Cap prologo:Inicio del viaje

Sung: Ahh, qué aburrido... (descansaba en el trono de sombras, con una expresión apática).

Los infinitos mundos se desplegaban ante él, pero ninguno lograba despertar su interés. El ambiente oscuro parecía cobrar vida con cada suspiro del inmortal.

Sung: No hay nada que pueda hacer, pero este es mi cargo y lo cumpliré hasta el final... aunque, claro, no tengo final. (dejó escapar una risa irónica).

Cuando dos portales se abrieron detrás de él, la temperatura en la sala cambió ligeramente. Sung reconoció a los visitantes de inmediato, y una sonrisa se dibujó en su rostro.

Sung: ¿Qué hay, querida? Y hola, hijo.

Kuroika avanzó con una gracia natural. Su largo cabello mostraba mechones de diferentes tonos oscuros, cada uno en un color diferente, creando un efecto multicolor que ondulaba como una cascada en movimiento. Sus ojos, con formas de cruz y símbolos extraños, tenían una grieta que recorría cada pupila, dándole un aire misterioso. Poseía un busto bastante pronunciado, lo cual acentuaba su figura llamativa y atractiva.

Minoru Tanaka, el joven a su lado, tenía un aspecto tranquilo y calculador. Su cabello también era multicolor, reflejando una gama de tonos que le daba un aire único. Sostenía un cuaderno negro con la inscripción "Death Note" en la portada, y su mirada reflejaba una combinación de calma y astucia, como si siempre estuviera evaluando el entorno con precisión.

Kuroika: Hola, cariño. ¿Cómo va todo? (su voz resonó con dulzura mientras se acercaba más a Sung).

Sung: Ah, la misma monotonía de siempre. (suspiró, luego miró a su hijo con una sonrisa). Aunque, ¿cómo estás, campeón? ¿Cómo te fue en ese mundo?

Minoru: (mientras sostenía la Death Note, la examinaba con interés). Pues estuvo bien. Aunque al final crearon una regla para matarme. Felizmente, mamá apareció y me salvó justo a tiempo. (mostró el cuaderno con una sonrisa orgullosa). Además, traje una copia de este libro.

Kuroika: Sí, sí. (rió ligeramente). Si mi hijo no me hubiera contenido, habría destruido ese mundo por intentar matarlo, después de todo el ingenio que utilizó. Y eso me sorprendió, porque él no mató a nadie.

Sung: ¡Wow! ¿Cómo lo lograste y conseguiste conservar la libreta tanto tiempo?

Minoru: Sabía que la tecnología podría ser útil, (respondió con una sonrisa astuta). Así que les pedí que me dieran dos años antes de implementarla. Entonces, elaboré un plan para la paz en ese mundo al vender la Death Note por sitios web, hasta que llegara a oídos de los presidentes. Al final, me la compraron por un cuadrillón de dólares, que dividí en billones para cada habitante del país, incluyéndome a mí, claro. Si recibía todo el dinero yo solo, sería evidente quién se beneficiaba más.

Minoru miró a Sung, mientras sus ojos mostraban una mezcla de satisfacción y precaución.

Minoru: Justo antes de que pudiera tocar el dinero, mamá apareció y me detuvo. (miró a Kuroika con una sonrisa agradecida). Ella había estado observando todo mi progreso, porque yo había pedido que me borraran la memoria para ver cómo me desenvolvería en una situación así. Cuando me tomó de la mano, mis recuerdos volvieron.

Kuroika: Además, Minoru, había una regla adicional que establecieron: quien vendiera la libreta moriría al recibir el dinero. (dijo con un tono firme, mirando a Sung).

Sung: (su expresión se oscureció un momento, mostrando un leve gesto de enojo, pero se calmó rápidamente). Me parece bien que estés a salvo, hijo. (esbozó una pequeña sonrisa de alivio).

Minoru: Papá, me dijiste que podría cuidar de las dimensiones cuando volviera de ese mundo. (sus ojos brillaban con emoción).

Sung: Pero te dije que cuando tuvieras 18 años. Aún tienes 5. (lo miró con una ceja levantada).

Minoru: Bueno, (sonrió con picardía), con mi tamaño y rasgos familiares, puedo parecer que tengo 18, aunque en realidad tenga 5. Además, mamá puede estar vigilándome.

Sung miró a Kuroika, quien simplemente le devolvió una sonrisa tranquilizadora. Sung suspiró en señal de derrota.

Sung: Está bien.

Minoru se emocionó y corrió hacia él, abrazándolo con fuerza. Sung respondió el abrazo, rodeando a su hijo con los brazos.

Cuando Minoru sintió la energía del trono de sombras fluyendo a su alrededor, sus sentidos se abrieron y percibió la vastedad de los universos.

Minoru: ¡Wow! (sus ojos se agrandaron por la sorpresa).

Sung: ¿Por qué crees que no me levantaba de mi trono?

Minoru: ¿Por estética? (preguntó, aún fascinado por lo que experimentaba).

Sung: Buen punto, (rió suavemente), pero gracias a este trono puedo ver casi todos los universos. Si quiero ver uno específico, solo necesito pensar en él.

Sung observó a Minoru, quien ya estaba sentado en el trono de sombras, adaptándose a la inmensidad de los universos y al poder que ahora sentía. Sung se acercó un poco más y, con una sonrisa, habló.

Sung: Bueno, como tu madre va a estar cuidándote, creo que puedo darme un descanso y explorar algún mundo que aún no haya visto, al azar.

Se dirigió hacia Kuroika y la besó suavemente en los labios, gesto que ella correspondió con cariño. Sung la miró con una expresión seria pero confiada.

Sung: Cuídalo bien. Yo voy a hablar con un tal "Rey".

Kuroika, entendiendo perfectamente a quién se refería, sonrió con complicidad.

Kuroika: Está bien, cariño. Lo cuidaré.

Con una última mirada a su familia, Sung abrió un portal, y en un destello de sombras, desapareció, dejando a Kuroika y a Minoru, quien seguía maravillado por la vastedad de lo que podía ver y sentir desde el trono.

EN EL MUNDO SHINIGAMI...

El Rey de los Shinigamis, Shinigami-sama, se encontraba frente a otros shinigamis, con una mirada imponente mientras hablaba con su voz profunda y autoritaria.

Shinigami-sama: Todo humano que toque la Death Note morirá, sin importar lo que haga.

Entre la multitud, Ryuk, el shinigami que había estado observando a Minoru, frunció el ceño con desagrado.

Ryuk: (pensando) Mmm... esto es absurdo. Ese chico me caía bien.

En ese instante, un portal se abrió en medio de la sala, y de él surgí yo, rodeado por una densa aura púrpura cargada de sombras que se arremolinaban a mi alrededor. Shinigami-sama fijó su atención en mí, observándome con ojos llenos de desdén.

Shinigami-sama: ¿Quién eres tú, humano?

Sung: Yo soy tu verdugo.

Desenfundé una espada forjada de sombras, conocida como el Colmillo de Khara, y un leve estremecimiento recorrió al Rey de los Shinigamis, quien en su forma amorfa mostraba múltiples cuerpos y rostros retorcidos en una masa oscura y caótica.

Shinigami-sama: Ja, no tengo tiempo para ti, mortal. Shinigamis, mátenlo.

Algunos shinigamis avanzaron hacia mí, empuñando armas. Sin embargo, yo simplemente llamé a mis sombras.

Sung: Igris. Beru.

Mis dos sombras más leales, Igris y Beru, emergieron de mi sombra, junto con otras figuras sombrías que siempre me habían sido fieles. Ellos se lanzaron hacia la mayoría de los shinigamis que intentaron detenerme, desatando el caos. Ryuk, por su parte, se mantuvo al margen, sin intervenir, sabiendo que enfrentarse a mí solo le aseguraría la aniquilación.

Mientras me acercaba a Shinigami-sama, algunos shinigamis intentaron atacar. Sin embargo, con un movimiento rápido y casi imperceptible, sus cabezas cayeron al suelo, dejando un rastro de sombras a su paso.

De repente, un shinigami de apariencia intimidante apareció frente a mí y al Rey Shinigami. Su piel pálida contrastaba con los intensos ojos rojos bajo una calavera, y portaba una larga espada que desenvainó de su espalda con lentitud, como un desafío.

Sung: Así que quieres jugar... entonces juguemos.

Con una sonrisa fría, empuñé mi daga, el Colmillo de Khara, y ambos nos lanzamos al ataque. En un abrir y cerrar de ojos, nuestras armas chocaron con una velocidad sobrehumana, llenando el aire con destellos y el sonido metálico de acero contra acero. Cada golpe liberaba una onda de energía que hacía temblar la sala de los shinigamis y causaba que las sombras a nuestro alrededor se retorcieran y vibraran.

Nos movíamos a velocidades impresionantes, dejando un rastro de sombras tras nosotros. El shinigami especial atacaba con precisión mortal, su espada buscando puntos vitales. Yo me contenía, midiendo su habilidad, esquivando algunos de sus ataques y bloqueando otros, permitiéndole desplegar toda su fuerza.

Shinigami Especial: ¡No eres rival para un verdadero shinigami! —gritó, lanzando un golpe descendente con toda su fuerza.

Con un giro rápido, bloqueé su ataque con la daga, y las chispas volaron mientras nuestras armas chocaban. Con cada movimiento, aumentaba un poco mi velocidad, obligándolo a esforzarse al máximo. Su espada intentaba anticipar mis movimientos, pero el Colmillo de Khara respondía con una precisión letal, deslizándose y desviando sus ataques con facilidad.

Finalmente, decidí que era momento de terminar. En un movimiento rápido e imperceptible, me desplacé detrás de él, y la daga cortó el aire con fuerza imparable. El shinigami especial intentó girarse para defenderse, pero era demasiado tarde. Con un solo corte preciso, la daga atravesó su defensa, y su cuerpo quedó inmóvil. Un instante de silencio precedió la caída de su cabeza, que rodó al suelo, disolviéndose en sombras junto a su cuerpo.

Observé el campo de batalla y noté que la mayoría de los shinigamis yacían muertos, sus cuerpos dispersos por el suelo en posiciones retorcidas. Con una leve sonrisa, levanté una mano envuelta en energía púrpura y sombras.

Sung: SURJAN.

Al pronunciar la palabra, una ola de oscuridad recorrió la sala, envolviendo cada cuerpo caído. Uno a uno, los shinigamis muertos comenzaron a levantarse, sus ojos vacíos y su piel teñida de sombras, convertidos ahora en una extensión de mi ejército de sombras. Su lealtad ya no pertenecía al Rey de los Shinigamis, sino a mí.

Las sombras se arremolinaron a mi alrededor mientras mis nuevos soldados oscuros se alineaban, listos para obedecer mis órdenes. El aire vibraba con una energía siniestra, y la sala estaba llena de una presencia que imponía terror a los pocos shinigamis que aún quedaban en pie.

Me acerqué al Rey de los Shinigamis, quien mostraba un atisbo de temor al ver cómo había matado a sus subordinados y los había traído de vuelta a la vida como parte de mi ejército de sombras. Una sonrisa fría se dibujó en mi rostro mientras la armadura de Ashborn se formaba sobre mí, cubriéndome con su imponente poder.

Sung: Bueno, nunca pensé en pisar tu maldito mundo, pero cometiste el mayor pecado que se puede cometer contra un verdadero Dios de la muerte.

El Rey de los Shinigamis me miró, sin saber a qué me refería. Avancé un paso más y continué.

Sung: Creaste una ley para matar a mi hijo cuando él ya había ganado.

El Rey pareció desconcertado por un momento, recordando la regla que había establecido: cualquier humano que vendiera la Death Note moriría al recibir el dinero. Intentó justificar sus acciones, pero no le di tiempo.

Concentrando mi poder, invoqué una lanza de sombras púrpuras y la lancé hacia él. La lanza atravesó el aire con un destello oscuro, y al impactar en el Rey, explotó en una nube de sombras y energía. Su forma amorfa tembló y se disipó con el estruendo.

Sung: Listo.

La armadura de Ashborn desapareció lentamente mientras observaba el caos que quedaba. Luego me giré hacia Ryuk, quien me observaba con cautela.

Sung: Bueno, Ryuk, ¿qué hay? —le dije, mi tono ahora relajado.

Ryuk, sorprendido de que le hablara tan tranquilamente, me miró con curiosidad.

Ryuk: ¿No ibas a matar a todos?

Sung: Bueno, ese era el plan, —respondí—, pero sé que solo estabas haciendo tu trabajo. Además, puedo percibir que mi hijo te caía bien, ¿no?

Ryuk asintió, sin palabras.

Sung: Te doy una propuesta. Conviértete en la mano derecha de mi hijo, ayúdalo en lo que necesite, y te prometo poder y todo lo que te guste.

De las sombras, materialicé una manzana especial, hecha por mí, brillante y perfecta. Al verla, los ojos de Ryuk se abrieron con asombro.

Sung: Te ofrezco una canasta de estas manzanas cada semana.

Ryuk, fascinado, tomó la manzana y dio un mordisco. Su expresión mostró claramente que esta manzana superaba a cualquier otra que hubiera probado antes. Sin dudarlo, asintió.

Sung: Bueno. —Abrí un portal frente a él y saqué una carta—. Llévale esto a una chica de cabello con mechones multicolor. Ella es mi mujer, y entenderá.

Ryuk asintió una vez más, tomando la carta y atravesando el portal sin decir una palabra más.

Al reflexionar un momento, suspiré y saqué un celular. Marqué un número y esperé a que respondiera. Al otro lado de la línea, una voz familiar respondió.

Antares: Hola, Sung. ¿Qué pasó? ¿Por qué llamas?

Sung: Bueno, ¿cómo estás, Antares? Ha pasado un tiempo desde lo de Exe Espinel.

Antares: (riendo) Sí, hace tiempo. Pero bueno, dime, ¿qué necesitas? Sé que cuando llamas es porque quieres algo.

Sung: Quiero destruir un mundo.

Antares: Curioso. ¿Y por qué quieres hacerlo?

Sung: Se atrevieron a intentar matar a mi hijo.

Antares: (con comprensión) Ah, tiene sentido. Te dejo entonces.

Sin decir más, colgó, entendiendo mi intención. Al cerrar la llamada, una energía abrumadora comenzó a emanar de mí mientras activaba mi Dominio del Monarca. Las sombras se extendieron, cubriendo todo el mundo Shinigami bajo mi poder absoluto.

Sung: Destroyer.

Con esa palabra, el mundo comenzó a ser consumido por una oscuridad infinita, siendo devorado y reducido a la nada por mis sombras, hasta desaparecer por completo.

Después de destruir el mundo Shinigami, suspiré, sintiendo el agotamiento emocional de todo lo ocurrido.

Sung: Bueno, necesito unas vacaciones...

De repente, sentí dos presencias que destacaban por su fuerza, un poco similares a Exe Espinel. Esto me sorprendió, y observé con curiosidad una cuarta parte de un alma manifestándose en mi mano.

Sung: Mmm... qué raro. Dust y yo pensábamos que no quedaba nada de su alma.

Intrigado por la energía que emanaban esas presencias y la posibilidad de que estuvieran relacionadas con Exe Espinel, decidí seguir ese rastro. No estaba seguro si se trataba de algo más que una coincidencia o si era algo que merecía mi atención, pero la curiosidad fue suficiente para impulsarme a averiguarlo.





Fin del Capítulo




Lo siento si esque a quedado un poco vago por falta de imagenes y otras cosas pero prometo mañana mejorarlo si se puede.

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