9 || ¿NO MÁS MENTIRAS?

VIRGINIA

Los dedos en sus mejillas quemaban, le hacían recordar a algo, pero no sabía a qué exactamente. Su corazón fungía el rol de un tambor, los labios de Georgie, las baquetas que lo hacían zumbar con intensidad.

Las manos de Virginia parecían no funcionar.

Georgina la besaba. La besaba a ella.

Cuando esos labios carnosos se apoderaron de los suyos, en un gesto urgente y precipitado, Virginia había sabido que la chica no estaba pensando en lo que hacía, y se daba cuenta de que eso era algo muy común en ella, sin embargo, decidió no pensar en eso. Prefirió pasar todo lo que sabía por alto, y concentrarse solo en sus labios unidos.

Jamás había besado a nadie.

Bueno, en realidad, había besado, una sola vez, a un niño en un hospicio. Esa única vez fue suficiente para saber que no quería besar a otro, pero esto...

Georgie sostenía su rostro entre sus manos callosas, sus labios se movían de manera suave y gentil sobre los suyos, y a la vez apretaban, como si quisiera dejarle claro algo, pero Virginia no sabía el qué. No tenía claro absolutamente nada. No estaba pensando bien.

¿Alguna vez lo hacía?

Quiso tocarla, quiso sentirla más cerca, respirar el aroma a coco que tanto le gustaba, tocar esos rizos salvajes que la estaban tentando desde la primera vez que la vio. Pero lo recordó, las palabras que Georgie le había dicho.

No me vuelvas a tocar si yo no te lo pido...

Tenía claro que su acompañante no la había pasado bien en su antiguo hogar, y aunque n0 quisiese decirle qué le hicieron, sabía que la persona la había golpeado.

Los golpes en la piel de Georgie le habían erizado la piel, y se sintió culpable. Lo hizo porque sus razones para huir eran completamente diferentes. Mientras Georgina huía por valentía, Virginia huía por egoísmo. Al menos... así lo sentía en ese momento.

Lo que Georgina daría por haber vivido donde ella vivió, donde nunca hubiesen dejado que alguien le levantara una mano.

¿Qué otros horrores había pasado Georgie en su hogar como para no querer que la tocara?

Así que no, no lo hizo. Se tragó las ganas de saber cómo se sentía la piel en su rostro, o en sus brazos, o volver a sentir su abdomen claramente trabajado, o quizás más arriba, más... abajo.

Dio un paso más cerca, haciendo que Georgina se tambaleara hacia atrás y moviera una de sus manos hacia el interior de su nuca para mantenerla en su lugar. Pero Virginia quería más. Quería probar más.

Abrió la boca, solo un poco, y cuando estaba a punto deslizar su lengua con la de su acompañante... Georgie se retiró.

Ambos pechos subían y bajaban con irregularidad. Virginia sentía sus mejillas calientes, probablemente estarían sonrosadas a más no poder. Abrió los ojos con lentitud, sintiendo el aliento cálido de la rizada chocando contra el suyo, y la observó. Sus labios hinchados y entreabiertos, sus rizos oscuros cayendo sobre su rostro sereno con los rayos del sol provocando un brillo luminoso en él, sus ojos ambarinos mirando hacia el suelo, y su cercanía peligrosa y placentera.

Antes de que pudiese abrir la boca, Georgina bajó las manos con lentitud y levantó la mirada. Ya no se veía molesta, aunque su ceño se frunció, solo un poco.

—Lo siento, Ginna —dijo—, pero estoy enamorada de alguien, y su nombre es Charlotte Jay. No necesitas ganar puntos, porque esto dejó de ser una competencia mucho antes de que pudiera conocerte.

Virginia parpadeó, desconcertada.

—¿Lo... lo sientes? —murmuró.

—No puedo darte lo que quieres.

Seguían cerca, demasiado cerca, tanto que Virginia sintió que debía aguantar la respiración para que Georgie no se diera cuenta de lo descontrolada que estaba.

—No estoy pidiéndote absolutamente nada.

—¿Y cómo sabes que después no lo harás?

¿Cómo se lo explicaba? ¿Cómo le decía que no iba a quedarse? Se habían conocido de casualidad, y esa chica de cabello salvaje le había permitido acompañarla hasta Kansas, afortunadamente, pues Virginia no sabía dónde carajos estaba, pero hasta ahí. Seguían siendo extrañas, y sabía que no iba a quedarse, que después de ese viaje, seguirían siendo extrañas.

—Podemos... —tragó saliva, tuvo que hacerlo, o no podría hablar bien. Sabía que era una locura, que aunque intentaran algo, ese algo no pasaría del tiempo que estuvieran juntas en esa semana. Lo sabía—. Podríamos ver qué pasa. Déjame intentarlo. Charlotte no está aquí, estoy yo y...

Ni siquiera la dejó terminar, Georgie negó con la cabeza.

Se alejó.

—No puedo.

—Georgie...

Estiró una mano hasta la rizada, pero esta volvió a negar con la cabeza, sin separar ni un momento sus ojos de los de ella.

—¿Ves esto? —pronunció la chica.

Virginia dirigió su mirada hasta el punto que Georgie señalaba. Se había levantado las licras negras y apuntó una cicatriz sobre su pierna.

—¿Quién te...

—Mi padre. Mi papá me disparó cuando era una niña. Él solía comprar crías de perro en el pueblo, de cualquier perro, no importaba la raza. —La vio hacer una mueca de molestia antes de apartar la mirada—. Los llevaba a los campos de trigo y los dejaba correr, tan lejos como sus pequeñas patas les permitían. Él tenía un arma...

Virginia sintió que le helaba la sangre mucho antes de que Georgie continuara. Sabía, o quizá no, pero se imaginaba qué era lo siguiente que diría la rizada.

—Y la usaba —continuó—. La usaba contra ellos. No me decía nada cuando me veía salir corriendo de la casa al escuchar los primeros disparos. Ninguna advertencia, ningún grito... Nada. Y tampoco se detenía. No sabes cuántas veces estuve a punto de recibir más de un disparo, o cuantos... cuantos cachorros no pude salvar. Con algunos me las arreglaba para dejarlos en libertar antes de que él se diera cuenta. Otros no corrían con la misma suerte.

No. Virginia no se lo imaginaba. No podía saber cómo era sentirse expuesta, sin nadie que te protegiera, que se preocupase por ella...

Siempre había tenido a alguien. Primero lo fueron las madres en la catedral, cuando la encontraron perdida en un mercado de telas cerca de la capilla. Luego fueron sus tutores en las clases. Y luego... su madre. Y su padre.

Por eso quería volver con ella. Jamás había conocido un amor tan puro como el que ella le había mostrado. Sin importar qué, su mamá le había hecho sentir que tenía un refugio en ella. No había tenido que esforzarse mucho, simplemente bastó con tratarla bien los primeros días, con comprarle ropa suave, con peinarla cada noche y dejarla dormir con ella y su padre cuando tenía pesadillas.

La habían amado...

Y estaba tan lejos de ella, que dolía cuando lo recordaba. Al igual que el recuerdo de su padre. Sentía que no podía vivir si los dos le faltaban. No sabía cómo alguien podría.

Y sin embargo...Georgie estaba lejos de los suyos. Virginia se alegraba de eso. Se alegraba tanto que incluso pensó que eso también dolía.

La miró a la cara, aunque la chica no le devolvió la mirada. Seguía mirando al suelo. ¿Estaba avergonzada?

—¿Por qué? —preguntó de repente— ¿Por qué lo hacías?

Georgie no necesitó que le aclara el qué.

—Porque ellos no hablan. No pueden defenderse. Y yo no podía dejar que alguien que no puede defenderse sufriera. ¿Qué sería de quienes son silenciados si nadie hiciera nada? —Se rascó el brazo y levantó la mirada. Virginia encontró sus ojos por encima de sus espesas pestañas—. ¿Suena muy estúpido?

Tragó saliva.

—No... —le tembló la voz. Virginia no sabía muy bien cómo se sentía, pero sabía que algo dentro de sí pensaba que esa chica frente a ella, era tan frágil como valiente, y eso le agradaba. Su altruismo le agradaba—. Suena... Absolutamente hermoso, Georgie.

La rizada negó con la cabeza.

—No lo fue mucho cuando una bala por fin me dio. Era verano y hacía mucha calor en todas partes. El pueblo estaba lleno de tierra, tú lo viste. —Virginia recordó aquel pueblo donde Georgie la había encontrado. Lo había visto hace apenas un día, y se sentía como si hubiera sido hacia una eternidad—. Esa fue la primera vez que llevé a Charlie a mi casa. Nos arrojábamos un balón ponchado de soccer a las manos mientras cantábamos una canción de Lady Gaga, no recuerdo cuál. Y entonces escuché los disparos.

»Sabía que estaba siendo estúpida, pero siempre lo era, así que dejé todo mi raciocinio atrás y corrí hacia el campo de trigo. Fue muy tarde cuando me di cuenta de que Charlie me había seguido. Papá estaba disparándole a un cachorrro, uno pequeño con mucho pelo, era negro y con orejitas largas... Le dije que parara, pero no me hizo ningún caso. Así hice lo único que podía hacer: corrí tras el perro. Charlie intentó seguirme, pero la obligué a quedarse.

—¿Cómo?

Georgie soltó una risa nasal, algo más nostálgica de lo que seguro esperaba.

—Le dije que no volvería a hablarle, ni a sonreírle, ni siquiera a verla, si ella iba tras de mí.

—Y te hizo caso...

Asintió.

—Me hizo caso. Se quedó tras las varas de trigo, donde el campo apenas comenzaba, recuerdo que me gritaba cosas, pero intentaba no escucharla, solo tenía ojos para el perrito indefenso que corría por su vida. No me di cuenta en qué momento yo había empezado a correr por la mía, hasta que me detuve porque sentí la pierna caliente. Cuando bajé la mirada, en el suelo había sangre, mucha sangre, y cuando la volví a levantar y vi al perro... Un último disparo sonó. Y entonces me caí al suelo.

»Charlie estuvo ahí todo el tiempo. ¿Y te dio algo? No recordaba nada más que su nombre. Me enrolló su camisa en la pierna, intentando detener el sangrado cuando vio que nadie iría a ayudar, y me llevó hasta el pueblo, aunque mi casa estaba un poco lejos. Lo recorrió todo con solo el corpiño puesto, y conmigo colgando a su costado. Apenas y podía respirar, solo su voz me mantenía despierta. Y cuando llegamos a casa de sus tíos y supe que ella ya no tendría que preocuparse por mí... me desmayé. ¿Lo entiendes? Ella me salvó la vida. Apenas nos conocíamos, y aún así ella se preocupó por mí cuando nadie más lo hizo. Por eso yo la...

—Lo entiendo —Virginia se apresuró a decir, queriendo evitar que terminara aquella frase.

Y era verdad. Lo entendía. Entendía por qué estaba enamorada de esa chica, y agradecía lo que Charlotte había hecho por Georgie, pero no evitaba que siguiera queriendo estar en su lugar. Se oía... perfecta.

Por otro lado, Virginia era egoísta, mentirosa e inteligente, tres cualidades que juntas no preveían nada bueno como resultado. Aún seguía queriendo borrar el recuerdo de su padre de su cabeza, y se sentía absolutamente culpable por ello.

Lo amaba, pero le dolía, así que creía que lo mejor que podía hacer, era no pensar en él. Sin embargo, seguía siendo demasiado difícil, sobretodo cuando Georgie decía cosas que se le afiguraban autodestructivas.

Todo en Georgie era un sabotaje para sí misma, por más que las razones eran nobles.

Ella era una persona noble.

Admirable...

—Me gustas —confesó de repente, dando otro paso más al frente. Georgie pareció no esperar aquella confesión, y cuando vio que no se echó para atrás, Virginia dio otro paso adelante—, pero no importa eso. No quiero nada de ti más que lo que estés dispuesta a darme. Si me das tu amistad, la aceptaré. Si me das tu cariño, lo recibiré. Y si decides que hasta aquí llegó nuestro camino juntas y quieres que te deje en paz, está bien. Siempre estuve dispuesta a acompañarte hasta que te hartaras de mí.

Georgie ladeo la cabeza, como un cachorrito.

—Creí que yo estaba acompañándote a ti.

—Así es.

—¿Entonces nos estamos acompañando mutuamente?

—Si así lo quieres...

La rizada sonrió.

Virginia sintió que le temblaban las piernas cuando su compañera se acercó, tan cerca que tuvo que respirar de manera tan disimulada como pudo, pues su pulso ya se había puesto a brincar.

—Quiero... —El aliento de la chica chocó contra la nariz de Virginia. Sintió las mejillas calientes—. Quiero que dejes de ponerte celosa cada cinco segundos. No somos nada más que extrañas... cercanas. Quiero que me preguntes antes de hacer algo que me incluya. Como tocarme cada que se te plazca como si fuera esa cosita —Apuntó a Pasha, quien observaba la escena con sus grandes ojos castaños bien abiertos—. Quiero que me... que hables de ti. Hasta ahora, sabes más tú de mí que yo de ti, y no me parece justo.

—Eso significa que... ¿Podemos seguir juntas?

—Suena bastante comprometedor, pero sí, como sea.

—¿Te puedo abrazar?

—¿Abrazarme por qué?

—Porque siento que necesitas un abrazo.

Omitió el hecho de que en realidad creía que necesitaba ese abrazo desde hace mucho tiempo atrás, pero confió en que su... amiga y amor platónico se lo hubiese dado alguna vez.

Georgie sonrió. De nuevo.

Virginia sintió que eso era un gran avance.

Cuando las manos de la rizada se enroscaron en su cuello y su cabeza se hundió en el hueco del mismo, sintió que uno de los nuditos en su alma, uno muy pequeño, se torcía hasta desaparecer.

Se dio cuenta de que no era Georgie quien necesitaba aquella muestra de afecto, sino ella misma.

El recuerdo de su padre se había abierto paso entre su pecho, desgarrando un pedazo de una barrera que había tardado tanto en construir. Cada minuto fuera de casa, lejos de su madre, era un centímetro más de aquella grieta abierta.

Cerró los ojos, apartando el pensamiento, y aspiró el aroma que los rizos de Georgie, los cueles le hacían cosquillas en la nariz, desprendían.

—Tu cabello huele rico, a coco.

Georgie soltó una risa sutil que sonó apagada.

—Toda yo huelo a coco.

Toda tú hueles rico...

Tragó saliva.

—Y tú hueles a vagabundo —soltó la rizada.

El abrazó se rompió tan repentinamente como había llegado.

—Vámonos, ya perdimos todo nuestro dinero, tenemos que ponernos en marcha si queremos llegar lo antes posible a Kansas. ¿Qué querías decirme cuando entraste al baño? —preguntó esto último mientras comenzaba a caminar hacia la carretera.

—Nada.

Georgie volteó a verla.

—Estás mintiendo.

Virginia parpadeó repetidas veces. Su ojos volaron en todas direcciones, como buscando a alguien o algo que la hubiese delatado.

Ella era buena mintiendo, ¿por qué no le creía?

—No estoy mintiendo.

—Lo estás. Te comportas como si no hubieses hecho nada malo, lo cual no harías si no lo hubieses hecho. Así que dímelo.

—Yo... Iba a decírtelo pero...

—¿Pero qué?

Virginia apartó la mirada hacia el suelo, completamente avergonzada. Si le decía la verdad, probablemente pensaría que era una loca insana obsesionada con ella y, para su mala suerte, quizás tendría razón.

No quería que tuviera razón, así que se lo dijo tan rápido como pudo, intentando pasar el mal rato en el menor tiempo posible.

—Una señora llegó y dijo que era tu abuela, que nos podía llevar hasta Kansas City, me dijo que tu nombre era Georgina Floyd, así que, a menos que no lo sea, estaba diciendo la verdad. No lo sabía, así que le dije que estaba bien, que fuera por su... vehículo. Se lo dije solo para librarme de ella y poder avisarte antes. Perdón.

Cerró los ojos, apretó los labios y sujetó el borde de su suéter antes color lila con la fuerza que sus manos le proveían después de no haber comido casi nada en tanto tiempo.

Georgie no dijo nada en unos largos segundos.

Virginia, por su parte, quiso golpearse.

—¿Por qué pides perdón?

—Porque... —Apretó los ojos y rogó por no sonar tan ridícula como sonaba en su cabeza—. Porque en realidad no iba a avisarte, solo quería sacarnos de aquí antes de que ella regresara.

—¿Por qué?

Virginia estaba cansándose de sus preguntas incómodas, y aún así seguía contestándolas.

—Supongo que tenía miedo de que todo esto terminara tan... rápido.

Otro silencio, este mucho más largo que el anterior.

Virginia se atrevió a abrir los ojos, primero uno, solo para asegurarse de que el terreno estaba despejado, y cuando confirmó que Georgie no estaba enojada, abrió también el otro.

La observaba, con tanta serenidad en el rostro, que Virginia se preguntó si de verdad la había escuchado.

—Di algo —pidió.

—¿Qué es esto? —fue lo que consiguió como respuesta.

Se encogió de hombros.

—Quizás no es nada ahora. Quizás, en realidad, me negaba a no descubrir jamás en qué es lo que esto podría llegar a convertirse. ¿No has escuchado que el hubiera duele más que lo que pasó y fracasó?

—¿Cómo puede doler menos que algo que siquiera se intento?

—Exacto.

Cuando Georgie no hizo nada más que mirarla, Virginia se encogió entre sus hombros, avergonzada y con las mejillas muy probablemente sonrosadas.

El calor del sol de verano pronto comenzaba a sentirse de nuevo insoportable.

—Por favor dime que Georgina Floyd no es tu nombre real... —rogó en voz mucho más baja de lo que quiso.

Georgie se acercó, y eso solo la hizo encogerse aún más sobre su lugar.

—Sí, ese es mi nombre. Pero solo mi madre me llama Georgina. Y Charlie cuando se enoja.

Virginia sintió que todo se le venía abajo, y de pronto el hubiera le parecía más cercano que plutón.

—¿Te vas a quedar a esperarla?

Georgina sonrió, y pareció que, con solo ese gesto, iluminaba más que el sol, incluso sus propias esperanzas.

—No —aclaró, negando con la cabeza. Se encogió de hombros antes de agacharse, recoger a Pasha en un brazo, levantarse y con su mano libre tomar la propia mano de Virginia con suavidad—. Supongo que ese hubiera me dolería menos que este hubiera.

Aquellos dedos de piel oscura apretaron con delicadeza su mano pálida y fría.

¿Qué era más fuerte que el amor? En ese momento, Virginia pensó que el tiempo, pues se había ganado más del que preveía al lado de la chica rizada de ojos ambarinos.

—Entonces... ¿Podemos seguir juntas? —preguntó aún con miedo, pero dándole la oportunidad de arrepentirse y abandonarla.

—Hasta llegar a Kansas City. Lo prometí.

Omitió el hecho de que no solo se lo había prometido a ella, sino también a Charlotte.

Cómo envidiaba a esa Charlotte.

—Eh —Virginia levantó la cabeza cuando Georgina le dio otro apretón. —Pero no más mentiras.

Fue en ese momento que Virginia comenzó a contar cuántas decenas de mentiras había dicho ya.

Y cuántas le faltaban por decir.

Porque justo eso no se lo prometió...





🌈🌈🌈🌈🌈


Perdooooooon si este cap tiene más errores de lo normal, ni siquiera le di una chacadita antes de subirlo, ya es noshie y tengo que mimir para mañana trabajar, so... ajá jsjs

¿Qué tal va su semana?

¡A POCAS HORAS SE ESTRENA ATDMV!

No soy parte del fandom, pero estoy reeee emocionada jja, ya imagínense si fuera del fandom, no podría con la espera. Aunque igual yo creo que la voy a ver hasta el sábado.

Iba a subir este cap ayer, pero estaba enferma y no tenía ganas de nada, dormí todo el día. Ya ando mejor, con todo juju <3

Yyyy.... pues nada.

El próximo cap está narrado por la Charlie

¿Qué les pareció este cap?

¿Cuántas mentiras creen que ha dicho Virginia?

¿Cuáles creen que son?

Mushias graziaz por leeeeer, se les ama, nos leemos la próxima semana, baiiiiiis

*un beso en su ceja izquierda jsjs*

Cambio y fuera.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top