Capítulo 9. "Ésta es la vida real"
Probablemente ha pasado más tiempo del que creo, pues últimamente no tengo idea del día o de la hora en la que vivo, sólo siento que voy por ahí; respirado e intentando conseguir el suficiente dinero para huir un rato.
Después de tantas horas de sueño perdidas, todo este plan parece una pérdida de tiempo y Josh me ha recomendado que mejor aproveche el momento y aprenda a vivir con lo que tengo enfrente; que mejor aproveche el "hoy" o se me irá igual que el futuro incierto que tanto quiero. Pero ahora, aquí estamos, Lizzie y yo sentadas en la alfombra beige de mi cuarto, con el corazón en un puño contando el dinero recabado.
—Dos mil cuarenta y ocho—finalizo.
—¿Cuánto dinero necesitas?
Me muerdo el labio inferior y no puedo evitar mirar con desilusión el dinero. Tanto esfuerzo para tan poco.
—Si mis cuentas son correctas, tres mil quinientos dolares.
Lizzie chasque la lengua mientras estira su brazo para tomar la mochila. Saca su billetera roja y extrae un billete de entre los bolsillos, lo deja caer junto al montón de dinero que hay entre nosotras. Me mira esperanzada, con una pequeña sonrisa que hace que mi corazón se contraiga.
—Bueno, sólo son dos centavos para completar los dos mil cien dólares—me aliente.
—Lizzie, no voy aceptar tu dinero—tomo el billete e intento devolvérselo, pero ella se niega rotundamente.
Me da un manotazo cuando intento regresarle el dinero por segunda vez.
—Si intentas devolvérmelo de nuevo, te cortaré la mano.
—Lizzie...
—Ya dije—sentencia.
Lizzie es la clase de persona que te extiende la mano cuando no puedes seguir adelante. Y te extiende la mano incluso cuando ella tampoco puede; ella es la clase de persona que tiene suficiente brillo para compartir. Cuando nos conocimos en la preparatoria quizá fue por mera casualidad o el destino, pues siempre llegaba corriendo y siempre se sentaba en el asiento a mi lado. Las primeras veces que la vi, creí que me caería mal y que jamás le dirigiría la palabra. Sin embargo, un día cualquier fue mi pareja para un trabajo de física, en donde me di cuenta de lo linda y amistosa que era. Desde ese momento nuestra historia como mejores amigas, comenzó.
—¿Crees que tus padres te presten el dinero que falte?—pregunta, un poco desilusionada.
Me paso las manos por el cabello que se ha salido de la coleta y me dejo caer en el piso, rendida y abatida.
—Quizá y si—responde—. Todo depende si quieren adelantarme mi regalo de cumpleaños.
—Aún queda la opción de pedirle a Josh—me recuerda.
—Creo que con él será más difícil, ya sabes, quiere comprar su departamento lo más rápido posible.
—Quizá podría decirle a mis papás...
—Ni loca—la corto—, eso si que no. Eso ya es otro nivel de desesperación al cual no voy a recurrir.
Escucho a mi amiga suspirar.
—O tendrás que aplazar esto un poco y seguir ahorrando.
¿Aplazarlo todo? ¿Dejar atrás mi sueño? quizá sea lo mejor. O quizá sólo necesito dormir unas horas y analizar mis opciones.
—Papá—digo en voz alta, llamando su atención.
Levanta la vista de su plato de verduras y me mira, animándome a seguir hablando. Josh me lanza una discreta mirada de que no lo haga. Chad y Nathan parecen no inmutarse, siguen comiendo en un discreto silencio, como si no existiera nada a su alrededor.
—¿Recuerdas que estuve haciendo algunos trabajos extras para tener dinero?—pregunto, mi voz parece quedarse atorada en mi garganta gracias a los nervios, por lo que parece que susurro.
Veo que papá asiente y mi mamá me mira algo curiosa, esperando a escuchar el desenlace de lo que he iniciado. Con el tenedor, comienzo a mover de un lado a otro un guisante de mi plato.
—Creí que sería buena idea el viajar a algún sitio para mi cumpleaños—me muerdo el labio—, el problema es que me falta un poco de dinero y quería saber si podrían adelantarme un poco mi regalo de cumpleaños.
Papá me mira unos segundos, luego mira a mi mamá. Josh me mira, Chad mira a Josh y Nathan mira a mis padres. De repente, toda la atención se concentra en mí, siendo el centro de atención en la conversación que se ha quedado en un sepulcral silencio. Las manos comienzan a temblarme.
Papá se relame los labios algo nervioso, no sé si porque se ha quedado sin palabras o intenta explicarme que lo que pido es mucho.
—¿A dónde tienes previsto ir?
—Sé que suena muy arriesgado y loco, pero pensaba que ir a algún lugar de Europa sería bueno—le explico—. Específicamente a Praga.
—¿No es algo caro?—ahora es mamá la que habla.
Trago el nudo de mi garganta.
—Intenté buscar todos los lugares y el modo de que sea algo económico, así que no mucho...
—¿Cuánto dinero necesitas?—pregunta papá, sin rodeos y yendo al grano.
Miro a mis padres antes de hacer una pequeña mueca y responder:
—Mil dólares.
Parece que a mamá se le ha atorado algo en la garganta y papá me mira sorprendido. Pero no me sorprende las muecas que hacen cuando les cuento todo. Creo que hasta me sorprende que sus expresiones no hayan sido tan dramáticas como las imaginé.
—¿Mil dólares? cariño, me encanta la idea de que hayas intentando hacer realidad tu sueño, pero, ¿de dónde esperas que saquemos tanto dinero?—mamá me mira algo incómoda.
—O quizá sólo prestarme el dinero, no me tomaría mucho tiempo pagárselos...
—Gres, la cuestión no es si te prestamos o regalamos el dinero—mi papá evita mirarme mientras habla—, la cuestión es que no tenemos ese dinero a disposición. Tú sabes mejor que nadie que en ésta casa vamos al día y tenemos la gran fortuna de que no nos falte nada, desgraciadamente no podemos darnos un lujo cómo ese.
No me atrevo a mirarlos después de aquel comentario. No levanto la vista del guisante que ya está aplastado. ¿De verdad creí que mis papás accederían? No, no, no, corrección: ¿de verdad creí que sería posible que mis padres tuvieran tal cantidad? Quizá y si la tenían, de reserva o ahorrada para cualquier emergencia, no para darme "lujos" como éste.
Vamos, tómalo con calma.
—Gres, mi vida, ¿esto lo haces por lo que pasó con Michael?
En parte.
—No—miento.
—Los corazones sanan de poco en poco...
—Mamá, ¿crees que mi mundo gira en torno a la persona que me lastimó?—sí—¿No puedo querer salir del tonto país por gusto propio? ¿No puedo un día despertar y querer cambiar todo? Mamá, estoy cansada de que mi día a día sea la misma tontería de siempre, y sólo quiero que por unos días todo cambie.
Mis hermanos parecen tan incómodos como cuando algún tema de chicas sale a flote.Se miran entre ellos, queriendo huir o queriendo ayudar, no tengo idea. El ambiente se pone tenso desde que he abierto la boca para hablar.
—Sólo quiero hacer tan simple como viajar—murmuro.
El silencio reina. Nadie dice nada, nadie come y todos queremos retirarnos y seguir haciendo algo para olvidar esto.
—Grecia...—escucho la voz queda de mamá.
Suspiro.
—Olviden lo que acabo de decir, creo que sí es una mala idea.
Me paso una mano por la cabeza y suspiro. Me disculpo y me retiro de la mesa, en silencio y con cautela para no hacer otro pequeño drama. Camino en dirección a las escaleras y comienzo a subirlas en total silencio, sin quebrarme y sin dar señales de lo decepcionada que me siento de la situación. Me detengo en el pasillo y miró hacia la ventana que hay justo entre mi cuarto y el cuarto de Chad, me acerco a ella ahí y la abro con cuidado. La brisa fresca de la noche me recibe con gusto y paso una pierna por el borde, intentando no resbalar. Una vez que tengo todo el cuerpo al otro lado de la ventana, me siento en la teja, sin importar que mi trasero quede negro a causa del polvo. Me llevo las piernas al pecho y las abrazo.
Hace mucho tiempo, este era el lugar feliz en donde mis hermanos y yo, planeábamos nuestras travesuras o nos contábamos las cosas que mis papás desconocían. Todo era risas y diversión por las madrugadas hasta que Chad resbaló y cayó por el borde. El golpe en seco y el grito de mi hermano, gracias a la fractura en su brazo, despertaron a mis papás y a unos cuantos vecinos, provocando una gran vergüenza para nosotros. Después de eso, quedaron prohibidas las reuniones secretas en la teja del porche y después de un rato, se volvió un lugar olvidado, que Josh y Nathan sólo usaba para fumar en secreto. Y para ser sincera, por el momento funciona como un buen escondite para olvidar el gran peso que siento en el pecho y para poder pensar en alguna otra cosa.
Ésta es la vida real, donde todo duele y todo cuesta el doble de lo que dicen, donde los sueños son sólo fantasías que muchas veces no llegan muy lejos. Quizá ya he superado el dolor que me provocó separarme de Michael, quizá todas las ganas de llorar y gritar se han ido, pero aún queda algo en lo profundo de mi ser que me lástima. Y sé, que eso es algo que sólo el tiempo va a poder arreglar y que después habrá una nueva versión de esto, pero ahora, sólo quiero hacer algo por mí y poca felicidad. Creo que yo misma me he aferrado a una solución para cambiar el chip de mi mente y seguir corriendo por ésta vida.
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Hoola, chiquillas.
¿Cómo han estado? ¿Cómo han llevado la cuarentena? ¿Qué han hecho?
Ya les he traído un nuevo capítulo jejejeje. Gracias por leer, por comentar y por votar; gracias por estar en ésta nueva historia. Las adoroooooooooooo!!
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