Su vida.
Gabriel Agreste, uno de los diseñadores más reconocidos no solo se Paris, sino del mundo, bendecido con una hermosa esposa, y un hermoso hijo.
Lamentablemente, la vida da giros inesperados, y estos afectan a todo el mundo, incluso a la familia Agreste, la cual dejo a un hijo huérfano de madre, y a un viudo realmente joven.
Gabriel ante los deseos de su amada esposa, educo a su hijo con amor, siempre se mantuvo a su lado, para que a pesar de su corta edad, y la falta de su madre, sintiera su completo amor y apoyo.
El hombre no descuidaba su trabajo, mientras su hijo estudiaba, dirigía su gran empresa, entre ellas, una pequeña tienda de vestidos de novia, la cual había abierto su esposa años atrás.
Esa pequeña tienda era su tesoro, su mundo, ese recuerdo de su esposa para todos, era su centro de inspiración.
Gabriel pasaba gran parte de su tiempo en esa tienda, desde ahí dirigía todo, y cuando era tiempo de estar con su hijo, esa era la única forma de alejarse de ahí.
Para el, era agradable ver a todas esas jóvenes llenas de esperanzas, de sueños, y sin contar que su parte favorita era saber que el ayudo a cumplirlos, así como su difunta esposa.
Un día como cualquier otro, una pequeña niña de no más de 5 años observaba con asombro los vestidos que se encontraban en la vitrina del local.
Gabriel sonrió ante la inocencia de la niña, y ante su amor por un vestido.
¿Quizás soñaba con ser una hermosa novia algún día?
Esa niña no salió de los pensamientos del hombre, su cabello azul, sus ojos como el cielo, sus mejillas coloradas.
"Papi, papi" llamo el pequeño rubio "cuéntame un cuento Papi"
Desde que su madre se fue, Gabriel ocupo su lugar como cuenta cuentos para el niño. Siempre se esmeraba por crear grandiosas aventuras, o al menos por modificar algunas existentes, para alegrar a su pequeño niño.
"Había una vez, una princesa de ojos color como el cielo, y cabello azul. La pequeña princesa soñaba con conocer a un príncipe que la llevara a conocer el mundo. Finalmente un día..." el hombre al voltear con el niño, pudo notar que estaba dormido. Lo tapo con su colcha, prendió su foco de noche, y se fue de su habitación.
Gabriel camino hacia su despacho, no sin antes detenerse frente a ese enorme cuadro de lo que solía ser su familia feliz.
No, su familia aún era feliz, él se encargaría de eso.
El hombre siguió su camino, esa noche elegiría a su nueva asistente.
"Adrien, ella es Nathalie, y estará con nosotros a partir de ahora"
Adrien volteo hacia la mujer, la observo unos segundos para después sonreír dulcemente.
"Hola Nathalie, soy Adrien Agreste, encantado de conocerte" dijo el pequeño extendiendo su mano.
Nathalie se agacho levemente estrechando su mano con la del pequeño. "Hola Adrien, espero que nos llevemos muy bien"
Gabriel no intentaba pasar menos tiempo con su hijo, quería que tuviera a alguien que pudiera llevarlo a donde quisiera cuando él no podía, alguien de confianza.
Una vez, Adrien y Nathalie se fueron a la escuela, el hombre se dirigió a su empresa principal. Arreglo su papeleo de costumbre, asistió a sus juntas, justo para terminar a las 12 de medio día.
Recogió sus cosas y camino hacia esa tienda que tanto amaba.
Estaba consciente de sus obligaciones, y no estaba dispuesto a descuidar ninguna de ellas.
Al llegar a la tienda tomo su lugar de siempre, y comenzó a diseñar.
Después de todo, eso era lo que el más amaba. La administración, dirección de empresas, y demás detalles, fueron sub-trabajos de su sueño principal. Uno y otro y otro diseño nacían en esa tienda que tantos recuerdos le brindaban. En un momento de descanso, el hombre levanto la mirada hacia la ventana, observando algo que le hizo sonreír.
La pequeña niña del día anterior estaba ahí, observando el nuevo diseño que se encontraba en el lugar. Cuando la pequeña noto la mirada del hombre se asustó. Entonces él se acercó con un dibujo y se lo enseño. Los ojos de la niña se abrieron de par en par ante la impresión. El hombre salió, le entrego el dibujo y le dedico una dulce sonrisa.
"Gracias" grito emocionada la pequeña para después irse corriendo.
Esos detalles le daban significado a su trabajo. La felicidad que sientes cuando ayudas a alguien a ser feliz, no tiene comparación alguna.
Nuevamente el reloj dio la hora. El hombre recogió sus cosas, y camino a la escuela de su hijo, donde Nathalie también esperaba.
Un pequeño niño rubio salía corriendo de la escuela después de sus clases extras. Al ver a su padre se lanzó sobre sus brazos con gran alegría.
"Papa, papa, quiero ser un gran diseñador como tu cuando sea grande!" la emoción en el rostro del niño no tenía comparación, sus ojos brillaban, su rostro mostraba felicidad.
"Serás el mejor hijo" respondió orgulloso Gabriel.
La mejor parte de ser el dueño de tu empresa, es que si te lo propones, puedes hacer lo que quieras.
Mantener felices a tus empleados significa eficacia, sin embargo, también debes ser firme. Esa filosofía hizo llegar lejos a Gabriel, liderando una gran empresa y dejando tiempo para su familia.
5 años habían pasado, el pequeño Adrien estaba por cumplir 11 años. Gabriel salía de su tienda para dirigirse a su hogar, cuando se todo a una pequeña niña dibujando en el suelo.
Pasó por su lado, y pudo apreciar algo que lo hizo enormemente feliz. Un dibujo de ella en un vestido de novia. Y una de las cosas que más lo conmovió es que ese vestido era parecido al que le regalo hace tantos años.
Gabriel había visto crecer a esa niña, ya que todos los días sin falta. La niña observaba por la vitrina los hermosos vestidos de novia que el diseñaba. Esa niña fue inspiración para él, no solo para sus vestidos, sino para las historias que solía contarle a su hijo.
El hombre siguió su camino hacia la escuela de su hijo, y ahí estaba el. En los últimos años creció un poco de altura, sus facciones, su rostro, pero si algo no había cambiado, es que cuando veía a su padre, el chico se impulsaba para abrazarlo.
"Feliz cumpleaños Adrien" dijo el hombre abrazando a su hijo
"Gracias Papa ¿Qué haremos hoy?"
"Lo que quieras hijo"
"Bien ¡Vamos al parque de diversiones!"
Nathalie Adrien y Gabriel se dirigieron a un gran parque de atracciones. En ese lugar había restaurantes, obras de teatro y desfiles.
Mientras que Nathalie cuidaba sus cosas, ambos se subían a toda clase de atracciones y juegos. Después de varias horas, Gabriel no pudo evitar sentarse para recobrar el aliento.
"Papa, papa ¿Puedo subirme a ese juego?"
"Si, Aquí te espero" decía intentando recobrar el aliento.
El chico se dio media vuelta, y corrió rápidamente.
Después de unos minutos, el chico regreso, Gabriel al verlo se confundió un poco, el niño por alguna razón estaba serio, con sus mejillas algo rojas.
"Papa, creo que vi a una princesa"
Gabriel no entendía lo que su hijo se refería, al levantar la mirada, pudo visualizar a una familia de tres saliendo del mismo juego que su hijo, al ver al infante que los acompañaba, comprendió la razón de las palabras de su hijo. Era la niña de la vitrina, la cual uso para inspiración de muchos cuentos para su hijo.
"¿Y bien? ¿Le dijiste Algo Adrien?
El niño negó con su cabeza tímidamente.
"Vámonos Adrien"
El niño tomo la mano de su padre, para salir del lugar.
Rato después, en la limusina, Adrien se encontraba alegre como siempre, a excepción de que ahora hablaba de "su" princesa.
Gabriel observaba con alegría a su hijo, él era su felicidad, y nada cambiaria eso.
Al llegar a casa, como todos los días, el hombre tapo a su hijo con su sabana, apago la luz, y se fue.
Nuevamente en camino a su despacho, Gabriel observo el cuadro de su familia feliz. Al ver a su esposa él sonrió, paso su mano por los bordes del cuadro, dejando caer lagrimas por sus mejillas.
"Te amo tanto"
Los años seguían corriendo Gabriel seguía pasando tiempo con su hijo, el cual había crecido para bien. Se volvió modelo a una corta edad, y ahora, era reconocido en todo Paris. Sus estudios siempre fueron dirigidos a la moda, la cual era su pasión desde niño.
El hombre se encontraba en esa tienda de novias, era una temporada alta. Toda mujer quería casarse en esas fechas por alguna razón, lo que causaba mucho trabajo para las dos trabajadoras y Gabriel.
Un día, después de la hora de salida, Gabriel estaba por irse, cuando de pronto, pudo escuchar dos voces que discutían.
"No y punto, no necesitamos a nadie mas, ahora lárgate por favor"
Lo único que pudo visualizar Gabriel, fue los ojos llorosos de una joven de cabello azul, y el rostro furioso de la chica la cual le había gritado.
"Aun así, déjeme hablar con el dueño, quiero escucharlo de el mismo" a pesar de todo, la Peliazul no cedía, estaba decidida y confiada.
Al ver esto, Gabriel se acercó, asustando al par de chicas.
"Tú, tengo que hablar contigo, si así le hablar a una joven, no sé cómo le hablaras a las clientas" reclamo Gabriel
"Pero, señor Agreste"
"Pero nada, retírate por favor"
La chica se retiró del lugar, no sin antes darle un mal gesto a la Peliazul.
"Disculpe a mi empleada ¿Qué necesita?" dijo amablemente Gabriel
La chica se quedó sorprendida, no pensó que el dueño fuera... "¿Gabriel? ¿Gabriel Agreste?"
"¿Si?" respondió dudoso
"¿Usted es dueño de esta tienda? ¿Gabriel Agreste es dueño de esta tienda?" el asombro y la emoción en lo ojos de la chica no se podía esconder.
"Señor Agreste, quisiera trabajar aquí por favor" suplico la chica
Esas palabras alegraron a Gabriel enormemente. La niña que vio crecer a través de la vitrina, ahora era toda una joven, y estaba frente a él.
Justo en ese momento, la puerta del lugar se abrió, dejando ver a un chico rubio.
"Papa, ya llegue"
En ese instante, la mirada de la chica y el chico chocaron. El rubio al notarla, inmediatamente se sonrojo.
"Oh él es mi hijo Ad-"
"Adrien Agreste, famoso modelo, lo conozco" sonrió
"Bien, si trabajas aquí tendrás que verlo mucho"
Adrien, el cual estaba más rojo que un tomate, no podía formular una sola palabra al ver a esa chica.
Cabello azul, piel como porcelana, unas lindas pecas sobre su nariz y mejillas, y sus ojos celestes como el cielo.
"Entonces..." dijo emocionada la chica
"Mañana te espero aquí a primera hora"
"Gracias" la chica dio un salto de emoción, se despidió, y salió del lugar. Después de todo, mañana sería un día importante.
Adrien suspiro más tranquilo cuando la chica se fue, pero al sentir la mirada de su padre, volvió a tensarse.
"¿Tu princesa?"
"Papa" el rubio intentaba esconder su sonrojo. A pesar de su fama, jamás había tenido novia, él siempre tuvo su amor, su amor soñado, su princesa, y al fin estaba frente a él.
Gabriel tomo el hombro de su hijo, "Vámonos Adrien"
El rubio sonrió y salió de la instalación junto a su padre.
De camino a su hogar, Gabriel pudo apreciar la emoción de su hijo. El ver a esa chica causo algo en el.
Al llegar a su hogar, Adrien corrió rápidamente hacia su habitación. Nathalie al verlo, solo pudo ver a Gabriel con confusión.
"Es un chico, está feliz" respondió el hombre retirándose a su despacho.
Al día siguiente, como prometió, la chica de cabellos azules se encontraba afuera del lugar, su vestimenta era formal, una falta pegada, una blusa de botones, y sobre esta, un saco negro. Su cabello estaba completamente peinado en una cebolla. En sus ojos un delgado delineado, y sus labios con un gloss de tono durazno.
"buenos días señor agreste"
"Señorita Marinette, que puntual." El hombre tomo unas llaves y abrió la puerta del establecimiento.
"Claro señor, me dio una oportunidad y no pienso desaprovecharla"
Podía notar su emoción. La pequeña niña que había visto crecer por alguna razón me hacía sentir orgulloso.
Al entrar, Marinette se encontraba nerviosa, la aceptaron ahí, peor no sabía exactamente que hacer ahí.
"Marinette" esa voz causo un escalofrió a ella. "¿Podrías checar estos diseños?"
Marinette se acercó a aquel hombre, tomo la carpeta y la hojeo.
Gabriel observaba sus expresiones, sus reacciones, sus muecas. Finalmente la chica se acercó a él y comenzó a hablar. Sus puntos de vista y sus modificaciones no eran más que ideas frescas.
Después de terminar de hablar, Marinette se sonrojo-
"Disculpe si hable de más Señor Agreste."
"Para nada, al contrario, Gracias Marinette. Ahora, te diré donde trabajaras"
"¿Dónde trabajare?"
El hombre camino hacia el fondo del establecimiento, ahí, alado del escritorio donde el suele trabajar, había otro escritorio completamente vacío.
"Este es tu escritorio"
"Señor ¿Las vendedoras necesitamos escritorio?"
Gabriel la observo con curiosidad, después de razonar lo sucedido, el hombre comenzó a reír.
"¿Señor?"
"¿Pensaste que serias vendedora? Marinette, tú quieres ser diseñadora ¿O me equivoco?" el hombre sonreía de manera amable
La chica brinco cual niña, se sentó en el escritorio y lo observo. Su emoción no se podía esconder, era como un sueño, era su sueño.
"Bien, tengo unas cosas que hacer, volveré en un rato, inspírate, y si te da por dibujar hazlo." El hombre sonrió amablemente y salió.
Marinette saco su carpeta, la cual siempre tenía a su lado y su comenzó a diseñar.
Las horas pasaron volando, al ver hacia la ventana, pudo notar que el sol estaba por comenzar a desaparecer.
El trabajo soñado, demasiado bueno para ser cierto, pensaba la chica. Ordeno sus más recientes diseños, y opto por esperar a Gabriel para enseñárselos.
La chica seguía diseñando para perder el tiempo. Finalmente un ruido llamo su atención.
"Señor agreste" dijo la chica sin dejar de ver sus diseños "Quisiera que viera estos"
La chica siguió dibujando con rapidez. Su más reciente inspiración, ese chico rubio el cual robaba miradas y suspiros de no solo mujeres.
"Creo que lo que más espero, es ver terminado es este"
Marinette dejo de dibujar. Claramente esa no era la voz de Gabriel. Levanto la mirada, encontrándose con un rubio bastante conocido.
"Señor Adrien" la chico mostro una amable sonrisa, la cual causo un sonrojo en el chico.
"Adrien" susurro el chico
"¿Disculpa?"
"Solo dime Adrien por favor" el chico le dedico una sonrisa, se sentía confiado y emocionado al estar cerca de "su princesa" sin embargo, algo la agarro desprevenido.
"okey Adrien, mucho gusto, mi nombre es Marinette Dupain, espero que no llevemos muy bien" la dulce voz de la chica hipnotizaba por completo al chico.
Una sonrisa se dibujó en su rostro, sus mejillas se pintaron de un rojo intenso.
"Adrien ¿Estas bien? Estas muy rojo" la chica se levantó, se acercó a él y puso su mano sobre la frente del rubio.
El nerviosismo comenzaba a ganarle, cerró los ojos con fuerza y se armó de valor.
"¿Quisieras salir conmigo?"
Marinette abrió los ojos sorprendida, el rostro del chico le causo ternura.
"Claro"
Esa única palabra hizo que Adrien se emocionara.
"Bien, vamos"
"¿Vamos? Espera, ando esperando a tu padre"
"Me dijo que viniera a avisar que no vendría, tiene unas cosas que hacer"
La chica regreso a su escritorio, el rubio pensó que era una clase de rechazo. Con tristeza se dio la vuelta, cuando estaba a punto de retirarse, la chica lo detuvo.
"Listo, disculpa, es solo que tenía todas mis cosas en el escritorio"
El rubio sonrió mas tranquilo. "Bien ¿Nos vamos?"
La chica camino a su lado, hasta salir del lugar. Sin darse cuenta que un hombre ls observaba desde hace rato.
¿Destino? Quizás lo era.
Quien diría que esa niña que siempre observaba desde la ventana llegaría aquí.
¿Suerte?
Es probable, Al ver esa escena, Gabriel agreste sintió una gran tranquilidad.
El hombre se retiró a su hogar con una amplia sonrisa.
Al llegar, el hombre subió las escaleras dirigiéndose hasta su despacho. No sin antes detenerse frente al cuadro donde estaba su esposa su hijo y el.
"¿Lo hicimos bien no crees? Nuestro chico ya es grande."
El hombre siguió su camino hasta finalmente llegar a su despacho.
Bien, hasta aquí este One shot uwu
Quería hacer una historia algo diferente, esta vez con Gabriel c':
Un padre viudo luchando por su hijo. Por su felicidad. Y el orgullo al verlo encontrando el amor.
Espero que les gustara, era algo corto, pero realmente quería escribir algo así.
Los amo bastante uwu aios
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