Capítulo 11. [El hijo de Satán]

En el viaje, todo estuvo muy callado.

—Falta poco para llegar chicos, sólo una hora más —suspiró Chuck —¿Cómo vas allá atrás Matthew?

—Está dormida en mis piernas —Matthew miró el rostro de Chuck desde lejos.

—Eso es galán —rió Chuck.

—Calla y conduce —espetó Matthew molesto.

Después de casi 40 minutos, Chuck detuvo la camioneta dos cuadras antes de la biblioteca.

—¿Por qué a dos cuadras? —preguntó Cris.

—No sería muy normal, estacionar está camioneta con 7 chicos adentro y entrar a buscar un sólo libro en la madrugada —explicó Chuck.

—Matthew levanta a Dakota, la necesitamos despierta —le habló Nat a Matt y todos bajaron.

—¿Qué libro necesitamos? —preguntó Matt.

—Tú sólo levántala, necesitamos entrar —le susurró Chuck a Matthew.

—Ash, está bien —Matt fue a despertar a Dakota

—¿Qué hora es? —dijo Dakota abriendo lentamente los ojos.

—Las 2 de la mañana, vamos, necesitamos conseguir esos libros, o ese libro —Matthew la ayudó a salir.

Entraron a la biblioteca, había un silencio muerto.
No había mucha luz en aquella biblioteca, ni si quiera era muy grande.

_¿Les puedo ayudar en algo? —un hombre de la tercera edad estaba tras el mostrador.

—Buscamos la sección de satanismo, posesiones, esas cosas—mascuchó Chuck.

¿Recuerdas lo que Dakota decía mientras estaba en esa especie de trance? —preguntó Chuck a Matt.

—Si, decía... Posesiones, diálogo trigésimo, magia negra, el maldito en la sangre, si eso decía —recordó Matthew.

—Ya sé que libro buscan, efectivamente se llama posesiones —dijo el anciano.

Los condujo hasta un librero pequeño ubicado en una esquina con una luz tenue y amarillosa.

—Aquí tienes, pero recuerda, no puedes llevártelo —avisó el viejo.

—¿Qué tal si le pagamos el doble de lo que cuesta? —trató de negociar Chuck.

—No tiene un precio, deben devolverlo a su lugar —aseguró aquel extraño anciano.

Chuck sonrió y se sentó en el piso rodeado de los demás.

—Debemos llevarnoslo, y correr para desaparecer —susurró en voz baja Chuck.

—Es un crimen Chuck —murmura Gallo.

—Necesito que me cubran —avisó Chuck.

—Si te lo llevas podría pasarnos algo, cómo en esas películas de terror —susurró Gallo.

—Ésta es la vida real idiota —contestó Chuck.

—Ah si, y Dakota es re-normal para la vida real —espetó Gallo.

—¡Cúbranme o nos meteremos en problemas con Dakota! —Chuck estaba en el abismo de caer frustrado.

Nat se va hacia el mostrador a distraer al anciano, la suerte estaba de su lado al no haber cámaras en el lugar.

—¡Tiene que ayudarnos, mi amiga Cris está desmayada, al instante que tocó uno de sus libros! —Nat hablaba frenética.

El anciano fue hasta donde Cris, que estaba al otro extremo de donde Chuck.

Chuck tomó el libro en sus brazos, se lo metió bajo la playera y junto con Matthew y Dakota salieron del lugar tranquilamente.

—¿Ahora como recuperamos a Nat, Cris y Gallo? —preguntó Matthew.

—Espéralo... espéralo... —Nat sale con Cris en brazos con ayuda de Gallo —.La típica "ya me siento mejor, necesito ir al hospital", nunca falla.

Todos subieron a la camioneta.

—Listo, ¿Ahora qué? —dice Chuck entre un suspiro.

—Necesitamos llevar a Cris al hospital —dijo Matthew.

—Volvemos a la casa de Dakota —Ely le pega a Matt en la cabeza.

—Idiota eso era una farsa —Gallo estalló a carcajadas.

—¡BASTA DE BULLYING! —estalló Matthew.

—No es momento para estupideces —dice Chuck seriamente pero, segundos después, estalla en una carcajada —.Pero fue una estupidez muy buena.

—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Matthew a Chuck mientras sonreía.

—Chicos... Necesito... Vomitar —Dakota abre la parte trasera de la camioneta y cae bruscamente al piso.

Dakota vomita sangre por segunda vez en 24 horas.

—¡CHUCK! ¿Qué haremos con Dakota? Si sigue así va a pasar algo grave —dijo Matthew desesperadamente.

—Estoy bien chicos... —Dakota se limpia la boca.

—Mierda, no otra vez. —Chuck sale del auto, Tirando la puerta —.¿Qué quieres que hagamos, Matthew? De nada servirá llevarla al hospital.

—Cierto, cierto —dijo Matthew pensando en que hacer

—Lean el libro... Síntomas de enfermedades... Satánicas... —suspiró Dakota.

—¿Y si la dejamos tirada y corremos, disfrutando el poco tiempo que nos quedaría de vida? —dice Chuck con un tono burlón.

—¡Safo! —dice Chuck Rápidamente.

—I...diota —Dakota tose.

Matthew miró a Chuck seriamente por unos momentos y le pegó en la entrepierna—No podemos dejarla así —gritó Matthew.

—Chicos... Tenemos que irnos,el anciano... —Dakota se levanta y trata de entrar en la camioneta.

—Ñeh, me han golpeado tantas veces allí abajo que ya no siento nada. Pero buen intento Matthew. —dice Chuck con una sonrisa.—. Ahora, si me disculpas, debo entar al auto y llorar —Entra rápidamente al auto.

Suben todos al auto y arrancan.

—Chicos son las 5 de la mañana, duerman un rato, yo seguiré, tomé mis pastillas para estar despierto —les dice Chuck.

—No podré dormir —susurra Dakota al oído de Matthew.

—Te contaré una historia así puedes relajarte —Matthew empezó a contar una breve pero concisa historia de su infancia

Dakota se recargó en Matthew y lo abrazó.

—Cuando yo era pequeño tenía un peluche llamado Ravin, lo sé estúpido nombre. Y lo llevaba a todos lados, a TODOS lados. A la escuela, al baño, a la ducha. Ravin me hablaba, pero sólo yo podía escucharlo —Matthew acarició la cara de Dakota —.Resultó ser que después de que mi madre tirara a Ravin, hice mi primer amigo real, que se llamaba Revin, ¡Muy estúpido! —Matthew rió —Y... No tiene sentido, pero no se me ocurre nada mejor.

Chuck Los Mira desde el retrovisor mientras vuelve a su mente un recuerdo, El cual hace que salga una lágrima de su ojo derecho.

—Yo nunca tuve un peluche... O juguetes, o madre, o amigos... Oh... —Dakota miraba al vacío con sus ojos rojos.

—Pues ahora los tienes, bueno, a tus amigos ahora nos tienes —dice Matthew con pena.

—No lo creo, todos quieren matarme, o al menos que me vaya de sus vidas, y me tienen miedo, no creo que esos se llamen amigos —Dakota entrelazó su mano con la de Matthew.

Matthew no respondió, por dentro sabía que Dakota tenía razón.

—Yo eh... —dudó Matthew.

—Si no fuéramos tus amigos no estaríamos acá -Dijo Matthew avergonzado

—Hey par de tortolos, descansen. Lo necesitan. -Dice Suavemente Chuck.

—Existe algo que de llama amigos falsos Matthew, y jamás sabes quiénes son los verdaderos —Las palabras de Dakota eran muy sinceras.

—Solamente eh, relájate y trata de dormir —Matt se pone nervioso y se recarga en el asiento.

Después de unas horas la luz del sol empieza a molestar en los ojos de todos.

—Son las 9:00 a.m.,  llegaremos mañana en la tarde. —les dice Chuck.

—Opino que deberíamos parar en un hotel y relajarnos por este día —Gallo grita pasivamente.

—Oh claro Gallo, vamos a un hotel a la vista de MUCHAS PERSONAS, con un libro satánico, la hija del diablo como huésped, y un fantasma en nuestros celular, CLARO, VAMOS. —Cris soltó rápidamente con sarcasmo.

—¿Matt y Dakota siguen dormidos? —pregunta Chuck.

—No veo que les moleste el sol —continúa Cris.

—MOMENTO SHIPPEADOR, ¡Están acostados en el asiento! —Ely se pone las manos en las mejillas y saca su celular, seguido les toma una foto.

—¡Mira! —Ely le muestra el celular a Chuck.

En la foto Dakota está sobre Matthew y el está abrazándola como si fuera su peluche.

—Matt la confundió con ese peluche suyo, ¡LO VOY A MOLESTAR DE POR VIDA! —Chuck sonríe y sigue con la mirada en el camino.

Pasó el día, y se llegó la madrugada.

—¿Debería leer el libro?—pregunta Nat, con el en manos.

—Si quieres arriesgarte a que se te meta el demonio por los ojos, claro, léelo. —Gallo se mostró sarcástica vengativa.

–¿Para que usaremos este libro? No creo que sea un libro de recetas de cocina.. –Chuck suelta una pequeña risa.

Tan pronto como Nat abrió el libro, un aire frío corrió por los cuerpos en la camioneta, y Dakota abrió sus ojos.

—No leas el libro...—Dakota se levantó de golpe.

—¿Por qué no? —preguntó Nat asustada.

—Nat... No leas el libro, si no quieres una maldición, mejor no lo leas, no sabrás donde empezar a leer y probablemente leas un conjuro —Dakota advirtió a Nat.

Nat le dió el libro a Dakota.

–¿Tener dos dakotas?  Mejor no tocamos ese libro otra vez. – Dice Chuck con cierto temor en su voz.

—Posesiones, diálogo trigésimo, magia negra, el maldito en la sangre, aquí está —Dakota centra sus ojos en el libro —Las posesiones han sido desde muchos milenios atrás cosas comunes en el mundo fantasmal, y en las personas quienes estrechan el camino de los vivos con los muertos. A veces esas personas no tienen la culpa de ser elegidas para portar un demonio por ser malvadas y suspicaces, si no, por ser demasiado buenas, y creyentes de Dios.
Los demonios poseen a las personas para hacerse presente en el mundo material, y hacerle daño a inocentes porque eso les satisface.
El maldito en la sangre se conoce como "Hijo de Satán", hemos escuchado ese término cuando un niño se porta mal, pero la realidad de esa palabra es la maldición más fuerte que se podría encontrar.
Los hijos de Satán, o debería ser el/la, es un ser enviado desde las tinieblas en forma humana al mundo terrenal para causar caos y destruir el bien, acabar con todo y todos a su paso, ésta persona tiene una doble personalidad, la forma física por la cual puede tener sentimientos humanos, es como una especie de experimento que salió defectuoso, pues puede tener características de actitud humana, pero eso es sólo un espejismo —Dakota no paraba de leer en voz alta.

—¿Tenemos a la cosa más peligrosa del mundo fantasmal en la camioneta? —Gallo bromeó.

—Probablemente Gallo, suena divertido. —Exclamó Chuck, tratando de esconder su miedo.

—Hey, ¿y si nos volvemos los caza fantasmas? –Bromeo Chuck

—La verdad dentro de ésta persona es que no sabe que fue enviada para eso, es decir, no tienen idea de que es hijo/a de Satán, ni que tiene una doble personalidad, pues al encenderse esa "segunda personalidad" la del mundo fantasmal, su mente desactiva las conexiones con sus recuerdos, ya no sabe quiénes son sus amigos, no controla su fuerza y/ó poderes.
El último hijo de Satán presenciado en el mundo fue en finales del año 1613. Merkel Maine, un muchacho de 27 años, cuya vida fue pasada en un orfanato religioso.
Éste destruyó todo a su paso, arrebató 207 vidas en el orfanato, cuando tuvo un ataque de ira, el único con vida fue la hermana Helga Work, la cuál documentó éste suceso en su diario, y acudió al padre de la parroquia vecinal del orfanato para comenzar un exorcismo, pero no puedes sacar un demonio de un cuerpo humano, cuando realmente es el mismo demonio en persona con un espejismo.

—¿Qué está pasando? —Matt abrió los ojos.

—Encerraron a Merkel cinco metros bajo tierra en un sótano de mala muerte ubicado en Utah, donde varios padres, y sacerdotes trataron de "curarlo", pero siempre era en vano.
Se decidió dejarlo morir allí abajo, sin comida, ni agua.
El sótano tenía un cuidador el cual era relevado por su hermano en las noches, para vigilar que no se escapara.

Después de 30 años con el mismo sistema, bajaron al sótano, donde yacía el cuerpo del muchacho muerto, pero con un mensaje muy escalofriante... "Tuve que traer a mi hijo de vuelta, pero la venganza será mía, les dejo el cuerpo de éste muchacho inocente para que inventen que mi hijo murió."
El mensaje fue escrito con heces fecales, y al voltear el cuerpo del muchacho, resultó ser el hijo del cuidador, no el verdadero hijo de Satán.

—Así que... —Ely se quedó viendo a Dakota —¿Eres técnicamente inmortal espiritualmente, pero tu cuerpo humano si puede morir, porque es solo un espejismo, sin embargo si tu padre (Satán) te regresa a la tu casa (el infierno) sigue siendo tu mismo cuerpo? —Dakota asiente.

—Si antes me dabas miedo, ahora no quiero ni hacerte enojar —responde Gallo.

—¿Cómo hiciste para controlarte sin matar a Gallo cuando colmó tu paciencia? —preguntó Matt volviendo a la realidad.

Chuck escucha mientras le tiemblan las manos. —Definitivamente Tome mucho Café.

—Pensé en Tomás, en Katelyn, en Janis, en Tate... —repetía Dakota como si estuviera pasando lista en su mente.

—¿Quiénes son todos ellos? —preguntó Chuck sin pensar y arrepintiéndose de lo que pudiera obtener como respuesta.

—Tomás, mi amigo del orfanato, la hermana decía que no existía, pero jamás dejé de verlo, hasta que cumplí 12 años. Katelyn, la chica que lastimé en un metro bus porque tuve un ataque de ansiedad y después tuvo una amistad conmigo hasta que dejé de vela, Janis mi ex compañera de cuarto, antes vivía en una fraternidad para ayuda psicológica, de los 12 a los 15 hasta que un día desapareció.
Y Tate, un chico que me acosaba, porque yo le gustaba, pero una noche trepó por mi ventana, yo lo ignoré y a la mañana apreció muerto en los arbustos.

Las únicas personas con las que había tenido una conversación, sin odiarlas.

Pensar en ellos me hace sentir, sentir nostalgia, y melancolía, pero me hace sentir que estoy viva. Porque no muchas veces presencio sentimientos.

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