4. Una chica

Paz no estaba entendiendo totalmente que ocurría, se sentía estúpido estando allí solamente esperando. En cuanto llegaron cerca de las otras personas, la chica le susurró a otras que estaban ahí. Mientras esperaba, decidió mirar alrededor. Por un momento le pareció ver a alguien muy similar a Nolan, pero antes de poder asegurarse fue tomado nuevamente de la mano. 

Esta vez se introdujeron aún más en aquella casa, hasta llegar a un pasillo vacío, sin mucho ruido, sin necesidad de gritar para hablar.

—¿Entonces? —no le agradaría que todo ese trayecto hubiera sido en vano, aún más si aquel que estaba acercándose parecía ser Nolan, podría haberse quedado a confirmar.

—Toma, sólo para ti, yo invito —con una sonrisa ella le pasó una botella que tenía en un bolso. Realmente no estaba enterado de en qué momento agarró ese bolso o si siempre lo tuvo—. Anda, no seas tímido.

—¿No te estaré debiendo nada? —agarró la botella con desconfianza.

Negó:

—Solo por tu atractivo, te la dejo gratis —se había apoyado en la pared, no sabía de dónde, pero la chica había sacado lo que tenía la forma de un cigarrillo, pero Paz sabía muy bien que no lo era. Esta había encendido un poco una de las puntas, comenzando a fumar.

Sin más para hacer, Paz abrió la botella para beber directamente de la misma. Apoyado de la misma pared se sentó en el suelo. ¿Cuál era la diversión en las fiestas? ¿De qué manera debía divertirse? No creía que estar pegados unos con los otros fuera una actividad del estilo. Pero entonces, llegó a la conclusión de que todos debían estar lo suficientemente borrachos o drogados.

—¿Quieres? —giró un poco la cabeza, ahora notando la cercanía—. Te noto pensativo, tal vez deberías relajarte un poco.

Ella le ofrecía el cigarrillo, no, realmente droga. Probablemente jaspe, todos la conocían, la droga creada en Taured, una que debió de salir de aquellos laboratorios clandestinos y que actualmente rondaba las calles en las que nadie se daría cuenta a pesar de que todos sabían. Era un tema contradictorio. Una droga fuerte, intensa... Relajante.

—No sé si quiera meterme eso —volvió a mirar hacia el frente, por lo menos hizo el intento. La chica lo tomó de la barbilla.

—¡Vamos! ¿No quieres algo más fuerte? Veo la botella y estás a la mitad prácticamente —mientras intentaban entender su punto, ella tomó la botella de sus manos—. Solo inténtalo, no te vas a arrepentir —ahora le ofrecía el jaspe.

Lo pensó, en serio lo pensó demasiado. ¿Qué tenía que perder? Nada pasaría por una vez... Sí, estaba siendo totalmente imprudente, eso lo hizo reír. En consecuencia, llamó la intención de su contraria. Tomó lo que le era ofrecido y antes de dar una calada recordó algo:

—¿Cómo dices que te llamas?

—Robin, ¿Y tú?

—Paz.

Sin darle más vueltas lo hizo y seguido de ello se encontró tosiendo. Robin reía por su inexperiencia y él, bueno, él comenzaba a entender por qué era tan divertido para todos estar allí.

—Paz... Un nombre difícil de olvidar ciertamente.


»»----- ★ -----««

Mientras más se acercaba, Nolan más podía detallar a Margaret con esos largos pendientes de cuentas y esos alborotados rizos que la caracterizaban atados en un moño. En cuanto lo notó, ella pareció mirarlo con expectación y sonreír con curiosidad.

—¡Te estaba buscando! —gritó Nolan, pero aun así Margaret puso un mechón de cabello detrás de su oreja, como para dar a entender que no había escuchado en absoluto, lo que hizo que Nolan se acercara hasta prácticamente hablarle en el oído.

—Ni tenía idea de qué estabas aquí —respondió ella—. Me da mucho gusto verte.

Hubo un intercambio de líneas de oído a oído, mismo que provocó irremediablemente, acortaran distancias muy rápido.

—¿Sigues en la facultad? —preguntó él.

—¡Ya no! Esa cosa nunca iba a funcionar.

Nolan se rió. Y ella se rió de vuelta. Margaret señaló el vaso de plástico, a lo que él asintió con la cabeza, y le pasó la ginebra para que bebiera. Sin pensarlo mucho, Nolan tomó entre sus dedos uno de los pendientes para verlo de cerca.

—¿Te gustan? —dijo ella casi sin separar los labios del vaso pero acercándose para darse a entender.

—Mucho. Te quedan bien.

—Gracias —seguía sin bajar el vaso. Y mirando con esa mirada intensa y brillante—. ¿Qué le pasó a tu camisa?

Ella lo tomó de la muñeca y después de esa parte negra de la manga.

—Se quemó.

Esa simple respuesta dicha muy a la ligera, provocó que Margaret se riera más de la cuenta, quien sabe, quizás ya llevaba bebiendo un buen rato.

—¡Eres un maldito imprudente! —dijo ella mientras le devolvía el vaso, pero sin terminar de soltarlo del todo aunque Nolan ya tenía la mano muy cerca de la suya.

—Eres igual que yo, solo que finges.

—Cállate, no vine aquí a que me digan mis verdades —dijo ella, poniendo los brazos alrededor del cuello del chico, hasta quedar frente a frente—. Vine aquí para hacer como que... Como que no vamos a estar mañana. ¿Entiendes lo que quiero decir?

Ella sonreía, meneando la cabeza con suavidad de un lado a otro, moviendo sus rizos. Estaba expectante del cumplido que vino de Nolan a continuación:

—Te ves preciosa —le murmuró.

—Di sexy —contestó, burlona.

—Te ves sexy.

—Eso es —Margaret hizo una pausa para mirar su rostro de arriba a abajo, y luego pasó la punta de sus dedos por esa cicatriz del rostro de Nolan, una línea tosca—. Debió de dolerte.

—Como el infierno —él tomó esa mano, la que estaba por su rostro, entre la suya hasta bajarla.

—¿Qué haces?

—Tomarte de la mano, ¿no te gusta?

—Me encanta.

El aroma de perfume de chica y aliento a alcohol comenzaba a marearlo. O quizás la ginebra, Helen siempre compraba la más fuerte. Parecía irreal, una bella chica con labial rojo cereza y una nariz curvada como la pendiente de un esquiador. Ella sonreía suavemente mientras cerraba los ojos y movía lentamente su cuerpo al ritmo de la música. Y Nolan le seguía el juego, sabía cómo seguirle el juego. Y la respiración de Margaret le daba cosquillas en el cuello...

—Nolan... Apestas a... Tabaco.

—¿De verdad? —su mirada se volvió abruptamente sería, como si recordara algo importante—. ¿Te molesta?

—Para nada —de nuevo le miraba directo a los ojos. Los de Margaret estaban bien abiertos, centrados, brillantes—. Tómalo como una observación.

—Pensé que no te gustaría... —murmuró, distraído—. Pensé en eso antes de venir. Fumé unos cigarrillos y yo... No quería que fuera desagradable para ti.

—¿Desde antes querías tenerme así de cerca? —rió.

Recordó cuando estaba ahí fumando en la calle, esperando por Paz. Recordó cuando se preguntó si el olor a tabaco iba a molestar al rubio. ¿La razón de eso era porque en el fondo, quería tener a Paz así de cerca? ¿Tan cerca como para que pudiera percibir todo el tabaco que tenía impregnado su ropa, su propia piel? Tal como ahora hacía Margaret, quien sólo sonreía...

No pudo responder nada. Nada. Sintió su cuerpo estremecerse. Paz comenzó a invadir su mente, a aparecer en cada pensamiento y en cada sensación. Comenzó a sentirse extraño, como que algo estaba estúpidamente mal.

—Nolan, ¿estás bien?

Pero no le dio respuesta. Se lanzó a besarla. A intentar esconder sus dudas con algo tangible, real, con algo que debía ser. Sujetó el rostro de ella con ambas manos.


»»----- ★ -----««


—Paz... ¿Paz me oyes?

Era gracioso, demasiado gracioso. Nunca en su vida Paz había fumado y ahora compartía aquel cigarrillo sin nicotina con Robin. Ella era bonita, pero no tan bonita como... ¿Dónde estaba esa persona en la que pensaba? Si no estaba allí era porque tenía sus razones, sus razones...

—Paz ven... Ven conmigo.

—¿Qué? ¿De qué hablas? Yo estoy aquí... —sus ojos se abrían y cerraban, cada vez que lo hacía el lugar cambiaba de alguna forma. Y en algún momento, vio una figura frente a él—. ¿Robin? ¿Por qué ya no escucho? Extraño tú voz, es linda... También extraño la voz de otra persona.

Todo pulsaba, aún más cuando se puso de pie, intentando caminar. Se sentía con extrañísimo. Cada vibración era electrizante. ¿Quién estaba sosteniendo su mano? ¿Dónde estaba su botella? Ella se la había regalado...

—Robin...

Abrió completamente sus ojos, todo iba tan lento y ahí estaba ella, entre tanta multitud y no muy lejos estaba Nolan... ¿Qué carajos estaba haciendo él con esa chica? ¿Por esa razón lo había dejado sólo? Paz estaba enojado, exageradamente herido. Miró al frente y actuó impulsivamente; besó a Robin. Necesitaba un poco más de ese cigarrillo.

Mientras tanto, Nolan abrió los ojos un segundo. Un instante. Y se encontró con Paz. Ahí.

Solo cerró los ojos de vuelta.

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