Capítulo 2
Algo atontado por la respuesta, el albino chillo de emoción. Por fin sus esfuerzo han dado frutos después de largos años de fracaso. Las voces que se escuchan de aquí para allá han dado rumbo a las puertas abiertas para un joven que admira la belleza de las pequeñas oportunidades.
Guionista de un teatro, un paso tan humilde que puede parecer hasta mínimo, pero para un escritor como Norman, es el punto de su debut como aquel que crea experiencias a través de las letras.
Parece magnífico que existan personas que anhela reencarnar en gloria sus personajes, mostrar a través de sus gestos todo el esplendor que esconde un tintero viejo junto a un poeta enamorado de las prosas y versos.
Sin embargo, hay un detalle, ese nombre es desconocido. Yuugo goldy.
Un nombre que suena tan desconocido por no decir inusual. Nunca ha escuchado alguno que se llamase así, por lo cual tuvo miedo, tal vez esto no es real y solo es una jugarreta de muy más gusto.
Pero a su vez, era mejor no perder la poca esperanza que tenía, así que es mejor preguntar y él ya sabía a quién.
Cogió su gabardina y salió en busca de su nuevo destino.
(...)
Smme, un estudioso de las ciencias en sus diferentes campos y materias, aquel hombre conocía muy bien cada rincón escondido de la ciudad Neverland. Por su tipo de trabajo era muy recurrente sus viajes hacia allá. Conocía las esquinas de cada calle, las grandes casas como los gigantes hoteles aglomerado, y también una gran cantidad de personas influyentes en aquel Estado.
—¿Quieres té, Ratri? —Pregunta el hombre con lentes que sostenía una bandeja con dos tazas y una tetera de porcelana.
—Si no es molestía, te lo agradezco —dijo Norman sonriendo.
Era común que Norman visitará a este hombre pues ya había una amistad sincera entre ellos. Como el uno y el otro se consideraban genios de genios, era agradable estar juntos compartiendo sus distintos conocimientos como si estuvieran compartiendo una taza de té.
Ambos sentados y sintiendo el sabor de la manzanilla en sus labios, Norman procede a indagar sobre aquello que lo desconcierta.
—Me apetece hacerle una pregunta, Señor Smme —explica el de ojos azules dejando su taza de té en la mesa —Tengo dudas acerca de una oportunidad, pero necesito saber más detalles antes de aceptar tal presente.
El de lentes sonríe y insinúa. —Lo que usted quiera saber, joven.
—¿Conoces a Yuugo, residente en neverland?
—¿Yuugo? ¿De los goldys? —Norman asiente— Lo he visto un par de veces, lo conozco porque él es propietario del único teatro en la ciudad.
"Entonces es cierto", piensa Norman, "no me están jugando una broma".
—¿Por qué lo pregunta, joven?
—Me ha ofrecido un trabajo como guionista de su teatro pero nunca lo he visto en persona —el albino sigue cuestionando — ¿Y como es su personalidad? ¿Es una persona agradable? ¿Alguien que se pueda considerar de confianza?
Smme calla un momento, piensa en los pocos momentos que ha compartido con el aquel hombre de pocos amigos. A decir verdad, son muy pocos esos momentos, Yuugo no se acerca a nadie y nadie a él, entablar charlas con él es cuestión de estrategia y suerte.
—¡Enhorabuena, Norman Ratri! Me alegro de su éxito, pero déjeme decirle que el señor Goldy es muy reservado —Toma un sorbo de su té—, de poca paciencia pero parece un buen tipo, su único tema de conversación es de su amado teatro y sus encantadores hi...
De pronto, un estruendo cercano interrumpe la conversación entre aquellos hombres.
Smme se levanta a revisar que ha ocasionado tal desorden, seguido por un Norman curioso por el sonido. Al abrir la puerta de su estudio de investigación, observan a un pequeño gato anaranjado que choco contra algunas vasijas de barro.
Norman describía la habitación como la jungla de investigación de Smme. Un espacio tan reducido y casi asfixiante, mucho más reducido por estar repleto de múltiples plantas de diferentes estaciones y colores.
Cada maceta contenía pequeños papeles con información extra sobre la planta que contenía. Habían frascos repletos de semillas muy diferentes entre si. Plantas, algunas más exóticas que otras, pero entre todas sus plantas y flores, existía una de ellas que resaltaba por su hipnotizante con negro.
El albino que seguía dominado por su curiosidad, se acerco a contemplar aquella extraña flor de esencia atrayente, sus petalos disparejos pero todos del mismo color de la oscuridad, su delgado tallo que se mostraba frágil y juntó a un papel que decía "desconocido".
—Uh, ya ha visto mi nuevo espécimen —Menciona Smee acercándose mientras acaricia al gato entre sus brazos— la conseguí en una expedición hacia el desierto.
—Es preciosa —comenta Norman— tan hermosa como una noche sin estrellas en la ciudad, con solo la luna iluminando las calles vacías de carruajes pero llenas de amor de dos jóvenes en su mayor expresión de amor.
—Que linda historia, joven.
—Esta flor me inspira a imaginar. Sonará ridículo pero siento que ella tiene los motivos suficientes para hacerme escribir como un loco apasionado de esos dramas que revolucionan el planeta.
—Entonces, ¡tomela!
—¡¿Qué?!
—Se la regalo, señor Ratri, como un detalle por su ingenio y su nueva vida por venir —Para Smme la cara de Norman de un poema— necesita una flor que lo inspire a escribir un éxito, por eso se la regalo como si fuese un tipo de amuleto.
Norman, agradecido por su regalo, ya estaba decidido. El éxito lo espera y solo necesita dar el primer paso. Así que sin pereza de algún tipo, tomo un tren rumbo a la ciudad Neverland.
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