Capítulo 2
Al volver a casa, Riku deja unas compras en la cocina y nos dirigimos a la ducha para asearnos. Me encanta sentir su calor en mi cuerpo. Me encanta tenerlo conmigo el mayor tiempo posible y poder tocar cada parte de él.
Mientras el agua cae por nuestros cuerpos, acaricio su torso jabonoso a medida que voy descendiendo mis manos por su abdomen. Por su pelvis.
—Inu... —gime mientras echa su cabeza hacia atrás, apoyándola en mi hombro con los ojos cerrados, dejando la entrada perfecta para besar su cuello. Siento su respiración agitarse mientras mis manos hacen lo suyo ahí abajo, él estira sus brazos hacia atrás para sujetarse a mi cuello y busca a ciegas mi boca para fundirnos en apasionado beso lujurioso —. Inu... —repite entre jadeos. Hago que se voltee y lo levanto para sentarlo en mi cadera, haciendo que suelte un profundo gemido al momento de unirme a él mientras siento su miembro atrapado entre ambos.
Amo cada parte de este hombre. Su cuerpo, su forma de ser, cuando se enfada, cuando ríe. Amo todo de él. No sé qué haría si un día dejara de estar a mi lado.
Supongo que si eso pasara, me sentiría perdido y saldría corriendo como un desquiciado a buscarlo.
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Luego de cocinar una buena cantidad de comida para saciar el hambre que provocó todo el "ejercicio" realizado, aprovechamos la tarde para estar juntos en la sala. Riku permanece recostado en un sofá leyendo uno de los tantos libros que ha adquirido para su librero desde que vivimos juntos. Mientras, yo permanezco sentado en otro sillon frente a una mesita de centro, limpiando mis armas hasta dejarlas relucientes. Me gusta poder ver mi reflejo en ellas.
Levanto un momento la mirada y noto que Riku está dormido con el libro abierto sobre su pecho. No puedo evitar reir por lo bajo aunque estoy acostumbrado a ver esa escena.
Cierro los ojos e inhalo profundo para respirar esa paz y tranquilidad que inunda la habitación. Esa paz plena que tengo desde que esa persona maravillosa llegó a mi vida. Esa paz, que muy pocas veces se veía interrumpida por...
—Déjame... —lo oigo balbucear de pronto —. Ya déjenme... —solloza mientras sujeta una de sus muñecas con fuerza, como si tratara de liberarse de algo.
—Riku —me acerco a él para intentar calmarlo —. Oye, tran...
—¡Déjenme! —se transforma en licántropo al mismo tiempo que despierta dando un salto, haciendo que yo caiga de espaldas por la sorpresa.
Riku me mira con los ojos bien abiertos mientras intenta restablecer el ritmo de su respiración. Mira sus manos temblorasas antes de cerrarlas formando puños y caer en la cuenta de que está transformado.
—Inu, yo... —vuelve a su forma humana rápidamente. Es más evidente la expresión de terror en su rostro humano —. Lo siento, perdón. No quise... —sus ojos se inundan. No sabe si moverse o no.
—Oye, oye —me levanto y me acerco despacio y sin titubear —. Tranquilo —lo abrazo —. Solo fue una pesadilla, nada más —beso su frente y hago que se siente en mis piernas para acunarlo en mis brazos. Él odia que haga eso, pero esta vez, solo se deja hacer —¿Te sientes mejor? —asiente en silencio mientras sujeta mi ropa con fuerza.
—Perdón... —dice luego de un momento de silencio —. No quise golpearte. Yo... —se sienta y me mira con culpa intentando decidir si tocar mi rostro o no —. No quise hacerte daño. Sabes que nunca haría algo en tu contra o...
—Riku, cálmate. Te dije que está bien —acaricio su mejilla —. Estoy bien, no me hiciste nada. Solo caí por la sorpresa. Eso es todo.
—¿De verdad? —pregunta con voz temblorosa. Asiento antes de volver a abrazarlo. Ahora su corazón late con calma y su respiración se restablece.
—¿Te digo una cosa? —digo recostándome en el sofá con Riku sobre mí —. Hasta hace tres años, no esperaba que alguien como tú llegara a mi vida. Luego de que mi padre me echara de casa por mi orientación, me tomó mucho tiempo encontrar un lugar en el que me pudiera sentir bien conmigo mismo. Me sentía inseguro, tenía miedo, tenía pesadillasen las que revivía la paliza y el desprecio de mi padre. Aun las tengo, lo sabes. Realmente estaba perdido enese tiempo.
—Pareciera que hablas de otra persona —murmura sin moverse —. No podría creerlo si alguien me dijera que en algún momento tuviste miedo o que fuiste inseguro.
—Lo era, hasta que apareció la oportunidad de mi vida —levanto la insignia de la guardia —. Cuando me uní a la guardia, al principio estaba asustado. Cada vez que entrenaba, era como ver a mi padre dándome una paliza. Cada vez que estaba con mis compañeros, me sentía, juzgado por ser yo, me sentía pequeño e indefenso. Una vez, tres de ellos me obligaron a... hacer lo que quisieron conmigo —trago saliva con pesadez, e inconscientemente muevo mis piernas ante el recuerdo, algo de lo que Riku se da cuenta.
—¿Ellos...?
—Sí —lo interrumpo. No quiero que lo diga —. Pero fue la única vez que ocurrió. Luego de que eso pasara, algo despertó en mi interior, algo que dijo "nunca más". Así que empecé a entrenar más duro, trabajé mucho en con mi inseguridad. Básicamente me hice respetar —sonrío levemente mirando al cielo de la sala mientras acaricio el cabello de Riku.
—Y ¿qué pasó con...?
—Hubo un día en el que quisieron volver a hacerlo. Fue unos meses después de ocurrido eso —Riku se acomoda para mirarme —. En pocas palabras, les di una buena paliza para que no les quedaran ganas de volver a meterse conmigo —su mirada atenta me hace gracia. Es como un niño —. Y bueno, básicamente di un giro de ciento ochenta grados y acabé siendo uno de los mejores de mí generación, seis años después me convertí en el Capitán de la guardia de esta zona, y eso me dio el respeto de los habitantes y toda la cosa.
—Yo... no sabía eso, ¿por qué me lo cuentas? —esperaba que hiciera esa pregunta.
—Porque te amo, confío en tí. Tanto, como para contarte esos dolorosos recuerdos que encierro aquí —llevo mi puño al sitio de mi corazón —. Quiero que entiendas que puedes confíar en mí para todo, Riku. No importa lo que sea que te pase, puedes decírmelo —noto su expresión nerviosa y asustadiza —. No tienes que hacerlo ahora. Esperaré a que estés listo. Siempre te voy a esperar —logro ver mi reflejo en el brillo de sus ojos. Se acerca más a mí, a mi rostro.
—Te amo tanto — dije con la voz quebrada y me besa varias veces hasta que se detiene en un largo y profundo beso mientras se va sentando lentamente sobre mi abdomen. Luego, solo esconde su rostro en mi cuello y empieza a llorar ahogádamente. Sonrío sin decir nada por un momento. Si lo hiciera, acabaría llorando con él por el simple hecho de que me duele cuando él lo hace.
—Tranquilo —murmuro mientras acaricio su espalda y siento el ardor de mis ojos —. Todo está bien, Riku. Todo está bien.
Realmente esta no es la primera vez que esto pasa. Suele pasar prácticamente dos o tres veces al año. No son tantas, pero ocurre y siempre duele tanto como la primera vez.
En verdad me gustaría saber qué es eso que lo atromenta tanto. Pero no puedo obligarlo a decírme. No quiero forzalo a nada para lo que no se sienta preparado.
Por más que quiera ayudarlo a superar lo que sea que le provoca pesadillas, no puedo dar un paso si él no da el primero.
—Oye, Riku —digo cuando ya se ha calmado —¿Qué te parece si salimos a caminar y a tomar algo de aire?
—Yo... No veo por qué no —dice limpiando sus ojos mientras vuelve a sonreír —. Está bien.
Me siento en el sofá con él aún sobre mi regazo y lo abrazo con fuerza hasta que se queja riendo y diciendo que lo apretujo demasiado.
—¡Ya, Inu! ¡Deja de hacer eso! —reclama mientras ríe. Me gusta oír su risa.
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