Capítulo 4
El Hokage y su esposa con la bebé Naruko en brazos caminaron temprano al día siguiente por la aldea, había poca gente, aún eran las siete de la mañana, ninguno pudo dormir al pensar en una leve posibilidad, aunque eso sería una tontería, ellos mismos enterraron a su pequeño. Minato era huérfano, recordaba sobre su estancia en el orfanato, a esta hora los niños ya estaban listos para sus actividades. Al llegar al lugar tocaron, nadie abría, una vez más tocaron, las múltiples llaves se escuchaban golpear el metal mientras abrían la cerradura. Al abrir la matrona abrió los ojos con sorpresa, quitó su rostro duro y sonrió algo forzado -buenos días Hokage-sama ¿en qué puedo ayudarle? -el rubio estaba algo nervioso, pero lo oculto por completo -ayer por la mañana trajeron a un pequeño de nombre Naruto, queremos verlo -la matrona los vio con duda, asintió dejándolos pasar -en un momento estará aquí -la señora avanzó entre los pasillos -esa vieja me da ansiedad Minato ttebane -el rubio asintió -debe ser hora de que la jubile, aún la recuerdo, es bastante especial -la señora Namikaze asintió.
La señora venía con un niño de la mano -discúlpate ¿qué fue lo que hiciste? -el pequeño negaba. Kushina abrió sus ojos demasiado al verlo, lágrimas salieron de ellos -¿es él Mina? -el Hokage la vio con duda -no lo sé Kushi -¿puedes sentirlo? -la señora asintió desesperada sintiendo su corazón latir con fuerza -tráelo a casa Minato, es él, es él -comenzó a llorar desesperada -Naruto se asomó curioso al ver a ambos, su corazón quería salir de su pecho al ver a ambos, el zorro no entendía una mierda ¿cómo demonios sucedía esto? se supone que él y Naruto venían de otro mundo, la prueba era él mismo, podía sentir su otro yo dentro de la pelirroja.
Minato asintió a su esposa -hace seis años, nuestro hijo fue asesinado, eso creímos hasta que ayer vi al pequeño tras de usted -el zorro y el niño abrieron sus ojos demasiado ¿sería tanta su maldita buena suerte? pensaba el zorro, recordó la luz que entró en el cuerpo del niño a su llegada, el pensamiento había pasado por su mente en aquel momento -el diez de octubre cumpliría seis años, su nombre era Naruto y este niño es igual a mí, debe recordar, estuve en este orfanato, quiero realizar una prueba de sangre-
La matrona lo vio con sorpresa -tiene prohibido abrir la boca señora sobre esta situación ¿está la enfermera? -la matrona asintió -ahora mismo la traigo- el pequeño los veía con bastante sorpresa y duda, giró su rostro viéndose adorable ante ambos -es hermoso Minato -el pequeño rubio se sonrojó, bajó su rostro avergonzado, sólo podían ver ambos el pequeño piquito que sus labios formaban en un puchero, la enfermera llegó, tomó la muestra de sangre del pequeño y los adultos, el menor ni siquiera hizo gesto de dolor, lo habían lastimado tantas veces que un piquete no era nada. El Hokage tomó las muestras que la enfermera le dio de inmediato -esperen aquí, vuelvo enseguida, iré al hospital -la señora y la matrona asintieron.
Kushina limpió sus lágrimas, observó al pequeño con cuidado, sonrió suavemente -hola -el rubio levantó el rostro mostrando sus grandes gemas azules vacías llenas de tristeza, el corazón de la señora se apretó con dolor -hola -la matrona veía con molestia la situación, no le agradaba que irrumpieran así en su orfanato aunque fuera el mismo Hokage -deberías ir a bañarte, ya todos lo demás deben estar en el comedor -el rubio asintió, se dio la vuelta obedeciendo, salió por el pasillo. Kushina vio con molestia a la señora -vieja amargada -susurró entre dientes. La señora Namikaze se sentó en la sala de espera con su pequeña aún dormida.
Naruto mientras caminaba pensaba -Kurama-sama, en mi otro mundo, Hokage-sama y su esposa… -el zorro abrió sus ojos -así es, eran tus padres, estaban muertos -el pequeño abrió sus ojos con dolor, asintió con tristeza, recordaba cómo la gente lo trató con asco y odio desde que tiene memoria, le gritaban y lastimaban cada que podían, pero la mirada del doctor, del Hokage y su esposa eran muy distintas, lo hacían sentir bien ¿qué era? entró a la ducha fría, ya todos los niños se habían bañado, como quiera su vida fue siempre así, en el hospital probó el agua caliente por primera vez, abrió sus ojos tratando de apurarse, estaba helada, con velocidad salió y se puso el cambio de ropa que le habían dado, salió con velocidad al comedor, ya no había comida más que un pan, otra vez por lo menos tenía comida en sus manos, comenzó a comer, los niños lo veían con duda, le quitaron el pan de las manos -eres el nuevo ¿no es así? -el rubio los vio con la mirada fría, no se dejaría lastimar esta vez o Kurama-sama podría enojarse y no verlo como alguien digno de ser su jinchuriki, le debía su vida y no le fallaría, asintió.
-Las reglas son claras, yo mando en este lugar mocoso, si pregunto algo, contesta de inmediato o el maldito retrete conocerá tu rostro -el rubio se levantó, recogió su plato, lo dejó en la barra de platos dándole la espalda al grupo, lo jalaron de la playera y lo elevaron un poco -¿quién demonios te crees que eres idiota? -el rubio afiló su mirada haciéndola gris, el grupo lo vio con sorpresa -suéltame -el chico reaccionó, levantó su puño estando a punto de golpearlo, las orejas del niño acosador fueron jaladas por la matrona del orfanato -lavarás la vajilla por andar de bravucon, muévete -el niño corrió aterrado a obedecer, los niños desaparecieron con velocidad -muévete mocoso -el rubio la siguió con molestia -acabas de llegar y ya estás causando problemas -el pequeño bajó el rostro con molestia -aquí está Hokage-sama-
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