Antepasados



¿Sobre cuántas espaldas de ceniza

levanté mi morada?

Miro hacia atrás y veo las multitudes

de los que descendieron hasta el polvo,

veo esa inmensa corriente

braceando en el mar de los trabajos y las penas,

para irse, al final,

con la mirada triste,

dejándole el encargo de los sueños,

las brasas del dios Lar,

a los que deben mantener el fuego.

Ah, los milenios llenos

de mujeres y hombres, ahogados, enterrados,

y los que aún continúan

izándose sobre los cuerpos muertos,

ciegos a veces, o inconscientes,

y con los ojos como faros, otras,

intentando alumbrar aún más allá,

ahuyentando las sombras.

Siento sus luces en la noche

como sabias luciérnagas sagradas

flotando a la deriva,

gritando en el silencio:

"¡Vivimos como tú,

amamos y luchamos por ti...!

¡Lucha ahora por nosotros,

Para que la luz que nos dio vida

no se apague,

préstanos tus oídos y tu boca,

déjanos escuchar las músicas del tiempo...!"

¡Cómo os reconozco

y os amparo y os retorno vida!

Aquí en mi pecho crece

vuestra escalera al cielo,

subís por los peldaños que construyo

y miráis asombrados,

a través de mis ojos,

las nubes conquistadas,

los saltos de gigante,

las maravillas nuevas...

No estáis muertos, os digo,

sino que sonreís,

tomados de mi mano,

porque yo os acojo y os renuevo.

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