Capítulo 4: En alma...y cuerpo.
Aiden lo limpiaba con mucho cuidado, su lengua lamió su piel herida y John se sentía muy aliviado con ese gesto. Sus ojos estaban cerrados y su cabeza ligeramente inclinada hacia un lado.
—¿Por qué estás aquí? —interrogó John aún con los ojos cerrados.
—¿En la corte real? Bueno, estaba aburrido.
—¿Sólo por eso?
—Sí, supongo.
—¿...Y por qué no has matado a nadie todavía?
—Quería estar más tiempo aquí, porque quería seguir viéndote—sonrió y se acomodó a su lado.
—Que infantil eres...—se burló y rio entre dientes.
—También porque... tenía que estudiarlos primero.
John abrió un poco los ojos y lo miró con desgano.
—No me importa quién tenga que morir en mis manos cuando necesito alimentarme, pero si puedo escoger prefiero que sean personas malas.
—Vaya, un justiciero—dijo con sarcasmo y resopló.
—Soy malo, pero no tanto, alguna vez fui bueno. No siempre fui lo que soy—se defendió.
John lo observó con curiosidad y fijó sus ojos en los suyos, misteriosos y coquetos, que relucían por las llamas del fuego, y en el fondo sólo se escuchaba su respiración y el rechinar del carbón quemándose.
—Sufrimiento, muerte, tortura, violación, sangre...todo eso era cotidiano cuando era niño, en ese pequeño pueblo, donde los hombres con poder nos sometían con crueldad y placer. Pero yo era feliz a pesar de todo.
Y un día como cualquier otro, llegó un hombre extraño al pueblo, nadie le prestó atención, y cuando cayó la noche los gritos y alaridos resonaron en la oscuridad. La noche se vio inundada en el terror, y me escondí.
No sabía que pasaba, pero a lo lejos vi ha aquel hombre, matando a todos. Hundía sus dientes en sus cuellos y atravesaba sus manos en sus estómagos...pronto no quedó nadie con vida, y pensé que me había salvado, pero él se giró y se dirigió hacia donde estaba. Ahí supe que estaba acabado, pero el miedo estaba mezclado con alivio, ya no habría más sufrimiento después de ese, sólo paz...
Pero él sólo me miró, con sus horrendos ojos rojos.
«Ira y venganza»
Dijo con voz ronca, y sin darme cuenta él me tomó del cuello, mordió sus dedos y los metió en mi boca, luego de eso no recuerdo nada y perdí el conocimiento. Cuándo desperté me sentía diferente. Ya no me sentía enfermo, es más, jamás me había sentido tan bien en toda mi vida.
Pero una urgente y bestial sed de sangre me invadió, la maldad fluía dentro de mí. Y de pronto sentí un olor en el aire.
Los hombres de poder aún estaban vivos.
"Ira y venganza"
—Entonces entendí aquellas palabras...
Lo disfruté tanto, ver cómo se les escapaba la vida por los ojos, verlos suplicar y llorar, inclinándose ante mí...
—¿Esperas que crea eso? —John era escéptico, y no podía confiar en sus palabras tan a la ligera.
—Es tu decisión creer o no—contestó sonriendo—Luego de eso unas personas que llegaron al pueblo descubrieron lo sucedido, y como me encontraron junto a esas personas ricas pensaron que era uno de ellos, y así fue como fui escalando hasta aquí.
—Que oportuno...
—Eso pasó hace unos trescientos años más o menos, no llevó el conteo, me hace sentir más viejo—y le sonrió con suavidad.
—¿Y el vampiro? ¿lo volviste a ver? —preguntó curioso.
—No—desvió su mirada y apreció las llamas danzantes—sólo los vampiros de sangre pueden dar su sangre y convertir a otros. Pero mayormente lo hacen por diversión o aburrimiento. Sólo era un juguete para aquél tipo, seguramente me vio matarlos a todos y luego se fue.
—...Está bien, te creo—dijo respirando hondo y volvió a cerrar los ojos.
—No voy a matar a los reyes, ellos son buenos—exclamó con honestidad—sólo jugaré un poco más y luego me iré, pero aún estaré cerca de ti, hasta que ya no estés más en este mundo, y entonces yo tampoco lo estaré más.
—Nunca pensé que fueras un romántico—sonrió y negó con la cabeza—¿por qué yo?
—¿Por qué no tú?
—Esa no es una respuesta.
—Cuando maté a esas personas me sentí tan bien que pensé que estaba perdido, y ya no quedaba nada de humanidad en mí. Pero cuando estoy cerca tuyo siento que...no soy tan malo, no pienso en matar y me siento como un humano otra vez, como ese lindo y pequeño niño inocente que alguna vez fui.
John meditó en sus palabras, y luego de pensarlo bastante dijo con voz lenta y profunda:
—Cuando te dije que no mataras a nadie tú no lo hiciste, yo... pensé que lo harías—abrió los ojos y lo miró con intensidad, sentía su propio corazón latir, y los penetrantes ojos azules que lo observaban con cariño—Eres un tonto.
—Si—rio deleitado—cuando quieres a alguien haces tonterías.
Mordió su propio dedo y dejó caer algunas gotas de sangre sobre la herida de John. Enseguida su hombro dejó de doler y la carne destrozada volvía a unirse poco a poco. Casi por completo.
—Esto sólo funciona si yo así lo quiero—informó con un tono suave, cerca de su rostro—así que puedes cortarme en pedazos y usar mi sangre, ya que yo siempre querré esto, tu bienestar. Sin importar qué.
John desvío su mirada lejos de la suya y musitó:
—En verdad eres un tonto...
Todo funcionaba como debía ser, los nobles y consejeros eran trabajadores, y la corte real y los reyes estaban en paz. Era demasiada paz, tanto que no duró mucho tiempo.
John pensó en las palabras de Aiden, y decidió investigar un poco a los miembros del castillo, y ver así sí alguien era "malo".
Fue ahí cuando se llevó una sorpresa impactante.
Muchos resultaron tener dobles vidas, llenas de lujuria, sangre, tortura y muerte al abusar de su estatus y poder.
Era inaudito, y lleno de coraje e impotencia no tuvo más opción que quedarse callado.
¿Qué podía hacer él?
El tiempo pasaba con lentitud, miraba y hablaba con Aiden muy seguido, y su extraña relación se volvió más fuerte, pero en el fondo sabían que debían matar al otro, debían hacerlo, ambos eran vampiro y cazador. No había más opción, pero cada vez que intentaban "matarse" casualmente uno escapaba o perdía, y entonces el "mañana no fallaré" se volvió algo interminable...
Eran más de la media noche y John acababa de terminar un papeleo pendiente, aún usaba su uniforme e iba a visitar a Aiden. Caminaba por los amplios y solitarios pasillos cuándo oyó un ruido dentro de una de las habitaciones. Extrañado se detuvo y puso más atención.
Un grito ahogado y afligido se escuchó en seco, tan efímero que apenas era reconocible. John se preocupó y abrió la puerta de golpe, sin importarle las consecuencias.
Acostado sobre el suelo su estómago era como una flor roja, y sus órganos florecían entre la sangre. Tenía todas las extremidades rotas y el lado izquierdo del cuello destrozado.
Un hombre de unos setenta años, no tan delgado y con una expresión grotesca descansaba sobre su propio charco de sangre, y a su lado, Aiden con las manos llenas de sangre, aún hurgaba en su flor con locura y maldad, sus ojos rojos hervían de ira, como una bestia enloquecida.
—Aiden—exclamó en un grito bajo—¿qué demonios estás...?
Quiso acercarse, pero Aiden lo miró enojado y lo empujó, controló su fuerza, pero aun así logró arrancar un botón de su camisa, actuaba como si no quisiese que nadie se acercara a él. John se estremeció ligeramente y se quedó dónde estaba, y con una expresión tensa lo llamó con voz lenta:
—Aiden...
—...Sólo...no te acerques ahora—musitó en voz baja—yo...
Sus manos temblaban y trataba de mantener la compostura.
—¿Recuerdas esa historia que te conté? De cuando me convertí en...—dijo luego de un rato de silencio.
—Lo recuerdo—respondió rápidamente.
—Cuando él dijo «Ira y Venganza» me maldijo, y ahora cargo con esos pecados—respiró más calmado y sus ojos se tornaron azules de nuevo.
—¿Qué quieres decir?
—Cuando me encuentro frente a algo que me causa ira o quiero venganza. Ojo por ojo, diente por diente...no pudo evitarlo, y lo hago—levantó su mirada perturbada—a veces puedo controlarme, pero esta vez no pude...
—¿Qué hizo Webber? —interrogó, refiriéndose al hombre muerto.
—Cuando fui al pueblo a buscar un cadáver lo vi, estaba golpeando a un niño de unos siete años, lo golpeó en la cabeza con una botella y lo mató.
John lo observó pensativo y luego se concentró en el rostro del hombre. Él era uno de ellos, de los que tenían una doble vida sucia, y según su investigación él disfrutaba aprovecharse de niños, torturarlos y matarlos, era violento y temperamental.
Aiden ya se había calmado, pero aún estaba enojado, John caminó hacia él, se puso en cuclillas y preguntó con voz tranquila:
—¿Sufrió? —y observó el cadáver.
—...—Aiden lo miró desconcertado, y notó sus ojos fríos y vacíos—Si, y mucho, lo maté...muy lentamente.
—¿Bebiste de su sangre?
—No.
—¿Lo disfrutaste?
—...Por completo.
John se puso de pie y avanzó hacia la puerta, pero antes de llegar a ella se detuvo.
—Tú lo mataste, ahora es tu problema—declaró con firmeza—Y ni pienses que voy a darte mi sangre hoy. Así que, si quieres comértelo adelante, buen provecho.
Aiden se quedó callado y al notar el tono molesto de su voz supo que estaba siendo probado. Pero no estaba seguro porqué.
—No lo haré, voy a dejarlo aquí.
—¿No lo harás?
—No.
—... Bien—lo miró de reojo por última vez y dijo—pensaré sobre esto...
Al día siguiente el castillo fue un caos, el cuerpo de Luck Webber fue encontrado en la mañana, tal como John lo vio por última vez.
Los guardias no vieron a nadie extraño entrar al castillo, y todos decían no haber visto nada fuera de lo común. El rey, asustado, reunió a los mejores investigadores y cerraron toda el área para mantenerla intacta.
Ya habían pasado dos días desde lo ocurrido y John pensó el asunto con razonamiento y objetividad.
"Él es peligroso, debe morir"
Sabía que era lo correcto, que era su deber como comandante de la guardia de élite, como cazador.
Pero extrañamente no quería hacerlo, y poco a poco su deber y su querer se vieron mezclados. Quería matar al vampiro que acechaba el castillo, pero quería que la persona conocida como Aiden viviera, en verdad era una decisión muy difícil.
Puso su mente en blanco y exhaló lento y profundo.
—Bien...
[...]
Aiden regresaba a su habitación, y se sentía hambriento. Tomar la sangre fría y casi seca de los cadáveres y del ganado era mala para su organismo, la víctima debía ser humana, estar viva y en buena forma.
Pero no anhelaba cualquier sangre, él quería la de su querido John, tan dulce, tibia y sabrosa, que saciaba por completo su voraz apetito y provocaba en él una sensación tan extraña.
Entró al baño para relajarse y tratar de no pensar en ello, luego de ducharse fue hasta su recámara y se preparó, planeaba ir al pueblo y ver si encontraba algo de comer.
—...No te esperaba—dijo Aiden con una sonrisa al sentir el delicioso aroma de su amado John en la habitación.
—Pero querías que viniera ¿no es así? —interrogó con un tono seco, casi sin emociones, desde una silla que estaba al fondo, en la completa oscuridad.
Pero Aiden aun así podía verlo, con ese elegante traje de combate, de cuero y tela negra, y en sus manos dos afilados cuchillos de plata, casi tan largos como dos espadas.
—No podría negarlo—respondió quitándose el saco, se giró y lo dejó sobre una silla.
—Aiden...—se levantó y lo miró con determinación—lo he pensado y....lo mejor será que mueras.
—Así que esa es tu decisión—comentó un poco decaído.
—Eres demasiado peligroso.
—...Eso tampoco puedo negarlo.
—Y no creo que puedas soportar más tiempo sin saciar tu sed de sangre y violencia, necesitas matar. Cómo el monstruo que eres.
—Muy cierto. Si no bebo sangre como se debe, dentro de poco me temo que podría cometer una locura.
John avanzó y su figura se iluminó por la luz de la luna, que traspasaba por la amplia ventana del lado derecho.
En ese momento, aunque sabía que iba a morir, Aiden se sintió cautivado, y tal vez un poco exci...
—¿No vas a luchar por tu vida? —interrogó John con seriedad y una mirada vacía.
—No, ¿para qué? Tú eres mi razón, la causa de mi existir, antes de ti mi vida no era nada.
—Cállate—se acercó rápido y puso el cuchillo en su garganta.
—Pero mi vida aún no gira entorno a ti por completo. Falta algo.
—¿...Qué?
—Bueno, la razón también podría solucionar todo esté problema—sugirió con una dulce sonrisa, que derritió un poco su corazón de hielo.
—¿Cómo lo arreglaría?
—La maldición de mis pecados está ligada a mi sed de sangre, si me siento saciado todo está bien, seré un ser normal y pacífico. Así que lo único que tengo que hacer es sentirme satisfecho todo el tiempo, en todo sentido. Se puede lograr sin matar a nadie, y ahí es donde entras tú.
—Sigue hablando—ordenó aliviando la tensión en su rostro.
—Es como una especie de contrato, nuestra alma y cuerpo estarán atadas hasta el final de mi vida, y sólo me sentiré saciado por completo con tu sangre, ya no tendré la necesidad de matar a nadie y mi maldición será disipada casi por completo. Nadie está dispuesto a hacer esta clase de acuerdo, por eso nadie la usa ¿qué humano estaría dispuesto a esto?
John analizó sus palabras, y aunque no quería admitirlo se sentía aliviado, ese trato le parecía bien para él.
—¿Y? ¿qué piensas?
—Acepto—dijo apenas terminó de hablar.
—Yo no.... ¿aceptas? —exclamó sorprendido y deleitado.
—¿Acaso estás sordo? —se quejó con molestia y arrojó sus armas lejos de él.
—S-Sólo que...hay una cosa más—Aiden lo miró y continuó con voz temerosa—el humano debe entregarse al vampiro de todo corazón, en alma...y cuerpo.
John trató de mantener la compostura, pero sus mejillas ligeramente sonrojadas lo delataban.
—Eso no me importa—dijo con firmeza.
A lo que Aiden sonrió con gran placer y retrocedió un poco.
—Bien, entonces comencemos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top