NOMBRES

Seré semilla para las que vienen Silvana estrada.

Las mujeres que acababan con su vida y gustaban del dolor que nadie se merece.

-dejarlas ir no te hace una mala madre-vi a la señora Gloria.

Jose sentía la responsabilidad más grande, el intentar sacar las niñas ocultas en su camioneta, que hace que la gente deje su pueblo en lugar de que estos simplemente se vallan.

Les sonreía a todos creyendo y contando que estarán mejor de esa manera, que sus padres los esperarán mientras en el pueblos los niños que quedaban, era propensos a trabajar para el hombre y no ser parte de su propio trabajo.

La mayoría no sabía leer, pero ese no era problema de nadie, si no de ellos en un futuro.

Y así fue como comenzamos a sacar a los niños poco a poco se asimilaba que había menos, sin embargo no lo hicimos notar así como se perdían, cuando ellos se los llevaban solo para encontrar su cuerpo a la mitad del cerro, en bolsas negras como simple basura.

No volví a ver a ese hombre, muchos decían que salió de ahí otros que lo mataron yo solo creo que se arrepintió, pero no pudo retroceder el tiempo para salvarse y salvarla.

-¿Qué pasó con los niños?- esa mañana la puerta se abrió anunciando la mañana, el sonido de como ella venía hacia mi, cuando solo abrió la puerta y dejo que entrara el frío de la mañana.

Prepare el desayuno y comencé a tomar un poco de café, el solo me miraba había dejado de tomar dinero y me resistía a utilizar mi traje de monja, esa manta negra, solo la blanca.

Solo unos días para ser libre de verdad, y ver a mis niños.

-eh tiendo muchos gastos últimamente - dijo el hombre vestido de sacerdote frente a mi, con ese traje negro, viejo y arrugado, el tiempo avía pasado sobre del como todos, sus lentes negros cubrían el horrible detalle de arrugas.

-bien por usted que dios le ayude a pagar, ellas y ellos vivirán bien en el cielo junto al señor, el pueblo a pedido una misa por nosotros- conteste lo logré, logre salvarlos aunque no a mi y el pueblo creía estar más tranquilo.

El se levantó y me tomo de los cachetes uniendo sus dedos, sus uñas.

-escucha bien el dinero que falta no es mío y los niños tampoco - hice que soltara.

-Entonces somos de ellos de esos malditos insectos, no tiene derecho a tocarme- las demás se levantaron al igual que la madre superior que ya era lo bastante vieja como para tener la fuerza de levantar una mano.

Sin embargo está vez lo hizo y con todas las ganas que se ocultaban entre la palma de su mano.

Y un día nos encontraron, nos descubrieron fue una noche fría y amarga entre las brisas del invierno siendo del mal el pueblo contra su propio pueblo, ya no había bien ni mal, una persona dijo lo que estábamos haciendo sabía quién avía dicho, pero no tenía la molestia de reclamar.

Teníamos a tres niños a nuestro cargo dos de ellos los sacamos de su casa.

Las familias estaban asustadas ya que esos niños serían llevados a otro lugar, trata de blancas.

-Ya no les basta- dijo José quitándose el sombrero.

-Emma cálmate- conteste acomodando lo último que faltaba.

-No me lleves a mi sería muy arriesgado - dije para que se llevará a los niños.

Sin embargo algo cambio mientras salíamos, todo el lugar estaba rodeado, avía más personas en las cuevas ocultas y no pidan localizar desde un helicóptero

-jamás los encontraron realmente-dije en voz baja quemaron cada casa cada persona a mis ojos ese día mientras salía con los niños yo saldría por ellos.

Estaba dispuesta a dejar el lugar, no nos dejaron, un hombre quemó accidentalmente su casa para distraerlos solo querían que vieran el fuego, si los veían no tendrían ni un poco de compasión éramos rehenes solo que está vez, un hombre me sostuvo de los brazos, jalo mi capucha los niños se asustaron y gritaron, el fuego siguió comiendo todo a su paso.

Los pájaros corrían, el sonido de las llamas pagándose poco a poco por la naturaleza, Jose intento hacer algo era yo o los niños y le dije que los eligiera a ellos, tomo a los niños y un par de personas, se fue para quedarme junto a ellos.

Los golpes no dolían, era algo que ya sentía desde hace tiempo las marcas se quedaban mi nariz sangraba, mi boca de igual manera.

La lluvia calló sobre nosotros cada hombre con una arma le dieron a cualquier que se moviera las mujeres se escondían.

Mientras ellos me arrastraban hasta la parroquia cada mujer, Elena, Emma, cada una aunque se morían como las cenizas, ante mis ojos cuando llegue con el sacerdote me avía cansado de ser arrastrada.

-¿Dónde están los niños?- sonreí.

-Cómo si ustedes no pudieran encontrarlos- fue su primera pregunta y mi primera objeción.

-dios salva a los ciegos y mata a sus cuervos, dios reclama perdón y redención mientras su sacerdocio peca con lujuria en su propia casa todos esos niños son huérfanos por tu culpa - lo mire.

-la misma culpa que tú sostendrás todos los días por aquellos espíritus que dejaste pensando - solo me miró y golpeó de nuevo me sacaron de ahí grite pataleé y me hicieron vivir lo que pasó con cada niña y mujer dentro de mi.

Mis ojos y mi ente murió, pero mi voz no, Emma se fue con algunas personas y los niños algo que me daba algo de aliento.

-Su amor no fue suficiente o mejor dicho su deceo siempre se llevó a alguien, no solo soy su hija- dije mirándolo.

-Me busco y me mato poco a poco, ella creyó que me salvaría de usted - solo me miró y cerré los ojos.

Me llevaron junto a otras chicas a un lugar diferente, todas y cada una daban de ellas, su físico mientras que en el interior solo gritaban pidiendo ayuda.

-¿Cómo te llamas?- los golpes se borraban y creaban otros, ese lugar era más que un infierno, era tan horrible que muchas de ellas no supieron cómo salir simplemente decían que es lo que tenía que pasar y se acoplaban a ellos.

Mi nombre jamás lo dije o no el verdadero, me mordía las uñas encadenada a una puerta que se habría solo para ellos, y salían solo ellos, recordaba a mi pueblo y lo que fue del.

Solo escuchaba música nueva, tomaba lo más que se podía, ellas decían que de esa manera se sentía menos el dolor.

Los golpes o los pagos se borraban con maquillaje, los demás con el tiempo, sin embargo tus lágrimas abrían las heridas.

De que servía llorar solo me recordaba que seguía viva, dejaba de ser valiente y comenzaba a confundirme con el lugar en donde estaba, tal vez mi yo se murió con ese pueblo y ahora vivía alguien más en mi cuerpo.

Alguien más que se adueñó del, sonreía mientras las lágrimas caían poco a poco, la valentía en mi me carcomía sin embargo no pagaría por la esperanza y la fe de encontrar una salida.

Si fallabas y no dejabas que ellos te hicieran algo, si perdía si no aguantaba yo tenía la culpa, y al final simplemente cuando ya no querían más.

Solo dejaban un par de billetes para otro lindo vestido dos tragos, sin ensuciar la camisa, se levantaban y salían de nuevo por esa puerta.

Volvían a tocar tres veces ...Y preguntaban tu nombre.

El ver con morbo, con dolor y lástima, sin vida.

MI NOMBRE ES ...

Rubí.

Marbella

Valeria

Mara

Abril

Fátima

Daniel

Ingrid

-Y podría seguir con los nombres y las vidas- desde los 5 años hasta los 52 pasos, marcas, el amor no era algo por lo que nos llamarán, era lo que más dolía, por qué preguntar su nombre si solo sería utilizado el cuerpo.

Se escucha tan horrible como se siente, como te pierdes poco a poco en las cadenas desesperadas que ellos necesitan, antes de que todo acabará ellos lo seguían preguntando.

-¿Dónde están los niños?- volvió a pregunto.

-no lo sé, ya no tienen otro lugar donde esconderse.

Sus golpes después de unas semanas eran invisibles, esa misma noche me cortaron la lengua para que dejara de gritar, pero seguía siendo y escuchando sus voces de dos a cuatro hombres me atacan como un animal me mordían, rasguñaba y se atacaban unos a otros, avía más chicas conmigo nos turnaban como un objeto, te dormían sin comer ni beber agua sin dormir esperando morir.

Muchas sonreían al escuchar que las buscaban, otras simplemente lloraban pues no contaban con que alguien simplemente intentará buscarlas.

Y ella me esperaban en un laurel entre mis pupilas y las sillas me visitaba por las noches, tocando mis mejillas, todos se sentían dueños de ti, te llamaban.

Con apodos e insultos dejabas de servir y te mataban para quedar encerradas metros bajo tierra.

Cómo las semilla dejando crecer y lugar a las que seguían, el jardín era hermoso ese pueblo se volvió un simple cuarto, leía historias en las que ella se quedaba presa en una torre dormida, decidí dormirme, dejar de sentir.

Soñar despierta, aún recordaba su voz me contaba una historia de una diosa, mi memoria era borrosa, solo recordaba que decía que matarían a una chica, la arrojaron cómo sacrificio a un ceno de agua, sin embargo ella quedó viva, y poco después se volvió la diosa de los ríos y los lagos como parte de su sacrificio y lucha por seguir viva.

Ella se salvó por si misma, o esperaría a que la salvarán ellos solo querían mi cuerpo, no mi mente como el presagio de algo que no les importa al tocar, te abrían las piernas, entraban doblaban tus manos y solo pujas de dolor no importaba ese sueño no era nada.

Lo más doloroso fue cuando me vi al espejo la cara y las manos de la persona que estaba ahí, esa no era alguien que yo conociera una completa extraña del otro lado, nos maquillaban otras chicas que estaban ahí desde ya hace tiempo.

Y apresar de la existencia de un reflejo, mis lágrimas alumbraban el dolor que aún sentía.

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