El primer y último beso
Azulon x Aang
Los personajes pertenecen a Avatar: The Last Airbender
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|| [OS] El Príncipe Azulon se fugó del palacio para celebrar el Festival del Fuego como un civil y lejos de las responsabilidades reales, más no pensó quedar cautivado por la danza de n desconocido... ||
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Azulon era el Príncipe del Fuego, el próximo heredero al trono, por lo que ha tenido responsabilidades desde que abrió los ojos al mundo y su nariz expulso fuego para dar veracidad de ser un maestro fuego.
Los civiles dirían que nació con suerte y con un gran destino, pero la verdad, la presión de ser meticuloso y perfecto en cualquier campo lo comienza agobiar; sin mencionar el querer complacer a su padre en todo lo que puede con tal de complacerlo.
El deseo de su padre en estos momentos es poder atacar a las Nómadas Aire, o como algunos ciudadanos los han empezado a llamar; Revoltosos del Cielo. Ha escuchado historias sobre lo salvajes que son y como planean atacar la nación.
Pero de alguna forma, lo considera improbable, si tan peligrosos y feroces son ¿Por qué no habían atacado aún?
Su padre no le da ninguna respuesta, solo lo ha mandado a su alcoba.
Lo quiere complacer, quiere tener su cariño, pero su padre, Sozin, el Señor del Fuego; se ha obsesionado con estrategias y planes de guerra.
Azulon ha decidido alejarse por un tiempo de aquellos asuntos, no los ignoraría del todo, porque sabe lo peligros que pueden ser sus posibles invasores; pero por el momento necesita una distracción.
La siguiente semana es el Festival del Fuego, y aunque es más una festividad civil, príncipe o no... él va ir.
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Solo necesito una túnica, un punto ciego y una distracción para poder escapar del palacio.
No era la primera vez que lo hacía, no era por presumir, pero tenían una gran agilidad y un talento innato. Después que el heredero sintió el suelo en sus pies al otro lado del muro, se aventuró entre las calles de la capital en busca del centro de la fiesta.
Las calles estaban llenas de gozo y alegrías por las fiestas, se veía tan divertido como peligroso, aún se encontraba en la parte noble y había muchos guardias, a cualquier mínimo, podrían confundirlo con un ladrón por su fachada y al final descubrir su identidad.
Lo mejor sería ir a las fiestas cerca de la costa, donde la clase media y trabajadora abundaban, ellos desconocían el rostro de su próximo Señor del Fuego, salto entre las casa sin ser visto y llego a la costa sin ninguna dificultad.
Si pudiera escoger entre las fiestas de la nobleza y las de los civiles, la de los civiles tenían un encanto que era poco apreciado, llego una zona adornada con lámparas, la gente reunida en la plaza y todos celebrando en una convivencia cálida. Era casi familiar.
Podría haber admirado cada detalle del Festival del Fuego en aquella región costeña, pero sus ojos acapararon la atención de un bailarín desconocido.
Casi retiene la respiración en un sonoro suspiro al descubrirlo entre la multitud.
Era joven, no está seguro si es de su edad o no, pero se ve un poco más pequeño que él, tenía un traje de marinero junto con un pañuelo cubriéndole toda la cabeza y el aura a su alrededor era maravillosa. Sus pasos parecían tan ligeros, era como si no tocara el suelo, pero sus movimientos eran tan firmes al bailar que no había duda que era una persona real.
La conmoción que le causó fue impresionante, nunca se había sentido así y solo fue a causa de saber de su presencia.
No pudo apartar la mirada de aquel marinero bailarín durante todo el baile, el corazón le latía con cada movimiento del chico y un sonrojo se asomaba por cualquier movimiento subjetivo. Los sentimientos que burbujean por ese atracción visual, no lo había sentido con nadie, ni siquiera con su prometida.
Quiso admirarlo más, por lo que decidió pedir una mesa a la fuera de un restaurante, cerca donde la gente bailaba. Por supuesto que pidió algo, para no verse sospechoso, pero en lo que todos festejaban y bailaban, Azulon saco de su bolsa algunas hojas de papel y el trozo de grafito. Quería plasmar cada movimiento del joven bailarín, está asumiendo que no podría acercase mucho él, tal vez sería un recuerdo efímero de lo que sentía sobre él. Una atracción a primera vista.
Pero las leyes de su padre complicarían las cosas si intentara hacer algún solo movimiento, no sabía si esta región ya tenía impuesta la ley contra las personas de "gustos distintos y desagradables". Por lo menos tendría la esperanza de tener al marinero en sus hojas de papel.
― ¿Ese soy yo?
Casi brinca del susto cuando vio a su musa a un lado suyo, lo admitiría, era más atractivo de cerca; tenía unos ojos grandes y lindos, y una sonrisa tan risueña como contagiosa.
―Dibujas muy bien, ¿Me permites ver los demás?―no solo tenía una linda voz, también era muy respetuoso al pedirle permiso.
Azulon asintió algo nervioso, el joven bailarín tomo asiento a su lado y comenzó a mirar los demás dibujos con grata admiración ¿Era normal sentir que se quemaba la cara? ¿No sufriría de una combustión espontánea por estar a su lado? Toma aire con calma y espera que el joven marinero acabe de ver sus dibujos.
― ¡Son unos excelentes dibujos!
―No es para tanto―intenta no sonar arrogante, pero es casi un gesto natural en él―Son solo unos bocetos desordenados.
―Entonces... tienes talento―el tono de su voz era algo picara.
―Puede ser―prosiguió un tanto coqueto.
―Un chico tan talentoso como tú, también sabría cómo bailar...―se levantó de la silla e hizo ademán para ofrecer su mano― ¿Quieres bailar?―pregunto con una radiante sonrisa.
¡Oh, por fuego! ¡¿Le estaba coqueteando e invitándolo a bailar con él!? Hubiera aceptado su propuesta, pero duda y titubea― ¿No nos meteremos en problemas?
― ¿Por qué lo haríamos?―pregunto confundido.
―Ya sabes, por bailar juntos―susurro con algo de temor lo último.
―No veo lo malo y todos lo están haciendo―dijo señalando a la multitud que bailaba.
El misterioso bailarín tenía razón, no se había dado cuenta que varios y mujeres bailaban entre sí, puede que no lo haya notado por solo mirar al marinero bailar. Puede que sea uno de los distritos a los que aún no se erradica el "problema".
―Entonces... ¿Si quieres bailar?―vuelve a preguntar con la mano extendida.
Azulon no solo acepta la mano del bailarín, sino que le ofrece un beso en los nudillos con delicadeza―Sería un placer.
Sonríe victorioso ante la reacción del chico, un sonrojo le ha pintado sus mejillas y sus orejas; ríe nervioso mientras lo guía a la pista de baile. Si es honesto, de verdad no sabía mucho de estás danzas, las danzas de la nobleza no tienen tanto movimiento, el chico misterioso posiblemente lo noto y se ofrece como maestro para enseñarle algunos pasos.
― ¿Cómo te llamas?―pregunta el marinero.
―Mi nombre-... no es importante―no le puede decir su nombre, significaría que sería reconocido como el Príncipe del Fuego.
―Así que te buscan ¿no es así?
―Algo así―sus manos se juntan en casi una dinámica de duelo, pero solo dan vueltas― ¿Cuál es el tuyo? Si puedo saberlo.
―El mío tampoco es importante―respondió juguetón.
Azulon solo suspiro, tal vez se lo diría después, por el momento solo quería disfrutar el bailar junto a él, ¿Era extraño que sintiera como en las nubes mientras sostiene su mano?
De verdad, había sido su mejor decisión ir aquel lugar, la música seso por un momento, los aplausos no se hicieron esperar para agradecer a los músicos, en medio de ese bullicio; sus ojos se encontraron. Retuvo un poco la respiración, poso su mano en una de las mejillas del bailarín se comenzó a acercar de forma cautelosa, queriendo cerrar los espacios entre ellos.
Eso no paso, el fuerte estruendo rompió el momento y el grito de un vigilante en el techo.
« ¡Guardias fuego! ¡¡Corran!! »
El caracol que tenía sonó como trompeta de huida, tenía que irse rápido, pero antes que pudiera tomar caminos separados. El bailarín agarro su muñeca, solo basto con una mirada para decirle que le ayudaría a esconderse; los dos apenas se conocen, ni siquiera se han dicho su nombre, pero confía en él. Así que lo sigue intentando seguirle el paso.
Para ser más pequeño que él y posiblemente un año menor, era muy rápido, podría jurar que parecía que sus pies no tocaban el suelo; los guardias se escuchaban cerca, pronto los atraparían. Azulon tuvo una idea, jaló al joven a un callejón y guardaron silencio, los guardias solo parecían seguir la calle principal para una mayor división.
Estuvieron en silencio por unos minutos hasta que dejaron de escuchar los pasos, ambos se miraron y no pudieron evitar soltar unas risitas por haberse librado de ellos.
―Casi nos atrapan―exclamo el bailarín entre burlas.
―No son tan listos como parecen―siguió el juego.
― ¿Te estarán buscando?―comentó juguetón.
―Podría ser~.
Las risas poco a poco se apaciguaron al reconocer en la posición en la que se encontraban, Azulon había sido algo brusco en jalar al joven bailarín al callejón, pero por la adrenalina no supo que lo acorralo contra la pared. Siendo lógicos, tenían una túnica larga oscura que se podría camuflar con la oscuridad del lugar, por eso resguardo al bailarín.
La respiración se hizo lenta para los dos, el silencio inducia a volver donde quedaron antes de correr. La distancia volvió a quedar corta y antes que sus labios se tocaran, Azulon se detuvo.
― ¿Te puedo besar?―preguntó con cierta timidez.
El bailarín asistió con un sabe movimiento de la cabeza y los ojos entrecerrados, sus labios se unieron y se movieron con ternura.
Fue la primera vez que sus labios le ardían.
Fue la primera vez que su corazón latía con tanta fuerza.
Fue su primer beso de verdad.
Ya antes había intercambiado besos con su prometida, pero esos nunca se sintieron como aquellos, eran mil veces mejores que cualquier beso que haya tenido. El misterioso bailarín mueve los labios con timidez y sin experiencia, puede que también sea su primer beso, se separan despacio y se dedican ambos una mirada llena de dulzura.
Los ojos grises del chico eran hermosos, quiso decir algo, pero las manos del bailarín acunaron su rostro y le ofreció una sonrisa risueña.
― ¿Te puedo devolver el beso?
En ese callejón, ignorando el peligro de los guardias y de ser descubierto, intercambio múltiples besos con aquel marinero bailarín.
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Ha pasado una semana desde su día de fuga, y no lo ha podido olvidar, anhelar con volverlo a ver y buscarlo. No es que no lo haya hecho, intento buscarlo cuatro días después del festival, pero cuando fue a la costa, muchos barcos ya se habían ido.
Por lo poco que sabía, no solo se la pasaron besándose toda la noche (aunque ganas no le faltaron), el chico le endulzo el oído contando muchas historias de sus viajes; desde los lugares que ha visitado hasta de las bestia que ha montado. Podría intuir que era un joven marinero aprendiz, y posiblemente tenía que regresar al mar.
Pero le aterra el saber el porqué muchos marinos se fueron.
«Vieron a un nómada aire con su bisonte volador cerca de las costas»
¿Un espía quizás? No había tiempo que perder, tenían que atacar lo más pronto posible, militares como marineros se encaminaron rumbo a los templos del Aire.
Le temor de Azulon de volver a ver al chico crecía conforme llenaba su diario de dibujos de él, era una preocupación latente que poco a poco le enfermaba sin saber lo que podría pasar.
Las noticias llegaron, la masacre fue inminente, los nómadas aire eran lo suficientemente fuertes como para acabar con toda una flota, el número de perdidas era devastadora y muchos no volvieron a casa.
... entre ellos los más jóvenes.
Sintió la falta de aire cuando supo de la noticia, su pecho le dolía como si se le hubiera clavado una daga y sus ojos no pudieron retener las lágrimas ante el horror de saber que no lo volvería a ver.
Azulon cambio ese día.
Daría caza a cada nómada ai-..., ¡No! ¡Cazaría esos salvajes que se atrevieron atentar contra su gente! Ellos se merecían un nombre más apropiado para lñas atrocidades que hicieron.
Lo haría por él.
Aquel bailarín sin nombre que seguí pintando en su diario.
Aquel joven de risa risueña.
Aquel chico con el que compartió su primer beso.
Y si hubiese sabido del cruel destino, le hubiese implorado que no se fuera para que no se volviera el último beso.
Si Azulon hubiera sabido la verdad, agradecería a Ursa hasta con su última llama de haberlo envenenado. No hubiese podido soportar vivir más tiempo, o por lo menos lo suficiente para volverlo a ver.
Verlo como lo recordó con tanto cariño y amor, casi como un deseo de verano.
No hubiese podido pronunciar palabras de su boca al verlo, el chico que había bailado en aquel festival con él, el que cautivo su corazón, con sus ojos grises mirarlo en decepción mientras la flecha de su tatuaje se frunce con sus cejas.
Él nunca se hubiese perdonado lo que hizo y sabe que él tampoco lo haría.
Prefería morir ignorante, que reconocer las fechorías que hizo en el nombre de su primer amor mientras atacaba a su gente, su corazón no lo hubiera podido soportar y moriría con la culpa de todo el mal que hizo.
No solo de gente inocente por el cual se derramo sangre.
Sino del dolor que ocasionó en él.
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Aang, el Avatar y el ultimo maestro aire; busca entre las partencias de los anteriores Señores del Fuego, junto con Zuko, el actual Señor del Fuego. Buscan registros y bitácoras para traerle la verdad a la gente de la Nación del Fuego.
Se ha encontrado con un diario con letras doradas en oro con el nombre de "Azulon". Zuko le ha dicho que puede revisar los diarios también, que realmente no le importa invadir la privacidad de un muerto, con tal de obtener información.
Aang pasa las páginas, sorprendido del contenido, sus manos tiemblan al reconocerse en aquellos bocetos, en ese día de festival que Kuzon robo un traje de marino para que fuera a la fiesta y se topara con aquel chico.
Aquel chico con él tuvo su primer y último beso antes de congelarse.
Traza con sus dedos la firma de uno de los dibujos.
―Con que ese era tu nombre―susurro en melancolía de recordar un viejo amor.
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