TRECE

—Mi nombre es Yadei, hasta hace unos meses, yo era una ciudadana como todos vosotros. Convencida de que el Exterior no aguardaba más que desgracias y desolación. Viviendo las mentiras con las que nos crían, pensando que era feliz con una vida que el gobierno nos imponía.

"Pero ahora, sé que no eran más que viles mentiras. Patrañas para controlarnos, para que fuéramos dóciles, para que jamás sintiéramos curiosidad por el mundo que humanos anteriores construyeron.

"He visto la luz, la luz del sol, he respirado el aire del Exterior. He pisado sus bosques, sus montañas y las ruinas de las ciudades antes de la guerra. He conocido a las tribus que habitan, las personas que, como nosotros siguen adelante. Pero ellos son libres, sin controles, pudiendo moverse a los lugares que ellos desean. Pudiendo decidir si quieren vivir en un pueblo, una ciudad o una aldea.

"Pero también he visto a los peligros a los que están expuestos: drones que les atacan, que acaban con sus vidas, destruyen sus hogares. ¿Y sabéis por qué? Todo esto es por los pentágonos. Todo esto son artimañas del gobierno para terminar con aquellos que decidieron llamar Los Rechazados, para que no quede constancia de la crueldad que aguarda tras los muros de luz.

"Y tal vez ahora os preguntéis, ¿si realmente se puede vivir en el Exterior, por qué existen estas ciudades? La respuesta es mucho más sencilla de lo que parece: después de la guerra, la humanidad pensó que alcanzaría la paz. Pero no fue así. Los humanos somos egoístas, siempre queremos salirnos con la nuestra. Y esto pasó, hubo una división de ideas, y lo más sencillo fue separar a la humanidad en dos grupos: aquellos que ansiaban la libertad, vivir en el mundo que sus antepasados habían dejado y reconstruir una civilización perdida, y otros que querían criar a las nuevas generaciones desde cero. Para ello construyeron ciudades, usaron los androides de la guerra como un método de controlar a la población.

"Sí, entre nosotros, aquellos que consideramos nuestros hermanos, nuestros vecinos, se hallan máquinas, seres de inteligencia artificial que sirven para asegurarse de que seguimos siendo las fichas perfectas de este juego.

"Y ahora, está en marcha la última fase de un proyecto conocido como Replika, una Caja de desgracias, una Caja de Pandora mortal. Un proyecto que pretende erradicar de la faz de la tierra a todo habitante del Exterior. Y no solo eso, sino que también acabará con nosotros, con los que habitamos en las ciudades, los que pensamos que estamos protegidos. Todos seremos exterminados... en 62 horas la humanidad habrá desaparecido.

"Ahora os preguntaréis cómo sé todo esto, y cómo podéis fiaros de mí. Sé que muchos de vosotros habéis oído hablar del Vínculo. Mi padre Daran, es quien lo dirige. Sus padres, mis abuelos, trabajaban para el gobierno, estaban enterados de cuál era el objetivo final de las ciudades. Después de tantos años han conseguido llevarlo a cabo.

"Por eso os pido que os unáis a nosotros. No que os rebeléis contra las máquinas, no que os rebeléis contra los androides, no que luchéis entre vosotros. No, os pedimos que os alcéis contra quienes nos dictan las leyes, no de forma violenta, pero produciendo el caos necesario para poder acabar con todo esto.

"Somos los únicos que tenemos la llave, somos los únicos que podemos parar esto. Pero para ello os necesitamos, ¡Alzaos! ¡Unid vuestras fuerzas en un Vínculo inquebrantable y demostrad que es hora de que guiemos nuestras vidas! —alzo el puño derecho con fuerza al gritar estas últimas palabras.

Suspiro cuando termino de hablar, y Hyo se acerca a mí. Me coge del rostro y me mira orgulloso. Yo sonrío nerviosa y cierro los ojos. Nos abrazamos en el momento que oigo un leve chasquido.

—Y fin de la emisión —dice la mujer rubia. Hyo y yo nos giramos hacia la cámara algo sorprendidos—. Todo el mundo ha visto vuestro abrazo, sep, cuando he visto que Hyo se acercaba pensé que sería buena idea dejarlo. Ya sabéis, a veces pueden más las emociones bonitas que los mensajes inspiradores —hace ademanes con las manos como si le salieran chispitas por los dedos.

—Jopé, me habéis convencido hasta a mí —dice el otro chico riendo.

Asiento muy lentamente. En unas pocas horas deberíamos poder ver cuáles son los resultados de nuestro mensaje. Cierro los ojos y suspiro. Solo espero que pueda funcionar, que la gente se rebele, se alce ante la amenaza de muerte que nos están imponiendo.

Si conseguimos ese caos, podremos entrar en el Centro de Mando, podremos acabar con toda esta pesadilla...

No me da tiempo siquiera de seguir pensando cuando empieza a sonar una alarma. Los hackers empiezan a mascullar palabras que imagino deben ser insultos. Miro las pantallas y no necesito entender mucho para saber que les han localizado. Emitir este mensaje por todas las cadenas de televisión nos ha costado un precio muy caro: que nos encuentren.

Se respiran unos minutos de tensión mientras trabajan intentando bloquear al gobierno. Nada parece surtir efecto, cientos y miles de archivos pirateados desaparecen, la red oscura se rompe en pedazos y los servidores quedan destrozados. Pero eso no es lo más espeluznante: lo peor aún está por llegar, ahora ya saben dónde está el Túnel.

Corremos hacia afuera y nos encontramos con la gente corriendo por los pasillos iluminados, cerrando los locales y adentrándose en el viejo alcantarillado. Me estremezco cuando los veo huir despavoridos, hay ancianos y niños que huyen de algo que nosotros aún no hemos visto.

Llegamos hasta la plaza y nos topamos de lleno con un montón de agentes de seguridad que acaban de aparecer. Suelto un chillido cuando los veo y me escondo detrás de un stand sin pensarlo demasiado, Hyo hace lo mismo y ambos cerramos los ojos cuando los agentes empiezan a disparar. Me asomo por encima de nuestra cobertura y abro mucho los ojos ante la escena que aparece frente a mí: los agentes disparan a diestro y siniestro, destrozando mobiliario e incluso personas. Pronto la plaza se llena de humo, pequeños focos de fuego y olor a quemado.

Grito inútilmente a la gente que corra. Mi voz apenas se oye entre el barullo, pero es lo suficientemente fuerte para que dos guardias apunten en mi dirección. Corro esquivando sus disparos e intento cubrirme con las mesas y artefactos que aún están medianamente en pie. Mi corazón va a mil y las luces bamboleantes me ciegan. La música se mezcla con los gritos de la gente intenta salvar sus vidas. Me quedo paralizada tras una terminal metálica, oyendo los disparos a mi espalda.

Cierro los ojos y me intento concentrar. He perdido a Hyo, no sé dónde está. Levanto la cabeza y lo intento localizar. Allí, ayudando a dos chicas a escapar. Me arrastro hacia él y veo que hay un hombre tirado en el suelo con una pistola a su lado. Intento despertar al hombre, pero no tardo en darme cuenta que está muerto. Agarro la pistola y apunto hacia los guardias, Hyo me mira horrorizado.

—¡Son personas, Yadei! —le miro aturdida— No son máquinas, no... no puedes dispararles, son humanos...

Miro de nuevo hacia los agentes que siguen disparando. La pistola tiembla en mis manos. No puedo dispararles, no puedo hacerlo... Hyo tiene razón, son personas...

Al volver el rostro hacia Hyo me doy cuenta de que ya no está, ayuda ahora a una niña cuya piernita ha quedado atrapada bajo un adoquín. Abro mucho los ojos cuando veo que los guardias apuntan hacia él, mis piernas empiezan a moverse y la adrenalina me hace correr en su dirección.

Nuestras miradas se cruzan unos instantes y puedo ver el terror en sus ojos. Giro la cabeza y una luz me ciega completamente, chillo al sentir el impacto de un proyectil que me quema la piel... Noto el impacto de mi espalda contra el suelo y mis pulmones se vacían de aire. Hago esfuerzos por respirar, pero soy incapaz.

Oigo otro disparo y un cuerpo caer tras de mí, mis ojos doloridos se llenan de lágrimas y sollozo con las pocas fuerzas que me quedan. Han disparado a Hyo, nos han disparado a los dos.

La falta de aire me hace convulsionar y tras varios esfuerzos infructíferos, pierdo la noción de la realidad, mi mundo se torna oscuro y todo a mi alrededor desaparece.

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