Capítulo #9: ''Más preguntas y nuevos aliados'' parte #1
Clirthorm, Tierras Altas, Escocia. En algún punto del siglo XVII.
Rae abre los ojos en la penumbra, sintiendo la confusión pesada sobre su pecho. Un par de velas encendidas proyectan sombras danzantes, difíciles de discernir. Un olor a hierbas, quizás menta, flota en el aire. Reposa sobre una superficie blanda, pero está inquieta. Su memoria es un rompecabezas: evoca unos ojos verdes y la seguridad de unos brazos, pero se desdibuja rápidamente. Un dolor punzante atraviesa su cabeza, limitando su movimiento.
Su piel está sudorosa, a pesar del frío que entra por alguna ventana abierta. Un recordatorio de no solo la pesadez en la que se encuentra, sino a la soledad de su situación. Toca su cuerpo para descubrir que la ropa que le había acompañado desde el inicio de su aventura ha desaparecido: desde su capa hasta los pantalones, y, en su lugar, lleva puesta una camisola larga de tela fina.
A lo lejos, Rae percibe sonidos similares a canciones. Voces masculinas, repitiendo en gaélico las mismas frases una y otra vez con efusividad, como en un ritual.
Finalmente, su pensamiento se centra en su hermana gemela.
¿Dónde está Nerys?
''¿Y si le ha pasado algo?'' piensa Rae. Un escalofrío recorre su ya maltratado cuerpo, intentado desechar la idea. No, su hermana tiene que estar bien.
—Nerys... —susurra, el miedo apretando su pecho. La angustia la invade, haciéndola soltar un grito ahogado.
Justo entonces, la puerta se abre con suavidad y una mujer de cabello aparentemente rubio y trenzado y ojos amables entra. Su presencia parece iluminar la habitación, y no precisamente porque lleve una lámpara de aceite en la mano.
La cabeza de Rae sigue bastante confundida, pero sabe que la conoce. Le toma unos segundos asociarla con la mujer sentada justo al lado de laird en su encuentro pasado. Tan parecida a él, probablemente deba tratarse de algún pariente.
Recuerda la desconfianza en los ojos de Edwin, y el hecho de que por poco el desenlace para su hermana y para ella pudo haber sido diferente. Y el hecho de que esté viva ahora, no quiere decir que esté segura.
Su miedo por su propia supervivencia y el de su hermana la domina; haciéndola temblar. Sus dedos, juegan con las puntas de la manta pesada que parece cubrirla. La mujer apoya la linterna en una pequeña mesa de madera junto a la puerta, donde también reposa un cuenco aparentemente vacío de cerámica—uno que Rae no había notado antes. En ese momento, su mirada se dirige hacia el frasco de vidrio que la mujer sostiene en su otra mano. El frasco, de un verde viscosa, despide el mismo aroma que había percibido en ella misma momentos atrás, a pesar de estar sellado. Probablemente algún medicamento.
La mujer gira su mirada hacia la cama, y sorprendida al verla despierta, su expresión neutra cambia a una cargada de alivio.
Se acerca a ella sin decir palabra, dejándose caer pesadamente en una pequeña silla a su lado. Rae asustada e intentando incorporarse sin éxito, retrocede todo lo que puede sobre la cama.
—Tranquila, querida —dice la del cabello trenzado, su acento gaélico reverberando suavemente en el aire—. No debes levantarte. Tienes que guardar reposo. —la ojiazul la observa, todavía dudosa, entonces añade: —. No tienes nada que temer, acá nadie va a lastimarte.
Rae frunce el ceño, recelosa, sintiendo que el esfuerzo le roba la poca fuerza que le queda.
— ¿Quién es usted? —responde con la voz rasposa, producto del tiempo que lleva sin usarla.
La expresión dulce de la mujer de ojos verdes parece endulzarse todavía más, de ser eso posible.
— Ailis Clirtrhorm, un placer conocerte.
— Es la madre del laird — responde la ojiazul, aunque su tono no es de pregunta. La mujer de mediana edad asiente.
—¿Dónde está Nerys? —inquiere Rae, su voz temblando de preocupación mientras busca la mirada de Ailis, deseando no percibir nada malo en ella.
— No temas, tu hermana está bien —responde Ailis, acercándose con pasos delicados. Se sienta al borde de la cama, su mirada llena de compasión—. Ha bajado a comer. Has estado en un profundo sueño, sanando de tus heridas.
Rae siente que su corazón ya acelerado comienza a latir con más fuerza sobre su pecho ¿Días? ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente?
—¿Qué día es? —pregunta, el miedo acechando en su voz.
Ailis suspira, como si sintiera que saturarla de información en ese momento no fuese oportuno. Sin embargo, con su característico tono amable, responde unos segundos después:
—Hoy es 8 de enero del año de Nuestro Señor, 1615, cariño.
Rae deja escapar una bocanada de aire que hasta el momento no sabía había estado reteniendo. Por lo menos ahora está ubicada completamente temporalmente; y aquellas lagunas mentales parecen estar de a poco, drenándose, haciéndole ver las cosas con mayor claridad. Si están en el mismo calendario, eso significa que ha estado durmiendo una semana entera. Su mente trabaja a toda velocidad, recordando las palabras de la fantasma de ojos grises sobre lo que deben hacer en este nuevo mundo.
O antiguo. Dependiendo de en qué sentido quisiera verlo.
''Tienes un año para romper la maldición. Lo intenté, pero es todo el tiempo que pude conseguirte.''
—¿Un año? —murmura Rae en español, sintiéndose mareada por el peso de la revelación—. Eso significa que hemos perdido una semana entera...
La angustia la abrumo, sintiendo el tiempo escapar entre sus dedos como arena. Tienen un año para encontrar una solución, y ya ha pasado una semana.
''Esta vez tienes que hacerlo bien.''
—¿Te sientes bien, cariño? —pregunta Ailis, mirando a Rae con curiosidad; ya que a pesar de no haber escuchado lo que dijo, detectó que lo hacía en otro idioma —. De repente te has puesto pálida, tal vez es mejor que lleves todo con calma.
Rae se siente impotente, su dolor de cabeza zumbando con fuerza. La necesidad de respuestas urge en su interior, como todos los días desde que se enteró de la maldición. Pero ahora que el reloj parece correr, el hecho de pensar tomarse un tiempo para descansar, le parece estúpido. Debe aprovechar todas las oportunidades que tiene para intentar resolver este misterio en el que se han visto envueltas por jugadas sucias de un cruel destino.
Y tal vez la dulce mujer de ojos verdes podría ser parte de la respuesta. Después de todo ¿quién mejor para conocer detalles del laird que su propia madre? Intentar entender cuál es entonces aquella traición, que su antepasada cometió.
— ¿Por qué me han traído aquí? —pregunta, con más brusquedad de la que pretende. Carraspea un poco para aclararse la garganta — Mil disculpas por mi insolencia, pero no parecía ser yo de muy agrado del laird.
Ailis suelta una pequeña carcajada, luego niega con la cabeza.
— Precisamente, ni vos ni nadie son del agrado del laird. — responde, con tenacidad —. Pero esa es una idea a la que te irás acostumbrado.
— No lo entiendo — comenta la ojiazul. La mujer levanta una su mano vacías, estrechando con fuerza una de las de ella.
— Las reacciones de mi amado Edwin van a ser siempre impredecibles, mi querida niña. Pero algo vio en ti, que pareció no desagradarle del todo. Así que por el momento ha permitido que se queden, tu hermana y vos, y no somos quienes para pedirle ningún tipo de explicación al respecto.
Rae carraspea con nerviosismo. Sabiendo que si han de cumplir con su misión, lo mejor es ir haciendo las preguntas de manera discreta.
— Disculpe, mi señora. —responde, con un fingido aire avergonzado —. Tan solo estoy un poco confundida, es todo. Este es mi hogar, pero uno que hasta el momento no he tenido la oportunidad de conocer. — suspira — Por lo que me gustaría pedirle un favor, si no es muy insensato de mi parte.
Ailis asiente rápidamente.
—Lo que quieras, cariño.
—Es complicado... —responde Rae, buscando sus palabras—. Pero necesito saber más sobre este lugar y su historia.
Ailis sonríe, y una chispa de entendimiento brilla en sus ojos.
—Es comprensible querer saber más del lugar de donde vienen, entiendo que para eso han regresado. Me parece que, haciendo las preguntas correctas y permitiéndote recuperar, poco a poco irás encontrando las respuestas a eso que necesitas. Yo voy a ayudarte.
Rae siente que el nudo en su panza se relaja ligeramente. La bondad de Ailis es un bálsamo en su confusión.
—Ahora — continúa la mujer, señalando el frasco que todavía lleva en la mano —. Permíteme aplicar la medicación, así podemos adelantar el proceso ¿Te parece?
Con pesadez, Rae asiente. Una media sonrisa se refleja en su rostro.
Todavía no sabe qué, pero hay algo en esa mujer que le hace sentir tranquila. Que le hace pensar que puede confiar en ella. No sabe exactamente qué, y también sabe que no se puede contar los pollos antes de nacer, pero a lo mejor está encaminada en el sentido correcto.
—Gracias —susurra Rae, con una sinceridad que encoge el corazón de la matriarca del clan.
Poco tiempo después y vencida por el cansancio que aún parece agobiarla, Rae vuelve a quedarse dormida.
Es bien entrada la madrugada cuando Rae vuelve a abrir los ojos. El frío de la noche sigue colándose por la ventana abierta, cortando su piel como pequeños alfileres. La silla, que antes había ocupado Ailis, ahora yace vacía. Supone que habrá ido a descansar en algún momento, dejando solo la lámpara de aceite encendida sobre la mesa, cuya luz temblorosa proyecta sombras fantasmales en las paredes de piedra. El viento ulula afuera, como si el mismo tiempo estuviera intranquilo.
Entonces, lo escucha. Un sollozo a sus espaldas, leve pero profundo, como el lamento de alguien cargando una pena insuperable. El sonido le provoca una especie de agujero en la boca del estómago y una conexión instantánea en su corazón. Un tirón, algo instintivo.
—¿Nerys? —pregunta en español, su voz apenas un susurro. —¿Sos vos?
El eco de un nuevo lamento le responde antes de escuchar la voz quebrada de su hermana.
—Por un momento pensé que te perdía —dice Nerys desde la oscuridad, con un tono vulnerable—. Podía sentir tu dolor, sé que tenías pesadillas.
Rae cierra los ojos con fuerza, intentando disipar la culpa que la asalta al imaginar a Nerys sufriendo por su estado.
—Lamento haberte asustado —responde en un murmullo, con la garganta seca.
Nerys se acerca, su figura alta se presenta como frágil. Sus ojos rojos por las lágrimas y las bolsas bajo ellos evidencian que no ha descansado bien. Se desliza en dirección a Rae y se sienta en el borde de la cama. Sus dedos, fríos y suaves, toman la mano de su hermana. La intensidad del momento se siente como irrompible; en esa unión podrían enfrentar lo que está por venir.
Las últimas ropas en las que Rae la recuerda han desaparecido, dando lugar a un vestido largo de encaje verde claro.
—Estás bien, solo hazme un favor, ¿sí? —dice Nerys, su voz quebrada pero segura.
—Lo que sea por vos, Ner.
—No te mueras.
Rae suelta una carcajada ahogada, quebrándose en el aire.
—Creo que podemos trabajar en eso —responde con una media sonrisa.
Un rato después, el viento ha dejado de soplar con tanta intensidad. Nerys está junto a Rae en la cama, su cuerpo aún tenso de preocupación, pero más relajado. Rae tiene la cabeza apoyada en el pecho de su hermana, mientras Nerys le acaricia el cabello con ternura. El silencio entre ambas no es incómodo; es una tregua.
—Tenemos mucho de qué hablar —comenta Nerys al cabo de un rato, su voz baja y apacible.
—Y que lo digas —responde Rae, exhalando un largo suspiro. Se incorpora un poco en la cama. Su cabeza, aunque todavía duele, no es tan punzante como horas atrás; la medicación debe estar funcionando—. La cuestión está en dónde comenzar. Ya por lo menos averigüé en qué año estamos, y pude usar la confusión de mi golpe para no parecer una loca.
Nerys asiente, trazando líneas suaves en el cabello de su hermana.
—Lo leí en un manuscrito que le arrebaté al escribano el otro día. Así que, 1615.
—1615 —repite Rae, asimilando el impacto del número—. Bajo el pleno régimen de Edwin Clirthorm en el pueblo.
Nerys se inclina, su respiración lenta pero preocupada.
—Podemos asumir que es el laird de nuestra maldición. El hombre al que nuestra antepasada le hizo tanto daño.
Rae siente un nudo formarse en su estómago. Por un momento se queda en silencio, al caer en cuenta de que hay información importante que ha ido recopilando desde su aventura en las que antes eran ruinas hasta ahora. Se siente culpable por no haberle comentado.
—Hay algo que no te he contado —dice de repente, interrumpiendo el hilo de la conversación.
Nerys se tensa un poco bajo el peso de Rae, sus dedos dejan de moverse en el cabello de su hermana.
—¿Qué cosa?
Rae se incorpora lentamente, apoyándose en un codo mientras sus ojos buscan los de Nerys en la casi total oscuridad.
—En realidad, no es como si hubiera querido ocultarlo. Simplemente todo pasó muy rápido, ya sabes... destellos, viajes al pasado, heridas, hombres acosadores...
Nerys levanta una ceja y la interrumpe con un tono impaciente.
—¡Rae, por el amor de Dios, ve al grano!
—Lo siento. —Rae se muerde el labio antes de continuar—. El punto al que quiero llegar es que aquella noche en las ruinas, la fantasma de ojos grises no fue la única aparición que vi.
Nerys se endereza de golpe, claramente sorprendida.
—¿Qué quieres decir? ¿A quién más viste?
Rae toma una profunda respiración antes de soltar la verdad.
—Puede ser que haya visto a Edwin.
—¿Al laird? —pregunta Nerys, incrédula.
Rae asiente lentamente, como si todavía estuviera procesando lo que sucedió.
—Y no solo eso —continúa—, te juro que podía identificarlo. Lo conozco, Ner, no sé cómo, pero lo hago. Sabía su nombre sin que él siquiera me lo dijera.
Nerys frunce el ceño, luchando por entender lo que su hermana está diciendo.
—Es un quilombo toda esta mierda —murmura Nerys, casi para sí misma.
Rae vuelve a asentir, apretando los labios.
—Y que lo digas. Además, también la vi a ella.
—¿A ella? —pregunta Nerys, su confusión aumentando.
—A nuestra antepasada. Se interpuso cuando el fantasma del laird se me apareció en la habitación de los retratos. Dijo que ya era muy tarde para romper la maldición, y que si no puede romperse, se divertiría con ella. Sus ojos... eran rojos, como si ya no fuera humana. No sé cómo explicarlo, pero no recibí ninguna calidez de su parte. No como la que sentí de... Edwin. —Rae suspira con pesadez—. Después de eso, se lo llevó con ella. Fue cuando los seguí y terminé en la terraza de la torre.
El silencio entre ambas se siente pesado, cargado de información difícil de asimilar. Nerys frunce el entrecejo, pensando en lo que todo eso significa.
—Me parece que todavía no nos hacemos una idea ni a la mitad de lo que enfrentamos, Ra —comenta Nerys, con el ceño fruncido.
—No —responde Rae, recordando las palabras que le dijeron—. También me dijo algo que no he podido borrar de mi mente. Cuando le pregunté por qué estaba haciendo esto, su respuesta fue: '¿Todavía no lo recuerdas?'."
El silencio vuelve a llenar la habitación mientras ambas hermanas procesan la magnitud de lo que han descubierto.
—La aparición de ojos grises si dijo... —comienza a decir Nerys con voz temblorosa unos minutos después. — Que esta sería la última oportunidad, como si ya el intentar romper la maldición fuese algo que hubiésemos intentando y fracasado en el intento.
— Es lo mismo que yo pienso ¿Crees que en alguna realidad alternativa, eso podría ser posible?
—Pienso que estoy en el año 1615, y nací en 1996. Todo es posible, Ra.
— Ahí tenés un punto — concede Rae con una media sonrisa. — Tenemos que organizarnos — agrega después de unos segundos — . Ver cómo vamos a proceder a partir de aquí.
— Sabemos por lo que dijo la aparición, que tenemos un año. — comienza a explicar Ner, como resumen — Y tuvimos la suerte de comenzar con año calendario, así que esto sería hasta el primero de enero del año próximo.
— Exacto. — responde Rae — Entonces, pienso que lo primero que podríamos hacer es intentar mezclarnos un poco con la gente del pueblo, buscar entablar relaciones y ver qué podemos averiguar con respecto al pasado del Edwin. Estuve hablando con su madre temprano, y pienso que por ahí también vamos a contar con su ayuda.
— Me parece bien, pero, Rae, si debo pedirte otra cosa — dice Nerys, en voz baja. — Mantente alejada del laird, por lo menos mientras puedas evitarlo.
— ¿Por qué?
—Hubo algo en la interacción entre ustedes en la sala el otro día. — explica Nerys — No sé como explicártelo Ra, pero despertó dentro de mí una señal de peligro. Pienso que es mejor hacerlo así por ahora ¿Me lo prometes?
Y Rae quiere hacerlo, prometerlo. Sin embargo, en los dos minutos siguientes que siguen a petición, por más que abre la boca, no es capaz de emitir ningún tipo de sonido. Principalmente porque, no quiere hacerlo. Tener que alejarse de él, desde aquel encuentro en las ruinas y posteriormente su encuentro en el salón no ha podido dejar de pensar en aquella extraña conexión que parecen tener y las posibles implicaciones del por qué conoce su nombre.
Por lo menos es lo que su lado irracional le pide, el mismo lado que la había llevado a Clirthorm en un primer lugar al recibir la carta de su padre. Pero luego está el racional, la que, al igual que Nerys podía sentir el peligro ante aquella cercanía, así como el cómo quema su tacto.
Tal vez, podría escuchar a su lado racional por un tiempo. Y apartar esos sentimientos para lidiar con ellos luego.
—Te lo prometo, Ner.
NA: ¡Holaa! ¿Cómo andan? Me gustaría un montón conocer sus opiniones; muchas veces me encuentro preguntándome si voy bien encaminada con la trama y si se entiende :(
Muchas gracias por leer :)
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