Mierda. El sujeto se acerca y no estoy armado. Aunque si lo estuviera, tampoco podría usar nada contra él.

—Estás entre la espada y la pared, ¿verdad?

—Riku me habló de todo —sonríe —. Tú eres el que odia...

—¿Yo? ¡JA, JA, JA! —se ríe a carcajadas. —. ¿Y qué más te dijo ese cobarde? —no hago más que mirarlo con recelo —. Yo no soy el que odia. Linus lo es.

—No digas estupideces, Riku es...

—Sí, sí, Linus es "bueno", "no le haría daño a nadie", "él me ama" —dice con voz burlona. Se detiene frente a mí —. No niego que Linus es un cobarde llorón. En este juego de cazador y presa, Linus es la presa por odiar a nuestro padre. Yo solo estoy borrando su pecado por amor a él.

—Estás loco... —vuelve a reír.

—Es posible, cualquiera se volvería loco si estuviera encerrado y encadenado como un animal por siglos. Linus lo sabe, él también pasó por eso.

Me duele imaginar a Riku metido en una celda fría y apestosa, esposado con cadenas para evitar que haga cualquier cosa.

—¿Sabes? No es necesario que me lo digas realmente —sonríe y acerca su rostro al mío —. Debo admitir que Linus tiene buen gusto. Lástima tener que eliminarte —olfatea mi cuerpo —. Hueles delicioso —pasa su lengua por mi mejilla —. Gracias por darme el rastro del cobarde de mi hermano.

Parece comenzar a apartarse. Pero antes de darme cuenta, lanza un fuerte puñetazo que me hace caer, completamente aturdido. Por un momento no entiendo lo que pasa.

—Tranquilo. Le diré que no fuiste tú el que escribió el aviso. Así se sentirá más estúpido y miserable por haber huido como el cobarde que es. Y claro, por haber dudado del único podía intentar protegerlo —se para frente a mí y me lanza una patada que me noquea casi de inmediato.

Me sacó de combate así de fácil.

Durante el tiempo que permanezco despierto, lo veo empezar a caminar siguiendo el rastro.

—Tengo que... —intento levantarme, aún sabiendo que volveré a caer. Aun sabiendo que terminaré inconsciente en cualquier momento —. Riku...

Acabo por desmayarme.

"Oye, Inu". Su voz me llega como un susurro.

Riku...

"Eres un tonto..." , oigo su risa. "No quiero que Tireo te haga daño por mi culpa...", siento su miedo.

Riku...

"Oye, fortachón ¿planeas quedarte ahí todo el tiempo?". Tengo que levantarme. Tengo que despertar. "Deberías dejar de llegar tarde a todas partes. Eso no se ve bien en el capitán de la guardia".

Riku...

"Tengo miedo...".

No lo tengas. Yo...

"¡Inu!".

—¡Riku! —me siento de golpe. Todo duele y la cabeza me da vueltas.

—Tranquilo, tranquilo —veo a Ray. Estoy en mi casa, en mi sofá.

—Nos avisaron que estabas tirado en el camino —dice Terry —. ¿Qué te pasó?

—Tengo que... —mi cabeza duele.

—Hey, hey. Te dieron una buena paliza. Necesitas descansar un poco.

—No puedo... —me levanto —. Tengo que ir al palacio —me miran desconcertados —. Black tiene a Riku. No puedo dejar que lo entregue.

—Espera, espera —Ray me detiene —. ¿Dices que tu pareja...? —lo bueno es que no son idiotas a los que hay que explicar con peras y manzanas. No por nada son capitanes.

—Riku no es el sujeto que buscamos —intento explicar. Sé que no hace que mi falta con ellos sea menor, pero necesito que lo entiendan.

—Inu, ¿hace cuánto lo sabes? —no me dejarán pasar a menos que se los diga —. ¿Y bien? —no tengo otra opción.

—No hace mucho... Dos días atrás.

—¿Y lo dices así? ¿Tan tranquilo?

—No me importa que Riku me ocultara su verdadera identidad —me miran en silencio —. Él es la misma persona de siempre.

—Inu...

—Ray, Terry. Déjenme pasar. A estas alturas, Black debe haber entregado a Riku. Lo va a matar.

—¿Por qué tan seguro de que no los alcanzó? —pregunta Terry.

—Porque seguimos vivos. Si Tireo encuentra a Riku, lo va a matar. Y si Riku o Tireo mueren, todos moriremos con ellos.

—Pues... Andando —dice Ray. Su reacción me desconcierta.

—¿No dirán nada más?

—Inu —dice Ray. Siempre ha sido un sujeto relajado y controla los problemas como si no fueran la gran cosa —, lo que hagas en tus tiempos libres es problema tuyo. Si te gusta cojer con un hombre o si amas a uno, no tiene por qué importarnos. No sé Terry pero a mí no me importa —ríe por lo bajo —. Además, esta es una situación delicada. Y en casa tengo a mi maravillosa esposa, Clarissa, descansando con un pequeño en su vientre, así que... Creo que en este momento me importa demasiado que el sujeto vuelva a su prisión y que tu novio esté a salvo.

—Sabemos lo mierda que Black puede llegar a ser —comenta Terry —. No creo que lo haya hecho con mala intención... Espero.

—De Black esperaría cualquier cosa...

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Cabalgamos a toda prisa en dirección al palacio. Mi corazón se acelera con cada kilómetro que avanzamos, y realmente tengo miedo de lo que pueda pasar.

Y cuando ya estamos cerca, por alguna razón, recuerdo aquel momento con Black. Mientras paga el precio por sacar a mi hermano de la carcel.

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Black me había dicho que empezara y yo me vi obligado a obedecerle. No tenía otra opción. No me había dado otra opción para ayudar a James.

Su mirada de superioridad por hacer que me rebajara hasta ese punto me daba asco.

—El tiempo corre, Inu —me dijo —Será mejor que lo hagas o que te vayas despidiendo de tu hermano.

No dije nada al respecto. Solo avancé hasta llegar frente a él y me arrodillé. Desabroché su pantalón y saqué su pene que ya estaba erecto y palpitante.

Mientras cumplía con mi parte del trato, Black comenzó a hablar.

—¿Sabes un cosa, Inu...? —dijo antes de soltar un gemido —. En tres años... he investigado sobre el asunto del hijo de Lycaon y toda la cosa... Y algo me dice, que el muy desgraciado nos ha estado viendo la cara todo este tiempo... —sujetó mi cabeza para guiar el acto —. Y si me lo llego a encontrar en mi territorio, no dudaré en enseñarle quién manda. Así como lo acabo de hacer contigo... —aumentó la velocidad de las embestidas golpeando mi garganta hasta acabar. Luego de unos segundo, me soltó y caí sentado mientras luchaba por no vomitar en ese mismo momento —. Bueno, el trato está hecho —me lanza las llaves de la celda —. Toma a tu hermano y lárgate de aquí.

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—Inu —Ray me saca de mis pensamientos y apunta en una dirección.

—¿Qué...?

Bajo del caballo y recojo una prenda del suelo. Es de Riku. Está sucia y tiene el olor de Black por todos lados.

Acabo tompiendo la prenda con las garras debido a la rabia que siento y me está quemando por dentro.

Lo voy a matar en cuanto lo encuentre.

Escucho un ruido proveniente de los arbustos. No siento el olor de nadie.

—¿Quién está ahí? —pregunto con voz grave y me acerco con cuidado.

—I-Inu... —dice entre sollozos. El fuego en mi interior se apaga y mi corazón parece romperce por el simple hecho de que dijera mi nombre con ese tono de voz.

—Riku.

Me apresuro en llegar junto a él. Está oculto con las piernas recogidas. Me mira con miedo a través de sus lágrimas.

—Riku... —estiro mi mano hacia él. No lo alcanzo —. No tengas miedo. Ya estoy aquí. Vine por ti.

—Tú... —rompe en llanto, y ese sonido me obliga a luchar por no hacer lo mismo.

—Yo no envié esa carta, Riku. Yo no escribí eso. Confía en mí. Tienes que creerme —mantengo mi mano extendida hacia él —. Riku... Por favor...

Me duele tanto verlo así. Inseguro, aterrado, que desconfíe de mí, que me tenga miedo.

Quiero saber qué fue lo que pasó. Quiero saber en dónde está Black y en dónde está Tireo. Saber por qué Riku está aquí y de ese modo. Necesito saber tantas cosas.

Necesito que fue lo que pasó.

Pero ahora mismo necesito llegar a él, tomar su mano y sentir que confía en mí.