Poder

- No- dije calmadamente- No es necesario

Nico me regaló una mirada agradecido, desde el accidente con Reyna hace años se ha negado a usar sus poderes en público, no lo culpo, lo de Reyna marcó un antes y un después en la vida de todos, no creo que sea fácil de olvidar y menos para Nico.

Mi padre me envió una mirada de "hablaremos mas tarde, jovencito" y no puedo evitar sonreír socarronamente, esta vez no va a intimidarme.

- Primera nueva regla- dice mi padre- Ningún semidiós dirá mi nombre en voz alta

- ¿Por qué no?- pregunta un chico rubio junto a Annabeth-

- Porque es un tabú, estimado sobrino- contestó mi padre observandolo detenidamente- Al menos lo es cuando tienes al dios cerca

Un ruido general se extendió entre todos, como cuchicheos que fueron callados cuando Annabeth pidió la palabra levantando ligeramente la mano.

- ¿Se quedara, señor P?- todos nos miraron expectante-

- Señor Percebe, por favor- dijo mi padre mirandonos a nosotros- No, no nos quedaremos, no es seguro para nosotros

Una serie de abucheos empezaron a surgir de todo lado mientras mi padre abrazaba a Bianca suavemente pues parecía asustada ante tanto rechazo, Nico intentó pensar en otras cosas mientras Rachel sujetaba su peine azul con la intención de lanzarselo a cualquiera.

- Pero señor...-insistió Annabeth- Con usted de nuestro lado...

- Mi único bando es el de mi familia, niña- le contestó mi padre de mal humor- Y los dioses hace mucho que dejaron de serlo

Un silencio sepulcral recorrió el viejo campamento, incluso mi madre tuvo que morderse la lengua para no contestar a la pequeña e inexperta Annabeth.

- Cobardes- gritó el chico rubio acercandose desafiante- Son unos cobardes

- Insolente- dijo mi padre con disgusto-

- Son unos cobardes, huyen de la guerra...-

- ¿Qué sabes tú de la guerra?- gruñí acercándome al rubio- ¿Has estado alguna vez en el campo de batalla de los dioses?

- Si...- contestó desafiante- Protegemos a los mestizos

- Mientes...- le recriminé - Si hubieras estado ahí sabrías como están las cosas allá afuera, sabrías que con mi padre aquí están en mayor peligro

- ¿Tú si has combatido?- preguntó burlón- La guerra empezó cuando tenías diez años ¿O no? ¿Realmente participaste o te refugiaste con tu papi en el oceano?

El viejo recuerdo de Tyson se vino a mi mente haciendo que una mirada triste se dibuje en mi rostro, aunque los demás debieron de haberlo tomado como socarronería pues me enviaron miradas envenenadas.

- Que yo sepa, el unico dios que no participó fue tu padre- contesté burlón- Y si, estuve ahí

- Pruebalo-

Le eché una mirada de soslayo a Rachel y ella avanzó hacia nosotros lentamente, como si temiera de nosotros, estiró sus manos y convocó una espesa bruma negra que poco a poco adquirió la forma de un viejo recuerdo.

Ahí estaba yo, junto a Tritón y mi padre dirigiendo los ejércitos marinos cuando el llanto de un niño llamó mi atención, era Nico, tenía séis años y a las justas podía levantar una espada, su padre estaba al lado convocando esqueletos y muchos mounstruos del Tartaro mientras Bianca disparaba flechas a todo aquel que se moviera mas de lo necesario.

El recuerdo se disolvió mucho antes de que se viera la muerte de alguno de nuestros amigos, eso era demasiado personal como para mostrarselo a una panda de niños semidioses.

- Lo que sea que hayan vivido no se compara con refugiarse en el Tartaro- dije de mal humor- Puedo asegurarte que no es nada bonito, y la próxima vez que quieras insultar a mi padre, recuerda que el tuyo es conocido como el traidor del Olimpo

Toma esa, por bocon y rubio. Sé que no debí decir eso porque casi nadie lo sabe, pero no vas a venir a insultar a mi familia en mi presencia sin ganarte un buen escarmiento.

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