Capítulo 2: Quirk del dolor.


Era una tarde tranquila, una tarde apacible en cierto parque colorido. La hora era perfecta y el clima también lo era, muchos niños jugaban alegremente, algunos en los columpios, otros en las resbaladillas y unos más competían al correr, no había necesidad de usar sus dones, no eran violentos, no tenían nada que demostrar como ciertos abusivos, eran buenos niños y sobre todo estaban en presencia de sus padres, así era su rutina, así era su dulce infancia.

En otra parte apartada donde la naturaleza sobresalía, se escuchaba un jadeo infantil, este niño, este peliverde desde hace menos de una hora se encontraba sudando, sucio y con signos de cansancio extremo. Aun así intentaba con todas sus fuerzas treparse al enorme roble que se puso como oponente, fracasando a mitad del camino.

-AAAAh – Grito asustado, para después tocar el suelo – Aahg... casi lo logro... - Se quejó viendo sus manos, estas estaban sucias, llenas de yagas y pequeños cortes. Unas lagrimillas amenazaban caer de sus ojos. -"No, tengo que ser fuerte, no voy a llorar, no lo haré" – Cerró su mano y como pudo, aguanto el dolor. Se devolvió al árbol que se propuso escalar. Después de recordar ese día, después de la última paliza que le dieron, se decidió una sola cosa: Entrenar.

Pero era un niño, de no más de nueve años ¿qué tipo de entrenamiento podría darse a sí mismo? Uno adecuado, propio de su mente infantil. Cuando llegaba al parque corría, pasado los diez minutos este perdía el aliento; cerca de un arroyo arrojaba piedras intentando que estas saltaran por lo menos unas tres veces, solo conseguía que se hundieran al primer tiro; y por último, como pueden ver ahora, intentaba llegar a la cima de ese árbol, no podía hacerlo, no lo conseguía, lo único que conseguía es desprenderse del tronco y... ¿flotar?

-¿Eh? – El peliverde estaba confundido, unos centímetros antes de volver a comer el polvo, se detuvo y se hallaba levitando, pero al pasar unos segundos - ¡Ahg! – Volvió a caer de cara, al menos estaba vez no desde tanta altura.

-Lo siento, ¿estás bien? – Agachándose junto a él, una castaña le hablo preocupada.

- ¿Ochako-chan? – Termino de sobar su cabeza - ¿Por qué estás aquí? – Ante esa pregunta, la castaña empezó a jugar con sus dedos, poniéndose algo nerviosa.

-Eto... yo, solo pasaba por aquí y te vi jugando – Por ratos, sus ojos veían hacia varios lados, era obvio que mentía, desde hace algunos días, ella se percató de las actividades de su amigo por lo que siempre lo seguía y se escondía para observarlo, para cuidar de él, a ella le preocupaba bastante que se hiciera daño.

Izuku tomó asiento, recargo su espalda a un árbol y la castaña lo siguió. Tímidamente y a unos pocos centímetros, se sentó junto a él.

-¿Por qué sigues subiendo ese árbol? ¿No tienes miedo de caer? – Pregunto la niña, su tono era preocupado, puesto que observo atentamente la ropa y cuerpo del niño.

-sí, tengo miedo, pero tengo que hacerlo, quiero ser convertirme en un héroe – Respondió algo cohibido. Una mirada todavía más preocupada apareció en ella.

-También lo haces por Bakugou-kun ¿Verdad? – El niño se sorprendió, simplemente no se esperaba esa pregunta.

-Si – Asintió débilmente. – Quiero ser fuerte para que....para que dejen de molestarme, para que pueda proteger a otros niños – Confeso, aunque algo inseguro, puesto que tenía mucho pavor hacia cierto rubio.

-"Dice que quiere ayudar a otros pero solo se lastimara, no quiero eso, no me gusta que Izuku se haga daño" – La pequeña junto sus manos, como si hiciera una plegaria. Apreciaba mucho a Izuku, no quería verlo sufrir, lo protegería, eso es lo que se propuso – Te ayudare entonces, vamos a volvernos fuertes juntos – Declaro alegremente.

- ¿Juntos? ¿Tu igual, Ochako-chan? – Dijo impresionado con su amiga, viendo cómo se ponía de pie.

-Oye, que sea una chica no significa que no pueda ser un héroe también – Hizo un moflete, aun así recibió al peliverde.

- De acuerdo, cuento contigo – Izuku hablo confiado y con una gran sonrisa, obteniendo una extraña reacción en su amiga.

- S-sí, demos nuestro mejor esfuerzo... - Ayudo a Izuku a levantarse. Se sentía extraña, a pesar de que han pasado mucho tiempo juntos, era la primera vez que se sentía así, inquieta y con el rostro algo acalorado.

Desde ese día, Izuku y Ochako estuvieron más tiempo juntos, todos los días en sus tardes libres, los dos se dirigían al parque donde comenzaban con su "entrenamiento", así lo llamaron aunque claro, no eran más que juegos infantiles, aunque esto no los fortaleció físicamente; los niños desarrollaran otras cualidades. La confianza en Izuku incremento visiblemente, sonreía más y su miedo hacía su "amigo" iba descendiendo, en cuando a Ochako, ella se volvió más apegada y atenta a su amigo además de que otro sentimiento empezó a crecer en ella, un sentimiento que no podía expresar en ese entonces.

Desde correr uno tras del otro, hasta competir al arrojar rocas en el mismo arroyo y por último, escalar ese gran roble. Por supuesto, la castaña había ofrecido al peliverde usar su don para subir con mayor facilidad, sin embargo este se negó, argumentando que lo conseguiría con sus propias fuerzas.

-Ten cuidado – Dijo preocupada viendo como el peliverde se preparaba para subir.

-Sí, esta vez lo conseguiré – Con una sonrisa empezó a trepar, ese día se sentía más ligero que nunca, más pleno, sabía que lo conseguiría. Su amiga, lentamente vio como estaba a punto de llegar.

- ¡Tú puedes Izuku! – Animó desde tierra, viendo que se acercaba a la cima, sin embargo...

-¿Eh? – Justo cuando llego, la rama de la que se sostuvo se quebró.

-¡Izuku!- Ella lo vio caer, lentamente como una secuencia fotográfica, sabía que debía tocarlo en el aire para poder usar su Quirk, pero quedó paralizada, era la primera vez que lo veía caer desde tan alto.

-"¿Por qué?... ¿Por qué no lo consigo?, otra vez ella me salvará... lo odio, odio ser débil" – Fueron sus duros pensamientos, viendo que iba a caer de cabeza, era lo único que podía hacer antes de tocar el suelo. Entro en pánico, aun así intento protegerse con sus brazos, pero no lo conseguiría, no a tiempo – "maldición... necesito... ¡Necesito más tiempo!" – Cerro los ojos esperando la caída, todo se oscureció para él, todo hasta que... - ¿mmh?...

-¡Izuku!- Escucho la voz de su amiga acercándose, lentamente empezó a abrir los ojos, al abrirlos por completo se sorprendió enormemente, se encontraba de pie, con las rodillas un poco flexionabas mientras su mano derecha se posaba en el árbol.

-"¿Qué es lo quWOAH" – De un momento a otro, terminó tendido en el pasto, justo encima de él su amiga se encontraba abrazándolo. ¿Ochako-chan? ¿Qué estas...

- Izuku ¿Estas bien? ¿No te lastimaste? – Decía la niña muy preocupada, con lágrimas en los ojos.

-S-si... estoy bien – Respondió algo adolorido y sobre todo, muy confundido.

-Me alegro tanto – Se sintió aliviada al oírlo, hundió su rostro en su pecho y se aferró a él con más fuerza, pasaron un par de minutos antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo. Sus mejillas se tornaron muy rojas y su corazón empezó a acelerarse, no comprendiendo lo que le pasaba se levantó muy rápido, casi de golpe. – E-Eto... lo siento jeje - De pie se puso a jugar con sus dedos, desviando completamente la mirada –"¿Por qué hice eso?, ¿yo... yo tenía ganas de abrazarlo? No... sólo estaba preocupada por él, solo eso..."

-N-No... No hay problema – Mientras se ponía de pie no presto atención a las acciones de su amiga. Se puso a pensar, a divagar en su cabeza – "Qué fue lo que paso" – Subió la mirada dándose cuenta de la altura de la que cayo. Tenía una leve idea de lo que paso, así que la probo – Gracias por salvarme otra vez, Ochako-chan – Aquel gesto hizo reaccionar a la castaña, la saco de su mundo de fantasías en donde ella junto al peliverde, en un futuro, caminaban tomados de las manos, platicando y riendo alegremente, como enamorados, como los que veía en la televisión, o como en sus libros de cuentos ilustrados.

-¿Eh?... S-si... de nada – Contesto ella aun nerviosa, más sonrojada que antes; sin saber a qué se refería su amigo. – S-Se ésta haciendo tarde, deberíamos ir a casa o nuestros padres se enojaran – Agrego ella para olvidar su acción anterior, y aunque no fuera su intención, lo que le había pasado a Izuku.

-Sí, no quiero que mamá me regañe – Dijo Izuku poniéndose de pie todavía confundido, muy cansado y sobre todo tambaleándose - ¿Are?... "me siento muy mal" – Sostuvo su rostro por un momento viendo como su paisaje de nublaba.

-Izuku ¿Estas bien? – Volvió a acercarse a él, no tan preocupada como cuando lo vio caer del árbol pero si lo suficiente para ayudarlo mantenerse en pie.

-Estoy bien – Aunque lento, su vista se fue aclarando – Solo estoy un poco cansado – Dijo para no preocupar a su amiga. Sin más, emprendieron el regreso a casa. 

Esa noche, rodeado de todos sus coleccionables del héroe número uno e ídolo, el pequeño Izuku se encontraba pensando, aun en cama no podía conciliar el sueño. Pensaba en lo que ocurrió en el parque, aquel mareo le hizo recordar, levemente, cómo se salvó de romperse la cabeza. Se vio a sí mismo cayendo, a cierta altura, golpeo el tronco con su talón proporcionándole el impulso para enderezar su cuerpo, al tocar el suelo flexiono las rodillas rápidamente, evitando así recibir la fuerza de la caida. Era un niño, y como tal, le resultaba muy confuso, simplemente no podía creer lo que había hecho.

-"Mañana iré otra vez con Ochako-chan. Debo dormir" – Con ese pensamiento, cerró los ojos y espero que el tiempo o su cuerpo lo ayudaran a dormirse.

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En otro lugar, más bien en otro tiempo, los restos de una ciudad presenciaban una feroz batalla. Surcando el cielo grisáceo, dos puntos chocaban entre sí, no daban tregua, producían chispas y ondas de choque tan fuertes que terminaban destruyendo otros edificios cercanos. Uno de esos puntos era un hombre adulto de traje negro con una extraña mascara negra, este produjo una extremidad más grande que su propio cuerpo; un brazo colosal y deformado. Este utilizo su "arma" para golpear a la otra figura, una oscura y llena de poder incontrolable.

- ¿Eh?... ¡¿Cómo es posible?! – Sorprendido, vio cómo su enemigo desaparecía de su vista.

- Oe... ¿Dónde estás mirando?- Una sombra hablo a sus espaldas, cuando volteó ya era demasiado tarde.

Un fuerte golpe hizo al hombre de traje caer en picada, termino estrellándose en la azotea de un edificio de no menos de 20 pisos, pero no se detuvo ahí, la fuerza del impacto fue tal, que termino atravesando cada piso a gran velocidad, rompiéndose cuanto hueso y musculo podía, terminó tendido en el estacionamiento del lugar, uno de los pocos lugares intactos al estar alejado de toda luz, de la superficie en general. Con gran agonía, miro la entrada que hizo con su cuerpo, el enorme hoyo dejaba pasar a la lluvia, su traje empezó a humedecerse, lentamente sintió su cuerpo ponerse frio por dentro, solo una pizca de calidez invadía su abdomen.

-jeje, pequeño bastardo... jejej lograste abrirme el estómago... - Miro su mano cubierta del líquido vital, cuando por fin pudo sentarse, ahí estaba él, observándolo en las sombras, aun con ese blindaje, el podía saberlo, sabía que era observado, con unos ojos tan fríos que casi sentía que lo apuñalaban con hielo.



-¿Entrenamiento?... No... más bien eran juegos de niños. En ese tiempo no me había dado cuenta de lo débil que seguía siendo, lo único que quería era ser más fuerte, me divertía cuando estaba con ella, con Ochako, con mi amiga, mi compañera, pensé que siempre estaríamos juntos.... Que equivocado estaba... ¿hm? Perdón, ¿sigues consciente? – Hablo a la vez que salía de las sombras, la masa negra que tenía como armadura estaba dañada, no había salido ileso de tan feroz combate, pero esta se fue regenerando como una horda de insectos negros, como cuando una enfermedad invadía un cuerpo – Perdón por hablarte cuento estas a punto de morir. No puedo evitarlo... Murmurar, nunca pude quitarme ese hábito – Comento como si no fuera nada, acercándose al moribundo, cuando por fin llego...

-¡ARWG! – Lo tomo del cuello, con un agarre feroz de su cola, una extremidad oscura y sanguinolenta, esta se movía y hacía ruidos como el de una serpiente.

-All Might me dijo alguna vez que me enfrentaría a ti, que debería estar preparado... - Estrujo el cuello con más fuerza, la máscara negra comenzó a agrietarse, no lo resistiría más, su cuello o la máscara ¿Cuál sería la primera en romperse? – Pero nunca pensé que me enfrentaría a él y a ti al mismo tiempo... 

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Retrocediendo en el tiempo. En una sala, una peliverde se encontraba terminando algunas tareas cotidianas. Era un poco tarde, aun así doblaba la ropa limpia que se le había juntado, tenía días llegando tarde a casa, después del trabajo tomaba un desvía para ir a otro lugar, algo que mantenía en secreto de su hijo, algo que esperaba contarle cuando creciera. Cuando empezó con la ropa del pequeño, vio como algunas de sus ropitas estaban muy estiradas o algo rasgadas.

-Este niño ¿qué estará haciendo? – Dijo preocupada, sosteniendo una playerita blanca. Se levantó del tapete y se dirigió a la habitación del menor, quería asegurarse de que éste durmiendo, de que este bien. Justo cuando estaba en el pasillo, recargo su cuerpo a la pared, sus piernas temblaban, todo a su alrededor se distorsionaba, sentía como sus fuerzas la abandonaban. Por cinco minutos sintió un fuerte dolor de cabeza, cinco minutos fue el tiempo que espero pero al final pudo reponerse y abrir la puerta de la habitación.

-Izuku – Llamó casi en su susurro, no recibiendo respuesta entró a la habitación. Sin hacer ruido, se acercó a la cama, al llegar pudo observarlo dormir con un rostro tan apacible, para las madres el rostro de su hijo es el más hermoso de todos pero para ella era más que eso, era un ángel. Acarició el rostro con ternura, recordó feliz el día que llego al mundo, el día que por primera vez lo tomo en sus brazos. Una sonrisa se dibujó en su rosto, sonrisa que fue desapareciendo a medida que las lágrimas mojaban el suelo. – Recuerda Izuku... mami te quiere mucho... nunca te dejara solo... Por eso... se fuerte... ¿Si? – Hincada, abrazo al pequeño dormido. Al final, antes de dejar la habitación, le dio un beso en la frente y se disculpó internamente con él.

Sin que Izuku supiera lo que ocurrió, la noche paso con calma, la luna y las estrellas fueron reemplazadas y así comenzó un nuevo día.

Como siempre, Izuku se levantó temprano por la mañana, era momento de ir a la escuela por lo que preparo todas sus cosas, dejó la habitación y se dirigió a la sala. No encontró a su madre, solo los alimentos puestos en la mesa, ya era normal para él, el que su madre lo dejara solo por las mañanas, lo entendía muy bien. Aun con la ausencia del padre, ella podía mantener el hogar y a su hijo sin ayuda de nadie, una madre ejemplar en verdad. Una vez que consumió los alimentos, el pequeño salió por la puerta, asegurándose de cerrarla muy bien.

En el salón de clases, era el único desconocido, el "sin Quirk", lo llamaban de muchas maneras, al principio le dolía que se refirieran a él de esa forma, pero con el tiempo lo fue aceptando, no para resignarse sino más bien para resistir, para superarse a sí mismo, aunque lo único que no ha podido superar son las palabras de su "amigo" – "Invalido"- Las clases le parecían aburridas, siendo un estudiante promedio no encontraba la suficiente motivación para estudiar con diligencia, miro por la ventana la clase de educación física de otros alumnos, ahí estaba ella; su amiga, su compañera de "entrenamiento". La vio correr, saltar y reír junto con otras chicas, a él le daba igual en el pasado, pero cuanto más la miraba, cuanto más la veía sonreír de esa manera, una sensación extraña surgió en su pecho.

Ella se percató de que era observada, dirigió su mirada al ventanal del segundo piso, y ahí estaba él, su amigo, su compañero de "entrenamiento" y en un futuro... no... no habría futuro, no para él. Con la mano, lo saludo lo más casual que pudo, evitando mostrarse nerviosa ante esos ojos color jade. Él correspondió el saludo, tan sonriente y sereno como podía, solo consiguió que ella desviará la mirada y saliera corriendo tan rápido como pudo -¿Eh? ¿Hice algo malo? – Él se preguntó mientras la veía desaparecer de su vista.

Terminando las clases, Izuku se preparo para dejar el salón y reunirse con su amiga como todos los días solo que...

- ¿Escuchaste? – justo cuando iba salir, la plática de unos niños llamo la atención del peliverde – Dicen que alguien reto a Bakugou a una pelea – Eso último llamó por completo su atención.

-Eeeh ¿De verdad?- Expreso incrédulo el otro menor - ¿Quién es el tonto que lo reto? – Hablo con cierta burla.

-No lo sé, pero vamos a verlo más tarde – Dijo el niño saliendo del salón con su amigo, pasando de un intrigado peliverde.

Abandonando el aula, Izuku caminaba con la mirada baja, no es que estuviera deprimido, más bien se encontraba pensando –"No puede ser... no lo creo... no... "– Recordó el rostro sonriente de su amiga, el soplido del aire lo hizo reaccionar, ese día no fue a casa, con todas sus energías se dirigió directamente a ese lugar, a ese lugar donde todo comenzó.

-¿AAH? ¿Qué es lo que dijiste? – Con enojo y una sonrisa malvada, cierto rubio cuestionó, frente a él una castaña le plantaba cara.

-Lo que escuchaste, deja de molestar a Izuku, deja de ser malo con él – Repitió la niña con una mirada decidida, muy sería para una niña de su edad. Esperó la respuesta de los tres abusivos, la cual fue la de siempre; risas y más burlas hacía ella y sobre todo a su querido amigo.

-jajaja... Qué le pasa a esta niña.... Jajaa – Decía el niño gordo a la derecha.

-Qué acaso te gusta ese llorón...jajaj... entonces cásense de una vez ajaj – Un burla que no venía al caso, pero así eran ellos, crueles y arrogantes.

-A mí nadie me dice lo que tengo que hacer, yo puedo hacer lo que quiera, ¿entendiste? – Grito el rubio muy cerca de la niña, este la tomo del cuello de su blusa y le siguió gritando, Ochako se quedó tan quieta como podía, se puso nerviosa, un poco de miedo hizo flaquear su expresión. No sabía cómo había llegado ahí, creyó que con las palabras podría solucionar todo, que sí los amenazaba con acusarlos a sus padres podría solucionar la situación de su amigo, de hacer que deje su "entrenamiento". Confió en eso en que ellos no se atreverían a pegarle pero no lo sabía, que a ellos no les importaba el género.

-¡Kya! – Ochako fue empujada por el rubio, ella cayó al suelo y solo podía ver cómo era rodeada.

-Oye Kazuki, ¿de verdad vamos a pegarle? – Decía uno de los secuaces.

- Ella es amiga de ese "invalido". Hay que enseñarle lo que pasa cuando se mete con nosotros. – Contesto el rubio de las explosiones, preparando su poder, preparándose para algo que seguro, en un futuro, se arrepentiría. Sintiendo mucho miedo, Ochako cerró los ojos, no quería ver lo que pasaría, sabía que estaba en problemas y por eso intento aguantar, aunque eso no evito que empezara a llorar.

-¡DETENTE! – Un grito desesperado hizo al trio mirar hacia la entrada del parque.

-¿Deku? -

-¿I-izuku? – Lentamente, Ochako abrió los ojos, y ahí estaba él, queriendo intentar ser el héroe, su héroe.

- jeje mira Kazuki, ya vino Deku a defender a su nov¡ARHG! – El peliverde no lo dejo terminar, de inmediato se lanzó contra el flacucho de dedos alargados, golpeando su rostro. Cuando el niño toco el suelo los demás quedaron perplejos. Fue un golpe sencillo, nada del otro mundo, fue la acción misma la que hizo que se sorprendieran, venida del que pensaron era un cobarde.

-¡Déjenla en paz! ¡Dejen de molestarla! – Grito el peliverde, sacando a los niños de la impresión para pasar a otra más grande, era la primera vez que lo veían enojado y plantándoles cara con valor.

- ¡No nos subestimes! – En seguida, el obseso uso sus alas para atrapar a Izuku por la espalda, este lo consiguió y pidió ayuda de amigo – Ahora, péguenle, yo lo sostengo – Dijo con una sonrisa reteniendo al pequeño peliverde, sin embargo no contó con que Izuku se resistiría, propinándole un fuerte golpe con su nuca – ¡AHG!

Desde el suelo, Ochako veía como su amigo pelea, estaba en desventaja y obviamente recibía más golpes de los que daba, se empezó a preocupar al ver como lo lastimaban, pero lo que más preocupación le dio fue verlo sonreír, parecía estar disfrutando la pelea –"Izuku"- Se puso de pie y corrió a ayudarlo.

-¡¿Qué le pasa?! ¿Por qué no se rinde? – Dijo algo nervioso el obeso.

-No lo sé, pensé que solo era un llorón – Hablo de igual forma el larguirucho- Hey Kazuki ¿qué le pasa a tu amigo? – Al preguntar, una expresión enojada apareció en el rubio, por alguna razón estaba molesto, no podía creerlo más bien no quería hacerlo, que alguien sin nada especial, sin ningún poder pudiera con ellos, y sobre todo con él.

-¡No te creas demasiado! ¡DEKU! – Este empezó a concentrar un brillo en su mano, se preparaba para explotarlo, este empezó a correr hacia el peliverde.

-¿Uh? "Esto es malo" –Dijo nervioso y temblando viendo como su el rubio se acercaba, tenía espacio para moverse pero se quedó paralizado, la expresión y grito de Bakugon habían hecho que entre en pánico.

-¡NO! ¡PAREN! – Justo unos segundos antes del choque, Ochako se paró frente al peliverde, intentando defenderlo, intentando esta vez no tener miedo.

-¡MUEVETE! – Grito el rubio, pero ya era tarde.

-¡OCHAKO-CHAAA! – Grito Izuku con desesperación, su cuerpo reacciono inconscientemente, la tomó del brazo e intento apartarla pero no lo conseguiría.

El polvo se levantó en esa parte, aquella explosión no fue muy grande, pero si lo suficiente para llamar la atención de algunos transeúntes.

-¡Yo no quiero tener nada que ver con esto! –

-¡Si! ¡Mejor larguémonos!-

Fueron las palabras de los niños al ver el resultado de las acciones de su amigo.

-Y-Yo... ¡Yo no tuve la culpa! ¡Fue tu culpa! ¡Deku! – Con un grito, Bakugou huyó del lugar, dejándolos ahí, dejando a los dos menores; Una niña totalmente ilesa, aunque muy asustada al ver el cuerpo lastimado del segundo niño.

-I-Izuku – La niña movía el cuerpo inconsciente del peliverde, esta vez la situación era bastante grave. La ropa de la niña estaba llena de polvo y tenía algunos raspones en sus manos, pero a Izuku tuvieron que llevárselo al hospital.

En la sala de urgencias, un médico hacía su trabajo, tratando al pequeño peliverde, le resultaba bastante triste que aquellas heridas sean el resultado de una pelea entre niños. Lo más frustrante para él, es que lo conocía desde el día que le dio la noticia, aquella noticia que rompió sus esperanzas de convertirse en un héroe. Cuando por fin terminaron, ordeno a las enfermeras a trasladar al pequeño a otro lugar. Se removió los guantes quirúrgicos y cuando por fin llego al lavabo, procedió a removerse la sangre. Suspiró cansado y se preparó para dar explicaciones.

En la sala de espera, una madre se encontraba muy angustiada, cuando recibió la llamada del hospital, no le tomo ni un segundo dejar la oficina, sobre todo cuando escucho el nombre de su hijo y lo que había pasado. Las autoridades habían clasificado esto como un "accidente", "falta de control de Quirk", algo que no era extraño en menores por lo que aquellos tres niños no tendrían ninguna repercusión pero eso no era lo que le interesaba, lo que quería era saber sí su hijo se encontraba bien.

-Señora Midoriya – Hablo un hombre anciano de bata blanca y lentes de cristal grueso.

-Doctor, por favor dígame que ésta bien – la peliverde se acercó a él muy rápido, casi en un parpadeo, estaba muy preocupada.

- Su hijo está bien señora... - Respondió con seriedad, aquellas palabras la hicieron sentirse aliviada, sin embargo...

-¿En dónde ésta mi hijo? Tengo que verlo... - Hablo con algo de desespero, no quería oír más, solo quería ver a su pequeño. El doctor cerró y se puso a pensar por un momento, sabía que tenía que ser delicado, así era su trabajo.

-Sígame señora, iremos a ver su hijo – Ordeno el doctor, y juntos caminaron por el pasillo.

-En una habitación blanca y muy iluminada, un pequeño peliverde, con medió rostro vendado y tapado hasta el cuello, se encontraba descansando, la maquina conectada a su cuerpo indicaban los latidos de su corazón mientras que otro artículo médico suministraba algo de suero. Sus ojos empezaron a abrirse pesadamente, lo primero de lo que se dio cuenta, es del dolor que sentía en gran parte de su cuerpo sobre todo en sus extremidades y lo segundo, fue el rostro lloroso de su preocupada madre a través de un gran cristal.

-M-Ma...m-mamá... - Dijo débilmente, el dolor no le permitió hacer más, lo último que vio antes de volver a caer inconsciente, fue al doctor hablarle su madre para después romper en llanto. 

Un mes paso como si nada, durante ese tiempo, Izuku fue dado de alta y mandado a casa, solo que algo había cambiado. Tan pronto como volvió a casa, su madre hizo todo tipo de planes y arreglos, hizo muchas llamadas a su trabajo, la mesa estaba lleno de panfletos y anuncios de departamentos accesibles. Izuku se encontraba en cama, mirando por la ventana como si fuera lo único que podía, sin que él lo supiera y mucho menos su preciada amiga, la familia Midoriya abandonó la ciudad.

En una oficina de hospital, cierto doctor se encontraba leyendo algunos papeles, era su trabajo, el de revisar los expedientes de antiguos y nuevos pacientes, cuando llego a una carpeta marcada con el apellido Midoriya no pudo evitar colocar su mano en su rostro, sintiendo una fuerte sensación de impotencia.

-Los pecados de los padres se heredan a los hijos ¿eh? – Con esas palabras regreso la carpeta al archivero, no había nada más que pudiera hacer, solo el tiempo lo decidiría.

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