El eslabon mas debil.
Este sueño tendría que ser diferente, Morfeo lo sabía.
A este caballero no podía darle un simple sueño triste porque seguramente le encontraría algo positivo. Así que debería darle algo sin una pizca de luz. Una oscuridad que lo consumiera por completo.
Tampoco podía negociar para darle algo a cambio, porque no había nada que pudiera darle para cambiar el destino que pactaron sus estrellas desde el momento de su nacimiento. Su destino había sido sellado, e incluso cuando Athena trató de evitarlo, no mucho se pudo cambiar de él.
Así que tendría que negociar otra cosa.
Entonces, el peliverde que dormía plácido en una fortaleza de sábanas comenzó a inquietarse. Su expresión tranquila se transformó en incomodidad. Salió de entre las sábanas y tomó una bocanada de aire. Se sacudió entre sueños. Palabras sueltas comenzaron a salir de su boca poco a poco. Gritos que se convirtieron en súplicas y sollozos atrapados. Las lágrimas se deslizaron por la esquina de sus ojos.
Todo provocado por sus sueños.
Y estos eran:
Estaba en el inframundo, lo recordaba muy bien, la muerte de Orfeo en brazos de Seiya, la lira de plata fría entre sus manos mientras él y su amigo derramaban lágrimas cálidas en honor a un valeroso santo de plata.
De repente, manchas negras devoraron su visión, cada vez más. Una voz grave y fría susurro a su oído. Era suyo, su cuerpo era le pertenecia.
Llevaba semanas escuchando esa voz y ya no le sorprendía. Había imaginado de quien podía ser y ya había pensado que podía hacer.
Pasó muy rápido, sus lágrimas cesaron sin chistar, su cuerpo se adormecía, alejándose de su control. La lira se resbaló de entre sus dedos.
Alguien se estaba apoderando de él.
¿Qué hizo al respecto? Nada.
Sonrió para sus adentros, y lo permitió.
Si era quien creía lo mejor era solo permitírselo, por ahora.
Lo siguiente que sintió fue oscuridad y... ada. Similar a caer en un abismo sin fondo. De eso no recordaba nada porque... No había nada.
Y entonces...
Una secuencia de imagenes golpeo su conciente en un instante, como una pelicula en camara rápida o una historia contada con saltos en el tiempo. Fue tan rápido que no pudo procesar lo que ocurría.
Lo siguiente fue... Dolor.
Una a una, como pequeñas agujas, punzadas de dolor estallaron en su cuerpo. Siseó y trató de abrazarse.
Sin embargo, apenas movió los brazos escuchó un tintineo. Cadenas.
Su cuerpo estaba desprovisto de cualquier cosa que pudiera cubrirlo. Sus brazos y piernas estaban encadenados, las cadenas eran flojas pero las cerraduras apretaban sus muñecas y tobillos.
Las miro y luego miro a su alrededor. Solo encontro oscuridad, infinita y helada.
Este no era un espacio real y tampoco estaba en su cuerpo. Este era solo un fragmento de su alma que aún no había sido devorado por Hades mientras todo lo demás fue el espacio luminoso que Hades fue consumiendo.
Este lugar ya era más del dios que de él mismo.
Y aun así...
Los acontecimientos de hace un momento llegaron como un tifón, su pecho se contrajo. Conforme más pensaba, más quería parar pero no podía. Tenía que hacerle frente a la realidad de lo que había sucedido.
Llego Seiya con Hyoga, Shiryu e Ikki.
Hubo muchos ataques, golpes y demasiada sangre. El dios del inframundo, utilizando su cuerpo habia atacado a sus amigos y hermanos y el no habia podido hacer nada al respecto.
Su desesperación aumentó mientras los recuerdos avanzaban, su pecho se apretaba, se clavó las uñas en la blanca piel de su alma. Su garganta se cerró.
De pronto, Shiryu se habia desplomado... el cayo... muerto.
Sus brazos comenzaron a sangrar. Lagrimas comenzaron a caer.
Luego la vida de Hyoga tambien fue arrebatada por sus propias manos.
Respiro agitado, sacudio la cabeza en negación. Sus sollozos se convirtieron en llanto.
Un golpe en el pecho a Seiya… su amigo, que jamás se había rendido... dejó de respirar.
Finalmente, lloro en voz alta, grito a los cuatro vientos. Destrozo su garganta, aun cuando sabia que eso ya no serviría de nada.
¿Como... Como pudo ser tan inutil? ¿Como permitió que eso sucediera? ¡¿Como pudo ser cómplice de la muerte de sus amigos?!
El... El solo habia querido salvar a la tierra....
¡Shun!
Dejar que Hades utilizara su cuerpo como receptor, encerrarlo dentro de si y así....
¡Shun!
Pero Hades tomó control total de su cuerpo. Casi devoraba por completo su alma y no... ya no podía negarse....
¡SHUN!
Esa voz...
Era... Era su hermano!
Ikki, su hermano, el... el podía...
Como un destello de luz. Una pizca de esperanza lo mantuvo a flote del mar de desesperación.
Ikki aun estaba de pie, luchando contra Hades quien controlaba su cuerpo. Ikki se concentraba en esquivar los ataques y tratar lo menos posible de golpear el cuerpo de su hermano.
Su armadura estaba muy trizada, con el cuerpo lleno de heridas, la sangre goteaba por sus brazos y la comisura de sus labios. Pero no se rendía, y le seguía gritando a su hermano. Pidiéndole a Shun que despertara y se opusiera al control de Hades.
Tantos caballeros que lucharon, Orfeo, Seiya, Hyoga, Shiryu... Su hermano. Todas las muertes que arrebató la guerra e incluso sus manos. Pero... ¿Cómo podía dejar que sus esfuerzos fueran en vano?
Se puso de pie. Sus piernas temblaron pero se sostuvo. El cosmos comenzó a rezumbar por su cuerpo, creció, creció y creció, iluminando su silueta y ahuyentando la oscuridad que lo rodeaba.
Siempre que pudiera oponerse al control de Hades sobre su cuerpo, con que fuera un segundo. Solo un segundo...
Tenía que hacerlo, por la tierra, por su familia. Por Athena.
La mirada de Hades destello en rojo una vez más alertando a Ikki de otro ataque, pero... de repente se detuvo. Sus ojos se cerraron y su cabeza cayo hacia adelante. Sus piernas fallaron y sus rodillas se estrellaron contra el suelo.
Manteniendo su pocision de pelea, Ikki frunció el ceño. Miró con cuidado el cuerpo de Shun y en medio del silencio escuchó claramente una respiración agitada.
Acaso...
Acaso Shun habia logrado....
-Hermano... - un suave murmullo salio de los labios de su hermano. La voz que se habia vuelto mas grave con la posesión de Hades volvio a ser clara y suave como la de Shun.
Dubitativo, Ikki avanzo un paso. El cuerpo frente a él levantó la cabeza mostrando una suave sonrisa y un brillo cansado en esa mirada que un momento atras fue opaca e indiferente.
Definitivamente... era su hermano.
-¡Shun!
Ikki corrió hacia Shun y lo envolvió en un abrazo. Shun temblaba. Su cuerpo se tambaleaba y acabo apoyando la cabeza en el hombro de su hermano mientras recuperaba el aliento. Ikki lo consoló repitiendo que todo estaba bien y superarían esto. Felicitandolo por lo valiente que fue.
-Ikki... Ikki yo...
Las palabras de Ikki se detuvieron de pronto, abrió los ojos de golpe al igual que su boca, pero solo pudo ahogar un grito. Sus dedos se clavaron en la espalda de su hermano.
-...creo que eres bastante ingenuo. -Una voz grave y fría habló a su oído - Eres ciego cuando se trata de Andrómeda ¿no?
De un movimiento, Hades encajo más su espada en el cuerpo de Ikki antes de sacarla de un tirón.
El cuerpo de Ikki cayó de lado. Movio las manos intentando cubrir la herida en su abdomen sin mucho éxito. Su mirada se quedó fija en el cuerpo de su hermano. Con un sentimiento en sus ojos difícil de descifrar entre la tristeza o decepción. Su boca se abrió y cerró varias veces como si quisiera decir algo solo salieron balbuceos.
-¿Entiendes lo que provocas a los demas Andromeda? -Hablo Hades en voz alta. Aparentemente hacia la nada.
Pero fuerte y claro, alguien lo escuchó.
Shun se abrazó más a sí mismo mientras lloraba y sus alaridos retronaban en la inmensa oscuridad.
Finalmente, con un gran charco de sangre rodeando su cuerpo el brillo de vida en los ojos de Ikki se esfumó. Su boca se congeló con un último suspiro..
Los alaridos de Shun crecieron, casi como si quisiera gritar hasta desaparecer.
Y eso quería.
Quería desaparecer. Dejar de existir, dejar de ser la razón de tanta gente herida y muertes.
Había querido oponerse al alma de Hades. Lo intentó, de verdad lo intentó, pero un instante antes de poder hacer un movimiento las cadenas que lo aprisionaba apretaron sus brazos y piernas, casi como si desearan romper sus huesos. Absorbieron todo su cosmos y energía restante. .
Eso debió darle una idea a Hades. Una idea que costó la vida de su hermano.
¿Como puedo dejar que esto ocurriera?¿Como creyo que podía oponerse a la voluntad de un dios?
Pero aun así...
Athena. Saori, no estaba aquí. Ella seguía viva.
Su corazón estaba roto, su conciencia era difusa. Pero aún estaba presente, y si podía servirle a Athena, ayudarle aunque fuera un momento para dejar vulnerable a Hades y que ella pudiera darle el golpe definitivo.
Y por fin matarlo junto con él.
La idea tomó forma. Pero antes de poder hacer algún movimiento, las cadenas volvieron a estrujar sus extremidades. Sus dientes se apretaron. El dolor se convirtió en cosquilleo lo que significaba que su conciencia se debilitaba, su cosmos se consumía como una llama a la que le soplaban para apagarse. Las cadenas apretaron hasta que pudo sentir el crujir de algo.
No, no eran sus huesos rompiéndose.
Eran pasos.
Frente a él, una silueta oscura se acercó iluminada por una luz desconocida. Era Hades, el imponente dios del inframundo con su cuerpo real de rostro hermoso pero una mirada helada y penetrante.
- Andrómeda, eres muy obstinado - hablo con soberbia lentitud - Intentas e intentas, pero no lo ves - pronunció con desagrado - ¿cómo puedes matar a alguien que ni siquiera odias? Tu corazón no guarda resentimiento sobre los demás, sólo mírate. No me odies a mi. Pero te lamentas y te odias a ti mismo. Y eso de que sirve ¿eh? Tus amigos están muertos, tu hermano también y muy pronto tu diosa Athena les seguirá.
Sin poder evitarlo, las manos de Shun se clavaron en el suelo, obligadas por las cadenas. Shun trago, su respiración era agitada y una capa de sudor cubría su frente.
-...n-no...
Hades avanzó un paso, y clavó la punta de su zapato en la mano de Shun. Él apretó los dientes conteniendo un quejido.
- ¿Y cómo piensas evitarlo Andromeda? Este siempre fue tu destino marcado por las estrellas, desde el momento en que naciste. Tu cuerpo es mi recipiente y tu alma está por extinguirse. No podrás evitar que Athena muera por tu mano, así como no pudiste hacerlo por tus amigos y tu hermano. Ellos confiaron en ti. Trataron de no atracarme porque usaba tu cuerpo y ese fue su error. Ikki bajo la guardia porque creyó que ya eras tú y por eso murió.
El corazón de Shun o lo que fuera que estaba en su interior clavo punzadas dolorosas por todo su cuerpo. Mas doloroso que cualquier herida física.
Hades tenía razón, cada cosa fue su culpa.
Su poca fuerza y ánimos restantes se extinguieron. El cansancio lo desgastaba. Su interior ardía y su exterior estaba consumido por la infinita oscuridad.
Hades soltó su mano y se inclinó hacia él. Un destello de placer brillo en sus ojos al ver el alma rota de Andrómeda resquebrajarse hasta extinguirse. Sujeto su cabello, y tiró de él para que le viera. Los gritos de Andrómeda se detuvieron un momento, pero el dolor no abandonó su expresión.
- Andrómeda - pronunció con una suavidad casi cariñosa - , ¿hubieras querido que esto fuera diferente?
La pregunta era innecesaria. Pero Hades quería ver la respuesta y el sufrimiento causado por esta en el reflejo de sus ojos.
Si, si ¡Si!
¡Así tuviera que dar su vida por ello!
Sus cavilaciones fueron aprovechadas por el dios del inframundo, en un instante su fuerza fue drenada por completo. Sentía el fuego lacerante del cosmos de Hades destruyendo su débil fragmento de alma. Poco a poco las sensaciones se esfumaron. Todo se borró de su mente, sentimientos, recuerdos, pensamientos. Cerró los ojos y la oscuridad lo devoró.
...
Abrió los ojos con sorpresa y terminó sentado sobre su cama, con la respiración agitada y las emociones a flor de piel. Inmediatamente sus ojos se volvieron a cristalizar y se sostuvo el pecho sintiendo su corazón a mil por hora. Tenía que tranquilizarme, solo había sido una pesadilla, demasiado real y vivida, pero solo una pesadilla ¿verdad?
No esperó un instante y apenas tuvo algo de claridad y fuerza apartó las sábanas y se levantó para ir a la habitación de Ikki.
Abrió la puerta de un rápido movimiento para no hacer mucho ruido. Sus pies descalzos sintieron como el piso pasaba de frio a caliente conforme se acercaba a la habitación de su hermano.
Su corazón saltó un latido cuando abrió la puerta y encontró su más grande temor. Ikki no estaba, su cama estaba desatendida y el aire frío se colaba por la ventana abierta.
Iba a entrar para ver si su caja de Pandora seguía ahí. En ese momento prefería mil veces que lo hubiera abandonado sin avisar a que lo de Hades fuera real, no, no podía ser real.
Sin embargo, escuchó susurros al fondo del pasillo. Venían de la habitación de Saori, tal vez ella sabría algo.
Camino hacia allá, más antes de que pudiera tocar a la puerta oyó una voz junto a la de Saori ¡Era ikki!
Iba a abrir la puerta, pero las palabras de Saori lo detuvieron.
-¿Estás seguro de esto Ikki?- preguntó la diosa dentro de la habitación.
- Muy seguro. - respondió su hermano.
- Pero... no se puede Ikki, está contra las leyes del santuario. Si lo hace lo mataran.
Shun pegó el oído a la puerta. No era que quisiera husmear pero sentía una inevitable necesidad de oír y no intervenir.
- Está prohibido, si, pero no para ti Saori, tú puedes modificar las reglas si así lo prefieres. Créeme, es lo mejor, para el y para todos.
Athena suspiro - puede que tengas razón, no es apto para esto...
- Nunca lo fue - añadió Ikki.
- Si, es cierto, es por su bien… y el nuestro.
- Es lo mejor, Saori - mencionó el fénix ante la duda en la voz de la diosa.
- Está bien, a partir de mañana Shun será restituido de su labor como caballero de Andrómeda.
- Un título que jamás debió llevar - añadió Ikki con seguridad.
- Bien.
Shun separó lentamente su oído de la puerta intentando no hacer ningún ruido. Se llevo la mano a la boca tratando de calmar su respiración.
Quería llorar. Esa era toda la verdad. Su hermano y su diosa sabían que el no debía llevar la armadura ¿Cuánto tiempo le habían ocultado eso? ¿Acaso siempre lo fue? Una molestia que nadie se atrevió a quitar. Un caballero que era más un bache en su camino hacia la justicia. Su hermano y Saori lo sabían. Jamás debió ser caballero.
Trataba de procesar lo que había oído. No podía. Estaba demasiado aturdido tanto por eso como por su sueño. Ambas cosas tenían algo en común. Ambas tenían razón.
De pronto las paredes se sintieron más juntas y la falta de luz le hizo sentir que caia en un agujero negro. Necesitaba salir. Necesitaba tomar aire.
Corrió escaleras abajo hasta la entrada y salió por la puerta trasera de la cocina que daba al jardín. La falta de calzado no fue un problema, por el contrario, la sensación del pasto picando sus plantas lo volvió un poco a la realidad. Se detuvo y se desplomó sobre la verde flora.
Con el viento frío golpeando su piel, la luna como única luz y el silencio como acompañante se abrazó a sí mismo, queriendo sofocar el dolor que crecía en su interior. Finalmente se permitió hacer ruido y jadeó tratando de controlar su respiración y no llorar, porque no tenía derecho a llorar por la sinceridad de sus seres queridos.
No pasó más de un par de minutos cuando algo sobresaltó sus sentidos, obligándolo a callarse.
Un cosmo desconocido se acercaba. Shun se puso de pie y miró en dirección de donde provenía.
Desde la distancia, paso a paso una silueta negra se acercaba..
Shun se sorprendió ¿era siquiera posible? La silueta no era negra por alguna sombra, sino que frente a la luz de la luna todo su cuerpo era oscuro, como si se tratara de la sombra andante de una persona con la forma de dos grandes alas detrás.
¿Era un ángel? Le transmitía la paz de uno.
-Tu... ¿Quién eres?
En ese momento debería haber hecho una postura defensiva, pero no sentía la presencia de un enemigo. Casi le parecía familiar.
-Alguien que busca curar tu alma, Andrómeda -la sombra tenía una voz grave pero cortés y unos blancos dientes que resaltaban cuando abría la boca.
Shun frunció el ceño.
-¿Mi alma?
-Mhn -la sombra asintió con la cabeza -. Andromeda Shun -el estiro su mano -. Sé cómo te sientes. Has pasado por tanto dolor que ha resquebrajado tu alma, tu deseo de no querer lastimar se contraponen a tus deberes como caballero y tu deseo de proteger al mundo. Un dilema que te ha obligado a tomar decisiones difíciles y sin importar cual tomes, terminas traicionando una parte de ti. Quebrando un poco más tu alma.
La mirada de Shen se empañó sin darse cuenta. Cerró los ojos y negó con la cabeza.
-Tu... ¿Cómo lo sabes?
-Es mi don - la oscura silueta abrió su mano de donde salió una niebla oscura, que, como un espejo, reflejo una secuencia de imágenes. Shun las reconoció, eran recuerdos sobre su sueño. El a un lado de Seiya llorando por la muerte de Orfeo, Hades en posesión de su cuerpo atacando a sus hermanos, clavando la espada en el cuerpo de Ikki. Shun llorando amargamente -... y también mi maldición - añadió la sombra llevando la niebla con el reflejo de su llanto al interior de su pecho. - Quiero ayudarte. Permíteme ayudarte.
Shun lo miró con confusión y sospecha, pero... ¿Y si decía la verdad? Más allá de sus palabras algo en su cosmos le traía una extraña paz. No tenía ningún deseo de lucha ni hizo ningún gesto de atacar pese a su posición vulnerable. Era similar al confort que le traía Saori.
Saori. Su voz diciendo que lo restituirá de su puesto como caballero resonó en sus oídos y su corazón se sintió pesado. Durante las batallas y luchas juntos Saori siempre pensó eso.
-Andrómeda, lo hacen por tu bien.
Shun levantó la mirada pero volvió a bajarla.
-Lo se - murmuro -, es solo que... de haber sabido antes que...
Que era una carga. Quiso completar.
-Pero puedes dejar de serlo, Shun - dijo el cuerpo oscuro leyendo sus pensamientos. -. Puedes cambiar las cosas y salvar a tus amigos. Al mundo entero.
Shun lo miró confundido.
-¿A qué te refieres?
En lugar de contestar, la sombra formó otra pregunta.
- ¿Porque peleas Andromeda?
Shun pensó en su respuesta detenidamente. Antes habría contestado esta pregunta con rapidez y seguridad. Pero ya no estaba tan seguro.
- Lo hago por la tierra, la justicia no es una opción, lo sé, pero...
- Recuerdas lo que dijo Kanon - la sombra carraspeo y cito - "deshagamonos de todos los malos del mundo y luego aceptemos el castigo de nuestros errores"- imito exactamente la voz de Kanon con el tono recriminatorio y seguro de entonces -. Piénsalo Shun, tú puedes hacer ambas cosas a la vez. No hay mejor justicia que la que se paga con menos sangre ¿No crees?
Shun estaba más que de acuerdo con esa última afirmación, pero aun sentía que se estaba perdiendo de algo.
- ¿Qué quieres decir?
La negra silueta mostró sus dientes blancos con una sonrisa. Al mismo tiempo, en la mano del caballero apareció un artefacto. Shun sintió el frío metal y bajo la mirada y se con la daga matadioses. Era la daga, cada detalle, cada joya y cada relieve del mango era el mismo. Abrió los ojos más de la cuenta al comprobar su valía. Se suponía que debía estar en el santuario...
- Shun - la voz se convirtió en un suave murmullo -, solo un arma especializada para matar dioses puede matar a un dios.
El peliverde lo miró confundido, tenía una idea de a donde iba todo esto. La inseguridad y la aceptación comenzaban a arremolinarse en su interior
- No puedes matar a un bebé, pero si a ti - continuó la silueta -. Esa es mi oferta, si tú das tu vida aquí yo rebobinare todo lo sucedido solo eliminando tu nacimiento. Todo sucederá sin ti. ¿No es una magnífica idea?
La mano de Shun, que sostenía la daga tembló, pero no la soltó.
Titubeaba, pero no rechazaba la idea. Obviamente no era fácil convencer a alguien de su propia muerte, pero estaba cerca. La sombra excavó más profundo con sus siguientes palabras.
- Eres muy noble Andrómeda, incluso tus enemigos lo saben. Eso te hace alguien dedicado, pero fácil de manipular. Habrá un momento en el que tendrás que decidir entre seguir el camino de la destrucción o el de la muerte de tus seres queridos, eso es seguro. Los que tienen una vida como la tuya constantemente tienen que decidir entre la batalla o la derrota. Hasta ahora has logrado abrir una salida para evitar ambos casos pero tarde o temprano tendrás que decidir y entonces no habrá terceras opciones. Será dar todo en la lucha o ver a otros perecer. Esta es la única salida que puedo darte, es una muerte que salvará muchas vidas sin necesidad de entrar en otra guerra.
Las palabras escurridizas se colaron en sus oídos como serpientes penetrando su mente y cavando en su corazón. La sombra decía la verdad. Shun lo sabía, por más que tratara de negarlo y su hermano y diosa también, el que dejara de ser caballero era una prueba. No estaba hecho para la vida de caballero pero… si había otra forma de poder salvar vidas sin tener que quitar las de otros. Evitar batallas y sangre derramada... por el simple precio de su vida que solo era una semilla de desgracias...
La mano que empuñaba la daga dejó de temblar.
-¿En verdad puedes hacerlo? -cuestiono.
La sombra asintió. Shun miró la daga pero no la movió. Aún no. Casi, un poco más.
- Es el pase para todo lo que anhelas -dio el último empujón -. Conseguirás tu propia paz y salvarás a tus amigos y al mundo entero a la vez ¿no es eso lo que más deseas? Un caballero siempre está listo para morir porque su vida no es suya, sino que está al servicio de su diosa y la tierra ¿no es así?
Le siguió un silencio. La brisa de la noche acarició el césped con un susurro, meciendo el cabello de Shun.
Realmente, esto era lo mejor que podía hacer, mientras seguía siendo caballero podía hacerlo. Y qué mejor que por un propósito tan grande.
-Es cierto. - respondió en un murmullo.
Alzó la mirada hacia arriba, como si buscara una respuesta en las estrellas o la seguridad de que la luna se encargaría de que todo estuviera bien cuando partiera. La luz del satélite blanco brillo en sus pupilas dándole un aire de calma.
Su mano finalmente se movió. Empuñó la daga con ambas manos y la elevó, apuntando el filo a la altura de su pecho.
Shun observó el filo brillante de la daga. Dolería, claro que sí, pero era un dolor mínimo en comparación al que había provocado. Sin él en la ecuación la vida de muchos mejoraría, la tierra estaría a salvo. Sus hermanos y diosa no sentirían su ausencia porque dejaría de existir desde el principio, sin recuerdos, sin pesar. Realmente era lo mejor.
Cerró los ojos. Respiro profundo y de un rápido movimiento empujó la daga dorada, clavandola directo en su corazón
Se estremeció. Sus párpados se abrieron de golpe, sus pupilas se encogieron y un grito murió en su garganta sin querer alertar a quienes estaban en la mansión. El dolor nació desde su pecho y echó raíces por sus venas como lava ardiente. Su rostro se contorsiono en una mueca pero la daga siguió atravesando. Se repitió porque era necesario, por el bien de la tierra, de sus amigos, su familia y... por Athena.
Respirar se volvió imposible. Su sangre se corrió por el filo de la daga, pasando por el mango y empapando sus dedos. Parecía que cada gota se llevaba su energía porque rápidamente se sintió agotado, el agarre perdió fuerza. Su cuerpo temblaba. Intentó resistir lo más posible pero sus rodillas fallaron y cayó sobre la sabana de pasto. Por unos segundos su cuerpo se retorció guiado por un inutil instinto de supervivencia. Pero el daño estaba hecho. El caballero de Andrómeda se atragantó y tosió, pintando sus labios y el pasto de carmín.
Sus labios quedaron entreabiertos, moviéndose con palabras que nunca se escucharon y en cuestión de segundos sus latidos desvanecieron llevándose la luz de sus pupilas. Finalmente, Shun murió, con la daga fría e inerte sobre su pecho.
En el cielo, el brillo de las estrellas de una constelación se atenuó como si sufrieran un duelo.
-Así que eres capaz de esto.- susurró la sombra hacia el cuerpo del caballero. Claramente sin recibir respuesta. Se dio la vuelta y caminó hasta desvanecerse en la niebla.
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Dos años, y poco más de siete meses desde la última vez que actualice esta historia y no tengo mas que decir que muchas infinitas gracias por su paciencia y, si estás leyendo esto, por retomar la historia. Me disculpo y no tengo excusa, no prometeré algo que luego no pueda cumplir pero me seguiré esforzando hasta terminar esta historia. Espero este capítulo te haya satisfecho como lector. Es uno de los que más tenía ansias por escribir y creo que por eso mismo me costó terminarlo y perfeccionarlo lo más posible. Para nada he olvidado la historia, simplemente, con el paso del tiempo las ideas se me acumularon y conseguir sacar y elaborar cada una ha sido un desafío, pero lo sigo intentando.
Muchas gracias por sus comentarios, votos y el tiempo que ponen para leer cada capítulo. Con mucho cariño, nos vemos en el próximo capitulo ^-^
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