1 || LOS ENCANTOS DE CHARLOTTE

GEORGINA

Georgina sacó el celular de la mochila tras su espalda mientras se dejaba caer con pesadez sobre un columpio en un parque en el pueblo. Dejó la patineta sobre la tierra, debajo de sus pies, meneándola con ellos mientras esperaba a que la persona al otro lado contestara.

Eran las cinco de la mañana, hacía un frío bastante considerable y ella había pasado la mayor parte de la noche escondiéndose de la policía que su madre y Rick habían mandado a buscarla después de salir de casa con su dinero. El cual seguramente su madre reportó como robado, cuando sabía perfectamente que era de Georgina.

¿Saben lo difícil que es esconderse de la policía en un pueblo tan pequeño? Al menos en la carretera podía meterse entre los cultivos, pero, en el pueblo, todos conocían su estúpida cara. En ese momento, para Georgina era una lástima haber nacido con un rostro tallado por los mismísimos dioses...

El tercer pitido y nadie contestaba. Comenzó a morderse las uñas, con gesto preocupado. Entonces escuchó esa voz al otro lado, y fue como si le hubiesen encendido una mecha en el trasero. Se puso recta.

¿Georgie? —pronunció aquella voz el nombre con voz adormilada.

—Hola... —comenzó Georgina—. Lamento haberte despertado, yo... Solo quería escuchar tu voz.

Era verdad. Eso era lo que más le gustaba de Charlie. Podía ser sincera con ella, siempre, aunque las cosas que dijera fueran de lo más vergonzosas. Y ella reaccionaría de la misma manera, soltando una tenue risa que a Georgina le erizaría los vellos en la piel.

De acuerdo —contestó su amiga entre risas atontadas. Se oyó el roce de sábanas, y Georgina supuso que se estaba acomodando para hablar—. ¿Qué haces despierta? ¿No puedes dormir?

A veces a Georgina le daba miedo lo bien que Charlie la conocía. Aunque se equivocaba un poco. Tenía un sueño que te cagas, pero no podía darse el lujo de dormir. En todo caso, sí, no podía dormir.

—Sip —respondió al haberlo meditado.

¿Quieres hablar hasta que te quedes dormida?

Sonrió al escuchar la sugerencia.

Tenía que decirle lo que estaba pasando, pero... Era demasiado difícil.

—¿Qué te crees? ¿Que tu voz es tan bonita como para oírla toda la noche? —bromeó en su lugar.

Eso no decías cuando te colabas en mi cama a las dos de la madrugada.

Georgina podría haberse puesto roja como tomate, y seguro que lo hizo, pero no le importaba porque Charlie no estaba viéndola.

—Carajo, Charlie, eso sonó muy gay.

Tú eres gay.

—El que lo dijo lo es.

Tú lo dijiste primero...

Georgina soltó una carcajada y pudo oír a su amiga reír también.

Entonces se calló de golpe y lo soltó.

—Me escapé de casa.

Hubo silencio al otro lado. Y luego:

Espera, ¿qué putas? ¿Otra vez?

El hecho de que preguntara eso era un poco humillante para Georgina, pero bueno, era cierto. No era la primera vez que se salía de casa a las malas, pero sí la primera en que Charlie no estaba en su casa en el pueblo para recibirla.

—¿Me puedo quedar en tu casa? —preguntó Georgina.

Charliei siquiera pensó en su respuesta.

Claro, Georgie, les llamaré a mis tíos para avisarles que irás...

—No —negó Georgina, moviendo las manos de un lado a otro—. Estoy hablando de contigo. En Kansas City.

¿Vas... a venir hasta Kansas? —preguntó la voz al otro lado con confusión.

Georgina podía imaginarla con la nariz arrugada, como siempre.

—Sí.

Pudo escuchar a Charlie soltar un suspiro. Más que frustración, había preocupación en ese gesto.

—Estaré bien —intentó converncerla Georgina—. Tengo el dinero de mis ahorros, me alcanzará para un pasaje desde Willowhook hasta Kansas.

¿Y tu trabajo en la panadería? ¿Estás en Willowhook?

—Llamaré mañana a la panadería para decir que ya no podré ir. Y no, no estoy Willowhook. Aún estoy en West Cloud, pero pienso llegar a Willowhook mañana. No te preocupes, Charlie.

Si aún estás en el pueblo, ¿por qué no vas a casa de mis tíos? —pidió—. Puedes pedirles dinero prestado para poder ajustar el pasaje desde ahí.

No, no podía. ¿Pero cómo se lo decía a Charlie? ¿Solo le decía: Oh, se me olvidó mencionar que el novio de mi mamá me quiere matar con una escopeta y la policía me busca porque creen que robé dinero, sería peligroso para tus tíos? No, no iba a decirle eso.

Georgina podía tenerle mucha confianza, pero... Tenía miedo y vergüenza. Ella no sabía nada sobre los novios de su madre, ni todo lo que eso conllevaba. Cuando se escapaba, estaciones atrás, Georgina solo solía decirle que había peleado con su madre por sus preferencias sexuales. Prefería decirle eso a contarle todas las cosas que sus novios le llegaron a hacer alguna vez.

Y era estúpido, Georgina lo sabía. No era culpa suya. Nada de eso lo era. Pero aún así, las veces que estuvo cerca de contarle, se sentía tan pequeña. Charlie siempre le había dado la sensación de que podía contarle todo, pero también era tan grandiosa, que le daba miedo. Le daba vergüenza que supiera todas las cosas que tenía que pasar cuando estaba en casa.

Georgina no quería amargarle la vida con sus problemas, pues ella era tan feliz.

Resopló y me columpió un poco para que el aire de la madrugada le despejara la cabeza.

—No puedo —dijo entonces—. Ya dejé su casa atrás. Te aseguro que llegaré a Kansas en menos de lo que canta un gallo. Sana y salva.

O eso esperaba...

De acuerdo, tú ganas. Cuídate. No me sirves de nada tirada en una zanja con las tripas de fuera, no podía encontrar a otra como tú.

Georgina rió y comenzó a asentir.

—Llegaré cuando menos te lo esperes. ¿Crees que tu abuela me deje quedar contigo?

Claro, ha escuchado tanto sobre ti que ya debe estar harta.

Dejó pasar el comentario sobre estar harta de ella solo porque en su cabeza se repitieron únicamente sus primeras palabras.

Ha escuchado tanto sobre ti....

Sonrió como boba.

—¿Le has hablado a tu abuela sobre mí? —preguntó, meneándose en el columpio.

Pues claro, eres mi mejor amiga.

Los ánimos de Georgina se desinflaron como neumático agujerado.

En ese momento debía tener ese cartel gigante que decía: Cuidado, puta en mal estado.

Sacudió la cabeza. Quizás era hora de aceptar que Charlie solo era eso: su mejor amiga. ¿No?

Claro, ahora díganselo a su jodido cerebro, porque su corazón ni mierda lo aceptaba.

—Te hablo luego, ¿sí? Necesito empezar a caminar si quiero llegar a Willowhook antes de la noche —pronunció, intentando esconder aquella decepción que quería colarse a la fuerza.

No te detengas en el club nocturno, luego empiezas a desvestirte y no puedo ir por ti —bromeó Charlie.

—Ser striper es mi pasión, Char, no me limites.

Georgina pudo escuchar perfectamente su carcajada al otro lado y no podo evitar sonreír. Le gustaba su risa.

Adiós, Georgie. Te amo.

Ay.

Necesitaba que alguien le golpeara el corazón. O a Charlie, en su defecto, por decir esas cosas y esperar que actuara como si nada.

—También te amo. Adiós.

Colgó.

Y luego soltó un suspiro mientras guardaba de nuevo el celular.

Cerró los ojos con la cabeza echada hacia atrás. Movió con sus pies la patineta hacia un lado y comenzó a balancearse en el columpio. El aire era frío, pero había patinado desde la casa hasta ahí y estaba realmente sudada. No tenía frío.

El sol comenzaba a asomarse, tenía que comenzar a caminar.

Detuvo el balanceo plantando sus pies sobre la tierra y se puso de pie. Recogió la patineta del piso y entonces un volante pegado en los tubos metálicos que sostenían el juego llamó su atención.

Tenía la imagen de una chica con cabello cobrizo en el centro. Arriba, un cartel de se busca relucía en letras grandes y negras, y debajo, la frase: se ofrece recompensa, estaba plasmada con casi el mismo tamaño de fuente. Un número se encontraba escrito en letras más pequeñas.

Georgina arrancó el volante y comenzó a caminar.

Sus ojos analizaron la imagen de la chica con detenimiento. Su cabello ondulado cobrizo, sus ojos marrones y tristes. No se veía como alguien que conociera o hubiese visto alguna vez. Entonces, ¿por qué estaban buscándola en el pueblo?

Un pequeño ladrido la hizo detenerse de golpe, justo a tiempo para darse cuenta de que estaba apunto de pisar a alguien dormido en el piso.

Algún vagabundo, pensó, hasta que sus ojos captaron la figura del perro con moños en sus largas orejas con cabello bien peinado. Intentaba morderle el pie a Georgina, pero era demasiado pequeño, o demasiado mimado porque no le hacía sentir ni una pizca de dolor.

Le frunció el ceño y se agachó al tiempo que veía una mata de cabello cobrizo asomarse entre la manta sucia que seguro había encontrado en un bote de basura.

Movió la manta hasta descubrir el rostro de la persona acostada en medio del parque.

Era una chica. Su rostro se le hizo familiar.

Pues claro, estúpida, la acabas de ver.

Levantó el volante hasta dejarlo al lado del rostro dormido de la chica y los observó a ambos.

Era la misma chica del volante.

Un segundo, ¿era la misma chica?







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Wenas juju

Ya no voy a decir que actualizo a una hora porque luego no lo hago y nomás quedo como estúpida jajajajajja

¿Qué opinan de Georgie?

¿Y de Charlie?

En el próximo capítulo aparece Virginia y aaAhaHAhhhahaha, empieza la aventura.

Problemas, es como yo definiría este viaje juju

Nos leemos la siguiente semana, gracias por leer, les amo <3

*otro beso en el nudillo de su dedo meñique pero esta vez de su mano derecha ;)*

Cambio y Fuera.

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