13

-A-Ahh...-. Abrió los ojos, y se quedó un rato mirando el techo de madera, hasta que fue consciente de que estaba despierto. -¡Ah!-. Gritó, y se intentó levantar, pero su cabeza le ardía, y le dolía muchísimo, así que solo pudo estar sentado.

-Por fin despiertas-. Dijo una niña que parecía de su edad. -¿Como estás?-. Se acercó a Mello, y posó sus labios en su frente.

-Tienes fiebre, échate-. Le obligó a echarse, y Mello no tuvo otra que hacerle caso.

-Do..., ¿Donde estoy?-. Preguntó confuso.

-En Filipinas, te encontramos en la orilla, estabas ensangrentado, y de tu cuerpo salieron 3 piedras verdes-. Explicó aquella chica. ¿Tan lejos había llegado peleando en el mar?.

-¡Las gemas!-. Dijo, pero se arrepintió de haber gritado. -¡Ah!-. Se tocó el higado.

-Tranquilo, están a buen recaudo-. Dijo la chica.

-¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?-. Preguntó, cerrando los ojos.

-2 semanas-. Mello los abrió, sorprendido.

-¿Que?-. Preguntó sorprendido, y se tocó la cabeza.

-¿Que son esas gemas?-. Preguntó la chica.

-¿Eh?, Ah..., Nada, herencia familiar-. Dijo este sonriendo, y la chica le devolvió la sonrisa.

...

-¡Gracias por todo!-. Agradecía Mello a la chica y a sus padres, despidiéndose. Llevaba las gemas en una pequeña mochila, mientras que ahora vestía ropa que le habían dado, puesto a que la otra estaba desgarrada y ya era inexistente.

-Bien..., Ahora-. Mello miró la orilla. -¿Como vuelvo a Japón?-. Se preguntó, y se dirigió al agua.

-Hijo mío..., Cuando aprendas a volar, deberás proteger a la tierra-. Mihael puso el puño en el suelo.

-Ahhh...-. Suspiró. -Padre, perdóname por desconfiar de ti-. Dijo el rubio, pensando en que toda su vida había sido una tremenda mentira, y que no quería volver a ver a su tío.

Mello dio un salto tremendo, y parecía que comenzaba a poder volar por voluntad propia.

-¡¡¡WU, WUJUUUUUUUU!!!-. Gritaba, y levantó los brazos para dirigirse con ellos. -¡¡¡SIIII!!!-. Gritaba, feliz de que por fin podía volar.

Pero no todo parecía bien, ya que comenzaba a notar como se caía.

-¡¡¡WUAAAAAAH!!!-. Gritó, y comenzó a descender hacia el mar. -¡¡¡AHHHHHHHHHHH, NO NO NO, NOOOOOOOOO!!!-. Gritó, pero la tremenda hostia que se dio contra el suelo fue inevitable.

-A-Ahhh...-. Mello sabía de geografía, así que suponía que aquel lugar se trataba de Taiwán. -Maldita sea-. Se tocó la cabeza, pero vio aquel lugar, era demasiado bonito.

-Wooow-. Se levantó del suelo, y vio los edificios, para después sonreír. -Tengo una idea-. Mello se dirigió corriendo con su super velocidad hacia la orilla del norte.

Podía saber que para llegar a Japón, solo tenía que girar un poco a la derecha, y ir todo recto, para después ya si dirigirse a Tokio, hablar con sus amigos, y después ir a quemar las gemas a un volcán.

-Bien-. Mello hizo unos pequeños estiramientos, sobretodo en las piernas. -¡Vamos allá!-. Comenzó a correr lentamente, para después ir avanzando, y cuando ya había comenzado a tocar el agua, fue a la velocidad de la luz, corriendo por el mar demasiado deprisa. -¡¡¡WUJUUUUUU!!!-. Gritó, sonriendo, aquello era la hostia, dentro suya había una sensación inexplicable.

Pudo llegar al Sur de Japón, y después de un breve descanso, ahora si que se dirigió corriendo a Tokio, concretamente, a la casa de los abuelos River.

-¡Ya estoy aquí!-. Gritó, llegando a la casa. -La puerta estaba abierta-. Sonrió el rubio.

-¡MELLO!-. Nate se abalanzó contra Mello, y le abrazó. -Pensaba que...-. Mello le dio un abrazo a Near.

-Pues no lo pienses nunca más pequeño, siempre voy a estar aquí-. Near se separó para verle la cara a Mello. -Contigo-. Sonrió, y Near se sonrojó.

-¡Colegaaaa!-. Gritó Matt, viniendo con una muleta, y la cara un poco menos vendada que días antes, puesto a que habían pasado ya dos semanas.

-¡Matt!-. Gritó el rubio preocupado, y se dirigió a este.

-¡Como me alegro de verte!-. Sonrió Mail, y Mello sintió algo dentro suya. Tenía a su mejor amigo de vuelta, el cuál casi se sacrifica para que Mello no muriese, sentía que por fin su vida ahora ya era un poco más normal, ya que tenía amigos, gente que amar, y cosas que perder, como su nueva cuadrilla.

-¡Yo si que me alegro de verte cabronazo!-. Gritó Mello, y abrazó a su amigo con el máximo cuidado, sonriendo.

-Mello, ¿Donde está aquel supervillano?-. Preguntó el padre de Nate, y Mello se separó de Matt.

-Creo que está muerto-. Todos se sorprendieron. -Aunque si no lo está, da igual-. Sacó un fragmento de gema.

-Hubo un momento que tanto los fragmentos que escondido Matt en el cementerio, que eran dos, como el fragmento que tenía el supervillano escondido..., Vinieron a mi, y vi cosas que me revelaron toda la verdad y..., Creo que esto de ser superhéroe...-. Todos le miraron.

-Es mi destino-. Sonrió Mello, y todos allí también.

-¡Así se habla!-. Gritó Matt, poniendo la mano para chocar, pero de pronto el suelo comenzó a temblar.

-¿¡Que pasa!?-. Preguntó Natalie.

-¡Voy a ver afuera!-. Gritó Mello.

-¡Te acompaño!-. Gritó Nate.

-¡No, quédate aquí!-. Le dijo Mello.

-¡No, iré contigo!-. Dijo Nate, mirándole seriamente.

Mello dudaba.

-¡Pero vamos joder!-. Gritó Matt avanzando con sus muletas.

Los 3 chicos salieron afuera de la casa, y se quedaron totalmente impresionados.

-Me cago..., En su puta madre-. Dijo Matt, viendo el cielo completamente rojo, y del cielo sangriento, comenzaban a salir portales, que de esos portales comenzaban a salir demonios.

-Oh mierda...-. Dijo Near, y Mello ni tenía palabras para lo que sus ojos estaban observando. -¡Mello, tienes que hacerte cargo de ellos!-. Gritó Near, pero este no reaccionaba, así que el albino comenzó a zarandearlo.

-¡Vamos Mello maldita sea!-.

Mello observaba todos aquellos demonios, y comenzaba a tener visiones, de su hermano, de su padre, de su tío...

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!-.



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