8• Futuro.
Dos extraños bailando bajo la luna,
se convierten en amantes al compás de esa extraña melodía
que algunos llaman destino,
pero otros prefieren llamar casualidad.
Destino o casualidad — Melendi ft. Ha*Ash.
— ¿Y? ¿Te gusta? —Yura me observa y aunque su voz puede significar enfado, lo cierto es que la sonrisa ladeada en su rostro muestra todo lo contrario. Sabedor de mis gustos y confiado en su trabajo, él sonríe abiertamente al verme dando una vuelta, mostrándome ante sus ojos para que pueda ver cada ángulo de mi cuerpo enfundado en la prenda.
El verano y el otoño se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos. Habíamos pasado de disfrutar el calor húmedo de las vacaciones a comenzar a estudiar cómo posesos para los exámenes. Tanto finales como para de admisión a la universidad.
Y mientras todo eso ocurría yo me preparaba para la presentación que debía dar para asegurarme un puesto en el Conservatorio musical al que quiero entrar en Tokio; el Tío Otabek y Mila Babicheva seguían sin resolver sus conflictos; y mi novio aún no tenía la menor idea de qué hacer con su vida.
Yuri puede hacer cualquiera cosa que desee, es bueno en casi todo lo que hace, atractivo y con una determinación intimidante.
Pero no puede elegir una carrera universitaria o un oficio.
Salgo de mis pensamientos al verlo revolviendo cosas en mi armario. Lo ignoro mientras sigo inspeccionando mi reflejo en el espejo tras la puerta de mi habitación.
Mi cumpleaños y el de Yulia Plisetsky es el mismo día. Usualmente lo festejamos entre ambas familias desde que yo era una niña. Y como cada año, la madre de mi ahora novio, me regala la ropa que debo usar ese día.
Éste año el conjunto se basaba en un vestido sencillo de color perla, corto y brillante, pero por alguna razón a Yuri le pareció simple, así que se lo llevó y no volví a saber de la prenda hasta el día de hoy. A dos horas de la fiesta que montó la madre de Yuri porque probablemente sería el último cumpleaños que celebraríamos juntas por un tiempo.
El vestido que Yulia Plisetsky me había regalado no era ni de cerca parecido a lo que Yuri me devolvió.
De sólo imaginarme a Yuri tejiendo cada flor, escogiendo los tonos y perfeccionando cada detalle, me dan ganas de restregarle el vestido en la cara y gritarle algo como: "¡¿Puedes hacer esto, pero aun así no sabes para qué eres bueno?!"
A la prenda se le agregaron flores tejidas de forma compleja en tonos distintos de morado, o al menos eso era para mí que carezco del sentido agudo para la moda que en mi novio parece sobrar. Incluso el color original había cambiado.
Sencillamente hermoso.
—Me encanta, Yura...
Yuri deja de revolver mi armario en ese momento al encontrar un par de zapatos de tacón de un color morado oscuro que había usado solo una vez hace más de un año en una fiesta de Sala.
—Sabía que te gustaría. —Dice con arrogancia al llegar a mi lado y besar mi hombro desnudo, tomando mí mano para sentarme en la silla frente al escritorio —Ahora quédate quieta mientras intento hacer algo con esa maraña de pelo que tienes en la cabeza.
— ¡Cállate, Yura! —exclamo al verlo dejar los tacones en el suelo frente a mí para desaparecer en el baño y regresar con un peine, una liga y un par de pasadores —Creí que ya habíamos dado por sentado que mi cabello será siempre un desastre natural.
—Sí, eso hicimos —ríe al ver mi puchero y gira la silla para que pueda darle la espalda. Sus dedos peinando las hebras de mi cabello se sienten bien, relajante—, pero eso no significa que sea una completa pérdida.
Los quince minutos que Yura tardó haciendo quién sabe qué magia en mi cabeza, me dediqué a pensar en la mejor forma para abordar el tema y lo encontré al ver el saco beige colgado en un gancho junto a mi cama.
Yura vestía en armonía con mi ropa. Traje del mismo color de mi vestido y una camisa de color oscuro, sin corbata porque siente que se ahoga.
—Pareciera que nos preparamos para la fiesta de graduación. —Comienzo, lanzando el anzuelo. El ratón de juguete al gato gruñón.
—Ajá.
— ¿Ese día me ayudarás a prepararme también?
— ¿No se supone que ese día las chicas hacen su mejor esfuerzo para sorprender a sus parejas?
Sonrío porque casi puedo imaginarme la sonrisa de Yuri y la forma en que pone los ojos en blanco.
—Eso pasa cuando quieren tener su primera vez la noche de graduación. Tú y yo ya no necesitamos semejante perorata.
—Que novia tan poco colaborativa tengo.
—A lo que me refiero —corto al sentir que se aleja de mí y se sienta en el escritorio para darme la cara —es que, si quiero sorprenderte lo haré en privado y con menos ropa de la que implica una fiesta con compañeros a los que ni siquiera apreciamos lo suficiente.
—Eso lastimaría a la mitad de nuestra generación —sonríe, mostrando su dentadura blanca y perfecta —Entonces, ¿usarás lencería sexy para mí?
Asiento. Saboreando mi victoria.
—A cambio de una pequeña cosa.
Él frunce el ceño, borrando su bonita sonrisa para verme con desconfianza.
— ¿Qué quieres, Cerda?
Levantándome de mi asiento, me acerco para situarme entre sus piernas y abrazar su cuello con ambos brazos.
—Quiero sorprender a toda la escuela ese día. Quiero que todas la chicas me envidien y no sólo por ir de la mano del chico más guapo del Instituto. —Beso su quijada —Quiero que tú hagas mi vestido de graduación, Yura.
Como era de esperarse, los ojos verdes de Yuratchka se agrandan, genuinamente sorprendido.
— ¿Por qué?
Mi suspiro exasperante no hace más que confundirlo.
—Mírame, Yura —ordeno, separándome de él y modelando torpemente su trabajo sobre mí, aun cuando no he visto mi peinado—, ¿te gusta cómo me veo?
—Siempre, aunque tengas un costal de papas encima.
Aww, mi amor.
— ¡No me refiero a eso, Yura! —medio gruño. Tomando asiento en mi cama —El vestido, mi peinado... y no solo ahora, los diseños que dibujas, tu sentido de la moda... Todo ello en conjunto brilla como prueba suficiente de tu talento, ¿por qué no te das cuenta?
Él me observa y su rostro cambia de la confusión a la incredulidad.
— ¿Hablas de que yo...? ¿Diseñador de modas? ¿Yo?
— ¡No luzcas tan sorprendido, Yuri Plisetsky! Ya te lo había comentado antes.
—Bueno, sí, pero... —Se calla, viéndome con detenimiento —No creí que lo dijeras en serio. Y no sé, Cerda, una cosa es trabajar sobre los diseños de mi madre y otra muy diferente es hacer mis creaciones propias. Mis gustos podrían no ser del agrado de todas las personas.
—Pues a mí me gustan.
—Porque, con tu sentido de la moda, es usar lo que mi madre y yo te damos o ir en pantalones deportivos.
—Comprendo tu miedo, —agrego, ignorando su comentario anterior y su sonrisa ladina —pero, Yura, creo que ese temor lo tiene todo el mundo cuando muestra sus propias creaciones. ¿Tú crees que no me asusta que mi música sea tan mala que la gente me lancé no sólo tomates sino piedras al escenario?
—No seas tan dramática, Cerda. —La carcajada de Yuri me hace reír a mí también, aliviada de que no se haya enojado —Tu música es buena y a quién no le guste es porque no comprende lo que es el arte.
—No seas tonto, Yuri. Tus diseños son divinos y a quién no le guste es porque no comprende de moda y debe ir vestido sólo con un costal de papas.
Llegados a un punto muerto, Yura comprende que no me daré por vencida y que, quizás, es hora de ver el diseño como su mayor oportunidad.
— ¿De verdad quieres que haga tu vestido para la graduación? —Agrega él, tiempo después. Arrodillado a mis pies, colocando los zapatos de tacón.
—Me encantaría, —sincero y me inclino para besarlo —aunque eso implicará que le romperé el corazón a tu madre.
—Igual lo harás en un rato. —Dice él abarcando mi vestido con un sutil movimiento de su mano. —Enloquecerá cuando te vea.
Aunque lo más probable es que sí, Yulia pegue un grito en el cielo al verme porque no a muchas personas les gusta que alguien meta mano en sus creaciones, pienso que le gustará el cambio y me apoyará con el asunto de su hijo y la Academia de Diseño.
—A no ser que realmente no quieras hacerlo, Yuri. —Reflexiono, poco dispuesta a obligar a mi novio para que haga algo que no quiere —De ser así me disculpo y no volveré a tocar el tema.
Yura me sonríe desde el otro lado del cuarto, mientras se coloca correctamente el saco.
—No es eso, Cerda. Lo cierto es que no lo había considerado seriamente —Dice y se acerca para besarme y ayudarme para ponerme de pie. Yo intento obviar el hecho de que ni con zapatos altos alcanzo verlo directamente a los ojos. —No sé, creía que, como hombre, lo mejor sería ser arquitecto, abogado, administrador o cualquier otra mierda de esas.
—Pues ninguna va contigo. —Reflexiono —Aunque como médico te verías muy sexy.
Él ríe.
— ¿Y cómo diseñador? ¿Me vería afeminado?
—No seas tonto. —Lo pienso —Bueno, quizás un poquito, pero no creo que todos los hombres diseñadores sean así. Tú no lo serás y además... No me agrada la idea de que estés rodeado de modelos todo el tiempo, pero podría acostumbrarme algún día, y ellas también creerían que eres gay.
—No estás ayudando, Cerda. —Yura me besa, sus labios sobre los míos moviéndose de forma tierna —Pero comprendo lo que quieres decir. Prometo que lo pensaré, ¿eso está bien para ti?
—Muy bien.
Yura sonríe y toma mi mano para meterla en el bolsillo de su saco. Mis dedos no tardan en encontrarse con una caja de regalo, cuadrada y plana.
Al sacarla, lo primero que llama mi atención es el color aqua de la cajita, sin embargo Yura me insta a abrirla antes de poder leer el nombre de la joyería, poco ayudada por la falta de gafas.
Dentro, una peineta plateada con intrincadas flores brilla gracias a las pequeñas piedras preciosas. Diamantes cristalinos.
—Yura... Es hermoso. Muchas gracias. —Es mi pobre respuesta. No queriendo pensar en que la preciosa joya debe valer más de lo que valdría uno de mis miopes ojos.
Quitándome la caja, Yuri gira uno de sus dedos, instándome daré la espalda para colocar mi regalo en su lugar. Y solamente una vez que está asegurado, toma mi mano para colocarme frente al espejo tras la puerta.
Quiero reír. Una risa estruendosa porque no reconozco a esa chica como yo.
De no ser por el color de ojos y la mirada que Yuri le da, realmente creería que es una desconocida. Por una vez, agradezco haber sido capaz de lograr un maquillaje decente, porque de otra forma todo sería un total desastre en comparación a la perfección del vestido y el moño desarreglado que Yura formó con mi cabello.
Algunos mechones de cabello oscuro se sueltan desde las trenzas que se unen en un moño a lo alto de mi cabeza, ligeramente rizados y enmarcando mi rostro; el maquillaje ligero salvo la sombra de ojos ahumada. Ni que decir del precioso vestido.
—Te ves hermosa. —El deleite destilando de la voz de mi novio logra sonrojarme cuando lo veo junto a mí, luciendo su traje y su cabello ligeramente despeinado, tan arrebatadoramente atractivo. Por primera vez no me siento fuera de lugar junto a Yuri. Es como si ese fuera mi sito destinado. Como si hubiera nacido para permanecer ahí, luciendo perfecta a su lado.
Él baja la cabeza para besar mi hombro desnudo.
—Feliz cumpleaños, Yuuri.
Yuuri, húmeda y caliente contra la palma de mi mano, intenta estirarse para alcanzar mis labios encontrándolos a medio camino.
Su gemido vibra en el fondo de mi garganta al sentir mi dedo abriéndose paso en su caliente y satinado interior. Su sexo ávido late alrededor de mi índice.
— ¡Yura!
—Shh...
Al llegar al salón del hotel que mi madre había reservado para su populosa fiesta, Yuuri fue cruelmente arrebatada de mis brazos por cada persona que deseaba felicitarla.
Mi madre, contrario a lo que esperaba, no se molestó por el cambio en el vestido de su musa. Todo lo contrario, no tardó en felicitarme y decir que debería ayudarla con otros tantos diseños en los que estaba atascada.
Eso logró recordarme las palabras de Yuuri. Lo cierto es que no lo había pensado con seriedad ni una puta vez. Es decir, he vivido con una diseñadora toda mi vida, he dibujado alguna que otra cosa estúpida sin esperar a que alguien le agradara y la moda ha sido un tema recurrente en mi hogar. Realmente no lo consideré porque es algo que siempre ha estado en mí.
Entonces, ¿dedicarme a ello? No sonaba tan descabellado.
Mi mamá se lució con la recepción de la fiesta y aunque decía que era por ella y Yuuri lo cierto es que había más amigos nuestros que adultos como ella y los padres de mi novia y nuestros amigos.
Por supuesto, si le decía a Yuuri que la fiesta era única y exclusivamente para ella, mi novia huiría a la otra punta de Kyushu.
La menor de los Katsuki fue de un lado para otro en el gran salón, luciendo una sonrisa preciosa, modelando sin darse cuenta cada prenda sobre ella. Desde el vestido en el cual trabajé casi una semana, la peineta que me costó la mitad de mis ahorros, hasta la delgada cadena de oro blanco y el pulso del mismo material que mi madre y abuelo le habían regalado.
Yuuri se paseó recibiendo felicitaciones y adulaciones por igual.
Incluso llamó la atención al detener la música y colocarse frente al piano entre la pequeña orquesta, para interpretar una canción ligera y conmovedora como regalo de cumpleaños a mi madre.
Yulia Plisetsky lloró y nadie podía culparla porque no fue la única. Las notas eran dignas de tocar cada corazón frágil dentro del salón, acariciando, brindando calidez y amor.
Ella, sin lugar a dudas, lograría tocar corazones con su música para permanecer en ellos.
Mi madre me abrazó casi al final de la velada y me dijo, medio ebria, que me extrañaría mucho cuando me fuera a Tokio, pero que sabía que Yuuri y yo seríamos muy felices y haríamos lo correcto siempre.
Y también dijo que estaba orgullosa y celosa por los cambios que hice en su diseño.
Pasada medianoche, la mayoría de los adultos se habían retirado al igual que la orquesta, dejando solo a Beka como DJ y a las ebrias y ebrios saltando al ritmo de la música.
En medio de todo ello, tomé a Yuuri, arrastrándola fuera de todo ese desbarajuste hacia uno de los elevadores del lugar.
Mi madre me dio otro de los regalos para Yuuri, uno que yo podría disfrutar con ella; La llave electrónica de una de las habitaciones del hotel junto con las mágicas palabras "Es suya hasta mañana al mediodía".
Y aquí estamos, comiéndonos la boca en el elevador, importando muy poco si pueden vernos desde las cámaras o no.
Casi al instante que las puertas se cerraron, Yuuri se inclinó para bajarse la ropa interior, haciendo equilibrio en un pie y luego en otro, lanzándome la prenda antes de recargarse en una esquina del pequeño cubículo, esperando a que me acercara a ella.
Sabía que la desinhibición de Yuuri era secundada por las dos copas de sabrá Dios qué rayos le dio mi madre.
El peso de la lujuria cayó sobre mis hombros como lava ardiente al meter un segundo dedo en su interior y verla retorciéndose porque la palma de mi mano masajea su clítoris.
Yuuri contonea las caderas, caliente y con avidez, para entrar en más contacto con mi mano y el sonido suave de chapoteo inunda el ascensor. Sus dientes casi hiriéndonos los labios.
Cuando la bendita campanilla suena, anunciado la llegada a nuestro piso, saco los dedos de su interior para agacharme un poco y tomar las piernas de Yuuri, echándomela al hombro.
Sus gritos de falsa protesta son encubiertos por su risa musical. Antes de encontrar el número correcto de nuestra habitación yo ya llevaba un condón a medio abrir entre los dientes y la llave en la mano.
Abriendo la puerta de una patada, bajo a Yuuri para recargarla sobre la madera fría de la puerta, antes de terminar de poner el seguro yo ya había bajado la bragueta de mis pantalones. Yuuri sonríe, sonrojada y deseosa.
Mi pantalón cae hasta mis tobillos, y yo me ocupo en envolver mi erección con látex mientras ella separa las piernas y levanta la falda del vestido, dispuesta para mí.
Tomándome unos segundos admiro a mi novia. Yuuri es la representación de la elegancia y belleza de la cintura para arriba, y para abajo era el mejor sueño húmedo que cualquier pobre diablo podría desear.
Pero yo el único afortunado que la disfrutaba.
—Te amo.
—Te amo —Jadea ella al sentirme alzándola en brazos para que rodee mi cadera con sus tonificadas piernas y ambos soltamos un gemido profundo mientras me abro paso en su interior.
—¿De verdad vamos a hacerlo aquí? ¿Contra la pared como en las películas? —Jadea ella, entusiasmada.
Mi risa se transforma en gruñido al sentir como sus paredes internas aprietan mi sexo.
¡Hi~!
Gracias por leer. Por sus comentarios y votos.
Algo así vendría siendo el vestido de Yuuri:
Y también... El vendedor de sueños y la ilusa que los compra terminará en cuatro capítulos más.
Gracias a mi Beta LittleChanik por la corrección del capítulo❤
*La canción no tiene nada que ver con el capítulo, pero es la que me ha rondado la cabeza toda la semana(?)
Gracias por todo.
ByeByeNya🐾
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