ONCE

Hyo ve la incertidumbre en mi rostro y me acaricia las mejillas con sus manos.

—Sé que es mucha información para procesarla ahora...

—Dices que esa información está en mí, en mi ADN... ¿Cómo?

—Codificaron toda esa información y la introdujeron en tus nanobots. No puedes acceder a ella de forma natural... No funcionan como cualquier otro recuerdo. Es... es como la capacidad de ver u oír, es algo de lo que tú misma no eres consciente y algo a lo que jamás podrás acceder por tu cuenta —suspira—, algo que no te podrán arrebatar tampoco... Solo una persona conoce los medios para ello, y está fuera del alcance del gobierno. Estás protegida, Yadei.

Asiento muy lentamente y noto que tiemblo un poco.

—Vale... pero ¿cómo es posible que reconozca el Centro de Mando? —le miro a los ojos—. Dudo que los códigos hayan sido siempre los mismos, ¿no?

—Eso... tiene otra explicación también. Tus abuelos trabajaban en el Centro de Mando, pero se negaron a seguir colaborando. Así que ocultaron los códigos para hackear el sistema en una base de datos al que solo ellos podían acceder. Por desgracia... Fueron asesinados por uno de mis compañeros, un androide llamado Cobalto. Daran fue criado por tu bisabuelo, pero éste también murió con el tiempo. Tu padre fue creciendo, aprendiendo cada vez más sobre ordenadores, hasta que consiguió acceder a los datos de sus padres —Hyo acaricia mis muñecas con suavidad—. Y decidió codificar esa información también dentro de ti.

—¿Así que cada vez que introduzco un código estoy hackeando el sistema?

Hyo asiente lentamente.

—Exacto... por eso cada vez que lo haces te arriesgas a que salte alguna alarma, esos códigos no son perfectos, y en algún momento pueden delatarte.

—Como pasó cuando liberamos a Og... ¡Og! —miro alrededor como si pudiera estar en la habitación—. ¡Tenemos que encontrarle! No llegó aquí con nosotros...

—Está bien... tranquila, Ogue conoce los túneles, seguramente esté viniendo hacia aquí. Habrá despistado a los centinelas escondido en algún rincón, no te preocupes, seguro que está bien.

Su explicación me tranquiliza de momento. Sí, Ogue es capaz de cuidarse, y no había contado con el hecho de que él forma parte del Vínculo, que conoce perfectamente cómo funciona y seguramente no haya de qué preocuparse.

Abrazo a Hyo con fuerza.

—Soy la única que puede salvarlos a todos —susurro. Él asiente, aunque no es una pregunta—, y vamos a salvarlos a todos.

Hyo me devuelve el abrazo.

—A todos —susurra— y podrás volver a casa.

Sonrío. Podré volver a casa, podré ver a mamá, abrazarla, explicarle todo lo que he vivido. Presentarle a Hyo, Fiko y los demás, hablarle del Exterior, de las ciudades abandonadas, de lo hermoso que es el bosque, las montañas... Ojalá haberle podido presentar a Tandara y Áster... pero ambas están muertas y no pude hacer nada por ellas. Sin embargo, ahora tengo la oportunidad de salvar a toda la humanidad y no pienso desperdiciarla.

Hyo me da un beso tierno en la frente, me mira unos instantes y se levanta. Se dirige a la pantalla y le da un par de golpecitos suaves para encenderla. El ordenador nos saluda con una voz agradable y proyecta un lienzo en blanco.

El androide teclea unas cuantas palabras con una rapidez sobrehumana y aparece un mapa del Centro de Mando. No está completo. Me levanto y repaso con los dedos las salas en blanco, los huecos en los que falta información. Reconozco esas partes, así que las termino de dibujar.

Observo la planta más elevada del Centro de Mando. En ella se encuentra el Eje, los ordenadores que lo controlan absolutamente todo, además de la sala del Consejo desde donde se toman todas las decisiones... como la decisión de asesinar a miles de personas. La planta tiene dos únicos accesos: dos ascensores. Los conductos de ventilación son demasiado estrechos para poder colarse, además de que dan a un sistema propio de reciclado de aire, totalmente aislado del resto de la ciudad. No hay tan siquiera unas escaleras de emergencia, ni ningún tipo de salida.

El ascensor funciona gracias a un código, y en caso de que haya algún fallo, las personas que se encuentren en esa planta quedan completamente aisladas del resto.

De la misma manera, los ordenadores del Eje son completamente independientes, comparten algunos datos sencillos con el resto de ordenadores, pero la comunicación se puede cortar de forma tajante. Así que la única forma de acceder a ellos, de hackearlos, tiene que ser directamente desde una de sus terminales. No se puede acceder de forma externa.

Normalmente, tan solo hay 2 personas trabajando en la planta. Un miembro del Consejo y un guardia con la orden de matar a todo aquel que acceda sin autorización, incluso si se trata de un simple operario al cual se han olvidado de firmarle la petición de acceso. Y cualquier entrada está completamente controlada, todas las personas son cacheadas, se comprueba su identidad y las razones por las cuales accede ahí.

Parece imposible entrar en la planta. Pero Hyo me explica todas nuestras posibilidades. Uno de los guardias del Centro de Mando es un amigo del tiempo, un simpatizante que nos puede ayudar a acceder. Según sus turnos, no le toca en ningún momento trabajar en el ático, como decide llamarle el Vínculo. Pero, por suerte, el programa que controla dichos turnos no se encuentra en el Eje, así que con algo de esfuerzo se puede falsear el que le toque trabajar allí (de hecho, esa parte del plan ya está en marcha).

El resto del plan aún ha de encajarse. Son muchas piezas que juegan en nuestra contra, y tan solo disponemos de 72 horas antes de que todo se vaya a la mierda. Me aprieto las sienes mirando los planos y los apuntes que hemos ido haciendo Hyo y yo, mientras pienso qué podemos hacer para acceder al Centro de Mando y subir al ático.

* * *

La observa mientras piensa y sonríe con ternura. Se ve hermosa con el ceño ligeramente fruncido y esas trencitas que ya necesitarían un retoque. Yadei ha cambiado tanto desde que la conoció... Al principio era una chica insegura, desconfiada y perdida. Y ahora se ve la determinación en su rostro. Está decidida a hacer lo que sea necesario para salvar a los suyos.

Sabe que, en el fondo, aunque las cosas no salieran bien, Yadei no moriría. Es tan especial que está seguro que los drones no la matarían. Pero tiene miedo, tiene miedo de que el programa también le controle a él y que todo lo que ha conseguido desaparezca. Tiene miedo de volver a olvidar quién es. Pero su miedo real es olvidarla a ella. No quiere olvidar a la chica a la que ama, no quiere que esos sentimientos desaparezcan de su corazón por una estúpida orden.

En parte envidia a los humanos por eso, porque son tozudos, porque nadie les puede arrebatar su voluntad... O al menos, no tan fácilmente como a los androides. A los androides tan solo es necesario conectarlos a un ordenador, escribir cuatro comandos y borrar toda su memoria. Y lo peor es que pueden hacerlo de manera que ellos ni siquiera se den cuenta. En cambio, un humano continúa luchando hasta no poder más por quien es, lo puede ver tan claro en Yadei. Yadei, que ha buscado superarse desde el primer momento, que ha sacado fuerzas de la debilidad incluso cuando parecía no haber esperanza...

Una parte de sí quiere dejarlo estar, marcharse, olvidarse de todo y decirle a Yadei que se vaya con él, pero sabe que ella jamás se lo perdonaría. Está en sus manos salvar a toda la humanidad, y ahora no piensa rendirse. Hyo lo ve en cada una de sus miradas, cada uno de sus movimientos y cada una de sus palabras. Yadei ya no se esconde más.

Y eso le da muchísimo más miedo aún que volver a perder la memoria. No quiere perderla y es un sentimiento mucho más fuerte a cuando perdió a Mike, a cuando recuerda a sus padres... es algo tan sumamente profundo que ni siquiera comprende del todo.

Pero una cosa tiene clara: prefiere perderlo todo y tener a Yadei, que ganar todas las batallas habiéndola perdido. Así que hará todo lo posible, e incluso lo que en un principio podría parecer imposible, para salvarla, aunque ello le cueste la vida.

Imagen de SolGravionMegazord en Deviantart

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