☞5.Observados

Al verlos llegar las abuelas del parque murmuran entre ellas. Sin disimular, la rutina las había vuelto descaradas. Los niños corrían y gritaban persiguiéndose, unos perros corrían tras una pelota y los pájaros cantaban en las copas de los árboles, el silencio no contemplaba ese parque hasta el anochecer, era un espacio increíble.

Clay y Melia eran los favoritos.Entraban y los susurros de las yayas se apilaban, sus pequeños dramas e inventan cotilleos de los cuales ellos suelen ser protagonistas. Los siguen con la mirada y disimulan cuando estos se ríen al descubrirlas.

No piden mucho, únicamente unas miradas o verlos cogidos de la mano, son el cotilleo de la mañana.

Ellos las decepcionan cada mañana, son amigos, de los de verdad de esos que cuando te pasa algo sea bueno o malo, son los primeros en enterarse.

Su rincón favorito: la sombra de un alto árbol frondoso, esta abarca un banco algo dañado lleno de grafitis de colores llamativos, que sorprendentemente nunca se desgastan. De la misma forma en la que al llegar a clase todos saben que lugares están reservados aun estar disponibles, nadie nunca se sentaba en su lugar.

En la falda del alto roble habían tenido las conversas más divertidas y profundas, Clay se entretenía observando las hormigas que subían hacia el cielo, y Melia dibujando sus sueños.

Ambos disfrutan del sol y los cantos de verano, pero eso no era los que los reunía ahí cada día. Hace tres lunas llenas empezaron a plantearse la idea de que les gustaría hacer con tanto tiempo libre.

Clay sacó a relucir su talento y curiosidad por los misterios, y así fue como empezó su gran tarea que ellos pensaban que sería lo más increíble que les pasaría en todo el verano, no hace falta mencionar lo muy equivocados que estaban.

Melia únicamente muestra interés por Clay, lo conocía desde el suficiente tiempo como para saber que le cuesta tener cosas en común con el resto... Y ella no iba darle la espalda, de todas formas, los ratos a su lado siempre son más divertidos que estar encerrada en casa.

–¿Clay?

–Sí...–contestó él siguiendo la mirada de Melia hacia un punto de la entrada principal del parque–yo también lo he visto.

–No te cansas de no ir a "investigar"–dijo ella tentándolo, otras veces usaba palabras como "misterio" o "espía" para obtener su interés.

–Fíjate, creo que se ha cortado el pelo.

–No le queda mal, pero me gusta más el estilo de su compañera ¿Tina? creo que la nombraste, es menos del siglo pasado.

Desde que Clay tiene memoria lleva sintiéndose observado por extraños, no es un modelo ni tampoco hace nada para llamar la atención de los demás, pero no fue hasta hace un par de años que les dio nombres.

Dean era uno de los observadores, bastante bajito con el pelo oscuro, largo a la altura de los hombros y de un tono pálido, sus ojos son de un azul frío, escurridizo y ágil. Es por eso por lo que no suelen detectarlo. Casi siempre lo pierden de vista antes de poder dar un paso.

Tina es como un gato personificado. Curiosa, quizás demasiado. Es la favorita de Melia, es una chica bastante morena, con el pelo largo y normalmente recogido en una trenza, su mirada es cálida, casi exótica. No es sigilosa ni disimulada, suele ser la primera a la que detectan, siempre viste de forma peculiar, faldas largas de telas ligeras, y camisetas de tirantes, adorna su cuello con extravagantes collares y siempre carga con ella un bolso de tela vaquera que tintinea cuando corre para esconderse.

No les asustaba ni mucho menos, Dean y Tina eran con los que más cómodos se sentían. Camila era la última integrante, ninguno de los nombres verdadero, pero se sentían mal al llamarlos por apodos basados en sus apariencias. Hasta hace solo unas semanas se referían a ella como la de mirada felina, pero se dieron cuenta de las interpretaciones erróneas que se podían sacar y la nombraron Camila. Era mayor quizás un o dos años más que son compañeros, sin duda la más centrada y sensata.

–Oye, tengo una idea. –Melia le miró y supo en qué estaba pensando sin necesidad de escuchar lo que iba a decir.

–Ni de coña, imagínate si luego ya no los volvemos a ver, nos aburriremos como ostras.

–Solo un hola, algo casual.

– Ya lo intentamos ¿te acuerdas? Además hoy está llenísimo el parque.

– Mejor, no nos verá venir. Me aburro, ¿no es esa razón suficiente? – La tentó Clay, con unos ojos desafiantes.

Melia escribió en un pedazo de papel un par de ideas, cosas casuales para evitar asustarlos. Se les veía tan inofensivos que no podían asustarse de ellos sin tener pena por si se avergonzaban de estarlos espiando.

El parque estaba rebosando de vida y movimiento. Era complicado caminar sin ser arrollado por una bicicleta o golpeado por una pelota de plástico, la ocasión perfecta, a pesar de haberlo intentado en innumerables ocasiones a lo largo de los años nunca habían cruzado ni una palabra con sus observadores.

–Va, yo te aviso si no lo veo claro. –Le aviso Clay quien había convencido a Melia de que si iba él sería peor

Melia cautelosa, pero con osadía se lanzó hacia su objetivo, cuando este estaba en las nubes ella aprovechó para actuar.

– ¡Hey! que buen día hace, ¿no? –se estaba muriendo por dentro a quien se le ocurre hablar de tiempo, si es que no hay peor manera de entablar conversación.

Clay se la acercó corriendo, –Oye, ¿qué ha sido eso? –pregunto confundido.

–Que ha pasado? –cuestiono sin entender nada, confusa.

–Se suponía que ibas a hablarle a Dean. Teníamos un plan porque te has acobardado.

–Pero sí juraría que le he saludado. –respondió perdida, girándose hacía donde antes estaba Dean Melia volviendo al rincón y sin la menor idea de que había pasado.

–Pregúntale a las abuelas esas, todas te dirán lo mismo, al acércate a él te diste la vuelta, y ahora ya no está.

–Pues les he dado el cotilleo de la semana, ahora pensaran que estoy pillada de Dean, pero te juro que le he seguido el plan, si incluso le he preguntado sobre el tiempo– recordó ella mientras rememoraba los hechos en su cabeza. Con ambas manos se masajeaba la sien, un dolor de cabeza leve había surgido tras el confuso incidente.

–Bueno da igual, mañana ya lo volvemos a intentar. –concluyó Clay algo molesto.  Noto la confusión de Melia, y eso aún lo hizo sentirse más molesto, ¿porque habría hecho eso?

Por la tarde cuando el sol ya no picaba Melia cansada de darle vueltas a lo sucedido hizo algo fuera de su zona de confort. Se arreglo el pelo, rehizo su larga trenza rojiza, se arreglo la ropa y coloco su collar justo en el centro escondiendo la llave por debajo la camiseta. Reunió valor y puso la mejor sonrisa.

–Hola, ¿se acuerdan de mí? -Pregunto mientras una falsa sonrisa ocupaba su rostro.

–Si cariño, vienes todos los días.

–Cierto, con mi amigo Clay. –añadió aprovechando para dejar claro su relación con él. – Nos gusta pasar el rato en este espléndido lugar.

– ¿Qué te trae por aquí? –pregunto una abuelita sentada a un lateral. Sus amigas reaccionaron centrando su mirada a Melia. Ella colocó un mechón tras su oreja antes de proseguir.

–Esta mañana, había un chico bajito, pelo largo y oscuro, no muy moreno parado enfrente esa fuente. ¿Os acordáis de él?

Una se adelantó antes de que las otras la desmintiesen. –Si, muy apuesto, pero no pensé que sería tu tipo.

Melia enrojeció y volvió a arreglarse el mechón rebelde. Se río por lo bajo antes de corregirla. –No, no, es que antes éramos compañeros de clase y hacía tiempo que no lo veía. Por casualidad no sabréis si suele venir por aquí.

–Hacía mucho que no lo veíamos, aunque a mi parecer él no tiene interés en hacer amigos.

Empezaron a hablar entre ellas, ignorando que Melia estaba enfrente. Hasta que la más joven dijo algo que Melia no consiguió captar al completo, pero llamó su atención. "...es parte del .... Los mando Gleen para ...al joven".

–Bueno, Melia ya te avisaremos si lo vemos por el parque, encantada de conocerte. – se despidió con una sonrisa forzada que claramente escondía algo, se había ido de la lengua, y Melia lo percibía, pero educadamente se despidió.

✸ ✸ ✸

Al llegar a casa depositó las llaves en la vacía bandeja, su madre debía seguir en el trabajo. Tiró las zapatillas y apoyó su bolsa en el suelo, estiró su espalda antes de acercarse a un precioso cuadro que había pintado años atrás, era pequeñito y pasaba desapercibido. Casi por acto reflejo cogió la libreta que cayó al separar el margen inferior de la pared.

Todas las anécdotas eran redactadas en un diario. Las discusiones, dilemas, proyectos, críticas... cada cosa que pasaba por su mente y por la de Clay.

Tenían mucha confianza entre ellos, compartían recuerdos incluso antes de tener consciencia. La idea de tener un diario personal había sido un fracaso en repetidas ocasiones, les aburría, para eso estaba WhatsApp e Instagram.

Pero les gustaba la idea de un futuro reírse recordando lo fácil que era ser feliz cuando todo era más simple, los dramas que en un futuro parecerían insignificantes. Así que de esta iniciativa salió el diario compartido que contenía un poco de todo.

Escribió con una preciosa caligrafía y sin errores ortográficos lo ocurrido, añadió la fecha en rojo, e incluyó un retrato de Dean, finalmente dobló la esquina inferior para que Clay supiese que esta página era privada y no debía leerla.

A continuación, leyó una página que Clay había marcado en la esquina superior, era una graciosa historia sobre sus nuevos vecinos y sus incontables despistes.

La volvió a guardar en su escondite, al escuchar las puertas del ascensor abrirse y el pomo girar.

Clay y Melia. Eran como esos amigos inseparables que todo el mundo sospecha que hay algo más y ellos ya lo niegan sin pensarlo mientras se ríen y cómicamente se lanzan besos burlándose de todos. "Friendship goals" que todos sueñan con tener.

¡¡Ey!! gracias por leer hasta aquí. Gracias por ayudarme a cumplir mi sueño. Y no te olvides de darle a la estrellita si te ha gustado🙌🏻❤️.

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