La miró por unos instantes.

Ella pedaleaba rápido y su figura se marcaba al estirarse la ropa. Hacía poco menos de 2 meses que ella había cambiado y había dejado de ser una niña. Su cuerpo se había desarrollado un poco y aunque no se notara mucho, al albino le gustaba. Volvió a fijar la mirada en el camino. No podía concentrarse, tenía tantas ideas en la cabeza. No sabía en que pensar.

Ella lo miró y sonrió. Al fin estaban llegando a un lugar, luego de haber pedaleado durante 2 horas.

Era un hotel del camino. De esos en los que los viajeros se quedan. Eso les venía muy bien, estaban muy cansados, y si continuaban durante la noche, no llegarían a ningún lado.

Al entrar, les sorprendió que todavía haya electricidad en el lugar. Según el tablero de la recepción, ellos eran los únicos que se hospedaban allí. Podrían quedarse en la habitación que quisieran.

Lynn revisó cada llave y todas al parecer eran exactamente iguales. Ninguna habitación cambiaba.
Tomaron una y subieron las escaleras al primer piso. Entraron a la habitación y quedaron sorprendidos.

Era una habitación muy bien decorada y espaciosa. Había una cama matrimonial con un cobertor violeta muy suave, un televisor plano en la pared, un baño muy grande con bañera, y la cocina y comedor estaban en el mismo sector. Para su mala suerte no había agua, pero no fue necesario puesto que se habían bañado antes de salir.

Lincoln, aún con sus dudas, se quedó sentado en la cama mientras Lynn revisaba cada metro cuadrado de la habitación. La comida de la cocina estaba podrida, pero por suerte ella había llevado consigo frutas y sería suficiente con eso. Cada vez se sorprendía más al encontrar nuevas cosas por ahí.

Al volver al dormitorio, vio a Lincoln con la mirada baja. No era común verlo así.

-Linc, ¿Estás bien?-. Dijo sentándose a su lado.

-Sí. Yo... Es sólo... Aaaah-. Suspiró pesadamente.

-Hey, mírame. Puedes decirme lo que sea, no te preocupes, aquí estoy-.

Débilmente sonrió y comenzó a contarle todo lo que lo había tenido inquietado durante el viaje; acerca de su relación y los demás, que estaba mal pero no quería terminarlo por ello, de si estaba haciendo lo correcto.

Ella lo escuchó atenta. Era la primera vez que veía así a su hermano. Era tierno de alguna forma.

-¿Sabes? Yo también estoy preocupada por eso, pero no me importa lo que los demás puedan pensar de nosotros o lo que vayan a decir. Éste podría ser nuestro secreto y así podríamos estar juntos, incluso si crecemos seguiré a tu lado, así que no estés triste Linc. Yo... Te amo-. Lincoln levantó la mirada para ver a su hermana tan roja como un tomate.

Ella no solía expresar sus sentimientos tan abiertamente, y el hecho de que ahora estuvieran solos la ponía más nerviosa.

Lentamente se acercó a ella y la tomó del mentón, sorprendiéndola con un beso. Ella se lo devolvió, abrazándolo y dándole más intensidad. Sus lenguas batallaban en su interior. Era la primera vez que se besaban así. Un beso de adultos.

Con delicadeza, Lincoln la fue recostando sobre la cama y continuó besándole el cuello. Ella, completamente roja, dejó escapar unos leves gemidos. Así continuó hasta llegar a sacarle su camiseta. Ésto sólo la avergonzó más, puesto que no llevaba nada puesto.

-No me mires así, no son como los de Leni, así que no necesito llevar nada-. Lincoln no dijo nada. Sólo la besó y bajó nuevamente hasta su pecho, donde suavemente chupó sus pequeños y rosados pezones.

Ante esto, ella sólo gimió más y abrazó a Lincoln, quien la mordió con picardía. Luego ella lo detuvo para quitarle la camisa, y siguieron besándose acostados en la cama.

Para cuando recuperaron la consciencia, ambos estaban abrazados bajo las sábanas, completamente desnudos. Esa noche había sido algo especial para ellos, mucho más de lo que imaginaban. Su primera noche como pareja. Todas las dudas se habían ido junto con sus temores.

Lincoln miró a su hermana, quien se había quedado dormida en sus brazos y sonrió. Nunca pensó que llegarían a eso.

Acarició su cabello y la abrazó con suavidad, para luego quedarse dormido junto al amor de su vida.

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