capítulo único
Tic...toc...tic...toc... El sonido del reloj marcaba lentamente el final de su existencia. Si todo salía como Wang YiBo lo había planeado, en diez minutos aproximados debería morir cuando el veneno que había ingerido de forma voluntaria, se terminara de exparcir por su cuerpo y alcanzara lo que quedaba de su destrozado corazón.
Acarició tiernamente las ahora frías mejillas de aquel que fuera su devoto amante por poco más de dos décadas, el rigor mortis se estaba haciendo presente. La blanca piel de Xiao Zhan se estaba tornando gris y sus labios estaban secos y agrietados. Suspiró. Su alma se escapaba de su cuerpo en cada suspiro doloroso.
A su lado, un cigarrillo moría tan lento como él mismo, en el viejo cenicero consumiéndose en soledad, mientras el olor a nicotina invadía la habitación, cubriendo a su paso el hedor a muerte y enfermedad.
Falló en su promesa de estar juntos hasta el final, no llegó a casa a tiempo y su amado se tuvo que ir sólo... Iba a corregir eso.
Llevó a sus labios la pequeña taza que había sellado su destino cincuenta minutos atrás, tomando un gran sorbo de la ahora fría y desagradable bebida, el último sorbo que tomaría.
Cerró sus ojos dejando que el sabor de la cafeína lo invadiera, elevando sus sentidos. Sintió un beso helado en sus labios y unos brazos rodearle, sólo que esta vez estaban desprovistos de la calidez que siempre le transmitían, su ZhanGe...
Lo último que escuchó fue el susurro de un te amo y el sonido de la taza quebrándose al caer.
Había llegado la hora, su ZhanGe había venido por él. Podría cumplir su promesa de estar juntos para siempre, para ellos no existía el: "hasta que la muerte los separe"
Los cuerpos de Wang YiBo y Xiao Zhan habían sido encontrados al día siguiente, la mejor amiga de ambos, Xuan Lu fué quien los encontró.
En la mesita de noche había una carta a puño y letra de YiBo, pedía ser sepultado junto al amor de su vida y pidió que nadie llorara por él. Él vivió feliz y murió de la misma manera, no se quedaría en un mundo donde no estuviera su ZhanGe.
Dos mariposas que habían estado posadas en la ventana, emprendieron el vuelo juntas, perdiéndose en el cielo. Xuan Lu fué la única en notarlo y aún en medio de las lágrimas sonrió.
No siquiera la muerte pudo con el amor tan puro de sus dos amigos.
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