17 || ATRAPADA (PARTE II)

GEORGIA

—Eres una mentirosa.

Las manos le temblaban, así que tuvo que dejar la patineta en el suelo y sostenerse la cabeza con ellas, solo para mantenerlas quietas en un lugar.

La hija del alcalde...

Nada cobraba sentido con eso, pero a la vez todo lo hacía. Cada vez que Georgina intentó poner atención a esa noticia, fue interrumpida por Ginna. No era una casualidad, ahora se daba cuenta.

—¿Estás bien? —murmuró la voz de Ginna.

—No. Siento que estoy entrando en colapso.

Georgina estiró un brazo hacia el vidrio, y se sostuvo ahí con la palma abierta.

Sí, estaba entrando en un colapso de confusión. Ah, pero ya venía el de la ira.

Levantó la cabeza y sus ojos se toparon con los de Ginna, siempre preocupados.

—Mentirosa —gruñó.

—Lo siento...

—¡Siempre es lo mismo! ¿Ya te lo dije, no? Solo sabes pedir perdón, pero no haces nada para arreglarlo y eso no está bien. ¿Por qué soy yo la que tiene que pagar por todo esto?

—¿Pagar? —preguntó la castaña con confusión y la voz baja, muy al contrario de Georgina—. No has pagado por nada, ya casi llegamos a Kansas.

—¿Que no he pagado por nada? ¡Todo este tiempo pudiste haberlo llamado y él mismo nos llevaría hasta Kansas! La policía nunca fue un peligro para ti.

—¡Pero para ti sí, Georgie!

—¡No si la hija del alcalde estaba de mi lado!

Ginna... No, Virginia, mejor dicho, se acercó con las manos estiradas.

—Baja la voz —rogó.

Georgina apartó sus manos de su cercanía.

—¿Por qué? ¿Por qué me mentiste? —La voz ya se le estaba quebrando, pero no dejó de hablar. Las manos aún le temblaban—. Tuviste un millón de oportunidades para decírmelo y no lo hiciste.

Virginia abrió la boca, pero volvió a cerrarla. Hizo unas cuantas veces.

El corazón de Georgie se tambaleó.

—¿Nada de lo que dijiste era real? ¿Ni siquiera tu nombre?

—¿Qué? ¡Sí! Muchas cosas fuero reales. —Sus ojos volaron en varias direcciones, pero Georgina no se detuvo a ver qué miraba, esperó a que siguiera—. Sí me gustas. Mi padre me llamaba Ginna. Voy a ver a mi mamá. Mi padre falleció. Yo soy real.

—¿Cómo se supone que crea eso?

—Mi intención jamás fue mentirte, lo juro...

—No jures nada, Gi... Virginia. ¿Así te llamas de verdad?

La castaña asintió.

—No quería lastimarte, de verdad —siguió la chica—. Sabía que si te decía que el alcalde me había adoptado, ibas a pedirme que le llamara. Te conté lo de mi padre. Cuando él falleció, el servicio social decidió que vivir con mamá, con esos... antecedentes, no sería benéfico para mí, así que me alejaron de ella. Te conté eso también. Luego el alcalde me adoptó en el orfanato y me escapé para ir a ver a mi madre, es todo...

—¿Te adoptó? ¿Hace cuánto?

—Unos mese, pero...

—¿¡Ni siquiera eres mayor de edad!? —exclamó.

—¡En septiembre cumplo los dieciocho!

—¡Falta un mes para eso!

—¡Y exactamente por eso me escapé!

—Me voy a morir.

Georgina sintió que ahora también le temblaban las piernas. Se apoyó de nuevo en el cristal para ponerse en cuclillas con la respiración desigual. De reojo pudo ver a Pasha observar la conversación desde detrás de los pies de Virginia. Le sorprendió que esta vez se quedara al margen, sin ladrar. Quizás ella también sabía que Ginna lo había aventado todo a la mierda.

Levantó la cabeza. En esta ocasión, vio a Virginia de una manera diferente. Donde antes veía inocencia, ahora veía precaución. Donde había inteligencia, ahora había astucia. Donde estaba la transparencia que tanto le gustaba, ahora estaban mentiras. Muchas mentiras.

Ella llevaba ropa elegante cuando la conoció porque se codeaba con gente elegante. Ella dijo que tenía dinero porque el alcalde tenía dinero. Dijo que la separaron de su madre porque la devolvieron a un orfanato y luego fue adoptada por alguien más.

Las mentiras por omisión también son mentiras...

Se puso una mano en el pecho.

¿Así se sentía... qué? ¿Un corazón roto? ¿O solo... decepción?

Así se siente tener la cara de estúpida.

—¿Tenías pensado decírmelo? —preguntó con cautela, incluso le sorprendió lo tranquila que había sonado.

Virginia no contestó, solo hundió las cejas, y ahí tuvo su respuesta.

Sintió que el corazón se le caía un poco.

—Maldita sea... —murmuró.

—Lo siento —dijo Ginna.

—Deja de decir eso, no lo sientes. Lo volverías a hacer, mentirosa.

—¡Por supuesto que no! —se quejó, desesperada—. ¡Sí lo siento! ¡Y no volvería a mentirte!

Georgina se puso de pie, con la rabia subiendo poco a poco por su pecho.

—¿Ah, no? —gruñó—. ¿No lo volverías a hacer? Entonces dime por qué carajos no pensabas decirme nada, eh.

Virginia se hundió entre sus hombros. Incluso puso ver cómo Pasha se acercaba más a sus pies.

Levantó las cejas, instándola a responder.

—¿Y?

—No iba a... No iba a decírtelo porque no vamos a volver a vernos.

Una carcajada incrédula se le escapó a la rizada.

—Es eso entonces. Ni siquiera planeabas volver a verme. Hace unas malditas horas te estaba ofreciendo el seguir juntas. Seguir conociéndonos y ahora me dices que nunca pensaste en volver a verme. —Georgina hizo un movimiento con la mano, señalando el espacio entre ambas—. ¿Qué iba a ser esto entonces? ¿Un amor de verano? Estabas tan enojada conmigo por lo de Charlie, peor de todos modos no querías quedarte conmigo.

Virginia frunció el ceño, esta vez con molestia.

—Yo nunca te dije que dejaras a Charlotte.

—¡Se llama manipulación, Ginna, no jodas!

La castaña parpadeó y Georgina aprovechó el momento para pasarse los dedos por las sienes y cerrar los ojos.

—Yo no te dije que hicieras absolutamente nada.

—Ese es el concepto de manipulación.

—Pero...

Abrió los ojos.

—¿Nunca dejas de justificarte? —La morena se señaló a sí misma—. Yo fui una mierda contigo al principio, y tú fuiste una mentirosa. Acéptalo.

—Yo no quería mentirte...

Georgina sintió que alguien le tocaba el hombro. Apartó la mano con un golpe rápido.

—¡Sigues haciéndolo!

Virginia frunció los labios. Nunca la había visto realmente molesta, pero ahora lo estaba.

—¡No estoy justificándome! ¡Las cosas en las que mentí fueron mínimas, todo lo demás es real!

—Señoritas... —llamó alguien.

—Ahora no —respondió Georgina con impaciencia—. Me hiciste pensar que me querías —dijo esta vez, dirigiéndose a la castaña—. Que querías algo conmigo.

—Yo nunca dije que te quería, solo que me gustabas. Nunca quise nada contigo más de lo que teníamos, y te lo dije también.

Georgina tuvo que agarrarse de nuevo del cristal para no caerse. Sintió que se le vaciaban los pulmones.

—Señoritas —volvió a llamar alguien.

—Ya le dije que ahora no, estamos discutiendo —farfulló.

Sus ojos conectaron con los de la chica. El arrepentimiento pasó por ello, pero Georgina ya no sentía que fuera verdad.

—Lo siento, yo no quise... —comenzó Virginia.

—¡Que dejes de decir eso! ¡Te das cuenta de que solo lo empeoras!

—¡Tú eres la que empieza a gritar!

—¡Porque todo esto me parece ridículo! ¡Podríamos estar en Kansas desde hace días si tan solo hubieras llamado al alcalde o la policía!

—¡No iba a llamarlo solo para que tú pudieras reunirte con Charlotte!

Georgina jaló sus rizos hacia abajo con frustración.

—Esto no tiene qué ver con Charlie. Yo no me fui de casa por ella, me fui por mí. Y sin embargo, durante todo este viaje, ¡solo he hecho cosas por ti!

—¿¡Cómo qué!? ¿¡Hacer que asuste cada dos segundos!?

—Decidí acompañarte hasta Kansas aunque te buscaba la policía —comenzó a enumerar—. Me metí a la casa de un loco por ti, a pesar de que la mayoría de los hombres me asustan demasiado. Te perdoné cuando por tu culpa me robaron mi dinero. Te permití tocarme cuando me daba tanto miedo que cualquier persona lo hiciera. Peleé con Charlie por ti. ¡Arrojé a un hombre a un río por ti!

—¡Señoritas!

—¿¡Qué quiere!? —gritaron ambas al unísono, a la vez que se giraban hacia la voz que interrumpía su pacífico diálogo.

Pasha chilló por lo bajo. Virginia se hundió entre sus hombros, y Georgina se limitó a recoger su patineta del suelo, abrazarla y soltar un:

—Puta madre.

—Necesito que nos acompañen a la estación de policía —anunció el policía que hace unos momentos estaba fuera del refugio.

—Tengo derecho a guardar silencio —le recordó Georgina al oficial mientras era conducida hacia el auto con las luces azules y rojas encendidas.

El hombre bufó.

—Considerando que básicamente ha gritado que arrojó a un hombre al río, no creo que haga falta.

—No es lo que parece.

—Entre al auto.

—Pero...

No tuvo tiempo de refutar algo más antes de que las metieran a ambas —y a Pasha— al auto de policía.






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BUENAAASSS, GENTEEEEE

¿Cómo andan?

Espero que bien, y si no, les echo unos brillitos de buena vibra ✨✨✨✨, claro que sí

Les tengo buenas noticias juju, siempre sí voy a poder actualizar toda esta semana los últimos caps, y no, no es porque esté de vacaciones jasgdhjs, de hecho, lo más probable es que no tenga, pero bueh, yo les cumplo jjsjs. So... Mañana subo el cap, ¿qué? ¿Dieciocho? Sí, ¿Verdad? Bueno, mañana el capítulo siguiente jsagdjs

Y por cierto, en el capítulo aterior, a la estúpida de mí, se le olvidó por completo la existencia de pasha, pero ya lo arreglé JAJAJAJAJA. Sí me pasé, la verdad jajajaj, pero bueno, cosas que pasan, ¿no?

¡Gracias por leer! ¡LES AMOOOO! Nos leemos mañana con el cap 18.

Besooos,bai, mil besos, besitos, baiiii, mil besitos, besooooos

Cambio y fuera.

-🌼🏳️‍🌈

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