Personaje de una historia olvidada
Mientras el ogro seguía peleando con el T-Rex, el joven de traje blanco llevaba a Linda y Gerardo a una cueva para tener un refugio en el cual poder ocultarse y respirar con tranquilidad, aprovechando la distracción de estos. Sus pasos fueron lentos y minuciosos, acompañados de sigilo. No querían volver a ser el centro de atención para aquellos seres peligrosos.
Una vez dentro, el chico, que se veía más joven que nuestros protagonistas, estaba listo para dar explicaciones más certeras de la situación por la que estaban pasando.
-Habla ahora sobre lo que sabes o serás comida para dinosaurios -amenazó Gerardo.
-No creo que sea el mejor momento para ponernos tensos -respondió Linda, mirando a aquel pibito.
-De todos modos ya iba a hablar -replicó este-. Este es un mundo distinto.
»Nos encontramos en el mundo de fantasía que es creado por ustedes, los escritores. -Cerró los ojos-. El lugar había sido formado por la imaginación y creatividad de todo el mundo real; sin embargo, últimamente, algunos personajes de historias inconclusas estaban viajando al universo de sus creadores para obligarlos a terminar sus historias, pero...
-¿Cómo que «es creado»? -inquirió Gerardo, no muy convencido de lo que había dicho el chaval bien vestido.
-Pues... -Se rozó la barbilla-. Es un lugar en constante cambio, y muchos nuevos habitantes aparecen cada día, por lo que el avance de la imaginación humana hace posible su existencia.
Pero el joven de tez morena todavía encontraba inaudita la información que acababa de recibir. Debía seguir dormido en casa. Miró su brazo, y con los dedos de su mano izquierda, tiró y apretó con fuerza la piel de su extremidad superior derecha, quejándose de dolor al instante.
«¡Esto no es una pesadilla!», pensó consternado.
-¿Los que andaban detrás de ustedes en su mundo eran personajes suyos? -preguntó el jovencito desconocido a los pibes del mundo real, al no tener mejor explicación de tal encuentro.
Linda y Gerardo se miraron por unos segundos, pero voltearon en direcciones contrarias al poco tiempo para no verse las caras. El muchacho que los salvó estaba confundido, empero, sabía que algo pasaba entre esos dos, así que decidió retomar la palabra para romper cualquier tipo de tensión que se tuviera en el ambiente. Sentía algo que no podía explicar al estar con ellos.
-¡Mi nombre es Brandr! -comentó aquel chico, mostrando mucha alegría-. ¡Me siento tan afortunado de conocer a dos humanos del mundo real!
Estrechó con gran vitalidad las manos de ambos chicos y se acercó de más a Gerardo para revolver el cabello de este, generando incomodidad en el mayor.
«¿Y a ese loco qué carajos le sucede?», meditó el moreno al ver lo inquieto que se comportaba Brandr.
El muchacho comenzó a dar saltos repletos de energía de un lado a otro, al igual que a gritar de emoción y alegría. Estaba realmente contento de conocer a humanos del mundo de su creador.
Ciertamente, la pareja de jóvenes no parecía estar muy tranquila con lo qué estaba pasando ante sus ojos. Gerardo se levantó, y aprovechando la distracción del otro, lo tomó del cuello del conjunto blanco.
-¡Te exijo que nos digas cómo mierda salir de este sitio lleno de locos! -bramó Gerardo, mirando como una fiera llena de rabia a Brandr-. ¡No pienso quedarme ni un momento más en este mundo!
«Además, no puedo dejar a mamá sola con ese tipo», caviló, mostrando el colmillo superior derecho.
Brandr, para su desgracia, sabía que aunque aquellos chicos quisieran regresar a sus hogares, estos tendrían complicaciones para hacerlo.
-Para volver con los suyos, deben encontrar a personajes de una historia que no hayan terminado y terminarla de vuelta en casa. -Brandr no quería quedarse solo, pero tenía que ayudarlos.
-¿Y si la terminamos en este sitio? -preguntó Linda-. El profesor Hiiro nos regresó aquel viejo cuaderno con
-Me temo que no podrá ser -pronunció Gerardo-. Dejé mis cosas en la salida de la prepa.
»¡Esto apesta! -Golpeó la pared con el puño, lastimándose.
Linda solamente exhaló ante aquel acto que le pareció una «idiotez» de parte del moreno.
-Ese ogro y ese lobo tenían muchas ganas de verlos acabar su trabajo -expresó Brandr con bastante confianza en sus palabras-. ¡Hasta los protegieron del enorme T-Rex que llegó después!
»Bueno, sólo el ogro, pero, ya saben a lo que me refiero. Seguro son buenos amigos suyos.
-Esos tipos eran los villanos de un cuento que no acabamos hace unos años -contestó Gerardo, todavía adolorido por lo de mi entos atrás.
-En ese caso, creo que entonces sólo querían ver al mundo arder y no van a estar dispuestos a ayudarlos a volver a casa. -Su rostro se tornó sombrío, y el entorno alrededor se tornó frío y tenso-. Hace tiempo, algunos antagonistas de historias incompletas se reunieron en un lugar para hablar de una invasión a su mundo.
»¡Me acaba de surgir una idea! -exclamó, cortando la presión en el escenario-. Tal vez esto ayude a qué encuentren a personajes que les den una manita para volver a sus casitas.
Linda tampoco soportaba estar lejos de su familia. Todos ellos querían que fuera tan exitosa como su hermana y responsable como ellos, incluyendo a su hermano pequeño. Querían incluso, que se codearse con gente de lo que llamaban «buenos gustos», lo que a la chica no le desagradaba, pero tampoco generaba gran emoción en su corazón. Solamente deseaba tener una vida tranquila.
Sabía también que sus padres no estarían contentos de ver qué nuevamente se estaba relacionando con Gerardo. Él no les cayó bien en su infancia, y seguramente no lo aceptarían una segunda ocasión. Lo mejor era estar distanciados el uno del otro, pero ella quería al menos arreglar el pasado, aunque cuando el muchacho daba un paso, ella se llenaba de miedo.
-¿Y tú cómo llegaste a nuestro mundo, Brandr? -cuestionó Linda, observando con atención como el aludido trataba de subirse a la espalda del moreno.
-¡Quítese! -bramó Gerardo, empujando al pibito.
-¡Mi culito! -chilló Brandr con una lágrima escapando de su ojo izquierdo.
-¡Mal hablado! -lo reprimió Linda.
Un tirón de oreja de parte de la chica lo hizo levantarse a la fuerza.
-¡Les diré a qué fui allá, pero ya basta de torturas! -gritó Brandr a todo mundo, siendo liberado por Linda-. Seguí a sus personajes para ver si me era posible averiguar más y evitar que cosas así vuelvan a pasar -confesó, al mismo tiempo que terminó de sobarse la oreja y la retaguardia.
»Combinar el mundo real con este puede ser desastroso. Tan sólo imaginen que en su mundo las leyes de la física se rompan, como la de la gravedad. -Cerró los ojos, y con el cuerpo tenso, prosiguió-. También sería peligroso que la paz mental de los escritores se pierda y muchos elementos de fantasía se pierdan y otros más se exageren, pues en este mundo los hechizos podrían dejar de funcionar y en el suyo y a persona podría ser decapitada un sin fin de veces sin provocarle la muerte, pero si una agonía infinita.
Con inquietud nte lo que estaba sucediendo, Gerardo estaba dispuesto a averiguar más de aquel chico del cual no sabía si confiar o no. quería saber más de ese muchacho, así que le lanzó preguntas sobre su procedencia, cosas que le gustaban hacer, sueños, sus miedos, etc.
-Quiero que me digas todo de ti -comentó el moreno de malagana-. Tu lugar de procedencia, tus aficiones, sueños, miedos, esperanzas, todo.
-La respuesta a todo eso es un rotundo: «no sé» -replicó Brandr mostrándose con bastante tranquilidad ante los otros dos-. Un día, sabía todo de mí, pero de pronto... -Miró al techo de la cueva-. ¡Se me olvidó casi todo, menos mi nombre!
»Supongo que se debe a que Jefe-Sama se olvidó de seguir mi historia. -Sentado, puso sus brazos alrededor de sus piernas.
El chico exhaló con tristeza. Quería volver a ver a su creador, mismo del que no tenía presente más que su rostro y lo que para él era su nombre. Tal vez así podría recuperar sus recuerdos y un día abandonar el valle. Lo poco o mucho que sabía del lugar, era de conocimiento común.
La chica pensó algo que le pareció oportuno hacer saber.
-¿Eres un personaje de una historia incompleta? -inquirió Linda para Brandr, y el jovencito asintió con la cabeza.
-Luces demasiado tranquilo con todo eso que dices -mencionó Gerardo con fastidio al chico del mundo de fantasía.
-Pues yo confío en que un día, Jefe-Sama va a terminar con mi obra -contestó Brandr, observando el cielo oscurecerse desde un agujero de la cueva-. Tengo fe en que cosas buenas van a pasar.
»Es lo que yo quiero y elijo creer.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de aquel joven, mientras el par del mundo real le veía con desconcierto. No sabían si ese entusiasmo que mostraba era buena señal.
Gerardo y Linda no sabían qué decirle al muchacho. Tal vez, su autor lo habla abandonado para siempre, y no completaría nunca su historia, o tal vez rico contratiempos que lo imposibilitaron, ya fuese temporal o permanentemente.
Afuera, anochecía, y era notable que los chavales del mundo real no tenían sueño por alguna razón que hasta a ellos mismos les pareció curioso. El ogro y el T-Rex seguían luchando, y Brandr solamente se limitaba a mirar al cielo, mostrando gran alegría con la tonalidad morada que el firmamento tenía durante la noche.
Entonces, la chica se acercó a Gerardo, y...
-Cuando dije que me alegraba de la muerte de tu padre, fue porque ya no estaba sufriendo más -comentó ella cabizbaja-. El cáncer es una terrible enfermedad, y seguramente, él ya no quería verlos tristes y preocupados.
-Linda, yo era muy pequeño y tonto para entenderlo -mencionó el chico, tratando de sonar amable, aunque el recuerdo le trajo un amargo sabor de boca-. Tienes razón con esto que dices de él.
»Si yo fuera el que estuviera enfermo... Y-yo no querría ver sufrir a... -Rompió el llanto- ¡No soportaría ver sufrir a las personas que quiero!
Lo que estaba ocurriendo entre ellos llamó la atención de Brandr, por lo que se dedicó a vigilar la plática entre el par del mundo real.
«Supongo que esto es lo que los humanos llaman emociones», pensó.
Él raramente dejaba de sentir tranquilidad o alegría; empero, logró sentir una sensación cálida muy distinta cuando decidió ayudar a sus acompañantes.
«Jefe-Sama... ¿Usted también llora al igual que ese chico? ¿Sintió tristeza al abandonarme?», caviló con una sonrisa triste en el rostro.
Todavía sollozando, Gerardo se separó de Linda, pero havia algo que lo lastimaba por dentro y que necesitaba decir. Sus padres siempre le inculcaron hablar, y sentirse escuchado era lo que su corazón estaba pidiendo a gritos.
-Linda, mamá... -Su voz se escuchó entrecortada, y la carga emocional era tan grande, que quedó en silencio por unos segundos-. Mi mamá, ella también está enferma de aquello que se llevó a mi padre.
Volvió a sollozar a todo pulmón, mientras la chica lo abrazaba. Para Brandr, la escena era confusa. Sabía que debía sentir algo más, pero era incapaz de acceder a la emoción que creía que era la correcta para la escena.
Linda estaba atónita, y sin saber que hacer, se limitó a seguir sosteniendo al muchacho y dejarlo descargar las penas que lo estaban aquejando actualmente.
-Oigan, ¿por qué las caras largas? -cuestionó Brandr a la pareja de un mundo distinto al suyo
-¡Insensible! -gritó la muchacha, dando unas buenas bofetadas al chaval de este lugar de fantasía.
-¡Oye, eso sí lo sentí! -protestó aquel jovencito de traje blanco.
-Creo que ya estuvo bueno de tanta violencia por el momento -vociferó Gerardo, al mismo tiempo que enjugó sus lágrimas con la parte baja de su camisa, dejando al descubierto parte de su abdomen, el cual, no solo llamó la atención de Linda por lo definido que comenzaba a estar, sino también por algunas marcas que parecían moretones antiguos-. Por cierto, Brandr, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que tu historia quedó incompleta?
-No tengo idea, chico -respondió el aludido-. Verás, el tiempo es algo distinto a tu mundo.
»Este lugar no se rige por las mismas reglas que tú universo. -Se frotó la barbilla-. Pueden pasar días, semanas, meses, e incluso años aquí; no obstante, en el mundo real puede ser un pequeño tiempo el que transcurra.
-¿Significa que podemos envejecer en un santiamén? -preguntó Linda con intranquilidad en mente.
«¿Qué pasa si envejezco tanto que nadie en casa me reconocerá, o tal vez lo suficiente para morir antes de volver a mi hogar?», pensó la chica.
-Ustedes no pasarían por ese proceso -declaró Brandr-. Todo depende del proceso creativo de un autor. Sólo los personajes envejecen, pero depende del tiempo que escriban ustedes los del otro mundo.
»Algunos personajes mueren en ese tiempo que pasa en sus historias, y se van a Tiesolandia. Algunos más dejan descendencia.
»Sólo los que pertenecemos a historias incompletas parece que no tenemos que preocuparnos por dicha eventualidad.
El chico seguía mostrando una tranquilidad tan extraña, que Gerardo comenzó a preocuparse por este.
-¿De verdad no te entristece ni un poco saber que eres un personaje de una obra inconclusa? -inquirió Linda para el pibito.
-Es que no puedo -contestó con seriedad-. Alguna porción dentro de mí parece estar bloqueada por alguna razón.
»O tal vez Jefe-Sama borró algunas partes para darme una mejor versión.
-Espero que un día tu autor pueda completar tu historia, Brandr -expresó Gerardo con un aire de melarchía-. Por cierto, ¿recuerdas algo de ese tal «Jefe-Sama»?
-Sólo ese nombre -replicó-. Lo olvidé, pero vino a mí como una extraña luz al final del túnel por alguna rarita razón.
El amanecer estaba teniendo lugar. El ogro y el T-Rex se retiraban. No hubo ningún ganador. Los dos estaban muy heridos, y tenían que marcharse para sanar las huellas que ambos recibieron tras el feroz combate que mantuvieron.
La lluvia se detuvo también, dejando un fresco aroma a ozono. El cielo comenzaba a llenarse de varios colores.
-Bueno, como ustedes dos necesitan a alguien para buscar a algún personaje suyo que los ayude a regresar a casa... -Brandr esbozó una torpe sonrisa-. ¡Yo lo haré, con la condición de que seamos amigos!
El muchacho parecía estar muy contento con la petición que lanzó. Gerardo y Linda quedaron sorprendidos por lo simple de aquel jovencito, así que se miraron el uno al otro, está vez, sin esquivar sus ojos.
Antes de que pudieran aceptar, el muchacho quería pedir algo más.
-Oigan, me da penita, pero voy a necesitar su ayuda -confesó-. Quisiera pedirles que me ayuden a encontrar a mi autor cuando vuelvan a su mundo.
»No quiero ser sólo un personaje de una historia olvidada -dijo, manteniéndose de pie y observando el cielo lleno de vívidos colores y nubes con formas de animales-. Quiero vivir las aventuras que tenía que vivir, y morir si así era lo que Jefe-Sama tenía planeado para mí.
Los dos muchachos aceptaron apoyar a este joven para que pudiera tener el final que merecía.
Una nueva aventura estaba por comenzar; no obstante, no todo era un buen presagio.
«¡Yupi! ¡Esos tres irán juntos!», dijo aquella voz extraña que los había estado espiando momentos atrás, una inaudible para ellos.
»Es buen momento de que mi conciencia regrese a mi cuerpo para no levantar sospechas
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